Recorro la ruta 1 en busca del lugar donde vi
muebles de algarrobo y después de esquivar tachos color naranja (están
trabajando en la ruta) logro bajar sin que ningún pozo me trague.
Yo: “Buen día.”
C: “La verdad que sí. Para que alguien pueda
llegar hasta acá…”
Yo: “Ja. Ja. Sí. No es fácil. Pero ando atrás
de una mesa para televisor y me parece que la última vez que pasé por acá vi
uno.” (Me mira y sé que duda que yo pueda ver algo desde la ruta – en fin)
C: “Debe haber ido muuuuy despacio.”
Yo: (¡Qué te voy a explicar que a pesar del
ojo derecho veo muy bien si tengo los anteojos puestos!) “Sí. Había cola.
Íbamos a paso de tortuga.” (¿Contento?)
C: “¡Ah! Ya me parecía. (¡Pero qué HDP!) Acá
tengo una en crudo.” (Me la muestra, y yo, rodeando la mesita, noto que la
parte de atrás está hecha de cualquier cosa menos de algarrobo)
Yo: “Umm. Éstas no son tablas de algarrobo,
¿no?”
C: “¿Ud. dice porque no están coloradas? Es
que el color se le da después.” (O sea, tiñéndolas van a parecer algarrobo)
Yo: “No. Si toda la mesita está sin teñir. A
lo que voy es que esto no es algarrobo.” (Y señalo las tablillas que pueden ser
un poquito mejor que las de un cajón de manzanas no más.)
C: “¿Conoce de maderas?” (¿Y cómo te creés que
sé que esas tablillas NO son de algarrobo?)
Yo: (Me río para no acogotarlo) “¿Tan raro es
que una mujer sepa de maderas?”
C: “Es que antes las mujeres no sabían nada y
los hombres sí. Ahora ninguno de los dos sabe. Ja, ja.” (Bueno, tal vez en eso
tiene razón)
Yo: “¿Cuánto me saldría una como ésta pero con
algarrobo atrás?” (Para que le quede claro, ¿vio?)
C: ¿Para qué quiere algarrobo ahí? Si total no
se ve.” (Porque si quiero un mueble de esa madera, ¡TODO el mueble tiene que
tener esa madera! Pero si no ve eso…)
Yo: “Porque lo quiero crudo para encerarlo –
no teñido. Medio difícil encerar esas tablas que ni siquiera se pueden lijar
mejor.” (¡Tomá! Ya me hartaste)
C: “Como los viejos.” (¿Este quiere morir con
un tarro de barniz en la cabeza?) “Digo, ¿vio que antes los muebles casi no se
teñían, se enceraban.” (Rápido para zafar el hombre)
Yo: “Si. Y antes de eso usaban cebo, o sea que
en realidad los engrasaban – pero si la madera era buena. O sea, con éstas (y
vuelvo a señalar las pobres tablitas) ni eso se podría hacer.”
C: “¿En serio hacían eso?” (¡Pero hay que ser
idiota!)
Yo: (Volviendo al tema) “Entonces, ¿cuánto?”
C: “Y, yo la tengo barata – pero si la quiere
con fondo de algarrobo le va a salir más cara.” (Y me tira un precio que no
está nada mal.)
Yo: “Pero acuérdese que no lo quiero teñido, ¿eh?”
C: “Claro. Pero mire que no hay rebaja por
dárselo así, crudo.”
Yo: “Debería, pero bueno. No importa. ¿Para
cuándo estaría?”
Me dice cuándo lo va a tener listo y cerramos
el negocio. Subo al auto y no puedo evitar recordar algo que decía mi abuelo: “Palo
de madera dura aguanta la rajadura.” Espero que el carpintero haga bien las
cosas porque si no voy a probar cuán duro es el algarrobo….
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