martes, 29 de diciembre de 2015

Diálogo con Vecina (la de la quinta)

Diluvia en El Leyes, así que decido cambiar el foco del farol de la cochera. Creo que con esta lluvia no corro riesgo que la vecina aparezca ….. ¡Eeeeeeerror!

V: (Pasando por el portón cual rayo) “¡Hola! Permiso.” (¡Ya estás adentro!)
Yo: (Girando en la escalera sin bajar ni un escalón) “Hola. ¿La agarró el agua camino al kiosco?” (Siempre que llueve y aparece usa la misma excusa – aunque el kiosco queda para el otro lado.)
V: “No, no. ¡Pero qué otra cosa se puede hacer con esta aguacero más que charlar con alguien?” (¡Ah, bueno! ¡Y yo saqué el premio mayor por estar cerca y a la vista!) “Y… yo tengo cosas para hacer – como esto.” (Señalo el farol)
V: “Y lo va a tener que limpiar también. Mire la mugre que tiene.” (¡Pero y LPM! ¿No querés limpiarlo vos?)
Yo: “Y… sí. Se junta suciedad cuando uno no viene seguido.”
V: “Y también se juntan novedades. ¿Sabe que ……….?” (Acá larga la catarata de ‘novedades’ mientras yo procedo a pasar un trapito por el farol deseando que más de una telaraña aterrice en su cabeza) “¡¿Qué me dice?!” (Entonación que implica ‘¡decime si no son noticiones!)
Yo: “Veo que pasó de todo este tiempo” (¡Qué quieren que diga!)
V: “Hablando de otra cosa – (¿más novedades? ¡Ay!) ayer a la noche – tarde – ví que paró una camioneta en su portón ….” (Ni pienso completar  los puntos suspensivos – ganate la info)
Yo: (Aparentemente concentrada en la limpieza del farol) “Aja.”
V: “Y se bajaron dos muchachos con un bulto. No vi bien porque Ud. no tenía prendida la luz de la cochera.” (¿¿¿¿¿Por qué creés que estoy cambiando el foco?????)
Yo: “¿Un bulto? (Casi, casi, le digo que si eran dos muchachos ¡deberían haber sido dos bultos! Pero me freno a tiempo)
V: “Sí. Y como siempre su primo sabe pasar a saludarla, pensé que era él - pero esta era una camioneta…” (¡Y dale con los puntos suspensivos!)
Yo: “No. Mi primo no cambió el auto.” (Es este momento logro quitar una telaraña que parece nido de loro, y lo tiro en dirección de la vecina.) “¡Ay! ¡Perdón!” (Y giro para darme el gusto de verla quitarse la telaraña del coco – pero a ésta le podés tirar con una yarará que seguro se la enrosca en el cuello y sigue procurando información)
V: “Entonces no era su primo.” (No es una pregunta – es una afirmación. Paradójico que cuando esto sucede uno se ve impelido a dar una respuesta.)
Yo: (Bajando de la escalera con la parte de vidrio del farol en la mano) “No. Era el gas. Se me acabó el tubo ayer.”
V: (Con clara desilusión en la cara) “¡Ah! ¿Y tan tarde se lo trajeron? Porque el que me lo trae a mí reparte hasta las siete no más” (Sí, y seguro te lo trae siete menos cinco para no tener que soportarte más de lo necesario)
Yo: “Si quiere le doy el número de los muchachos. Y ahora tengo que ir a lavar esto….” (A ver si te das cuenta que me voy adentro)
V: “Bueno, después se lo pido. Vaya no más – limpiar eso le va a llevar toda la mañana. (Ésta no aprende, che.)
Yo: “Capaz que sí. Bueno, la dejo.”
V: “Yo tengo que ir a ver qué cocino. Después seguimos charlando.” (Con estas palabras – que hace que suenen como que ella terminó la conversación – parte bajo la lluvia)


Yo entro y pienso que no sé si es buena idea cambiar el foco después de todo…..

martes, 6 de octubre de 2015

Diálogo con ecografista (Y, sí, tenía que ir antes que se me venciera la orden del traumatólogo) que estaba … eh … en un mal día.

Escucho mi nombre y entro en el consultorio donde un muchacho de unos treinta y tantos está leyendo la orden para el estudio.

Yo: “Buen día.”
E: (Sin levantar la vista de la orden médica) “Buen día, Adriana. Dejá tus cosas en la silla. (Calculo que el tuteo viene del hecho que no me miró todavía) Y sacate todo de la cintura para arriba menos el corpiño.” (Bueno, bueno)
Yo: “Disculpame, pero que yo recuerde de lo que estudié en la secundaria, de la cintura para arriba tengo el torso. Y yo vengo por la cadera.” (Mientras hablo levanta la vista y se le cae la mandíbula un poco.)
E: (Después de haber mirado la orden nuevamente y poniéndose colorado) “¡Mil perdones! Eh… yo… Fue un error… eh…”
Yo: (Como su incoherencia e incomodidad van en aumento, decido cortar la cosa) “No hay problemas. La verdad, no sé cómo ves algo en esta penumbra. Y si tuviese 20 años menos, podría sospechar que fue a propósito, pero ahora sólo se me ocurre que necesitás más luz o anteojos, ja ja.”
E: (Se ríe y se distiende un poco) “Bueno, entonces va a ser de la cintura para abajo. Subí a la camilla (el tuteo no se va, parece) y girá hacia la pared, dándome la espalda.” (¿Este muchacho tiene algún problemita?)
Yo: “Eh… mirá que la orden dice cadera, pero lo que quiere ver el médico es este ‘huevo’ que tengo acá.” (Y señalo la parte delantera de mi cadera derecha. Y vuelve a mirar la orden)
E: (Con brillo en la frente que interpreto como transpiración) “¡Debe pensar que es mi primer paciente! Pero el problema es que es la número 36 del día de hoy. No es excusa, por supuesto. Ya ni sé lo que leo. Encima hoy cuando venía para acá temprano me chocaron.” (Mientras habla me coloca el gel en la zona a ‘explorar’) ¡Un estúpido me agarró en la bocacalle cuando yo ya estaba pasando!” (Me parece que la bronca se traslada al brazo y en vez de pasar el aparatito, lo está apretando, así que me muevo un poco) “Quedate quietita.” (¡Yo me quedo ‘quietita’ si vos dejás de asesinarme el ‘huevo’!)  
Yo: “Lo que pasa es que siento la presión.” (¡Y agradecé que no agrego ningún otro epíteto!)
E: “¡Uy! Disculpame. Bueno, esto no es nada grave.” (Menos mal, ¡pero en cualquier momento salgo con el ‘huevo’ perforado!). Y luego procede a darme el mismo diagnóstico que el traumatólogo.
Yo: “¡Qué macana! Y yo que le hinché los quinotos al traumatólogo para que me haga la ecografía.”
E: (Riéndose) “Bueno, pero ahora te podés quedar tranquila. Eso sí, no dejés que te corten. Estas cosas vuelven a aparecer. Y mientras no te duela…”
Yo. (Repitiendo lo que le dije al traumatólogo) “Sí, claro, pero eso de andar por la vida con una huevo en la cadera ….”
E: “Pero si apenas se nota – a pesar que es uno de los más grandes que he visto – 6cm por 6cm.”
Yo: “Bueno, ¡por lo menos es parejito!”
E: (Vuelve a reírse y me dice cuándo buscar los resultados) “Que tengas muy buen día. La verdad, me cambiaste el humor. Gracias.”
Yo: “Por nada. Y que tengas buen … resto de día.”

Salgo y bajo por las escaleras pensando en lo que me voy a tener que bancar del traumatólogo cuando le lleve el estudio. Pero, como dijo Sir Francis Bacon, “si comienza uno con certezas, terminará con dudas; más si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.” ¡Aunque para esto haya que hacerse una ecografía y cambiarle el humor al ecografista!

jueves, 3 de septiembre de 2015

Diálogo con colectivero … (Y sí, algunos de ellos ‘me charlan’ también)

Estoy cerrando la puerta de casa cuando veo que viene el cole– bah, está parado detrás de autos de padres que traen chicos a la escuela de la cuadra y se estacionan en doble y triple fila.
Finalmente subo.

