Diálogo con
conciudadano tecnofóbico.
Me siento a esperar
el cole en un banco de la plaza ocupado sólo por un señor de más o menos mi edad.
Saco un cigarrillo y antes de encenderlo….
Yo: “¿Le molesta si
fumo?”
CT: “Para nada. ESO
sí me molesta.”
Sigo su mirada adusta
y veo que la pasea por las personas sentadas en otros bancos, de distintas
edades, que están concentrados en sus respectivos celulares.
Yo: “Bueno, la
tecnología es así.” (¿Qué quieren que diga?)
CT: “Ya nadie charla.
Nadie te mira a la cara. Ni siquiera se dan cuenta que estás al lado de ellos.
¿Ud. tiene celular?” (Lo dice en un tono tan acusador que casi, casi, le digo
que no.)
Yo: “Sí, claro. Es
muy útil.”
CT: “¡Bah! ¿Y cómo
vivía la gente antes del celular, eh? En mis tiempos_”
Yo: (Cortando, creo
que de raíz, el monólogo que veo venir) “Y, los tiempos cambian.”
CT: “Para peor. Los
chicos pegados a las computadoras haciendo vaya uno a saber qué, y poniendo
fotos de ellos que todo el mundo ve, ‘chatiando’ con vaya uno a saber quién, _”
Yo: (La verdad, no sé
si no hubiese sido mejor que lo dejara hablar de ‘sus tiempos’) “Y sí, todo
invento o nueva tecnología se puede usar para bien o para mal, ¿no?” (Y me
inclino hacia adelante para ver si no viene el cole salvador)
CT: “¡Pero mírelos! ¡Parecen robots! Para mí todo eso les pudre el
cerebro.” (Querido, me parece que el que tiene el cerebro podrido sos vos.)
Yo: “Ni más ni menos
que el televisor. Y cuando la tele llegó a argentina también había gente que
creía que ‘nos iba a podrir el cerebro’. Y bueno, Ud. y yo crecimos mirando
tele, ¿no?” (Como docente siempre pensé que un buen ejemplo clarifica conceptos
– se ve que estaba equivocada)
CT: (Mirándome
directamente y me parece que cada vez más enojado) “¿¡No va a comparar la tele
con – con – ESO?!” (Esta vez vuela un dedo acusador que apunta a los antes
mencionados usuarios de celus) “¡Pero mírelos! (¡Ya los miré!) Si hasta hace la
gente maleducada. Ni te saludan siquiera.”
Yo: (Ya
recalentándome un poco, lo admito) “La mala educación y la falta de
consideración no las produce la tecnología. Y conozco familias que se sientan a
almorzar con el tele prendido y no se dirigen la palabra hasta que llega la
publicidad – y a veces ni ahí. ”
CT: “¿Y eso qué tiene
de malo?” (¡Ah, bué. Me parece que metí el dedo en la llaga con el ejemplo.) “En
mis tiempos_” (¡pero y la PM!)
Yo: “Ahí viene mi
cole.” (¡Y espero que no sea el tuyo también!) “Hasta luego”
Al alejarme mi oído
percibe algo como un gruñido en respuesta a mi saludo. Lo dicho, la mala
educación no la produce la tecnología.
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