Diálogo con
Mi Otro Yo …. ¡Ay!
Recién
levantada voy bajando la escalera cuando mi cabeza registra un murmullo interno
que se convierte en grito.
MOY: “¡BAAAA-LAAAAN-CEEEE!
¡BA-LAN-CE! ¡BA-LAN-CE!”
Yo: “¡Pará!
Me vas a destrozar los oídos – y de adentro hacia afuera! ¿Qué querés?”
MOY: “Tu
sordera va in crescendo, che. ¿No escuchaste? Quiero que hagas un balance de
este año que se va.”
Yo: “Yo
estaré más sorda, pero vos estás cada día más tarada.”
MOY: “Pará
que anoto en la columna ‘débito’: ‘aumento de sordera e irritabilidad’. ¿Tenés
algo para la columna ‘crédito’?”
Yo: “No pienso
seguirte la corriente.”
MOY: (Por
supuesto sin registrar lo que digo) “Por ejemplo, ¿Hiciste nuevas amistades
este año?”
Yo: “Eh….”
MOY: “No,
claro que no. Eso va a débito también”
Yo: (Y ya me
enganchó la muy HDP) “¿Por qué a ‘débito’?
Yo tengo mis amigos y si no se da el hacer nuevos amigos, no se da.”
MOY: (Haciendo
oídos sordos nuevamente) “¿Dónde pongo lo de la jubilación? ¿Crédito o débito?”
Yo: “¿Sabés
que me tenés podrida, no?”
MOY: “ Yo
diría que por una parte es un logro… y por otra una cagada.”
Yo: “¡Y tenía
que aparecer tu vocabulario excelso! Mirá, voy a dedicarte unos segundos para
explicarte que lo que pasa en la vida no se puede volcar en un ‘balance’ como el
que vos querés. Cada experiencia tiene algo positivo y algo negativo.”
MOY: “¡Ah,
claro! Entonces no se puede hacer un balance real. O sea, querés esquivar
catalogar lo que te pasó este año. ”
Yo: (Pienso
una vez más: ‘Quieeeeeero operaaaaaarme de ti’ – pensamiento que viene
acompañado de melodía de vieja canción) “¿Por qué no hacés VOS un balance de TU
año, eh?
MOY: “Lamentablemente
mi año está atado al tuyo. Y fue A-BU-RRI-DO. En realidad esto del balance es
para hacerte pensar un poco. Ya ni boludeces pensás. En cualquier momento
empiezan a morir neuronas a mi alrededor por falta de ejercicio.”
Yo: “Mirá, no
sé cómo no se mueren más teniéndote a vos cerca. Sos lo que hoy en día se llama
‘un ser tóxico’.”
MOY: (Sin
inmutarse) “¡Ah! Pero sin los ‘seres tóxicos’, cómo sabrías que hay otros seres
que no lo son, eh?”
Yo: (¿Qué
hago un 31 de diciembre bancándome esto?) “No voy a entrar en esta discusión.
Es el último día del año. ¿Vos no tenés una pizca de amabilidad, de sosiego, de
cordialidad, benevolencia_?”
MOY: “Ya
entendí. Ya entendí. Ahora te voy a dejar – pero sólo porque tengo que ‘googliar’
todas estas palabras que usaste.” (¡Ay! Y serán usadas en mi contra en algún
momento) “Pero voy a volver – agradecé que no te pedí que hicieras resoluciones
de año nuevo.”
Yo: “La
verdad, te agradezco que desaparezcas tan rápido.”
MOY: “ Y, si
no se puede tener una conversación medianamente inteligente con vos….”
Yo: “Feliz
año nuevo para vos también.” (Juro que no utilicé entonación irónica)
MOY: “¡Ay! ¡Qué conmovedor!” (Sarcasmo al cuadrado. ¡Es una reverenda
HDP!) “Feliz año para vos también y, solo para evitar aburrirme el 2015, me voy con
una cita de tu amado Oscar Wilde: ‘Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La
mayoría de la gente existe, eso es todo’. Quedate tranquila
que yo siempre voy a estar para que no te pase lo segundo.”
Y se va sin más. Y yo pienso que, muy a mi
pesar, MOY también es algo que podría ir
en las dos columnas: débito y crédito.