Yo: “Buen día.” (Siempre saludo cuando subo al cole – aprendizaje de infancia que no se va – y me dirijo a la máquina expendedora de boletos)
C: “Debe tener paciencia de santa para que sean ‘buenos días’ con estos HDP que tienen que bancarse todos los días” (Inferencia 1: me vio salir de casa y sabe que vivo en la esquina. Inferencia 2: está podrido de tener que esperar que los padres de los angelitos se decidan a darle lugar para que pase. Inferencia 3: si él está podrido – que pasa por acá cada tanto – presume que yo estoy podrida al cuadrado.)
Yo: “Ja ja. Cada vez está peor, ¿no?” (¡Ay! ¿Por qué no me callo la boca?)
C: (Justo cuando amago a ir para el fondo del cole – que está casi vacío) “¡Se creen dueños de la calle! Si a mí se me cae un pasajero cuando sube o baja, es mi culpa. Si no cumplo el horario, es mi culpa, si llego a tocar a alguno de estos boludos, es mi culpa. ¿Y a éstos, eh? ¿Dónde están los zorros, eh?” (Para no parecer maleducada, me quedo paradita donde estoy, boleto en mano y le sonrío al espejo. ¡EEEEEErrrrrorrrr! Porque la catarata verbal sigue) “Siéntese ahí no más.”
Yo: (Intentando escape delicado) “Eh… pero éste es para discapacitados.”
C: “¡Discapacitados son esos!” Cambia la expresión deíctica de ‘éstos’ a ‘esos’ porque ya hicimos como dos cuadras) “¿Pero qué se creen? Uno está laburando, carajo.” (Y mira por el espejo – señal que espera respuesta de mi persona – que ya está instalada en el mencionado asiento.)
Yo: “Y, el estacionamiento donde hay escuelas siempre es … eh … difícil.”
C: (Cruzando la vía nada delicadamente) “¡Es un quilombo! Y cuando le decís algo, sos un ‘grosero’, pero ellos te pueden putear sin problemas. Estoy RE-PODRIDO.” (No es el momento para decirle que eso quiere decir ‘podrido dos veces’)
Yo: “Debe ser estresante manejar un cole.” (¿Y qué quieren que diga?)
C: “Naaaa. Lo estresante es no poder tirárselo encima a giles como esos. Ja ja.” (Eso, hermano, apelá al humor, así aflojás un poco la pata del acelerador – sobre todo en los lomos/lomas de burro – el diccionario no se decide por una de las expresiones)
Yo: “Bueno, menos mal que hay partes del recorrido que deben ser más tranquilas.”
C: “Seee. Pero son muchos menos de los que te dan ganas de matar a alguien, ja ja.” (Bueno, ya parece irse relajando, pero por las dudas no hago comentarios)
Yo: “Ja, ja.”
C: “Yo le erré al laburo. Tendría que haber sido zorro. Le puedo asegurar que, o mejora el tránsito, o la Municipalidad se llenaría de plata. Ja, ja.” (Tiemblo de solo pensar en este C como ‘zorro’)
Mantengo el silencio por unos minutos y me paro para bajar. Cometo el error de hacer medio paso hacia la puerta delantera
Yo: “Bueno, en la próxima me bajo. Que te sea leve el resto del turno.”
C: “Ah, no, no, Sra. Baje por la puerta trasera – ¡a ver si me hacen una multa!” (También te la podrían haber hecho por hablar mientras manejás, ¡y LPQTP!)
Yo: “Cierto. Claro. Chau.” (Y retiro mentalmente los buenos deseos anteriores)
C: “Cuidado cuando baje – mire que si se cae…”
Yo: “Sí, ya sé. Va a ser tu culpa.”


Recorro el pasillo y bajo sin incidente/accidente. Y pienso en aquella frase de Séneca: “Sin razón se queja del mar quien otra vez navega.”

viernes, 14 de agosto de 2015

Diálogo con Conciudadana In-so-por-ta-ble.

Subo al cole en el sur de la ciudad y solo encuentro un asiento al lado de una señora que está leyendo un libro. Mi viaje no debe tardar más de 15 minutos, así que me dispongo a pasarlos mirando los mensajes y mails en el celu. De pronto…

CI: “¡Qué clima de porquería, ¿no?!” (Giro la cabeza y veo que guarda el libro en la cartera – señal de ‘estoy lista para charlar’)
Yo: “Si.”
CI: “¡Y mire la suciedad en las calles! ¡Qué sucios son los santafesinos!” (Primero: ¿qué relación pretende establecer entre clima y suciedad callejera? Y segundo: ¿Uds. cómo entenderían esa última exclamación? Yo también entendí eso – y metí la pata.)
Yo: “¿De dónde es?” (Evitando expedirme sobre el estado de limpieza de las calles)
CI: “¡¿De dónde voy a ser?! De acá.” (¡Podrías haber dicho ‘somos’ entonces!)
Yo: “Eh… como dijo_”
CI: “Yo no ensucio la vía pública.” (O sea: para lo negativo no pertenezco a  esta ciudad’. Miro para ver si no hay un asiento más al fondo, pero nada. Aguantá, Adriana, aguantá) “¿Y se fijó el olor que hay arriba de este ómnibus? ¡No sé por qué no me tomé un taxi!” (Eso digo yo, ¡cómo no te tomaste un taxi! ¿Y quién dice ‘ómnibus’ hoy en día?)
Yo: (Tratando de cambiar de tema) “¿Qué está leyendo?”
CI: “Ahora no estoy leyendo.” (Tono de ¿sos tarada? ¿No te diste cuenta que ahora estoy hablando con vos?) “Estaba leyendo hasta que ud. se sentó.” (¿Esta es o se hace?)
Yo: (Apelando a mi sentido del humor) “Ja, ja. Sí, veo a pesar de este ojo – y señalo mi pobre ojo derecho)
CI: “¿Ud. es de los que se ríe de sus defectos? Nunca entendí la gente así.” (¿Le pego o utilizo el lenguaje para contestar? Verbalicemos – aunque no da la misma satisfacción.)
Yo: (Tratando que el sarcasmo sea más que claro) “Ese es el problema de la gente que no tiene defectos.” (Veo que la chica que está parada al lado de mi asiento trata de contener la risa y me sonrío)
CI: “Debe ser eso.”  (¡Ah, bué! ¡Y para colmo el cole va a paso de tortuga porque el tránsito está re cargado! Me concentro en el celu como manera de decir ‘acá se terminó la conversación’) “¿Qué hace? ¿Mira mensajes?” (Ya sé por qué no tomó taxi – ¡para mí los taxistas la conocen!)
Yo: (Levantando la vista) “‘Estaba’ mirando eso.” (Énfasis en ‘estaba’ como para que hasta una ameba entienda y creo que no necesito terminar la oración. ¡Error!)
CI: “¡Ah! ¿Se le cortó internet? ¡Odio cuando eso me pasa!”
Yo: “Uhm” (Sigo con la vista fija en el celu – bueno, el ojo izquierdo está ahí; el derecho mira la cartera de la CI para ver si saca el libro y hay silencio por unos minutos)
CI: “Bueno, la voy a molestar para bajarme.” (Querida, molestás mucho más estando acá – encantada de darte lugar para que desaparezcas)
Yo: “Como no.” (Y me levanto controlando mis pies para que no se les ocurra darle un pisotón)
CI: “Hasta luego. Y mucho gusto.” (¿Mucho gusto de haberle roto la paciencia?)
Asiento con la cabeza y vuelvo a sentarme – esta vez del lado de la ventanilla.


El cole se detiene  y miro por la ventanilla para asegurarme que la CI se baje. Respiro hondo al constatar que esto sucede.  Miro el cielo y pienso en alguna cita o frase célebre que describa  a la CI, pero no se me ocurre ninguna hasta que el cole agarra un pozo, nos hace saltar y escucho a muchos pasajeros mascullar un “¡Y la PMQTP!”  No lo habrá dicho un filósofo, un literato, u otro célebre personaje, ¡pero es justo lo que pienso!

lunes, 10 de agosto de 2015

Diálogo con Policía Informante (No los que aparecen en las series o películas sino los que encontramos en los edificios públicos y sin los cuales iríamos a parar a cualquier lado menos a la oficina que buscamos)

Entro en agencia recaudadora – no voy a decir si nacional o provincial para mantener la identidad del PI en reserva. Como no hay ningún escritorio de información, me dirijo al único uniforme que veo.

