martes, 19 de febrero de 2013


Diálogo con vecina (3): (22/01/2013)

Ni me dejó abrir el portón!

V: “Hola! Volvió?” (‘Elemental mi querido Watson’)
Yo: (Haciendo malabares con el bolso, la llave y el candado) “Ajá. Cómo anda?” (Por qué toma una frase de cortesía por una pregunta real?)
V: “Y, vió, como siempre.” (‘Ah! Esto va a ser corto’, pienso) “Fulanita se volvió a pelear con el novio. Estaban en la plaza, pero acá se escucha todo!” (Deducciones inmediatas: esto NO va a ser corto y está dotada de  un oído supersónico si puede escuchar gente hablando en la plaza desde su casa!)
Yo: (Habiendo logrado  sacar el candado y desesperada por NO oír la historia) “Pero mire cómo está el jazmín! No lo regué dos días y ya se cayó!”
V: “Y sí, además, capaz que no le movió bien las raíces cuando lo plantó. ¿Le puso algo de abono? Todas sus plantas parecen necesitar abono o tierra fuerte.”
Yo:  (Casi sintiendo que hago ‘abandono de planta’). “Las otras están bien. Es el jazmín _” (Por supuesto, no termino la frase porque me pasa por encima como destructor a canoíta de madera)
V: “Fue bastante fuerte esta vez” (¿Qué? ¿Hubo tormenta y no me enteré?) “Yo no sé por qué no se van a pelear a otro lado!” (Ay! Volvió al tema original – ni la posibilidad de criticarme la distrae!) Tengo ganas de decir ‘para que vos te entretengas’, pero me lo guardo. Y como sé que no hay mejor defensa que un buen ataque:
Yo: “Es verdad que acá se escucha todo. Yo, por ejemplo, escucho todo lo de su casa. Claro que está más cerca que la plaza….” (A ver cómo salís de esta!)
Frena y baja a segunda como Michael Schumacher .
V: “Ah? Sí? Yo de casa no escucho casi nada de la suya.” (Ofrenda de paz aceptada a pesar del ‘casi nada’ que es una sutil amenaza.) “Bueno, la dejo para que se acomode.” (¿? Qué gentil!). “Ah! Me olvidaba! Ya tengo sandías cuando quiera.”
Ya puso la carnada y sabe que no voy a poder evitar morder el anzuelo! En fin….

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