martes, 19 de febrero de 2013


Diálogo con almacenero devenido en cajero de su propio minimercado (2) (27/01/2013)
(Ver diálogo con cajero del minimercado)

Domingo a la mañana no da muchas opciones donde ir a comprar algo por estos lados, así que tomo mi bolsita y parto para el ‘minimercado’. Esta vez llevo la tarjeta de débito y, por las dudas, efectivo (no sé hasta dónde puede llegar la vendetta del armenio por no haberle comprado más esta temporada). El lugar está atestado de autos y pienso que no voy a poder ni entrar, pero me mando igual.

ADC: “Buenas!” (Entonación de: ‘Qué milagro Ud. por acá!’)
Yo: Le sonrío y recorro con la mirada el bien llamado MINImercado.“No le pregunto cómo le va, porque se ve que muy bien.”
ADC: “No vaya a creer!” (Pero no puede ocultar la sonrisa de satisfacción) “Lo que pasa es que es domingo” (O sea: ‘soy el único que abre en 15km a la redonda’)
Una familia de 5 interrumpe nuestro diálogo y se lleva un montón de bolsas (hasta la nena de 6 años carga bolsas) por la módica suma de $700, suben a una 4X4 y se van, levantando arena a lo loco.
Yo: “Bueno, ahora que hay 5 lugares vacíos, voy a hacer mi compra”.
Voy directo a lo que necesito – pero no es fácil esquivar los otros clientes. Una señora ataviada con un pareo en el que un tucán aparece sobre una enorme flor amarilla  en su amplia espalda (brrr!) gira de golpe y me propina un codazo en la cuarta costilla derecha.
Sra: “Uy! Perdón!”
Yo: (Probando a respirar despacito para ver si no me duele más de lo que me está doliendo) “No es nada” (LPMQTP!) Estoy por decir algo más,  pero sale disparada para la caja. La sigo con la mirada y caigo en cuenta que también paga en efectivo. Ummmm dijo la nutria.
Llego a la caja y … milagro! No hay nadie delante ni detrás de mí.
ADC: “Buen codazo le puso, eh?” (Estará en la caja pero no se pierde detalle!)
Yo: “Todavía me duele.” Saco la tarjeta de débito y se la extiendo. Entonces sucede algo raro: desaparece tras una cortinita que está detrás de la caja, sale al ratito, y mirando para todos lados, me dice:
ADC: “Pase por acá, Sra.”
Paso y digito mi clave mientras él sale y atiende otro cliente. Hago autoservice y cuando la maquinita tira los papelitos, los saco, los corto, y firmo donde corresponde. Emerjo a la caja nuevamente.
Yo: “Acá está.” (Le extiendo el papel)
ADC: (Sigue mirando alrededor) “Gracias, Sra.” Baja la voz a casi un susurro. “El ‘posne’ lo tengo para los clientes regulares no más, vió?” (Pero qué HDP! Ja ja!) Como casi no aguanto las ganas de largarme una carcajada y no sé si condenar su deshonestidad o aplaudir su astucia, opto por:
Yo: “Bueno, gracias por considerarme ‘cliente regular’. (La verdad, me enterneció!)
ADC: “Pero cómo nó, Sra.! Y Ud. viene ‘de a pié!’ ” (Esto lo tengo que analizar con cuidado!)
Otro cliente se acerca y yo, instintivamente escondo el papelito! Ya soy cómplice!

Enfilo para la quinta y a medida que mi aletargado cerebro funciona, la ‘ternura’ por ser considerada ‘cliente regular’ va desapareciendo. El muy desgraciadito acepta las tarjetas de débito de los que no compramos – en comparación con otros veraneantes – casi nada! (Mi s esporádicas compras nunca llegan a los $ 80) Además  siempre voy ‘de a pié’ – no hay auto que le ayude a juzgar mi situación económica!
Me doy cuenta que el armenio es un experto en ‘estudio de mercado’!

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