Diálogo con cajero de
mini mercado: (18/01/2013)
En realidad es el dueño
de un almacén de ‘ramos generales’ aggiornado a los tiempos de supermercado.
C: “Hola Sra. Tanto
tiempo!” (Como nos cruzamos hace poco supongo que lo que quiere decir es: ‘Ahora
compra en lo de X, eh?”
Yo: “Cómo le vá? Qué
cambiado está esto!” (Desapareció el viejo ‘mostrador’, también una pared que
estaba detrás y hay estanterías por todos lados en una suerte de caos que
supongo este Armenio de tercera
generación considera orden.
C: “Pase, pase. Dése una vuelta” (Ni que fuera a
recorrer un parque temático! Pero le doy el gusto y comienzo a pasearme entre las estanterías aprovechando
que no hay nadie – dos personas no entran en el pasillo)
“Tengo de todo, vió?” Me
sigue, diciendo: “Acá están … y acá …. Y
del otro lado tiene….“ (Por qué todo el mundo piensa que soy ciega? O tal vez
crea que no sé diferenciar los artículos de limpieza de los aderezos)
Yo: (Completada ‘la
vuelta’) “Está todo muy lindo. Voy a _”
C: “¿Qué le traigo?” (Tan
arraigado tiene su rol anterior de almacenero….) Nos reímos al mismo tiempo y
yo busco con la mirada los consabidos canastitos. “No, canastos no tengo –
porque con canastos la gente no se puede mover acá”. (Lógica pura! Y yo evito
decir que sin canastos o changuitos la gente va a comprar lo menos posible ).
Busco lo que necesito y voy a la caja.
Yo: “Y cómo va la venta?
Mejor que antes?”
C: “Más o menos. Lo único
que ahora tengo más gente de afuera (o sea, ‘veraneantes’) que antes.”
Yo. “Y cómo se las
arregla solo? Digo, porque si tiene que cobrar y alguien quiere que le corte
fiambre _”
No termino la frase
porque ha divisado, a través del vidrio de la puerta (esas antiguas de madera y
vidrio repartido con postigos) un auto de alta gama que está estacionando. Me
deja con la palabra en la boca y sale disparado a abrir la puerta. Recibe a los
clientes cual portero de hotel 5
estrellas, charla un ratito con ellos y vuelve a la caja.
C: “Qué me decía, Sra?”
Yo: “Nada.” (Ya tuve la
respuesta a mi truncada pregunta!) Pago en efectivo (no me da ticket, por supuesto), y cuando
estoy por irme agrega:
C: “Ah! Me olvidé de
decirle, ahora tengo ‘posne’, así que cuando quiera, puede usar la tarjeta de
débito.”
Estoy a punto de decir
‘¿Cómo no me dijo antes!?’ cuando me doy cuenta que ésta es su pequeña venganza
por no haberle comprado nada esta temporada.
Almacenero 1 – Adriana 0.
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