martes, 19 de febrero de 2013


Diálogo con Kiosquero:  (11/01/2013)
(Necesario después del diálogo con el empleado comunal )

Abro la puerta y me recibe el muy bienvenido aire acondicionado.
K: “Hola, Sra. Cigarrillos?” (Tienen una radiografía de mis vicios acá – por lo menos no mencionó la cerveza – quizás porque eran las 11 a.m.)
Yo: “Y, ya que estoy…”
K: “De dónde viene?” (Calculo que la pregunta se debe al verme ‘vestida’- Ojo!  – léase shorts y remera y nó envuelta en el pareo de siempre y chorreando agua)
Yo: “De la comuna. Me mandan las boletas a cualquier lado y no puedo hacerles cambiar la dirección.” (No del todo cierto, pero en fin…)
K: Se ríe con ganas. “No se preocupe. Yo vivo a 5 cuadras y las mandan a lo de mi abuela!”
Me río también y decido introducir el tema que realmente me llevó allí.
Yo: “Me atendió un Sr. muy amable…” (ya he logrado impregnar mis frases de significados implícitos al modo local)
K: Se vuelve a reír. “El que habla como si fuera profesor de ‘Jarbar’? Vió la universidad esa donde estuvo la Cristina?” (Por un momento me descolocó su cultura general y su pronunciación de la venerada casa de estudios yanqui. Después dicen que la Presidente no hace nada por la educación!)
Yo: Me río. “Debe ser ése. Muy formal el hombre”
K: “Es Fulanito. Hijo de Menganito y Menganita (y, sí, inevitables los puntos de referencia) – vinieron de Tucumán hace mucho. Siempre habló así, desde chiquito” (Lo dice como quien habla de alguien que tiene una enfermedad grave desde la niñez)
Yo: “Lo que me llama la atención es que todo el mundo parece entenderle sin problemas y a mí, la verdad, por ahí me costaba seguirlo” (No sabía cómo decirle que la mayoría de la gente, y más aún la gente de aquí que es de hablar simple, no está acostumbrada a ese nivel de formalidad – por eso puse como ejemplo mi supuesta falta de comprensión. Error garrafal!!!)
K: Pone cara de asombro. “Pero si ud. es profesora!” (Chan! Y ahora cómo salgo de ésta?) No deseando que todos los docentes (porque acá los estereotipos se construyen con una velocidad increíble) se vean desvalorizados, digo:
Yo. “Bueno, sí, pero no de ‘JARBAR’ (perdón Wells y co.!) Y sigo: “Además, si yo les hablara así a los alumnos se me matarían de la risa!” (Omito decir que se me matan de la risa les hable como les hable – en fin…)
K: Se ríe bien fuerte. “Ud. vió alguien que le conteste?” (Gracias! Ya estamos nuevamente hablando del Fulanito en cuestión). Me quedo pensando. Es verdad. No ví que nadie le contestara más que ‘Uhum’, ‘Ajá’,  ‘Gracias’, y alguna otra onomatopeya.  Como que me leyera los pensamientos, el kiosquero dice:
K: “Vió? Si no hay que contestarle ni entenderle todas las palabras difíciles que usa! Todo el mundo sabe para qué va a la comuna, nó? Así que con ‘cachar’ a dónde tiene que ir, qué papel presentar, o cuánto tiene que pagar, ya está.”

En una línea – y sin darse cuenta – ha enunciado una teoría con la que, como profesora de una lengua extranjera, convivo a diario: ‘Cachás’ la entonación?  ‘Cachás’ las palabras importantes del mensaje? Entonces entendiste lo que te dijeron. Sublime lo del kiosquero!!!

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