lunes, 29 de diciembre de 2014

Diálogo con Sra. ‘parlemitana’ (gentilicio que, debo reconocer, no tenía idea que existía)

Estoy fumándome un puchito en la vereda en Palermo, Bs. As., cuando veo una Sra. de edad avanzada que viene hacia mí paseando un perrito Pug. Impecablemente vestida y maquillada, y a pesar de ayudarse con un bastón para caminar, podría ser tomada como miembro de la realeza inglesa – quisiera yo tener ese porte.

El Pug pasa a mi lado y luego gira violentamente, casi arrastrando a la Sra., y me olfatea las zapatillas.
Sra.P: “¡Ay! ¡Mil perdones! No sé qué le pasa. Por lo general es muy educado.” (Dice esto mientras tira de la correa con tan poca fuerza que no creo que el Pug se dé por enterado que tiene que dejar de olerme las zapatillas)
Yo: “No hay problema. Seguramente siente olor al perro de mi hija.” (El Pug me mira como diciendo ‘¿Y dónde está que quiero jugar?’)
Sra. P: “¡Ah! Con razón. No es de tener este tipo de comportamiento. ¿Ud. vive en este edificio? Disculpe la pregunta pero cómo no la he visto antes…” (Vecinas son vecinas – en Palermo o en El Leyes)
Yo: “No. Vine a visitar a mi hijo que vive acá.” (Señalo el edificio)
Sra. P: “¡Ah! No pudo elegir mejor lugar para vivir. Yo que soy Parlemitana – nací en Palermo - ¿Puede creer que donde está aquel edificio estaba mi casa paterna?”
Yo: (Sin poder evitarlo) “¿No me diga?”
Sra. P: “Sí. Ahora tengo un piso ahí. Pensar que en esta calle me enamoré por primera vez.” (¡Ay! Miro al Pug que parece saber lo que viene porque ya se echó a los pies de su dueña y parece estar tomando una siesta)
Yo: (Jurándome no decir ‘¿no me diga?’ nuevamente) “Ah”
Sra. P: “Sí. Él era poeta. Falleció hace poco.”
Yo: “Ah.”
Sra. P: “Pero en esa época los padres tenían la última palabra y no aprobaron nuestra relación.”
Yo: “Ummm” (Y bueno, hay que variar las onomatopeyas)
Sra. P: (Exhalando un suspiro digno de la Garbo) “En fin. Después de todo tan mal no me fue.” (Y parece volver lentamente de sus reminiscencias) “Ahora sólo tengo a Ícaro” (Y mira al Pug que responde incorporándose. Y yo pienso ¿Por qué le habrá puesto ese nombre? ¡Pero NO voy a preguntar!)
Yo: “Es hermoso.” (No me gustan los Pug, pero a un dueño de perro jamás se le dice algo así)
Sra. P: “Me lo regaló mi hijo para que ‘me haga compañía’” (La entonación que denota las comillas es una obra de arte)
Yo: “Y, es lindo tener una mascota.”
Sra. P: “Sí. Pero éste me va a mandar al psicólogo.” (¿Eh?) “Parece que quiere manejarme la vida. Yo antes me levantaba a la hora que quería y desayunaba tranquila. Ahora ni termino el té que Ícaro ya va a buscar la correa y se para al lado mío. Y me mira de una manera…”
Yo: “Ja, ja. Pueden ser muy manipuladores.”
Sra. P: “ Y me hace sentir culpable si no lo saco enseguida. Y no puedo ver Guapas porque no le gusta. (¡Ah, bué!) Ladra y  ladra hasta que cambio de canal.” (Miro al Pug y él se hace el distraído) Pero póngale ballet o música clásica y es un angelito.” (Perro finoli este Ícaro)
Yo: “Bueno, no se le puede criticar el buen gusto. Ja,ja.” (La Sra. se ríe también)
Sra. P: “Bueno, ha sido un gusto  conocerla. Voy a seguir porque tengo que dar la vuelta a la manzana con Ícaro.” (Y, sí, no creo que lo pueda pasear más de eso)
Yo: “Un gusto para mí también.”


Y se aleja, con Ícaro siguiéndole el ritmo lento. Y yo me arrepiento de no haber preguntado por qué le puso Ícaro. Bueno, siempre hay otra oportunidad …

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