viernes, 27 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 con kiosquero

Tengo una espina de Santa Rita clavada en la palma de la mano y no tengo nada en casa para poder sacarla o desinfectarme, así que decido ir en busca de algunos elementos para la ‘cirugía’. Por supuesto, al kiosco – que dicho sea de paso – tiene lo que busqués.

Yo. “Buen día. Qué lindo está acá con el aire.”
K: “¿Le parece? Yo tengo calor.” (¡Entonces date una vueltita por afuera!)
Yo: “Necesito una aguja y alcohol o mertiolate.”
K: “¿Espina de qué se clavó?”
Yo: (¿Me equivoqué y entré en el dispensario y no en el kiosco? O el kiosquero es psíquico y yo no lo sabía) “De Santa Rita.”
K: “Ay, ay, ay. ¿No sabe que a la Santa Rita no hay que irle de frente?” (Pienso: ¡como a muchas personas!)
Yo: “No estaba podando. Fue cuando se largó el viento fuerte ayer. Se me vino una rama a la cara y me protegí con la mano…”
K: “Ay, ay, ay. ¿Con la palma para afuera? Eso no se hace.” (¡Pero yo lo hice y me está doliendo la mano y LPMQTP! ¡Vendeme lo que te pedí y deja de tratarme como si fuera una nena de 5 años!)
Yo: “Bueno, si hubiese puesto la mano al revés, capaz que ahora tenía la espina en una vena.”
K: “No, no, no.” (¿Por qué repite tres veces lo mismo?) “La Santa Rita nunca ataca las venas.” (Ah! Bué! ¡Cuando vuelva la entrevisto para ver si es verdad! ¡Este tipo es increíble!) “Hay remedios caseros que le pueden servir.” Y empieza a enumerar muchas ‘recetas’ que no sé qué tienen de ‘caseras’ porque yo en casa no tengo ni un décimo de los ingredientes que menciona.
Yo: “Ajá. Pero lo que necesito_”
K:  “Es un botiquín de primeros auxilios, ya sé. Tengo unos muy buenos y baratos.” (A la m…a con las recetas casera, ¿eh?) “Ay, ay, ay. ¿Por qué la gente no tiene botiquín? Nunca lo pude entender.”
Yo: (Manteniéndome firme a pesar que la mano me duele como para comprarle el botiquín y ya) “Sólo quiero la aguja y algo para desinfectarme la herida.”
K. “Bueno. Si le parece…” (¡Sí me parece! No te pienso comprar el botiquín!) Como no respondo a los puntos suspensivos me trae lo que le pedí. “¿No va a llevar cigarrillos también?”
Yo: (Pensando que sí tendría que llevar cigarrillos, pero decidida a no comprárselos a él a pesar que el otro lugar me queda más lejos). “No, gracias.”

Le pago la aguja y el alcohol, me despido y vuelvo a salir al calor satisfecha de no haberme doblegado ante el kiosquero… Pero pienso que la próxima vez voy a hacer diez pasos más hasta el dispensario.


jueves, 26 de diciembre de 2013

Diálogo de pre-vacaciones 2014 con ferretero.

Entro a la ferretería – después de chorrear transpiración por un kilómetro – aunque los camiones y autos que pasan por la ruta hacen bastante ‘viento’. 

Yo: “Buen día”
F: “Si le parece … hoy se rompe el termómetro. Hace 37º y son las 8:30” (Sí, ya sé, Sr. No me lo va a decir a mí que pateé 1 km!)
Yo: “ Ajá. Yo estoy transpirada entera.”
F: “¿Anda a pata?”
Yo: “Sí. No sé a cuánto va a llegar hoy.” (Expresión que de ninguna manera requiere respuesta, pero_)
F: “Dijo la radio que vamos a andar en los 40 de sensación térmica.” (Bueno, espero que eso ocurra cuando esté de vuelta en casa)
Yo: “Necesito eso que conecta el caño de la mochila al inodoro. (Silencio por parte del ferretero que me obliga a seguir parafraseando por no saber cómo carajo se llama lo que necesito) Es de goma  y como un acordeón.”
F: (Riéndose,  el muy HDP – aunque admito que yo he frenado más de una carcajada cuando los alumnos parafrasean) “Es tal cual. Lo de acordeón, digo. Se llama fuelle.”
Yo: “¡Ah! No le anduve lejos, entonces.”
F: (Jocoso a pesar de los 37º que debe hacer adentro de la ferretería) “Por lo menos no dijo ‘necesito el coso que va del coso que tira agua al  inodoro’. Ja Ja. (Sí, dale con el  ‘ja ja’. ¡Te quiero ver a vos tirando la cadena e inundando el baño!) ¿De 30, 40, 50…?
Yo: (Siguiendo con la ‘jocosidad’ porque no tengo idea de qué cuernos me está preguntando) “Y, treinta años más o menos”
F: (Vuelve a reírse) “Entonces debe ser de 30. (Desaparece entre las estanterías y yo sigo preguntándome: ¿30 qué? Al ratito aparece con varios fuelles – ¡no sabía que había distintos modelos y tamaños!) ¿Qué le parece éste?” (¿Qué querés que te diga? ¡No es un modelo Christian Dior!)
Yo: “Eh… no sé. Me parece que esta boca es más grande.” (Refiriéndome al caño de la salida de la mochila)
F. “¿Cómo de grande?”
Yo: (Sintiéndome una estúpida formo un círculo inconcluso con el pulgar y el índice) “Así más o menos.”
F: “¡Pero eso es un caño de 50! ¿Qué tiene? ¿Un inodoro o un jacuzzi? (Debe ser la temperatura, porque el sentido del humor del ferretero me hace desear tener una granada  y volarle la ferretería. Pero la paz social primero, así que…)
Yo: “Por la manera en que sale el chorro de agua bien podría ser un jacuzzi.”
F: (Vuelve a reírse, pero calculo que ya quiere ir a sentarse en la reposera que tiene afuera bajo una palmera, porque acelera el trámite) “Lleve estos tres y me devuelve el que no va.”
Yo: “Bueno. Pero no se los voy a traer hoy.” (Sinónimo de: ‘Ni en pedo vuelvo a caminar hasta acá con este calor’)
F: “No se haga problema. Tráigalos cuando refresque. Le cobro el de 30 y si es alguno de los otros,  cuando me traiga los otros le cobro la diferencia.” (Generoso el hombre o ya está derritiéndose como yo)
Yo: “Muchas gracias. Ahora, si le tomo la palabra y vuelvo cuando refresque… ¡eso puede ser junio, más o menos!”
F: (Ya no se ríe, pero sonríe solamente) “No importa. No voy a ser ni más rico ni más pobre por tres fuelles. ¿Va a saber cambiarlo?” (Sí, Don, no soy estúpida)
Yo: “Sí. No es ninguna ciencia.”
F: “No vaya a creer. Hay que tener mano para cambiar un fuelle.”
Yo: (Retirándome con mi paquetito y sintiéndome Anibal Troilo con tres fuelles) “Como para todo. Ja ja.”


