Diálogo con Conciudadana In-so-por-ta-ble.
Subo al cole en el sur de la ciudad y solo encuentro un asiento al lado
de una señora que está leyendo un libro. Mi viaje no debe tardar más de 15
minutos, así que me dispongo a pasarlos mirando los mensajes y mails en el
celu. De pronto…
CI: “¡Qué clima de porquería, ¿no?!” (Giro la cabeza y veo que guarda
el libro en la cartera – señal de ‘estoy lista para charlar’)
Yo: “Si.”
CI: “¡Y mire la suciedad en las calles! ¡Qué sucios son los santafesinos!”
(Primero: ¿qué relación pretende establecer entre clima y suciedad callejera? Y
segundo: ¿Uds. cómo entenderían esa última exclamación? Yo también entendí eso –
y metí la pata.)
Yo: “¿De dónde es?” (Evitando expedirme sobre el estado de limpieza de
las calles)
CI: “¡¿De dónde voy a ser?! De acá.” (¡Podrías haber dicho ‘somos’
entonces!)
Yo: “Eh… como dijo_”
CI: “Yo no ensucio la vía pública.” (O sea: para lo negativo no
pertenezco a esta ciudad’. Miro para ver
si no hay un asiento más al fondo, pero nada. Aguantá, Adriana, aguantá) “¿Y se
fijó el olor que hay arriba de este ómnibus? ¡No sé por qué no me tomé un
taxi!” (Eso digo yo, ¡cómo no te tomaste un taxi! ¿Y quién dice ‘ómnibus’ hoy
en día?)
Yo: (Tratando de cambiar de tema) “¿Qué está leyendo?”
CI: “Ahora no estoy leyendo.” (Tono de ¿sos tarada? ¿No te diste cuenta
que ahora estoy hablando con vos?) “Estaba leyendo hasta que ud. se sentó.”
(¿Esta es o se hace?)
Yo: (Apelando a mi sentido del humor) “Ja, ja. Sí, veo a pesar de este
ojo – y señalo mi pobre ojo derecho)
CI: “¿Ud. es de los que se ríe de sus defectos? Nunca entendí la gente
así.” (¿Le pego o utilizo el lenguaje para contestar? Verbalicemos – aunque no
da la misma satisfacción.)
Yo: (Tratando que el sarcasmo sea más que claro) “Ese es el problema de
la gente que no tiene defectos.” (Veo que la chica que está parada al lado de
mi asiento trata de contener la risa y me sonrío)
CI: “Debe ser eso.” (¡Ah, bué!
¡Y para colmo el cole va a paso de tortuga porque el tránsito está re cargado!
Me concentro en el celu como manera de decir ‘acá se terminó la conversación’)
“¿Qué hace? ¿Mira mensajes?” (Ya sé por qué no tomó taxi – ¡para mí los
taxistas la conocen!)
Yo: (Levantando la vista) “‘Estaba’ mirando eso.” (Énfasis en ‘estaba’
como para que hasta una ameba entienda y creo que no necesito terminar la
oración. ¡Error!)
CI: “¡Ah! ¿Se le cortó internet? ¡Odio cuando eso me pasa!”
Yo: “Uhm” (Sigo con la vista fija en el celu – bueno, el ojo izquierdo
está ahí; el derecho mira la cartera de la CI para ver si saca el libro y hay
silencio por unos minutos)
CI: “Bueno, la voy a molestar para bajarme.” (Querida, molestás mucho
más estando acá – encantada de darte lugar para que desaparezcas)
Yo: “Como no.” (Y me levanto controlando mis pies para que no se les
ocurra darle un pisotón)
CI: “Hasta luego. Y mucho gusto.” (¿Mucho gusto de haberle roto la
paciencia?)
Asiento con la cabeza y vuelvo a sentarme – esta vez del lado de la
ventanilla.
El cole se detiene y miro por la
ventanilla para asegurarme que la CI se baje. Respiro hondo al constatar que
esto sucede. Miro el cielo y pienso en
alguna cita o frase célebre que describa a la CI, pero no se me ocurre ninguna hasta
que el cole agarra un pozo, nos hace saltar y escucho a muchos pasajeros mascullar
un “¡Y la PMQTP!” No lo habrá dicho un
filósofo, un literato, u otro célebre personaje, ¡pero es justo lo que pienso!
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