jueves, 3 de septiembre de 2015

Diálogo con colectivero … (Y sí, algunos de ellos ‘me charlan’ también)

Estoy cerrando la puerta de casa cuando veo que viene el cole– bah, está parado detrás de autos de padres que traen chicos a la escuela de la cuadra y se estacionan en doble y triple fila.
Finalmente subo.

Yo: “Buen día.” (Siempre saludo cuando subo al cole – aprendizaje de infancia que no se va – y me dirijo a la máquina expendedora de boletos)
C: “Debe tener paciencia de santa para que sean ‘buenos días’ con estos HDP que tienen que bancarse todos los días” (Inferencia 1: me vio salir de casa y sabe que vivo en la esquina. Inferencia 2: está podrido de tener que esperar que los padres de los angelitos se decidan a darle lugar para que pase. Inferencia 3: si él está podrido – que pasa por acá cada tanto – presume que yo estoy podrida al cuadrado.)
Yo: “Ja ja. Cada vez está peor, ¿no?” (¡Ay! ¿Por qué no me callo la boca?)
C: (Justo cuando amago a ir para el fondo del cole – que está casi vacío) “¡Se creen dueños de la calle! Si a mí se me cae un pasajero cuando sube o baja, es mi culpa. Si no cumplo el horario, es mi culpa, si llego a tocar a alguno de estos boludos, es mi culpa. ¿Y a éstos, eh? ¿Dónde están los zorros, eh?” (Para no parecer maleducada, me quedo paradita donde estoy, boleto en mano y le sonrío al espejo. ¡EEEEEErrrrrorrrr! Porque la catarata verbal sigue) “Siéntese ahí no más.”
Yo: (Intentando escape delicado) “Eh… pero éste es para discapacitados.”
C: “¡Discapacitados son esos!” Cambia la expresión deíctica de ‘éstos’ a ‘esos’ porque ya hicimos como dos cuadras) “¿Pero qué se creen? Uno está laburando, carajo.” (Y mira por el espejo – señal que espera respuesta de mi persona – que ya está instalada en el mencionado asiento.)
Yo: “Y, el estacionamiento donde hay escuelas siempre es … eh … difícil.”
C: (Cruzando la vía nada delicadamente) “¡Es un quilombo! Y cuando le decís algo, sos un ‘grosero’, pero ellos te pueden putear sin problemas. Estoy RE-PODRIDO.” (No es el momento para decirle que eso quiere decir ‘podrido dos veces’)
Yo: “Debe ser estresante manejar un cole.” (¿Y qué quieren que diga?)
C: “Naaaa. Lo estresante es no poder tirárselo encima a giles como esos. Ja ja.” (Eso, hermano, apelá al humor, así aflojás un poco la pata del acelerador – sobre todo en los lomos/lomas de burro – el diccionario no se decide por una de las expresiones)
Yo: “Bueno, menos mal que hay partes del recorrido que deben ser más tranquilas.”
C: “Seee. Pero son muchos menos de los que te dan ganas de matar a alguien, ja ja.” (Bueno, ya parece irse relajando, pero por las dudas no hago comentarios)
Yo: “Ja, ja.”
C: “Yo le erré al laburo. Tendría que haber sido zorro. Le puedo asegurar que, o mejora el tránsito, o la Municipalidad se llenaría de plata. Ja, ja.” (Tiemblo de solo pensar en este C como ‘zorro’)
Mantengo el silencio por unos minutos y me paro para bajar. Cometo el error de hacer medio paso hacia la puerta delantera
Yo: “Bueno, en la próxima me bajo. Que te sea leve el resto del turno.”
C: “Ah, no, no, Sra. Baje por la puerta trasera – ¡a ver si me hacen una multa!” (También te la podrían haber hecho por hablar mientras manejás, ¡y LPQTP!)
Yo: “Cierto. Claro. Chau.” (Y retiro mentalmente los buenos deseos anteriores)
C: “Cuidado cuando baje – mire que si se cae…”
Yo: “Sí, ya sé. Va a ser tu culpa.”


Recorro el pasillo y bajo sin incidente/accidente. Y pienso en aquella frase de Séneca: “Sin razón se queja del mar quien otra vez navega.”

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