Y emprendo el kilómetro de vuelta preguntándome si voy a poder transformar el jacuzzi en inodoro nuevamente. Sea como sea, ¡ni pienso contarle al ferretero a no ser que lo logre!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 con … el pastorcito.

Tengo que salir a comprar algunas cosas y aunque es temprano el sol ya pega fuerte. Por lo tanto, evito la ruta y sigo el camino ‘de adentro’ donde hay más árboles y la arena no calentó todavía. En uno de los lotes veo unas cuantas ovejas y detecto al pastorcito apoyado contra un árbol, enfundado en su ropa de siempre: bombachas negras, camisa blanca, faja multicolor y la infaltable boina negra.
Um… 23 de diciembre… casi navidad… esto tiene aristas bíblicas, así que…

Yo: “¡Hola! Cómo andás?”
P:  “¡Hola doña! Tanto tiempo! Calor, eh?”
Yo: “Mucho. Cómo te fue en la escuela?”
P: Se le ilumina la cara. “De diez. Saqué todas las materias. (¿Hasta acá llegó el ‘saqué’ por el ‘aprobé’?) Tengo los libros que me prestó. Uno de estos días se los alcanzo.”
Yo: “No. Dejalos. Les pueden servir a tus hermanos, o a un amigo. Si nó, donalos a la biblioteca de la escuela.”
P: “¡Muchas gracias! Estudiamos cinco con esos libros. Y el que tiene las láminas grandes es una masa.” (Bué. También llegó ‘ la masa’ acá.)
Yo: Mirando las ovejas. “¿No tenías más? Y aquella es cría de este año, ¿no?”
P: “Sí. Cuatro ya se fueron.”
Yo: (Bien estúpidamente pregunto) “¿Se fueron? ¿Se te escaparon?”
P: Se ríe. “No, doña. ¿No ve que tengo bici nueva?” Giro y veo una bici – realmente es nueva y la tiene impecable como si fuera un Porsche. Y entonces me doy cuenta de lo que realmente significa ‘se fueron’.
Yo: “¡Ah!”
P: “Y compramos un ventilador también.” Mi sentimiento casi infantil por las ovejas da paso a la idea que la realidad está muy alejada de los libros de cuento donde los animalitos tienen características humanas y más aún, conviven con los humanos en paz y armonía… En fin….
Yo: “Bueno, me alegro que todo vaya bien. Sigo porque si nó, no llego más. Muchas felicidades para vos y tu familia.”
P: “Gracias, doña. Muchas felicidades para ud. también. Y gracias de nuevo por los libros.”


Me alejo y, con cada paso se desvanece ‘la arista bíblica’ y empieza a venirme a la mente algo más Orwelliano – “Rebelión en la Granja”.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 … con vecina (Ver diálogos de vacaciones 2013)

Después de cortar el césped y poner a llenar la pileta, estoy desparramada en el sillón con las piernas apoyadas en el tronco de la acacia cuando escucho:

V: “¡HOLA!” Y como si no fuese suficiente el grito, golpea las manos.
A regañadientes bajo las piernas y me paro, saludándola con la mano. Ya cerca del portón:
Yo: “¿Cómo le va? Tanto tiempo.” Pero no abro el portón, así que charlamos reja por medio.
V: “Vi que habían cortado el pasto, pero no la vi a ud.”
(Y, claro. ¡Bien que me cuidé de que no me viera! Pequeña satisfacción, pero satisfacción al fin el haber zafado hasta ahora.) “Y se le secó no más el jazmín enano.” Giro y miro las cinco ramitas negras- lo que queda del jazmín.
Yo: “Y sí, y eso que_”
V: “¿Vió la Coca?” Me quedo ‘regulando’ y sin saber si seguimos hablando de plantas – por las dudas  miro a mi alrededor, pero no veo ninguna plantita extraña. “La de allá.” Y como siempre, rebolea la cabeza y yo me quedo sin un punto  cardinal de referencia, pero tranquila, ya que ahora sé que hablamos de una persona y no un vegetal ilegal. “¡No sabe lo que pasó!”
(¡Ay! ¡No! Esto va a ser de terror, y encima el sol me está partiendo la espalda) “¡Le entraron!” (Dos significados de esta frase me pasan por la cabeza, ¡pero con esta mujer puede ser cualquiera de los dos!) “Parece que estaba acostada durmiendo la siesta – bueno, eso dice ella – y sintió ruidos en la cocina. Se levantó, ¡y había un hombre!” (Otra vez se las ingenia para que su entonación de lugar a dos interpretaciones – pero a esta altura ya quiero saber qué pasó) “Dice que gritó y el marido, que estaba en el kiosco, entró corriendo – no sé cómo corrió con ese peso – ¡y la encontró desmayada! ¡Y no había nadie!” Me mira como esperando un comentario y yo, ya entregada, se lo doy al modo local:
Yo: “¡No me diga!”
V: “No saben si se lo imaginó o el tipo salió corriendo cuando gritó, ¿vio? Pero para mí…”
Yo: (Sabiendo que eso significa ‘pregúnteme’ y tratando de hacerla corta porque a esta altura me están saliendo ampollas en el lomo) “¿Si?”
V: “Más claro, échele agua. Para mí le dio al tinto con la comida. A la Coca le gusta el tinto.”
Yo: (Todavía sin saber de quién habla) “¡Pero qué cosa! Bueno, después del 31 _”
V: “Y todas le dijimos lo mismo. Tiene que parar con el tinto.”
Yo: (Ya sin importarme la pobre Coca y pensando sólo en mi espalda) “Después del 31 vengo a quedarme. Así que _ “
V: “El tinto no es para todos, ¿vio?”:
Yo: (Casi en ‘estado alterado’) – nos vamos a ver. Ahora tengo que ir a cortar la bomba.” (¡A vos te quiero cortar!) “¡Nos estamos viendo!” (Hasta sueno entusiasta, miren)
V: (Un poco decepcionada) “¡Ah, bueno! Vaya, vaya. Si se le quema la bomba…” (¡La boca se te haga a un lado!) “Nos estamos viendo. ¡Pasaron un montón de cosas este año!”
Alza la voz mientras yo me alejo.