Yo: “Buen día.”
PI: “¿Con este clima? Ud. debe ser muy optimista.” (Bué, empezamos mal, che)
Yo: “Ja, ja. Ojalá mi optimismo me dure lo que me va a llevar el trámite que tengo que hacer.” (Hago pausa para darle pie a que pregunte de qué trámite hablo – pero nada) “Es esto.” (Y le muestro el papel con el que tengo que presentarme)
PI: “A ver …. Ajá…. Ajá…. Uhm…. (Y termina de leer hasta la letra chica) Hoy no va a poder ser.”
Yo: (Dejando que mi sorpresa y desilusión se note en mi entonación) “¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué llueve?”
PI: “Ja, ja. No. Porque hoy no se hace ese trámite. Vino el único día que ese trámite no se hace.” (Menea la cabeza) “No sé por qué la gente no se informa” (Ya me calenté, pero aún conservo la habilidad docente de hacer que no se me note)
Yo: “En la página web no dice nada de eso.” (¡Tomá! Yo traté de informarme)
PI: “¿Ud. es de las que cree en todo lo que aparece en internet?” (No sé para qué sigo con esta conversación – es decir, sí sé: a ver si le saco cuándo ca…jo tengo que volver)
Yo: “Bueno, uno espera que por lo menos las páginas del gobierno informen bien.
PI: “No, no. ‘Bad informeiyon. Bad informeiyon. Ja, ja.” (Esta imitación de la Sra. Presidente -que le sale de 10 - me toma totalmente por sorpresa) Un chistecito para que pase el mal trago de haber venido al … eh…. para nada.” (Por enésima vez: ¡¿a mí me tocan todos?!)
Yo: (Con prótesis en modo ‘sonrisa’ para que no crea que su esfuerzo se desperdició) “¿El trámite no lo puedo hacer por internet?”
PI: “Sí puede. Pero primero tienen que asesorarla.”
Yo: “Eso sí decía la página. Y a eso vine.”
PI: (Mientras vuelve a mirar el papel que le di) “A ver.” (Y procede a ‘asesorarme’ de una manera tan didáctica que se merecería un título docente) “Acá le anoto todo. Pero va a tener que venir mañana o pasado  - NO un lunes – porque le tienen que dar papelería que yo no tengo.”
Yo: “La verdad, yo recomendaría que le dejaran la papelería ya que ‘asesora’ tan bien.”
PI: “¡Ni loco! ¡A ver si me dan horas extras y tengo que pagar impuesto a las ganancias! Ja, ja.”
Yo:  “Soy jubilada docente con 34 años de aportes y  pago ese impuesto, pero no me molesta el chiste.” (Tengo que hacer fuerza para articular esto sin apretar los dientes por la bronca, y pienso: ‘hora de retirarme’) “Bueno _”
PI: “¿Es jubilada y paga impuesto a las ganancias? ¿Y para qué quiere hacer este trámite? ¡Le van a seguir robando!” (Decí que pone cara de conmiseración – casi lástima – porque si no termino en una comisaría por ‘atentar contra la autoridad’)
Yo: “Y, me piden que presente esto….”
PI: “¡Hágase la sota! (Años que no escuchaba esa expresión) ¿Sabe a cuántos les llega esto? ¿Sabe cuántos de esos se presentan? Algún que otro … eh … tonto.” (Menos mal que éste parece no tener ‘otro yo’, porque si no ya sabemos qué palabreja usaría)
Yo: “Bueno. Muchas gracias por todo.”
PI: “Por nada. Por nada.”


Salgo pensando que no le di las gracias ‘por nada’. Me asesoró, y me confirmó lo que Mi Otro Yo siempre dice de mí. En fin …. Mañana será otro día.

domingo, 12 de julio de 2015

Diálogo con Mi Otro Yo (¡Y yo con capacidades disminuidas!)

Estoy en cama, rogando que hagan efecto los antibióticos cuando ….

MOY: “¡OOOOOOOle!”
Yo: “¿Eh? ¿Qué pasa?”
MOY: “Nada. Solo que vi un chorro de algo amarillo que venía hacia mí y lo esquivé. Le agrego un poquito de azul y ya tenemos el verde, che. Yo que vos me sueno la nariz. ¡Menos mal que no resido en tus pulmones!”
Yo: (Soltando sílabas entre soplada y soplada) “Zos -una- azque- doza.”
MOY: “Jaaaa. ¡Sonás como el Guille de Mafalda! Y asquerosa sos vos que infectaste mi casa. Y a ver si tirás un poco de oxígeno para acá arriba porque hace casi dos semanas que no entra mucho, viste.”
Yo: (Carraspeando) “No voy a hablar con vos.”
MOY: “¡Pero dale! ¿Sabés el diálogo surrealista podemos tener? Yo, brillante y vos … eh…. llena de fármacos.”
Yo: “Dejame en paz. Vuelo de fiebre ¡y encima te tengo que aguantar!”
MOY: “No, no. YO te quería hacer el aguante, pero bueno, si se te traba la lengua, ves estrellitas y encendés y apagás luces psicodélicas que bailan acá arriba …. Vos seguí tratando de sobrevivir, que yo acá estoy como en la quinta: en bikini y vaso de cervecita en la mano después de darme un chapuzón en la pile.”
Yo: “Brr ¡Es invierno, tarada! Brr” (¡No puedo estar teniendo esta conversación!)
MOY: “Para vos – que estás temblando tanto que me sacudís. Acá arriba 38.5 C y subiendo.” (Debo estar delirando, seguro)
MOY: “Delirante siempre fuiste, así que no le eches la culpa a la enfermedad. Y ya sé qué te afectó tanto como para caer de esta manera.”
Yo: “¿Umm?”
MOY: “Hace dos semanas trabajaste. ¿Había necesidad, digo yo? Está bien que se te activó el cerebro un poco, pero….”
Yo: (Sonándome la nariz nuevamente) “¿Podéz- idte-a la -miegda?”
MOY: “¿Ves? Hasta perdiste el manejo del idioma. Excremento, querrás decir.”
Yo: “Me voy a dormir ahora. Voy a cerrar los ojos y vas a desaparecer. Me voy a dormir ahora.” (Repito esto como un mantra)
MOY: “Como quieras. Ahora vamos a dejar de charlar.” (¿Quién ‘charla’ con vos, HDP?) “Pero siempre están los sueños para aparecerme……”
Me dan escalofríos – no sé si por la fiebre o por imaginar un sueño donde MOY  ‘se toma una cervecita, en bikini, después de darse un chapuzón en la pile’…..


No puedo decirles cómo terminó la cosa porque el mantra funcionó y me dormí.

miércoles, 1 de julio de 2015

Diálogo con taxista (y van….)

Tomo un taxi después de un largo sábado de curso para docentes. Me dejo caer en el asiento, saludo y le doy mi dirección al taxista.

T: “¿Trabajando un sábado?”
Yo: “Sí. Como Ud.”
T: “¿Profesora, no?” (Un Sherlock Holmes el hombre - salgo de una universidad, con carpetas y laptop y cara de necesitar energía) “¿Puede creer que este es mi tercer día de volver a manejar después de unas vacaciones?”
Yo: “Qué bueno. El descanso es siempre bienvenido aunque sea corto.” (Por enésima vez: ¿por qué no me callo la boca?????)
T: “¿Corto? No, no. Me pasé casi un mes en España. Mi hijo vive allá.”
Aquí sobrevienen 5 minutos donde me cuenta los lugares que visitó, los mares donde se bañó, los platos típicos y vinos que probó, etc. etc. ¡Ya me da apetito, sed, y ganas de tener un Jacuzzi en casa!
Yo: “¡Ah! ¡Qué lindo!” (¿Qué quieren que diga? Hasta sueno entusiasta, miren)
T: (Saludando con la mano y amplia sonrisa a un automovilista que nos deja sordos del bocinazo y una sarta de epítetos dirigidos a su persona) “¡Qué loca que está la gente acá, ¿eh?! Qué desorden el tránsito y todo. Este país no cambia más.”
Yo: (No sé si de bronca patriótica o envidia) “NUESTRO país.”
T: “Jaaaaa. Sí, tiene razón. Es como cuando un hijo se manda alguna cagada – siempre es hijo del otro, jaja.” (Buena comparación, che)
Yo: “Le va a costar un tiempito adaptarse de vuelta.”
T: “Seeee. Ya me estoy estresando.” (Bué, que dejás para los que estuvimos acá el mes que vos te la pasaste de joda?) “Manejar acá es de locos.”
Aquí siguen otros 5 minutos donde me cuenta con lujo de detalles lo fácil, práctico, cómodo – y no sé cuántas cosas más – es manejar en España y Portugal. Qué amable la gente… bla bla bla)
Yo: (Tratando de no dar a mis palabras entonación que lo incite a continuar la historia) “Mire Ud.” (En este punto el taxista cruza un semáforo en anaranjado casi rojo) “¡Mire si pasa un semáforo así en España, ¿eh?!” (A ver si te das por aludido y no arriesgás mi humanidad ni la tuya)
T: (Aparentemente sin captar el mensaje pragmático de mis palabras) “¡No! Allá te meten en cana no más. Allá no se jode. Por eso son tan ordenados para manejar y respetan cuanta señal hay.”
Yo: “Bueno, por cómo pasó el semáforo me parece que ya se está adaptando.” (A ver si ahora captás la idea)
T: “Jaaaaaaaaaa. Es cierto. Y, vió, ‘cuando estás en Roma….’” (¡Encima usa una traducción casi literal de un dicho en inglés en vez de ‘donde fueres haz lo que vieres’!)
Yo: (Ya falta poco, Adriana, aguantá un cachito) “A lo mejor todos los argentinos tendríamos que viajar al exterior y después practicar acá lo que tanto nos gusta de allá, ¿no?”
T: “Naaa. ¿Cómo vas a circular por la derecha si tenés que andar esquivando los pozos? ¿Y frenar porque el semáforo se pone en amarillo? Jaaaaaa. Te llevan puesto porque nadie guarda distancia.” (Bueno, en lo de los pozos tiene razón)
Yo: (Viendo la esquina de casa) “Allá en la esquina.”
T: “¿Derecha o izquierda?”
Yo: “Vamos a suponer que estamos en España, jaja.  A la derecha.”


