martes, 19 de febrero de 2013


Diálogo con vecina (2). 05/01/2013

El tiempo sigue nublado y amenazador, pero no llueve y sí, tenía que podar las Durantas del  frente – ubicadas en un ángulo de 30º con su portón. Pero me siento protegida ya que podo del lado de adentro. Aún así, qué son 30º y una pared de Durantas para alguien sedienta de información?
V: “Hola! Podando?” Pregunta desde el otro lado de las Durantas sobre el ‘chac chac’ de las tijeras. No, si voy a estar sacándole fotos al tronco de las Durantas diría mi hijo.
Yo: Chac – “Aha”.
V: “Qué tormenta ayer a la tardecita, eh? No vino su familia ayer” No fue una pregunta – entonación descendente – afirmación. Chac
Yo: Chac “Sí”
V: “Ah! Porque yo ví un auto clarito.” Chac. “ Llegó justo que se largó el aguacero. “ Chac chac. “Y uds. tienen un auto oscuro, no?” Chac Chac Chac. No te la voy a hacer fácil.
Yo: Chac. “Aha.” Silencio del  lado de la calle.
V: Tanteando el terreno con la sutileza de un elefante en un bazar. Chac chac “Un amigo?” Chac. “Porque era un muchacho de mi edad, más o menos”. Chac. Chac.
Tengo ganas de seguirle la corriente para ver hasta dónde llega, pero decido divertirme sólo un ratito más. Subo un poco en la escalera y asomo la cabeza por encima de las Durantas.
Yo: “Gracias por el cumplido. Así que mi primo le pareció más grande que yo?” Ironía desperdiciada. Está tras de información y leo la desilusión y a la vez sospecha en su cara.
V:  “Ah! Era su primo?” Entonación no definida que denota las dos actitudes que no quiere expresar.  Chac  Chac. Una ramita le cae cerca.
Yo: “Aha” Chac
V: “Pero no se quedó mucho, no?” Chac chac chac.  Decido, por mi paz mental y su seguridad física, terminar el diálogo.
Yo: Chac. “No, se fue junto con mi marido y mis hijos, justo antes de los relámpagos” Chac chac chac. Pienso: ‘Ya está’. Error!!!
V: “Lindo auto tiene!” Chac. “Qué marca es?” Chac chac chac. Estoy a punto de sacarme cuando, a la distancia, un rayo salvador ilumina el cielo y, segundos después, un sonido ensordecedor hace temblar la tierra. Salto más que bajo de la escalera y la vecina – que odia las tormentas –  dice: “Se viene!” y corre hacia su casa. Pero, por supuesto, se las arregla para quedarse con la última palabra. “Yo que Ud. dejo de podar!” grita.
Nó, si me voy a quedar acá para que me parta un rayo!!!

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