Desaparezco de su vista lo suficiente como para asegurarme que volvió a su casa y pienso que estas vacaciones ¡van a ser moviditas!

martes, 17 de diciembre de 2013

Diálogo con mi otro yo mientras preparo exámenes orales


MOY: “Hola, hola. ¿Qué hacés?”
Yo: (Pensando cómo evitar esta conversación y, por supuesto, no logrando el objetivo) “¿No  me ves que estoy preparando los exámenes orales? ¿Y vos qué hacés? ¿Algún día internacional del que no me enteré?
MOY: “No. No. Sólo me preguntaba…” (Umm, dijo la nutria. ¿Qué se traerá entre manos?”)
Yo: “¿Ahora qué?”
MOY: “Nada, digo, ¿más de 30 años tomando exámenes y todavía tenés que preparar lo que vas a preguntar? ¿La edad te volvió olvidadiza?” (¡Pero y LPMQLP!)
Yo: (Armándome de paciencia) “Si preparás los exámenes te asegurás de ser justa con los alumnos – no preguntarle más a unos y poco a otros, de no preguntar lo mismo varias veces, de darles a todos el mismo tiempo, de _” (Por supuesto interrumpe)
MOY: “¡Ah! Y por supuesto, esto te lo pagan como horas extras, ¿no?”
Yo: (Ya empezando a sulfurarme) “Mi abuela decía: ‘a preguntas necias, oídos sordos’”
MOY: “En realidad es ‘a PALABRAS necias, oídos sordos’. Y vos te estás quedando sorda por la edad, no por lo que escuchás.” (¡Juro que un día de éstos me opero de MOY!)
Yo: “Sos de los que creen que por la plata baila el mono, ¿eh?”
MOY:  “Bueno. No sé de los monos, pero se de gente que canta, toca, actúa, publica, etc. por plata – y no te hagas la idiota y digas que ese es su trabajo, porque sabés bien a qué me refiero.”
Yo: “Hora de que desaparezcas. No pienso seguir con esta charla inútil. Mercenarios hubo siempre y siempre los habrá – en cualquier profesión. Así que ¡Chau!”
MOY: “No. No. Pará que esto me interesa. A parte de todo lo que decís que se logra preparando exámenes, ¿qué otras cosas ‘positivas’ le ves a estar perdiendo el tiempo laburando en esta boludez con este calor?”
Yo. “¡Ya me preguntaba cuándo iba a aparecer tu término favorito! Pero como soy educada – a diferencia de vos – te voy a contestar: no estoy perdiendo tiempo sino ganando tiempo. Eso, entre otras cosas, hace que los alumnos no estén esperando rendir más de lo necesario, y que los pobres colegas que integran tribunal conmigo no se mueran de aburrimiento y malgasten SU tiempo.”
MOY: “¿Ahora sos la Madre Teresa de Calcuta? ¡Dejate de joder! ”               
Yo: “Para nada. Es tratar de ser eficiente, nada más.”
MOY: “Umm. Eficiencia, eficacia… eso me suena… Vi algo en algún lado…
Yo: “¿Qué? ¿Estás teniendo problemas de memoria? (¡Tomá! ¡Jodeme ahora con la edad!)
MOY: (Por supuesto sin prestarle atención a mi ataque verbal) “¡Ah, ya me acordé! Y me voy a tomar el atrevimiento de traducir del inglés – después de todo, en tantos años con vos, algo aprendí. ‘Eficiencia es hacer las cosas bien; eficacia es hacer las cosas correctas.’ Espero que tanto laburo produzca ‘cosas correctas’”


Estoy por replicar y mandar a MOY a un lugar muy feo cuando me doy cuenta que la soberana HDP ya se fue.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Diálogo con empleado de ‘atención al cliente’ de empresa de telefonía móvil.

Después de esperar 20 minutos a que el turno C26 aparezca en la pantalla, escucho que alguien ‘canta’ el número… (y bueno, a los dueños de la tecnología… ¡también los jode la tecnología!)

EAC: (Con sonrisa digna de comercial de pasta dental) “Buen día, Sra. ¿En qué puedo servirle?”
Yo: “Eso lo voy a decidir cuando termine esta pequeña entrevista” (Y, estoy recaliente con la compañía. Pero a pesar de mis palabras, también le sonrío un poco porque podría ser mi hijo.)
EAC: (Quizás pensando ‘me tocó la loca del día’, emplea una entonación condescendiente que me cae más que mal) “Bueno. Bueno. Veamos qué le pasa.” (¿Qué sos? ¿Médico?)
Utilizando técnica de respiración para clamarme, le explico la situación.
EAC: “Ah. Pero podía comunicarse con atención al…
Yo: (No lo dejo terminar) “Traté toda una mañana y el tiempo de espera no bajaba de 15 minutos. ¿Sabés? Mi tiempo vale tanto como el de la compañía.”
EAC: (Insistiendo con tratarme como si fuera una neurótica peligrosa a la que hay que hablarle suave – me parece que ve demasiadas series de rehenes y negociadores) “Claro. Claro. ¿Y probó por mail?, porque…”
Yo: (Otra vez lo interrumpo) “5 mails. Ninguna respuesta. (Creo que acorto las oraciones para no revelar la bronca que tengo) ¿Vos crees que me banqué esto (miro a mi alrededor) porque no tengo nada que hacer?”
EAC: “No. No. Claro. Veamos qué pasa. (El plural me molesta tanto como el tono que sigue usando) Bueno, acá aparece la factura impaga.”
Yo: “¿No me digás? ¡Qué novedad! ¿No te dije hace un ratito que nunca me llegó? A no ser que la pagara Cadorna, debe estar impaga todavía.”
EAC: “¿Quién es ‘Cadorna’? (¡¿Realmente es tan joven como parece o me está tomando el pelo?!) Se ve que mi cara va de mal en peor porque agrega rápidamente: “Ah. Es una expresión. Claro. Ja ja. Ejem… bueno, va a tener que pagarla.” (¿Pero es salame o se hace?)
Yo: “¿En serio?” (Ironía que hasta un nene de 10 años pescaría).
EAC: “Y, sí. Se la puedo imprimir desde acá.” (¡Bravo! ¡Bravo! Media mañana para solucionar parte de un problema. ¡Viva la tecnología!)
Se levanta y vuelve con la hojita. Me pongo a revisarla mientras que el EAC adopta un lenguaje corporal que dice ‘Bueno, ya está. Movete que tengo que seguir atendiendo.’
Estoy por levantarme cuando veo un recargo. Sin dirigirle la palabra le muestro la factura y señalo la cifra.
EAC: “Es el recargo por pago fuera de término.”
Yo: Ya casi sacada – lo que me hace muuuuy HDP. “Se leer. Pero parece que vos no sabés escuchar. No pienso pagar un recargo por culpa de la compañía que no mandó la factura en término. Así que levantá el traste de la silla, hablá con quien tengas que hablar e imprimime la factura que me corresponde  pagar.”
Se levanta y casi vuela por el pasillo. Unos segundos después vuelve con una nueva boleta. Casi estoy por darle las gracias cuando comete el error de decir:
EAC: “Le vamos a hacer el favor esta vez, pero tenga en cuenta que la próxima vez va a tener que pagar con recargo.” (¿Pero este chico no se da cuenta que puede ligarse un puñetazo en la nariz por defender la empresa?)
Yo: “Querido, te lo voy a decir despacito para que te entre. La próxima vez que la factura no llegue a tiempo no voy a perder MI tiempo viniendo acá. Voy directo a defensa del consumidor. Y otro consejo: cortala con el tonito condescendiente – cae mal y alguien podría tener peor carácter que yo.”