Pago, saludo y me bajo. Mientras cruzo la calle pienso en la frase atribuida a Hipólito Taine: “Viajamos para cambiar no de lugar, sino de ideas.”  No todos, Taine, no todos.

lunes, 29 de junio de 2015

Diálogo con traumatólogo (2)

Entro al consultorio – sin renguear esta vez. (Ver diálogo con traumatólogo – 18/11/2014)

Yo: “Buenas tardes, doctor.”
T: “Buenas tardes.” (En realidad no me saluda a mí, sino a mi pie derecho – ahí dirige la mirada) “Parece que del pie anda bien.” (Y mira mi ficha) “Ajá. Anda bien desde noviembre del año pasado.”
Yo: (Evitando el usual ‘¿por qué no vino a controlarse?’) “El pie se mejoró enseguida, como Ud. me dijo.”
T: (Nuevamente mirando la ficha) “Hmmm. Bien, ¿y ahora cuál es el problema?”
Yo: (Me levanto de la silla, señalo un punto donde la pierna derecha se une con la cadera, y evito calificar la ‘protuberancia’ a la que apunto con el dedo) “Esto.”
T: “¡Ahhh! ¡Pero eso es un huevo de pascua! Y no de los chiquitos, ¿eh?” (¡Pero y LPM! Para esto me cuidé de no calificar yo?) “A la camilla.” (¡La pucha! Se ve que considera seria la cosa)
Yo: “No sé cómo me apareció.”
T: (Apretando y moviendo ‘el huevo de pascua’ para todos lados) “Ummm. Se ve que no le duele al palparlo.”
Yo: “¿A eso le llama ‘palpar’? Parece más que está amasando.” (Para decirlo con suavidad, ¿vió?)
T: “Jaaaaaa. Es verdad. Bueno, esto parece un …… (dice algo que suena como dos gatos peleándose) o, para ponerlo simple, un Ganglión. Y nó, no es un ganglio gigante.” (Pero, che, dame algún crédito – ¡sé que ahí no hay ganglios!)
Yo: “Y, si tuviese un ganglio ahí, sería una rareza médica.” (¡Tomá!)
T: “La ‘rareza’ (¡qué bien que me imita el HDP!) es que no haya notado que se dio un golpe ahí. Esto es como una pelota de líquido que se forma, en general, por un golpe.”
Yo: “No recuerdo haberme golpeado. Y no me vi ningún moretón ahí.”
T: “¿Y cuándo se mira ahí?” (Tiene la capacidad, como el oftalmólogo, de hacerme sentir que estoy en el jardín de infantes)
Yo: “Cuando me baño, cuando me cambio_”
T: “O sea, cuando no tiene los anteojos puestos. O sea, no ve nada.” (¿Y cuándo te recibiste de oftalmólogo?)
Yo: “Mire, un moretón veo.”
T: (Como si no me hubiese oído) “Esto es lo que vamos a hacer. (Escribe en el recetario) Se va a masajear la zona con este gel a la mañana al levantarse y a la noche antes de acostarse. Un mes. Y después (acá levanta la vista y me mira directo a los ojos) viene a control.” (Bueno, che, ¡no me retes así!)
Yo: “Bueno, pero si desaparece_”
T: (Interrumpiendo) “Viene igual. Esto se lo doy para ver si evitamos cortar.” (¡A la pelota! Esa palabra no me gusta)
Yo: (Haciendo un esfuerzo humorístico) “Y mientras, ¿qué hago con esto? Mire cómo se nota, aún con jeans.”
T: “Y, pruebe a golpearse del otro lado a ver si le queda igual. Jaaaaaaaa.” (Bueno, me lo tengo merecido.)
Yo: “Ya entendí. Ya entendí. Bueno, nos vemos en un mes.” (¡Y ojalá te salga un ganglión en algún lado!)


Salgo del consultorio y pienso que aunque no sea muy didáctico, un buen reto (y/o amenaza) puede ayudar a modificar conductas nocivas.

domingo, 14 de junio de 2015

Diálogo con conciudadana votante

Me voy tempranito a ejercer mi derecho cívico. (Yo lo considero un derecho y no una obligación, ¿vió?) Hay varias personas en la cola así que me dispongo a esperar cuando alguien me toca el hombro.

CV: “Disculpe, Sra.”
Yo: “¿Si?
CV: “¿Ud. sabe votar bien?” (¡Ay, querida!  ¡No sabés cuántas interpretaciones de esa pregunta hay! Está la concreta que se refiere al procedimiento, la ética que nos obliga a pensarnos responsables del bien común al emitir el voto, la pragmática que considera real sólo lo que funciona, etc. etc.)
Yo: (Viéndola muuuuy joven me inclino por la interpretación sobre el procedimiento). “Bueno, entrás, entregás el documento y te dan las boletas para_”
CV: (Con cara de pánico) “¿Cómo que te dan las boletas? ¿¡No las elijo yo del cuarto oscuro?!” (¡¿Pero querida, dónde estuviste estos últimos 10 años?!)
Yo: “No, no. Hace rato que se vota con boleta única.”
CV: “Lo que pasa es que es la primera vez que voy a votar y le pregunté a mi abuelo que me explicó algo, pero después mis amigas me dijeron otra cosa.” (¿Y las fuentes  de información que se te ocurrieron fueron esas dos no más?)
Yo: “Ah. Entonces seguro tu abuelo no vota hace rato…”
CV: “Y, no. ¿Pero entonces cómo es la cosa?”
Yo: (Arrancando nuevamente) “Ellos te van a dar cinco boletas. Una por cada cargo electivo – o sea – (agrego porque la veo más perdida que turco en la neblina) Una para gobernador, otra para senador, otra para diputados, otra para intendente y la última para concejal. Ahí tenés los nombres y las fotos de los candidatos y el partido al que pertenecen.”
CV: “¿Y qué hago?” (Otra pregunta con múltiples interpretaciones y respuestas, y me tengo que morder la lengua para no contestar lo primero que me viene a la mente)
Yo: “Al lado de cada uno tenés un rectángulo en blanco y ahí ponés una cruz – acordate de marcar sólo una.” (Me da pena la expresión de concentración que tiene mientras trata de recordar lo que le digo)
CV: “Ajá. Una sola cruz por boleta.”
Yo: “Y después doblás la boleta por las líneas de punto que tienen al dorso – del lado de atrás (aclaro por las dudas, ¿vió?)
CV: “Doblo por las líneas. ¿Y eso para qué?” (¡Ay! ¡Ir a votar puede ser estresante por más de una razón!)
 Yo: “Para que no se vea a quién votaste. Además las firmas de los integrantes de la mesa tienen que quedar para arriba.” (Ya veo que es demasiada información para la CV)
La cola se va moviendo y la CV se ve cada vez más nerviosa.
Yo: “Cualquier duda que tengas, pedile ayuda a la presidente de mesa.”
CV: “¡Voy a parecer una pelotuda!” (Bué, ¡yo me preocuparía más por lo que vas a hacer una vez sentada en el box que por lo que piensen los demás!) “¿Ud. por quién va a votar?”
Yo: (Sonriéndome) “Ahí no te puedo ayudar. El voto es secreto.”
CV: “Seee. Y bueno….” (No voy a parafrasear esto porque creo que el lector ya sabe qué quiere decir en realidad)
Yo: “Bueno. Creo que ya entro. ¡Suerte!”
CV: “See. Gracias.” (Entonación de ‘no me ayudaste mucho’)


