Diálogo con
Sra. ‘parlemitana’ (gentilicio que, debo reconocer, no tenía idea que existía)
Estoy
fumándome un puchito en la vereda en Palermo, Bs. As., cuando veo una Sra. de
edad avanzada que viene hacia mí paseando un perrito Pug. Impecablemente
vestida y maquillada, y a pesar de ayudarse con un bastón para caminar, podría
ser tomada como miembro de la realeza inglesa – quisiera yo tener ese porte.
El Pug pasa a
mi lado y luego gira violentamente, casi arrastrando a la Sra., y me olfatea
las zapatillas.
Sra.P: “¡Ay!
¡Mil perdones! No sé qué le pasa. Por lo general es muy educado.” (Dice esto
mientras tira de la correa con tan poca fuerza que no creo que el Pug se dé por
enterado que tiene que dejar de olerme las zapatillas)
Yo: “No hay
problema. Seguramente siente olor al perro de mi hija.” (El Pug me mira como
diciendo ‘¿Y dónde está que quiero jugar?’)
Sra. P: “¡Ah!
Con razón. No es de tener este tipo de comportamiento. ¿Ud. vive en este
edificio? Disculpe la pregunta pero cómo no la he visto antes…” (Vecinas son
vecinas – en Palermo o en El Leyes)
Yo: “No. Vine
a visitar a mi hijo que vive acá.” (Señalo el edificio)
Sra. P: “¡Ah!
No pudo elegir mejor lugar para vivir. Yo que soy Parlemitana – nací en Palermo
- ¿Puede creer que donde está aquel edificio estaba mi casa paterna?”
Yo: (Sin
poder evitarlo) “¿No me diga?”
Sra. P: “Sí.
Ahora tengo un piso ahí. Pensar que en esta calle me enamoré por primera vez.”
(¡Ay! Miro al Pug que parece saber lo que viene porque ya se echó a los pies de
su dueña y parece estar tomando una siesta)
Yo:
(Jurándome no decir ‘¿no me diga?’ nuevamente) “Ah”
Sra. P: “Sí. Él
era poeta. Falleció hace poco.”
Yo: “Ah.”
Sra. P: “Pero
en esa época los padres tenían la última palabra y no aprobaron nuestra
relación.”
Yo: “Ummm” (Y
bueno, hay que variar las onomatopeyas)
Sra. P:
(Exhalando un suspiro digno de la Garbo) “En fin. Después de todo tan mal no me
fue.” (Y parece volver lentamente de sus reminiscencias) “Ahora sólo tengo a
Ícaro” (Y mira al Pug que responde incorporándose. Y yo pienso ¿Por qué le
habrá puesto ese nombre? ¡Pero NO voy a preguntar!)
Yo: “Es
hermoso.” (No me gustan los Pug, pero a un dueño de perro jamás se le dice algo
así)
Sra. P: “Me
lo regaló mi hijo para que ‘me haga compañía’” (La entonación que denota las
comillas es una obra de arte)
Yo: “Y, es
lindo tener una mascota.”
Sra. P: “Sí.
Pero éste me va a mandar al psicólogo.” (¿Eh?) “Parece que quiere manejarme la
vida. Yo antes me levantaba a la hora que quería y desayunaba tranquila. Ahora ni
termino el té que Ícaro ya va a buscar la correa y se para al lado mío. Y me
mira de una manera…”
Yo: “Ja, ja.
Pueden ser muy manipuladores.”
Sra. P: “ Y
me hace sentir culpable si no lo saco enseguida. Y no puedo ver Guapas porque no le gusta. (¡Ah, bué!)
Ladra y ladra hasta que cambio de canal.”
(Miro al Pug y él se hace el distraído) Pero póngale ballet o música clásica y
es un angelito.” (Perro finoli este Ícaro)
Yo: “Bueno,
no se le puede criticar el buen gusto. Ja,ja.” (La Sra. se ríe también)
Sra. P: “Bueno,
ha sido un gusto conocerla. Voy a seguir
porque tengo que dar la vuelta a la manzana con Ícaro.” (Y, sí, no creo que lo
pueda pasear más de eso)
Yo: “Un gusto
para mí también.”
Y se aleja,
con Ícaro siguiéndole el ritmo lento. Y yo me arrepiento de no haber preguntado
por qué le puso Ícaro. Bueno, siempre hay otra oportunidad …
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