Me levanto de la silla y mientras me dirijo a la salida giro para mirar al pobre EAC que parece estar haciendo un esfuerzo mental sobrehumano…  Y entonces caigo en la cuenta: debe estar pensando qué quiere decir ‘condescendiente’!!!

jueves, 5 de diciembre de 2013

Diálogo con compañera consumidora en supermercado (Perdón a las ideologías de donde vienen los términos por ponerlas en contacto).

Estoy frente a la góndola de las yerbas cuando una señora mayor se para a mi lado.

CC: “¡Pero mire! ¡Mire esos precios! ¡Es una tomada de pelo!”
Yo: (Que estaba mirando los precios) “Qué aumento, ¿eh?”
CC: “¡Y éstos se dicen Peronistas! Si Perón viera esto se vuelve a morir.”
Yo: (El comentario me toma por sorpresa y giro para verla mejor: ochenta y tantos, con jogging y zapatillas deportivas, y anteojos que deben tener menos aumento que los míos. Y sí, debe haber vivido el Peronismo.) “Bueno, la verdad no sé mucho de política, pero_”
CC: “¡Pero nena! (¡Ay! Debe tener ochenta laaaargos) ¡Si no hay que saber de política – basta con ver lo que pasa! (Resopla como caballo enojado) Y de qué ‘revolución’ hablan?”
 (Lo dice con tanta pasión que me pica la curiosidad y me debato entre seguir la conversación, a riesgo de que le suba más la presión, o amablemente despedirme y seguir mi camino. Y no puedo con mi genio.)
Yo: “Bueno, el término ‘revolución’ quiere decir tantas cosas…” (Se la dijo picando)
CC: “Mi padre laburó toda su vida y tuvo casa gracias a Perón. Eso sí, la pagó centavito a centavito. Yo conocí un hospital gracias a Perón. Nadie en mi familia había ido a un médico antes. (Bueno, o tenían una salud de hierro, o ciertamente la medicina no estaba al servicio de todos)Pero cuidábamos el hospital como si fuera nuestra casa. Yo pude ir a la escuela y seguí estudiando y ninguno de los que veníamos de familias obreras destruía bancos o tomábamos escuelas… ¡Eso fue una revolución!” (Como veo que la presión parece estarle subiendo la interrumpo)
Yo: “Y, los tiempos cambian” (A punto estuve de decir ‘eran otros tiempos’)
CC: “¡Para peor! Y te lo dice alguien que siempre fue optimista (¡Menos mal!) Y cuando milité en el partido Intransigente _”
Yo: “¿Cómo? ¿Pero ese partido no venía de la UCR?”
CC: “No era que no sabías nada de política? (¡Me agarró!) Bueno, mi familia era Peronista, pero Alende me conquistó. (¿?) ¡Casi me expulsan de casa! (Se ríe). Había cosas por cambiar. (Se queda pensando)
Yo: “Bueno, hoy puede estar pasando lo mismo. Quien gobierna piensa que hay cosas que cambiar también, ¿no?”
CC: (Me mira y me dedica una sonrisa indulgente – casi como una abuela a un nieto que no entiende una suma de dos cifras) “Si querida, pero las cosas no se cambian haciéndole creer a la gente que solo tiene derechos y ninguna obligación. Se cambia generando trabajo y educando para que esa gente educada pueda ponerte los puntos sobre las íes y tenerte a raya cuando tengas el poder. (¡Chan! ¡Si se presenta a elecciones la voto con los ojos cerrados!) Ni pienso pagar eso por la yerba. Defensa al consumidor tendría que hacer algo. Hasta luego.”
Yo: “Hasta luego.”

Y se va. Y a cada paso mira los productos y menea la cabeza.

Y yo me quedo ahí, mirándola y pensando… 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Diálogo con mi otro yo sobre los sueños y …

Veo que en FB un alumno escribe sobre un sueño/pesadilla que tuvo. Comento algo, e inmediatamente….