Mientras camino de vuelta a casa, agrego una interpretación más al ‘votar’ – la ‘lotérica’ (adjetivo que acabo de inventar y que seguramente uds. no tienen dificultad en saber de qué sustantivo deriva)

miércoles, 27 de mayo de 2015

Diálogo con doctora a cargo de revisación para el carnet de conductor. (Y, sí, tenía que llevarle el ‘informe’ de mi oftalmólogo… Ver diálogo 22/05/2015)

Yo: (Entrando en la oficina) “Buen día, no sé si se acuerda de mí. Ud. me pidió que_”
Dra: “Sí, claro. La interconsulta con su oftalmólogo.” (Debo ser un bicho raro para que se acuerde con todos los que pasan diariamente por su oficina)
Yo: “Sí. Acá tengo el informe que me dio.”
Dra: (Recibe el papelito pero no lo mira por el momento) “¿Y, qué le dijo?” (¡Ay! ¡Voy a tener que parafrasear como loca!)
Yo: “Eh… bueno, se sorprendió un poco con lo que Ud. me dijo.” (Y me retumba en la cabeza el ‘¡pero si con el derecho no ve un carajo!’) “Pero pensó que a lo mejor la presbicia se había detenido un poco…” (Y escucho a mi oculista: ‘¡En una de esas se produjo un milagro!’)
 Dra: “¿Y?” (Pará querida, ¡que parafrasear registros no es fácil! Ahora sé lo que sufrían mis alumnos con esos ejercicios de Lengua)
Yo: “Eh… Y después me controló los ojos.”
Dra: “Bien. ¿Y?” (Che, no tenés otra palabrita más que ‘¿Y?’)
Yo: “Bueno, eh… me dijo … lo que puso ahí.” (Señalo con la cabeza el papelito con la esperanza de zafar.)
Dra: “¿Pero a Ud. no le dijo nada? Porque es una pena que le den ese carnet – es casi para discapacitados.” (Ya sé, querida, y te agradezco que agregues el ‘casi’ – mi oculista no es tan diplomático)
Yo: “Si. Pero en fin. Si no veo, no veo.”
Dra: “¿Él insiste con que tiene visión monocular? Porque acá le fue bastante bien cuando le hice la prueba.”
Yo: (Escucho en mi cabeza: ‘¡Espió!’ Y siento que me sube calor desde el cuello y se me desparrama por la cara. ¡No puede ser que a esta altura de mi vida y de la civilización me ponga colorada!) “Eh… Me dijo que debo haber separado los dedos que tapaban el ojo izquierdo…”
Dra: (Con expresión atónita en la cara) “¿¿¿Le dijo que espió??? ¡JAAAAA!” (¡Pero y LPM! Yo me mato parafraseando ¿y vos lo volvés a poner en el registro de mi oculista?)
Yo: (Cada vez más roja) “Bueno, no lo dijo así exactamente.” (¡Lo dijo peor que vos!) “Me dijo que inconscientemente (¡Algo de dignidad tengo que salvar!)  dejé filtrar luz entre los dedos y reconstruí las letras de lo poco que veía.”
Dra: “¡No le puedo creer que le dijo que espió!” (Che, ¿no registraste el ‘inconscientemente’ que agregué en la oración?) “JAAAA. ¿Cómo se banca semejante oftalmólogo?”
Yo: (Intentando una sonrisa mientras me encojo de hombros) “Y, como oculista es bueno.”
Dra: “Bueno, a ver.” (Y procede a leer el ‘informe’. De pronto levanta la vista) “¿Ud. entiende qué dice acá?”
Yo: (Recordando el ‘Ud. tradúzcale’ de mi oculista) “Eh… ‘periferal que ayuda’, creo.”
Dra: “¡Ah!” (Anota algo y sigue leyendo) “¿Y acá?” (Che, ¿no era que ‘el cerebro dice qué vemos’?)
Yo: (Mirando las huellas de gallo rengo en la arena) “Ni idea.”
Dra: “Bueno, no importa. Listo. En dos días pase a buscar el carnet.”
Yo: “Muchas gracias.”
Dra: “Por nada. Y dele mis saludos a su oftalmólogo cuando lo vea.” (¿Podés tragarte la sonrisa que acompaña tus palabras?)

Salgo de la oficina bañada en sudor. Esta mi oculista me la paga –  ¡de alguna manera la tiene que pagar!



martes, 26 de mayo de 2015

Diálogo con … eh… ¿discapacitado?

Subo al cole y me siento en la hilera del fondo  - soy masoquista, sí, ya lo sé – el mejor lugar para sacarte la columna vertebral de lugar. En la siguiente parada sube un muchacho muy, pero muy, corpulento y se larga (porque no se sienta) en el asiento junto al mío y yo alcanzo a correr mi humanidad unos centímetros – lo que me salva de morir aplastada.

M: “¡Buen día! ¿Me compra una estampita? (Y me extiende una estampita ajada y maltratada)
Yo: “No, gracias.”
M: “No rechace al Señor, doña.”
Yo: “Pero si no rechazo el ‘Señor’, como vos decís. Solo rechazo comprarte una estampita de … eh… por lo poco que se ve debe ser la virgen María.” (Y evito decir, ‘no sabía que la Trinidad era un cuadrado e incluía a María’.)
M: (Sin registrar mi respuesta) “¡Qué cagada! Es la última que me queda.”
Yo: “Y, ofrecela en el resto del cole.”
M: “Naaaa. Estoy cansado. Además vendo estampitas porque soy discapacitado, ¿vio?”
Yo: (Para nada me ha dado la impresión de tener una discapacidad, y sé que tendría que haberme callado la boca, pero…) “¡Ah! ¿Y qué capacidad diferente tenés?”
M: “¿Eh? No, no. Que soy discapacitado.” (¿Para qué me gasté en ser ‘políticamente correcta’?)
Yo: “Por eso, ¿qué discapacidad tenés?” (Chau, si alguien en el cole me denuncia al INADI, enfrentaré las consecuencias)
M: “Me canso.”
Yo: “¿Cómo que te cansás?”
M: “Y, sí. Si laburo me canso, por eso vendo estampitas en los coles. Me siento un rato largo antes de bajarme.”
Yo: (Sin saber bien qué decir) “¿Y estudiás?”
M: “Voy al cole – estoy en 5to año. Pero me canso.”
Yo: “¿Te cuesta concentrarte en la clase o en el estudio?” (Pero ¿por qué sigo con esto?)
M: “Naaa. Pero me parece una boludez estudiar. Es cansarse al pedo.”
(NO voy a preguntar cómo llegó a 5to año. ¡NO lo voy a preguntar!)
Yo: “¿Y qué te gusta hacer?”
M: “Y, como a todos, juntarme con los muchachos. ‘Vueltear’ por ahí.”
Yo: “¿Y ‘vueltear’ por ahí con los muchachos no te cansa?”
Me mira como si acabase de preguntar una estupidez grande como una casa.
M: “Eso dice mi vieja. Ja, ja. Bueno, me bajo en la esquina. Chau.”
Yo: “Que te vaya bien.”