MOY: “¿Ves lo que siempre te digo? Yo te salvo de sueños como esos y pesadillas.”
Yo: “Es que yo tengo mi propia pesadilla sin necesidad de dormir: ¡VOS!”
MOY: (Sin prestarme atención – como siempre) “Lo que estos chicos necesitan es comunicarse más con ‘sus otros yos’. Especialmente en la época de exámenes.”
Yo: “¡Lo único que les falta! Bancarse algo como vos mientras estudian. Aunque … pensándolo bien, tal vez esos ‘otros yos’- como vos decís -sean distintos.” (¡A ver si acusás recibo!)
MOY: “Que ignorante que sos. Por supuesto que son distintos. Cada uno de nosotros es único” (Lo dice como si hablase de una especie de criaturas sobrenaturales) “Eso deberías enseñarles: la comunicación con su otro yo.”
Yo: “¡Ja! ¡Ya me veo publicitando un curso sobre eso! ‘Hable con Su Otro Yo y conozca la sensación de querer sacudirse el cerebro’.”
MOY: “Mofarse de mí (¿‘mofarse’ dijo?!! ¿Qué habrá estado ‘googleando’?) no ayuda a esta charla. Y si creés que es broma, googleá ‘conversaciones con uno mismo’ y fijate todo lo que hay sobre eso.”
Yo: “¡Me imagino! Pero ‘conversar con uno mismo’ no es lo mismo que tener un moscardón en el cerebro que aparece cuando se le canta, molesta, y encima dice una guarangada después de otra! (Pienso que esto la puede ofender y hacerla desaparecer, pero no)
MOY: “Primero, no me hago cargo de los calificativos ofensivos que utilizás. (No, no. Acá hay algo raro. MOY hablando así… uhmmm) Segundo, como siempre, te vas del tema. Acá lo importante es que Otro Yo les serviría a los chicos hasta cuando están rindiendo…” (Acá interrumpo yo)
Yo: “¡Eso sí sería bueno de ver! Ya imagino ‘Otros Yos’ sugiriendo respuestas a preguntas de lengua, gramática, fonética, psicolingüística… ¡Sería apotéotico! Excepto para los pobres alumnos, claro.”
 MOY: “Seguí burlándote no más. Pero acordate lo que decía Platón: ‘La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan’ “
Yo: “Y vos seguí amenazando no más. Ya te dije, ¡voy a buscar la manera de operarme de vos!”
MOY. “¡Y tenía que aparecer la boludez del día!”
Yo: “¡Y tenía que aparecer la palabreja del día!”
MOY: “Esta bien. Acá la corto. (¡Ay! ¡Gracias Señor!) Pero me voy con otra cita – esta de Paulo Coelho: ‘Ciertas personas, en el afán de querer construir un mundo donde ninguna amenaza externa pueda penetrar, aumentan exageradamente sus defensas contra el exterior y dejan su interior desguarnecido.’  ¿Qué tul?”


Sé que ya he dicho esto, pero, QHDP!!!!!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Diálogo con MOY en el dia internacional del hombre y del … Ay! No!

Abro el FB y veo que una amiga comenta que el 19 de noviembre es el día internacional del hombre. Espero unos segundos a que MOY aparezca… pero nada.  Raro.
Voy a mi muro y allí otra amiga dice que el mismo día es el día mundial del….

MOY:  “Sí, el día mundial del INODORO! ¡No se puede creer! ¡¿Si esto no es una boludez, la boludez dónde está?!
Yo:  “Apareciste. Me tenías preocupada. Y usaste tu término favorito, además_”
MOY:  (Interrumpiendo, como siempre) “Pero fijate que no dije nada sobre el día internacional del hombre, porque ya  sabés que pienso que es una boludez como el día internacional de la mujer. ¡Discriminatorio! Y no me digas que es coincidencia que pusieran el día del inodoro el mismo día. Seguro que lo pensó una feminista acérrima.”
Yo:  “Pará. Pará. Hay muchos otros días internacionales y/o mundiales que coinciden.”
MOY:  (Sarcasmo evidente en la entonación)“ Sí, claro.”
Yo:  “Lo del inodoro es para resaltar la importancia sanitaria que tiene. Y el día del hombre es , entre otras cosas, para resaltar el rol positivo de los varones, según leí por ahí.”
MOY:  “¡Entonces, que hagan coincidir el día del mingitorio con el del hombre!”
Yo: (Freno una carcajada porque sé que eso enardecería más a MOY, y trato de poner paños fríos) “Bueno, eso sí sería discriminatorio. Después de todo el inodoro es para todos y todas.” (¡Mejor hubiese sido quedarme callada!)
MOY: “¡Ooooootra boludez! ¿¡Todavía no se dieron cuenta que hay más de dos géneros, eh?!
Yo:  (Tratando de calmar a MOY) “Bueno, pero cualquier género usa el inodoro, ¿no? ”
MOY: “En eso tenés razón. Todos hacemos popó.”
Yo: (Totalmente sorprendida por el eufemismo) “Vas mejorando – tu vocabulario, digo.”
MOY: “Es porque siempre me hacés quedar como guaranga en el FB cuando subís nuestras charlas. Así que no pienso decir con todas las letras que tener un día mundial para un objeto donde se caga es más que una boludez. Y que hacerlo coincidir con el día internacional del hombre es una cagada en sí misma.”
(¡Ay! ¿¡Por qué no me callo la boca?!)
Yo: “¡Esta vez te pasaste de la raya!”
MOY: “¡Hablando del inodoro!” (¡Pero qué HDP!)
Yo: “¡Basta! No se te ocurra agregar ni una palabra más!
MOY: “ Y, sí, sería al pedo, ¿no?”
Yo: “Acá se acabó la conversación. Si hubiese un día mundial de la guarangada, sería por y para vos .”
MOY: “Esta bien. Me voy. Pero fijate que siempre eludís la parte más interesante de las charlas. CAGONA!”


Y con ese último improperio desaparece. ¡No se puede creer! Realmente no se puede creer.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Diálogo con vendedor de frutillas en medio de un embotellamiento de tránsito.

La ruta Pcial. 1 – mano a Santa Fe – parece una víbora multicolor formada por autos, camionetas, colectivos, camiones… . La cola se extiende hasta donde me da la vista. Me aflojo en el asiento, resignada. De pronto escucho alguien gritar:

VF: “ ¡Eh, doña! ¿Le vendo frutillas? Mire, son las últimas.”
Giro la cabeza y del otro lado de la ruta, veo un señor que me enseña una bolsa llena de frutillas. Por un momento desaparece tras dos o tres autos que pasan por la mano contraria.
Yo: (También gritando) “No, gracias. ¿Sabe qué pasa?”
VF: “ No. Pero va para largo. Lleva casi una hora así. ¿Seguro no quiere frutillas?”
Dudo por un instante y es suficiente para que cruce la ruta y se pare, bolsa de frutillas en mano, al lado de mi ventanilla.
VF: “Debe haber un accidente más adelante, porque hasta pasan pocos autos para el norte. O puede ser que hayan cortado a la entrada de Santa Fe por lo de la primavera. Como le dije – va para largo. ¿Segura no quiere aprovechar?” (Sacude la bolsa a la altura de mi cara)
Yo: “No, gracias. Yo no sé cuándo van a arreglar esto del tránsito acá.”
VF: “Espero que tarden bastante.” Y se ríe.
Yo: (Totalmente sorprendida) “¿Eh?”
VF: “Y, mire, cuando pasa esto se vende todo en poco tiempo. La gente se pudre de no avanzar, nos ven, y compran.”
Yo: Me río para no decirle lo que estoy pensando. “Si, claro, pero los autos se recalientan, ¿vió?”
VF: “También tengo agua por las dudas alguien necesite tirarle al radiador.” No me animo a preguntarle si la vende también – pero no es necesario, porque sigue: “Un peso la botella.” (¡Pero qué HDP!)
Yo: “¿Y alguien se la compra?”
VF: “Y, sí, a los de los autos viejos no les queda otra.”
La cola se mueve un poquito y yo avanzo también y me despido del vendedor de frutillas.
Yo: “Bueno, parece que ya se mueve. Hasta luego.”
VF: (Ya cruzando la ruta para volver al puesto) “Chau doña. Y si se traba más adelante, ¡acuérdese que podría estar comiendo frutillas mientras espera! ” ( ¡Un reverendo HDP!)