Lo veo bajarse y sentarse en un banco a la espera del próximo cole. Y creo que ya sé que capacidad diferente tiene y cómo lo afecta. Georges Perros dijo: “La pereza es probablemente la forma más difícil y cansadora de ser lo que se es”.

viernes, 22 de mayo de 2015

Diálogo con oftalmólogo

O: “Hola. ¿Cómo anda?” (Dice esto mirando directamente a mis anteojos – creo que para él los pacientes son anteojos con personas)
Yo: “Bien. Vengo porque fui a renovar el carnet y_”
O: “Aja. ¿De nuevo le dieron el carnet para discapacitados, el F?” (¡Pero y LPM! Una cosa es que se me ría cualquiera – ¿¡pero el oculista!? Digan que lo aprecio…)
Yo. “En realidad es lo opuesto. La doctora que me atendió me dijo que lo consulte a ud. porque, según ella, NO tengo visión monocular.”
O: “¿Eh? ¡Pero si con el derecho no ve un carajo!” (Bueno, ¡él es así!) “A ver, vamos a probar. En una de esas se produjo un milagro.” (Seguí jodiendo, vos, y te voy a cambiar por un oculista más joven, buen mozo, ¡y sin culos de botella!)
Me sienta y procede a hacerme leer con el ojo ‘bueno’, después de indicarme que me tape ‘la porquería’ – o sea el derecho)
O: “Bien. Se ve que los anteojos todavía le sirven. En una de esas la presbicia se detuvo un poco. Ahora tápese el izquierdo y vamos a ver.” (Vos verás, porque yo con el derecho ¡no veo un pomo!)
Empiezo a leer, y de pronto…
O: “¡AAAja! Está espiando.”
Yo: “¿Eh? ¿Me está cargando? ¡Cómo voy a espiar!”
O: “Está espiando.”  Me toma la mano que tengo sobre el ojo izquierdo, la tuerce un poco y me aprieta los dedos unos contra otros. “¿Y ahora? ¿Ve algo?”
Yo: “La verdad que no. Pero no estaba espiando. Lo único que veía era la luz del aparato ese.”
O: (Riéndose) “La luz y una parte de cada letra. Su cerebro hacía el resto. Es decir, reconstruía la imagen basándose en la forma que veía. Por eso le erró a ésta” (Me señala una B grandota como una casa – así la veo ahora, claro.)
Toma un papel, dibuja una línea vertical y me dice:
O: “Veamos, ¿cuántas letras puede hacer con el palito este? (Me siento como en el jardín de infantes, pero tomo la birome y comienzo: dibujo  B, T, E, R, M, y ahí paro y lo miro)
O: “¿Vió? (Si utiliza otra palabra derivada del verbo ‘ver’ ¡le clavo la birome en uno de los cristales de SUS anteojos!)
Yo: (No sé de dónde viene la palabra) “Gestalt”
O: “¿Me está insultando en alemán?” (Y se ríe)
Yo: “No. Ja, ja. Es que me acordé de algo que estudié alguna vez.” (Mi Otro Yo diría que años atrás la palabra – y el concepto – se me hubiese ocurrido mucho antes)
O: “Sí. Puede relacionarlo con la Gestalt. El que dice qué estamos viendo es el cerebro. Bueno, ahora vamos a escribirle a la doctora esa mi confirmación de diagnóstico. Y lo voy a poner clarito.” (Otra manera de decir que va a escribir ‘ésta con el ojo derecho no ve una m….a. En fin.)
Yo: (Mirando el papel que me da) “¿Clarito? ¡Pero si esto no se entiende nada! Parecen las huellas de un gallo rengo en la arena.” (Y bueno, che, ¡de alguna manera me tenía que desquitar!)
O: (Largándose una carcajada que se debe escuchar hasta en la calle) “¡Pero ud. no aprende más! El cerebro es el que dice qué estamos viendo. ¡Y quisiera ver la cara de la doctora esa cuando lea esto! Si no lo entiende,  ud. tradúzcale. Ja, ja.


Me voy habiendo aprendido la lección: ya sabía que el que ríe último, ríe mejor… pero hay que asegurarse de ser el último en reír, ¿vió?

miércoles, 20 de mayo de 2015

Diálogo con Mi Otro Yo

Estoy pensando cuál de las conversaciones interesantes que he tenido últimamente volcar al FB cuando….

MOY: “¡¡Ay, patria mía!!”
Yo: (Algo enojada, lo admito, por esta intromisión) “¡Pero si vos no tenés patria! Tu patria es mi cerebro, por desgracia.”
MOY: “¡Cagué! ¡Estoy peor que la argentina! Sin cerebro, prácticamente, rodeada de células haraganas, sin lugar donde escapar, ….. pedazo de metáfora, ¿no?”
Yo: “No tenés idea de lo que es una metáfora. Así que apurando porque me estaba por poner a_”
MOY: (Interrumpiendo como siempre) “A escribir las boludeces de siempre, ya sé. Por eso aparecí – para que tengas algo de relevancia que informar.”
Yo: “Bué, por un lado usás ‘algo de relevancia’ – vas mejorando – y por otro utilizás tu término soez preferido.”
MOY: “¿Mi término qué? Pará. Pará.”
(Sobreviene un silencio que hace surgir la esperanza de que se haya ido – pero no tengo tanta suerte) “Ya está. ‘Soez’ quiere decir ‘ordinario’, ‘grosero’, o ‘palabrota’. No sabía que ‘boludez era una palabra grande.”
Yo: “¡No tenés límites! ¿Pero de dónde sacaste la información? No tuviste tiempo de ‘googliar’ como decís vos.”
MOY: “¿Te das cuenta de que ‘mi patria’ – o sea tu cerebro – va de mal en peor? ¿De dónde voy a sacar las cosas sino de tu cerebro? Eso sí, estoy tardando más que de costumbre para encontrar las cosas, te cuento.”
Yo: (Tratando de parar la embestida sobre mi condición cerebral) “Bueno, a ver, ¿por qué la cita de Manuel Belgrano?”
MOY: “¿Cuánto tiempo de vida te queda? Es lo que me puede llevar hacer la lista de cosas que me hacen decir eso, ¿viste?”
Yo: “¡Dejate de joder! ¡Vivís quejándote de todo! Todos los países tienen problemas_”
MOY: “Por supuesto. También tienen chorros, corruptos, jueces que hacen lo imposible para soltar delincuentes, mesiánicos, estúpidos, indiferentes _”
Yo: (Interrumpiendo porque es evidente que puede seguir así por el resto de mi vida - ¡literalmente!) “¡Ahora pará vos! Estás admitiendo que en todos los países  se cuecen habas, por qué_”
MOY: “¡Ah, bué! – como decís vos. Lo de ‘se cuecen habas’ lo googleo otro día, pero no soy tan idiota y entiendo la idea. La cosa es que acá no se le da bola.”
Yo: “¿Que no se le presta atención? ¡Pero si la gente no habla de otra cosa!”
MOY: “EEEEErroooor. Vos porque vivís en una burbuja, pero la última semana de lo único que se habló fue del idiota hincha de Boca que tiró ese gas tumbero en la manga cuando salían los de River. ¡Tragedia en el fútbol, tragedia nacional!” ¡Pero se puede ser tan, tan _”
Yo: “¡Pará! Volviendo a lo de ‘Ay, patria mía’, considerá lo que Seneca decía: ‘nadie ama su patria porque es grande, sino porque es suya’.
MOY: “¿Querés  guerra de citas? Voy con Leónidas Andreiev: ‘la patria es un dolor que aún no sabe su nombre’.


Y, como de costumbre, desaparece sin más y una vez más me deja pensando….

martes, 10 de febrero de 2015

Diálogo con conciudadana peatona

Estoy tratando de cruzar una calle céntrica – cosa que parece imposible por el momento – cuando una Sra. más o menos de mi edad, arriesga a colocar un pie sobre el asfalto. Inmediatamente se ve forzada a dar dos pasos atrás.

CP: “¡Pero y la PM!  ¿No saben que tienen que ceder el paso a un peatón?” (Insulto dirigido a los automovilistas, pregunta dirigida a mi persona)
Yo: “Parece que no. Ja ja” (Mientras miro hacia la izquierda para ver si puedo cruzar)
CP: “¡Pensar que cuando yo manejo respeto todas las normas de tránsito!”
Yo: “Y cosechará bocinazos como para dejarla sorda, ¿no? A mí me pasa también.”
CP: “Bocinazos, insultos, etc. etc. Pero yo no me quedo callada tampoco, ojo.” (Y como yo, estira el cuello para decidir si puede cruzar) “Me parece que después del rojo podemos pasar si nos apuramos.”
Yo: (No confiando en mis ojos para medir distancias y calcular la velocidad con que esas distancias se pueden reducir) “Mmmm. No sé. Yo, por las dudas espero a que se despeje un poco más.”
CP: “Sí, tiene razón. Mire si se me dobla el tobillo – siempre me pasa. Éstos me pasan por arriba y ni paran para ver si estoy viva o no.”
Yo: “Ja ja.” (Pienso que alguno pararía, sobre todo si queda enganchada en el paragolpes)
CP: “Venga, venga. Ya sé cómo vamos a cruzar más rápido.” (Y prácticamente me arrastra hacia la derecha donde una chica se apresta a arriesgar su humanidad para alcanzar la vereda opuesta)
CP: (Colocándose a la derecha de la joven) “Ahora, cuando ella cruce, nos largamos nosotras también” (Estoy un poco confundida, pero la CP demuestra tal seguridad que sigo sus instrucciones)
Yo: “Pero _”
CP: “¡Ahora!” (Casi un grito de general lanzando un ataque)
Veo que camina al mismo ritmo de la joven y modero el largo de mis zancadas para acompañar. ¡Y el milagro se produce! Ya estamos del otro lado.
 “Nunca falla. Ponerse del otro lado de una joven con buena delantera y traste prominente. Es la única manera que den paso estos HDP”
Yo: (Entre sorprendida y divertida) “Ja ja. Eso si son hombres lo que manejan.”
CP: “Ahí está la clave. Buscar una chica como esa y esperar el primer idiota – hombre por supuesto – que aparezca al volante.”