Y dicho y hecho. Dos kilómetros más adelante la cola se inmoviliza nuevamente. Pero en vez de pensar que podría estar comiendo frutillas, pienso que los sociólogos, filósofos y políticos que creen que el capitalismo es exclusivo de  los grandes grupos económicos, deberían darse una vueltita por la ruta 1 un domingo a la tarde. El vendedor de frutillas la tiene clara: ‘oferta y demanda’- no importa por qué la demanda; ¡ razonamiento capitalista si los hay!

miércoles, 18 de septiembre de 2013

I start a language lesson and when I’m giving the instructions for the first activity, the door opens and a student comes in. Knowing I hate unpunctuality, she essays an apology plus an excuse:

St: “Sorry, Adriana, but I ‘got laid’ (obviously the poor thing meant ‘late’ – but a fully long diphthong there plus a nonexistent last consonant changed the word completely!)

Me: (Lowering my glasses and fixing her with my stare – well, at least with one of my eyes!) “Well, well, well, I do like sincerity, but I don’t need to know THAT much!” 

martes, 17 de septiembre de 2013

 As I go out of the classroom after a phonology lesson, I hear :

St: “Adriana, Adriana, Adriana” (calling out to me the way you call a dog)
Me: (Imitating his call) “Yes, student, student, student?”
St: (The student smiles but doesn’t seem to register the ‘gentle correction’) “I want to ask you something. En castellano que es más rápido.” (I never know WHY they say that!)
Me: “Ok.”
St: “Qué hacés si una sílaba está ‘estresada’ y_” (Here I interrupt)

Me: “Si una sílaba está ‘estresada’…. ¡Llevala al médico!”

sábado, 7 de septiembre de 2013

Some years ago, teaching Phonetics I, I was at my wits’ end to make students produce the ‘short u’.
Knowing that ridiculous utterances containing many words with the same sound can make the sound memorable, I urged students to come up with some ‘nonsense utterances’, but wasn’t being very successful. So I decided to give an example myself and blurted out the first thing that came to my mind:
“I would do it in the woods if I could.”

Needless to say, those students still rub it in whenever I meet any of them!

jueves, 5 de septiembre de 2013

Diálogo con empleada pública

Me siento en una silla muy cómoda a esperar mi turno en una dependencia pública, y no puedo evitar pensar en cómo han cambiado las cosas. Años ha hubiese estado parada en una cola interminable, chupando frío. Además, estudiando el lenguaje corporal de las empleadas, también descubro una actitud positiva y solícita hacia quienes están atendiendo.
Cuando llega mi turno….

EP: “Buen día, Sra. ¿En qué le puedo servir?” (¡Qué diferencia con el antaño ‘¿seeeeeee?’)
Le explico el problema que tengo con un trámite muy importante para mí.
EP: “A ver. Déme un momento que controlo con la base de datos.” Los dedos vuelan sobre el teclado mientras ingresa mi número de expediente. “Um… acá no está. A ver si en…” Y sigue tecleando como loca. “No. Acá tampoco.” Más sonido de teclas.
Yo: “Tal vez si me decís en qué oficina está, yo puedo ir en persona y _”
EP: (Con mirada en la pantalla y los dedos aún recorriendo el teclado). “No. No. Tiene que estar acá.” (No sé si ‘acá’ es en la pantalla, en algún lugar recóndito del ciberespacio, en el edificio, o dónde) “ ¡Pero no puede ser! ¡Tiene que estar!” (Perdiendo, me parece, algo de la calma y seguridad con la que me atendió)
Yo: “Mirá, no te hagas problemas, puedo venir otro día o preguntar en_”
EP: “No. No. Deme el número de expediente de nuevo.” (Um… ¿no hay ‘por favor’?)
Yo: Le repito el número y agrego (¡Ay! ¡¿Por qué agrego?!) “Yo no tuve problemas para seguirlo por internet, pero lo que quería saber_”
EP: “Si ud. no tuvo problemas, (entonación de: ‘dudo que no haya tenido problemas porque yo sí los tengo’) tiene que estar.”
Me quedo callada unos momentos – y la dejo seguir , ya con movimientos frenéticos, su sinfonía ‘teclística’.
EP. “Y encima esto está más lerdo que… ¿Y ahora qué pasa?” Todo esto dirigido a la pantalla. Después de unos segundos: “ ¡Ay, nó! Se cayó el sistema.
Yo: “Bueno, no importa. (Me mira como diciendo ¿Sos tarada? ¿No te das cuenta de lo que esto significa?) Si me decís dónde queda la oficina voy en persona y pregunto”.
EP: Todavía mirando la pantalla como si el suelo se le estuviese moviendo bajo los pies. “No, no. Para eso estamos nosotras, para que la gente no los moleste.”
Yo: “Y eso está muy bien. Pero en este caso…”
EP: “No. Mire, va a tener que esperar a que vuelva el sistema o venir otro día.”
Miro a mi alrededor y veo el mismo pánico en las caras de todas las otras empleadas y escucho a la de al lado decir exactamente lo mismo que me dijeron a mí.
Yo: “Bueno, vuelvo otro día. Gracias (Evito decir ‘por nada’)”

No me contesta porque ya está hablando con las otras empleadas. Mientras me levanto escucho que una dice: “Menos mal, así nos aflojan un poco. Traete unos cafés.”

Mientras voy hacia la salida pienso que la cosa no ha cambiado tanto desde que hacíamos colas interminables chupando frío.

sábado, 24 de agosto de 2013

Diálogo con Mi Otro Yo a minutos de haberme reventado la frente contra el respaldo de una silla de algarrobo.

Estoy tratando de parar el sangrado con una gasa y al mismo tiempo limpiar el piso con un trapo cuando….

MOY: “Hola. Hola. ¿Qué estás haciendo?”
Yo: (Con sarcasmo y enojo más que claro en la voz) “ ¡Estoy haciendo una pintura abstracta en el piso con mi propia sangre!” ¿Qué te parece que hago, tarada?!”
MOY: (Sin inmutarse) “Y qué sé yo. Pensé que estabas tratando de abrirte el famoso ‘tercer ojo’. Como el derecho ya no va más…”
No contesto pero empiezo a temblar de furia – o puede ser el shock del golpe.
MOY: “Parece que el golpe también te afectó el habla. ¡Qué cagada! ¿Y ahora cómo vamos a charlar?”
Yo: (Respirando profundo) “ ¡Si por lo menos el golpazo hubiese afectado el área del cerebro donde vos residís!”
MOY: “Olvidate. Yo siempre voy a estar. Cambiando de tema, ¿qué te hizo la pobre silla para que le dieras semejante frentazo? ¿O fue de boluda no más?”
Yo: “ ¡Y tenía que aparecer tu término preferido!”
MOY: “No podés negar que fue una boludez.  O capaz es tu ceguera. O a lo mejor estás como los adolescentes cuando empiezan a cambiar el cuerpo y se vuelven torpes _ Naaa, eso no puede ser. También a las embarazadas les pasa, ¿no? Cuando crece la panza es como que se chocan todo. Er…. Naaaa. Tampoco puede ser eso _ sería un milagro médico.”
Yo: (todavía agachada limpiando el piso y algo mareada) “¡Te podés ir a la M…!”
MOY: “Uhm… y hay que agregarle irritabilidad. Sí, ya está. El diagnóstico es vejez combinada con docencia _ estás al horno.”
Me niego a responder, pero eso nunca detuvo a MOY.
MOY: “Al final, trato de darte una mano y me contestás con silencio. No hubiese aparecido si el ‘PUM’ del golpe no me hubiera despertado. Así que mostrá un poco de buena educación y contestá.”
¡No te lo puedo creer! Es una reverenda HDP!
Yo: “¿No te das cuenta que lo menos que quiero en este momento es tener que escuchar las idioteces que decís?”
MOY: “Bueno. Está bien. Pero me voy con un dicho: ‘Al diamante los golpes le dan forma y valor; a un terrón lo desmoronan’. Tu caso es como el del diamante – ya le dio forma a tu frente y es más, parecés un unicornio.


¡Pero que HDP! ¡Una HD remil P!

viernes, 9 de agosto de 2013

Diálogo con Mi Otro Yo a dos días de las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias - PASOS.

MOY: “Hola. Hola. ¿Cómo andamos?”
Yo: “Yo bien. Vos no sé. ¿Por qué tenés que usar el plural? Y otra cosa: estuviste desaparecida estos días.”
MOY: “ ¡Qué conmovedor que hayas notado mi ausencia!”
Yo: “No, en realidad _ (me interrumpe como de costumbre)
MOY: “Lo que pasa es que aunque me hubieses llamado, no te habría oído. Me puse algodones en los oídos hará una semana y hoy me los saqué.”
Yo: “ ¿Eh? Y eso por qué?”
MOY: “No te hagas la idiota (bué – viene agresiva la cosa). No pensaba bancarme más la propaganda política. Una peor que otra. Es decir, una más boluda que otra.”
Yo: “Ya me preguntaba cuándo ibas a usar el término.” (Y me resigno a escuchar una lista de quejas)
MOY: “Entre la cancioncita del cucú de los cordobeses, ‘el país normal’ de algunos porteños, y el  ‘eligió’ en primera persona - como si la presidente fuera la candidata - pegado a la figura de un político local…”
Yo: “Bueno, sí, la creatividad no fue una de las características de esta campaña, pero_”
MOY: “Qué pero ni pero. Ni creatividad, ni propuestas. El mensaje de los oficialistas se apoyan en lo que hizo el gobierno y los opositores… bué, también en lo que hizo el gobierno!”
Yo: “Umm.”
MOY: “Y mirá la izquierda. No hay manera de que se junten. Pareciera que para un izquierdista no hay nada peor que otro izquierdista.”
Yo: “Umm”
MOY: “Y la derecha está tan torcida que ya no saben si son de derecha o_”
Yo: “Bueno, pará un poco.”
MOY: “Sí, al cuete llorar sobre la leche derramada, ¿no? Y de todas maneras ya sé cómo voy a votar_”
Yo: “Pará. ¡Ni se te ocurra decirlo!”
MOY: “Por qué nó?”
Yo: “Porque voy a subir esta conversación a FB y quedaría como que yo canté el voto. El voto cantado está prohibido, por si no lo sabés.”
MOY: (Enojada) “No es tu voto. Es el mío, que lo tiró.”
Yo: “Sí, claro. Ya me veo explicando eso a una autoridad electoral.”
MOY: “Bueno. Tengo la solución: ¿viste que acá tenemos que votar dos veces – a la manera antigua para diputados  por un lado – con sobre en urna tradicional, y poniendo la crucecita por el otro y colocando la papeleta en la urna gigante?”
Yo: “Sí. Se va a demorar la cosa así. Pero no entiendo qué tiene que ver con _”
MOY: “Bueno, cuando hagas la primera votación, me dejás manejarte la mano derecha – o la izquierda, es lo mismo. Y cuando vayas a poner la cruz, yo te dejo que manejes la otra mano. ¿Qué te parece?”
Yo: “Me parece que estás de la nuca. Eso sería como cerrar los ojos y agarrar la primera boleta que tenga a mano por un lado, y volver a cerrar los ojos y jugar a ‘ponele la cola al chancho’ por el otro.”
Silencio por unos segundos y creo que desapareció, pero:
MOY: “ No serías muy original. ¿Qué creés que va a hacer mucha gente cuando vote?”


Me niego a contestar, y ya sea por esto o porque está saboreando el golpe, desaparece. Y yo pienso que voy a tener que estar muy atenta a mis manos cuando vaya a votar.

martes, 30 de julio de 2013

Diálogo con inspector de tránsito.
(Y sí, alguna vez tenía que pasar)

Estoy volviendo a casa en el auto cuando me sorprende ‘el ocaso’ – por si no lo saben, no tengo permitido manejar de noche por mi ojo derecho, calificado como ‘vago’… en fin). Consciente de que si oscurece rápido voy a estar en infracción, hago la típica – tomo una ruta alternativa y evito las avenidas donde  puede haber controles, pero al desembocar en la calle que me llevaría derecho a casa me encuentro con un control municipal y empiezo a transpirar)