Me deja a paso rápido y firme. Y  yo pienso en aquellas palabras de Sun Tzu: ‘El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar’. Y me pregunto: ¿En qué momento movilizarse a pie por la ciudad se convirtió en una guerra?

miércoles, 28 de enero de 2015

Diálogo con Almacenero Devenido en Cajero de su propio minimercado (ver diálogos de vacaciones 2013)

Me encamino a hacer unas pocas compras al minimercado. Cuando llego me sorprendo al ver que se ha expandido.

Yo: “Buenas tardes. ¿Cómo le va? Ya veo que bien – se agrandó la cosa.”
ADC: “¡Como le va! ¿Vino tarde este año?” (Léase: ‘ya sé que estás hace rato y nunca viniste’)
Yo: “No. ¡Pero cómo ha cambiado esto!” (Y, bué, hay que esquivar el reproche)
ADC: “Y, sí, ‘alguito’. Ja ja. Ahora la gente se puede mover mejor – aunque para lo que ha venido últimamente….”
Yo: “¿Floja la venta?” (Me parece increíble que no venda – si la gente entra y sale continuamente)
ADC: “No, no. Me refiero al ‘tipo’ de gente.” (Enunciación de la palabra con clara connotación negativa. ¡A la pelotita! ¿Se me volvió snob el armenio?)
Yo: “¿Eh?”
ADC: “Y, fíjese que el otro día vino una doña – buen pasar si se fija en el auto que tiene – pero queriéndose hacer que no es porteña. ¡Pero por favor!” (¡Ay! Ya sé a quién se refiere. (ver diálogo con ‘vacacionante’ – 18/01/14) “Y que qué lindo es el lugar, cómo hablamos, y haciéndose la graciosa.” (Dice todo esto imitando a la ‘vacacionante’ y claramente destilando veneno por los poros)
Yo: (Con cara de póker desarrollada en años de docencia) “¿Pero… a lo mejor es así no más, digo, a lo mejor no lo hace_” (Me interrumpe)
ADC: “Todavía no le conté lo peor. Cuando viene a pagar – con una Visa de morondanga no más – (bueno, ¡cómo le dirá a la mía!) ¿qué me dice la muy burra? Y encima con el almacén lleno de gente que me conoce - ¿qué me dice?” (Le va subiendo la presión al tiempo que le suben las cejas en la frente)
Yo: “¿Qué le dijo?” (Entonación de ‘debe ser terrible para que se enoje tanto’)
ADC: (Imitando nuevamente la ‘vacacionante’) “ ‘¡Ay! Qué lindo este almacén’ – almacén dijo – ‘Y nunca me atendió un cajero’ – cajero me dijo – ‘turco’. ¡TURCO me dijo!” (¡Ay!¡ Pero qué mina idiota! ¡Y eso que le dije que era armenio!)
Yo: “Bueno, pero si es nueva por acá, no debe saber que Ud._” (Me interrumpe nuevamente – ya me parece estar hablando con Mi Otro Yo)
ADC: “¿Y entonces por qué me dijo ‘turco’, eh? Me vio la cara y pensó que era turco. ¡Yo, turco! Le juro que casi me da un ataque. Y encima después me empezó a preguntar por la novela esa – una nueva – ‘Las mil y una noches’ - ¿y sabe qué dijo? ‘¡Ay! No sabía que Uds. los turcos hacían novelas tan buenas. Lo felicito’.” (La verdad, la imita muy bien. Pero ya las cejas se están juntando con la línea de cabello rizado)
Yo: (Tratando de calmar la cosa un poco) “¿Y Ud. qué le dijo?”
ADC: “¡Y qué quiere que le diga! Le dije ‘soy armenio, no turco’. Eso, a cualquier idiota le dice algo, no? A ella no. ¿Qué me dice, eh? ‘¡Ah! ¿Vio que para nosotros los argentinos son todo lo mismo, no?’. ¿Yo no soy argentino? ¡Pero qué – qué –“ (Le faltan las palabras y, que quieren que les diga, lo entiendo.)
Yo: “Bueno, ya está. No se lo tome así.”
ADC: “Mire, diga que hizo una compra grande, porque si no…. le contaba lo del genocidio armenio por los turcos bien detallado.”
Yo: “Bueno, no se haga mala sangre. Hace mal, ¿vio?”
ADC:  “Seee. Bueno, vaya, doña, yo entreteniéndola y capaz Ud. está apurada.” (Entonación de ‘ya sé que está al dope, pero compre, compre’)


Empiezo a caminar por los pasillos pensando que la ‘vacacionante’ debe haber pagado caro su ignorancia - literalmente.                                                                                                                                                      

viernes, 23 de enero de 2015

Diálogo con …eh…. un …. ¿Quitaposte? (Acabo de inventar una palabra. ¡Me encanta!)

Estoy en la cocina cuando veo por la ventana un camión parado frente a mi portón y el poste que está a la izquierda inclinándose.  Como la vecina no aparece, salgo yo a recabar información.

Yo: “Buen día. ¿Lo está enderezando?”
QP: “Buen día, doña. No, no.”
Yo: “¡Ah! Pensé que por fin iban a poner luz acá.”
QP: “No, no. Me dijeron que lo saque”
Yo: (Expresando, creo, mi sorpresa) “¿Eh? ¿Por qué? ¿Está en malas condiciones?”(Miro  el poste que está mejor que yo)
QP: “No, no. Esta de diez. Buena madera, ni una rajadura.”
Yo: “Y, si lo pusieron hace dos años -  pero yo pensé que era para poner luz acá.”
QP: “No. Si tiene una ahí en la bocacalle.” (Sí, querido, pero no ilumina el resto de la cuadra)
Yo: “¿Sos de la EPE?”
QP: (Entre palada y palada de tierra que saca para aflojar más el poste) “No, no” (¡Pero y la PM! Es peor que yo cuando no quiero largarle prenda a la vecina)
Yo: “¡Ah! De la comuna entonces.” (¿Me vas a tener acá todo el tiempo tratando de sacarte quién te mandó?)
QP: “No, para nada.” (¿¡Pero quién carancho sos?!)
Yo: (Riéndome) “¿No te estarás choreando el poste, no?”
QP: (Se rie)“ No, no.  Me contrataron con el camión para sacar el poste”
Yo: “Si, ¿pero quién? ¿El gran bonete?”
QP: (Me mira como si la última pregunta fuese algo más allá de su comprensión – cosa que perfectamente puede ser) “No le puedo dar esa información.” (¿Este me está tomando el pelo? Lo único que me faltaba justo en estos días – ¡secreto de estado quién mandó a sacar el poste!)
Yo: (Ya un poquito caliente) “Bueno, no importa. Voy a llamar a la EPE y a la Comuna”
QP: “Claro. Está en todo su derecho.”  (Esto me suena  a los reportajes radiales y/o televisivos de estos días. ¿Será que veo conspiraciones donde no las hay? Que es raro, es raro. Y sigue dándole a la pala el muy HDP)
Yo: “Bueno. No te puedo impedir que lo saques, pero me resulta muy raro que no puedas decirme quién lo manda a sacar.”
QP: “Y, vio, unos no quieren que otros sepan lo del poste – y como a mí me pusieron uno arriba del otro para el laburo… Menos pregunta dios y perdona.”
Yo: (Tardo, tengo que reconocerlo, en recuperarme de esto) “Eh… Bueno, como yo soy una simple mortal, voy a preguntar hasta averiguar cómo viene la mano acá.”
En ese momento el poste cae lentamente sobre la caja del camión como quien se acuesta cuidadosamente sobre una cama. A regañadientes le admiro la precisión para el laburo.
QP: “Que tenga buen día, y suerte con lo de averiguar eso.”


Me saluda sacándose la gorra, sube al camión y parte. Yo me deprimo pensando que la vecina sí hubiese sacado la información. Un misterio esto – misterio que seguramente NO voy a develar llamando a la EPE o la comuna…. Pará, pará, tené un poco de fe en el sistema, che.

domingo, 18 de enero de 2015

Diálogo con ‘vacacionante’ (sí, ya sé que la RAE tiene el verbo ‘vacacionar’, pero…. ¡¿quién cara… ncho dice ‘vacacionante’!?)

Tardecita de un día muuuy caluroso. Estoy por cerrar el portón cuando un auto de altísima gama frena y la ventanilla del conductor se baja y me baña un chorro helado  de un excelente aire acondicionado)

V: “Buenas tardes. Estoy buscando un local comercial (¿eh?) pero me parece que me perdí. Soy  vacacionante nueva por acá…” (Bueno, bueno, bueno. ‘vacacionante’, ¿eh?)
Yo: “¿Y qué negocio busca?”
V: “¡Ay! ¡Hace mucho  que no escuchaba la palabra ‘negocio’! Me encanta acá. Todos hablan tan distinto…” (Y, sí, querida, para empezar, ¡nadie usa la palabra ‘vacacionante’! Pero que la palabra ‘negocio’ te suene raro…. No puedo ubicar el acento que tiene – leve pero ahí está)
Yo: “¿De dónde es?”
V: “De Buenos Aires – pero no soy lo que acá llaman ‘porteño’ – para nada.” (Se ve que  alguien – o muchos – ya le hicieron sentir la opinión que se tiene de los porteños por estos lados)
Yo: “Ah. Pero no es originaria de Buenos Aires, ¿no?”
V: “¿Cómo se dio cuenta? ¡Si vivo en XX (ciudad al oeste de la capital) desde que tengo 2 años!” (Podés vivir donde quieras, pero el acento materno, paterno o de los abuelos siempre encuentra la forma de recordarte tus orígenes – eso si los querés recordar, claro.)
Yo: “No sé. Me pareció notar un pequeñísimo acento puntano”
V: “¡Qué oído! Sí. Mis padres eran de San Luis. Pero hace años que no voy por allá.” (Se queda pensando en algo y yo, satisfecha mi curiosidad, vuelvo al tema que la hizo frenar en mi portón.)
Yo: ¿Qué anda buscando?”
V: “¿Eh? Ah, sí. Un minimercado. Bah, no sé, porque algunos le dicen minimercado y otros almacén. Creo que es de un turco.”
Yo: “Armenio.”
V: “Bueno, sí. Armenio, turco, sirio, ruso, ¿vió? Son todo lo mismo.” (¡Ah, bué!  Que a vos no te importen tus orígenes no quiere decir que a los demás no les importen los suyos. Además, se ve que sabe los gentilicios pero no tiene idea de las diferencias)
Yo: “Le pueden parecer lo mismo, pero a ellos, no, ¿vió? Ja, ja” (¿Qué otra cosa puedo decir? ¡Para desasnarla necesito un mapamundi!)
V: “Ja, ja. Quizás tenga razón.” (Perdón que sea reiterativa, pero ¿quién dice ‘quizás’ en una conversación informal?)
Yo: “Está cerca. Lo que pasa es que debe haber tomado la diagonal y volvió para atrás” (Le doy las indicaciones necesarias y arranca después de agradecerme ‘profusamente’ – y bué, ¡la cosa es contagiosa!)


Cierro el portón y pienso que si le llega a decir ‘turco’ al armenio – e independientemente de  si el armenio ve el auto en el que anda – cosa que es segura – se le va a descomponer el ‘pohne’ (ver diálogos de vacaciones 2013/14) y la pobre ‘vacacionante’ va a sentir un ‘shock inflacionario’. Bueno, después de todo, parece que en la costa argentina tampoco aceptan las tarjetas de crédito o débito.

martes, 13 de enero de 2015

Diálogo con Vecina. Inevitable después de haber charlado con el vecino médico/mecánico a unos 10 metros (aunque en diagonal) de su casa.  (09/01/2015)

Llueve y no hay miras de que pare, así que me siento en la cochera a leer. No alcanzo a abrir el libro cuando, de debajo de un paraguas, escucho:

V: “¡Hola! Me pareció ver que se sentaba en la cochera. Cómo llueve, ¿no?”
Yo: “Hola. Ya le abro.” (Aunque ganas no me faltan de dejarte  del otro lado del portón para que te hagas sopa)
V: “Gracias. Iba al kiosco, pero como se largó de golpe… y la vi acá….” (En realidad, podrías haberte vuelto a tu casa – está más que cerca – y, si no se me dio vuelta el mapa, ¡el kiosco queda para el otro lado! En fin)
Yo: “Claro. ¿Quiere una toalla?” (Imagen mental de la toalla insertada en su boca)
V: “No, no. Apenas amaine un poco me vuelvo a casa.” Y de esto salta a: “¿Así que es amiga del Dr. XX? La vi el otro día charlando acá en la calle. Hace años que tiene quinta acá. ”
Yo: “No lo conocía. Me pidió agua porque_”
V: “Seguro que se le quedó el auto de porquería ese. No sé cuándo se va a cansar de jugar al mecánico. Con la plata que tiene… ¡¿Hay necesidad?!” (Eso me pregunto yo, pero sobre vos. ¿Hay necesidad que me vengas a romper los quinotos de esta manera? Perdón RAE que listás la expresión ‘romper los quinotos’ como ‘lunf. gros.’)
Yo: “Y, si a él le gusta…”
V: (Demostrando una vez más el arte de ignorar olímpicamente lo que la otra persona dice si la desvía de su objetivo de conseguir información) “¿Así que no se conocían? Porque como vi que charlaron un rato y Ud. miraba el motor del auto….” (Por las dudas, ¿¿¿no viste qué color de calzones tenía puestos también??? Insisto, ésta debería trabajar para una agencia de inteligencia)
Yo: “Ah, claro.” (No te la voy a hacer fácil)
V: “Qué raro que no me pidió agua a mí, porque yo lo conozco de hace rato. También conoce a mi marido…” (Pienso: ‘¡porque te conoce no te pidió a vos!’)
Yo: “Uhm” (Vamos, lluviecita, ¡dame una mano y pará!)
V: “Raro, ¿no?” (La enunciación de la palabra ‘raro’ es magistralmente ambigua, y, aunque sé a qué se refiere, elijo ir por otro lado)
Yo: “¿El Dr.? No me pareció ‘raro’” (A ver si con esto te dejás de joder.  ¡Error! No importa qué digas, ella va – como caballo de sulky – derecho a su destino sin desviarse ni un milímetro)
V: “No, no. Ja, ja. No él. Que no haya golpeado en casa, digo.”
Yo: “¡Ah!” (¡Vamos que se van abriendo las nubes!)
V: “Debe haber pensado que no había nadie. Y yo estaba en la cocina.” (Seguro, escondida detrás de la cortina) Y como Ud. dice que no se conocen…” (O sea, ¿seguro que no se conocen?)
Yo: “Parece que ya afloja un poco el agua.” (La que no afloja sos vos. ¡La proverbial gota que orada la piedra!)
V: “¿Eh? Ah, sí.  Bueno, vuelvo a casa.” (¡Gracias Zeus! Pero ya que tenés rayos en tu arsenal también, ¿no podrías….?) Gira para irse, y como si una idea le saltara al parietal derecho de golpe, se vuelve. “¡Ya sé! ¡Él a Ud. la conoce!”
Yo: “¿Eh? ¿Cómo_”
V: “Un día charlando con él, me parece que me preguntó de quién era esta casa. Y creo que yo le dije algo de Ud.” (Por ‘me parece’ y ‘creo’, léase: ‘me acuerdo patente’ y por ‘algo’,  léase: ‘le di currículum completo aderezado con ideas propias varias’) “Bueno. Después charlamos. Hasta luego.” (Lo dice como si ella fuera la apurada por terminar la conversación.)


Cierro el portón y pienso en Michel de Montaigne y su frase: “La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo.” Siempre pensé que quería decir otra cosa, pero….  ¿No será que Michel tenía una vecina como ésta?