IM: “Buenas tardes” (Bueno, ‘la tarde’ ¡no va a durar mucho!)
Yo: “Buenas tardes” Me inclino hacia la derecha y empiezo a sacar documentación de la guantera.
IM: “Qué frío hoy, ¿eh?” Su voz suena totalmente tomada por un resfrío.
Yo: (Todavía sacando papeles de la guantera) “ ¡Pero mire cómo está. No tendría que estar en este frío!”
IM: “Y, que se le va a hacer. Horas extras, ¿vio?”
Yo: (Ya con los papeles en la mano y transpirando como si la calefacción del auto estuviese al máximo) “Pero se va a gastar todo lo que gane hoy en remedios. ¿Qué necesita que le muestre?” ( ¡Hay que ser caradura!)
IM: (Sin contestarme la pregunta) “Probé de todo. Té con limón y miel, algunos remedios, y nada.”
Yo: (Viendo que la poca luz que había va desapareciendo) “Mi abuela decía que la gripe se cura con remedios en siete días y guardando cama en una semana.”
IM:  Se ríe. “¡Mi mamá decía lo mismo!” (Los dos autos delante de mí ya están arrancando)
Yo: (Extendiéndole los papeles entre los cuales puse mi carnet – sí, medio escondido, lo admito) “Acá tiene”
IM: (Toma los papeles y pienso: ‘bueno, ya está. Multa en puerta’). Estornuda y empieza a toser de tal manera que se le caen los documentos de la mano. Los junta uno por uno y me los da. “Tome señora, y siga no más.”
Yo: “Muchas gracias, y cuídese.” Manoteo los papeles y los pongo en el asiento del pasajero. Estoy por arrancar cuando escucho:
IM: “ ¡Espere, señora. Su carnet!” (¡LPMQLP! ¡¿ Justo el carnet tenía que quedar en el suelo!?)
“Perdóneme, casi si va sin carnet. ¡Mire si la paran por ahí!” (Se ríe y tiene otra acceso de tos)
Yo: “Muchas gracias. Y que le sea leve”


Y ahora sí arranco. Levanto la ventanilla y pienso que la próxima vez voy a chequear  a qué hora es la puesta de sol antes de salir de casa en auto por la tarde.

domingo, 21 de julio de 2013

Diálogo con mi otro yo el día después del Día del Amigo.

MOY: “Bueeeenas.”
Yo: “Qué milagro aparecés hoy y no te dejaste ver ayer.”
MOY: “Estabas muy ocupada mandando y recibiendo mensajitos, mandando y recibiendo mails. ‘Feliz día del amigo por acá, feliz día del amigo por allá. Y yo nada.” (Suena ofendida)
Yo: “Bueno, che, yo creí que, con tu aversión a los días internacionales de cualquier cosa, tampoco festejabas este día.”
MOY: “Te voy a sorprender, pero no creo que la amistad sea una boludez.”
Yo: “Bué, no podía faltar el término, ¿eh? Pero_” (¡vuelta a las interrupciones!)
MOY: “Lo que es una boludez es que se festeje en distintos días en el mundo. Lo que te demuestra que ni en eso los humanos se ponen de acuerdo.”
Yo: “Uhm…”
MOY: “En Brasil el 18 de abril, en Perú el 1er sábado de julio, en Paraguay el 30 de julio, en_” (ahora interrumpo yo)
Yo: “Está bien. Ya entendí. Pero lo importante es el valor que se le da a la amistad, ¿no?”
MOY: (Sin registrar la interrupción) “Valor le das todos los días. Cuando te bancás una amiga con depre, cuando aconsejás a un amigo aunque sepas que el consejo no le va a gustar, cuando_” (vuelvo a interrumpir)
Yo:  (Sarcásticamente) “Cuando te bancás a alguien rompe pelotas…”
MOY: “¡Ay! ¡Gracias! Yo sabía que me considerabas tu amiga.” (Sarcasmo captado pero mal interpretado) “Por fin te diste cuenta que soy tu mejor amiga, ¿no? Soy tu cable a tierra, ¿no?”
Yo: “Más que un cable a tierra, sos un ancla. Pesada, pesada.”
MOY: “Tal vez (¡¿tal vez?!), pero estoy con vos desde chiquita.”
Yo: “Sí, pero cuando era chiquita, no aparecías tan seguido.”
MOY: (Sin morder el anzuelo) “Estuve ‘googliando’ sobre el tema.”
Yo: “¡Ay, no! Hoy no. Es domingo. Dejate de joder.”
MOY: “Escuchá esta frase: ‘Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y esperan a oír la contestación’.”
Yo: (Muy a mi pesar) “Está buena. Pero_”
MOY: “Y esta otra: ‘Cuando un amigo nos pide algo, la palabra «mañana» no existe’.”
Yo: (Algo sorprendida por el tono benévolo de las citas) “También está buena. Parece que la amistad es un tema que saca lo mejor de vos, ¿eh?”
MOY: “Yo siempre doy lo mejor de mí. (Bué, ya estamos volviendo a la normalidad)Por eso dejé la que considero la mejor cita para el final. Y de un autor que te gusta – consideralo un tributo a nuestra amistad. (Casi me está conmoviendo) De Oscar Wilde: ‘Un amigo verdadero te apuñala de frente’.”
Yo. “¡Sos una verdadera HDP! No te quiero ni ver. Desaparecé.”


Todo esto al cuete porque apuñaleó y se fue.

martes, 16 de julio de 2013

Diálogo con peluq… perdón, ‘estilista’.

Abro la puerta de la peluq… perdón, del ‘salón de belleza’, saludo, y…
P: (Gritando – el no habla, grita) “ ¡Ayyyyyyyyy! ¡Paren las rotativas que llegó ‘aguinaldo’! (Me dice así porque voy dos veces al año) Como ya lo conozco, solo sonrío y me siento a esperar mi turno. “ ¡Pero mirá ese ‘quincho’ que tenés ahí! ¿Cómo podés andar por la vida así?
Yo: “Peor lo tuyo. La pelada va expandiéndose.”
P: “ ¡QTP!”
Yo: “Y bueno. Vos me jodés,  yo te jodo.”
P: “Pero yo por lo menos uso boina.” Me largo una carcajada y el termina con una de las clientas. “Vení que te lavo.”
Me siento en la silla de tortura y empieza a aporrearme la cabeza mientras me cuenta chismes de gente que ni conozco.
P: “No me estás dando pelota, ¿no?”
Yo: “Ya sabés que nunca te doy pelota. Si ni sé de quién estás hablando.” (Temo por la seguridad de mi cuero cabelludo porque el aporreo se intensifica)
P: “¿Qué pensás hacer con esas canas?” (Empieza el diálogo de siempre)
Yo: “Nada por ahora.”
P: “Claro. Ya me veo tiñéndote cuando estés en el cajón.”
Yo: “Autorizado. Total ya no voy a sentir nada.”
P: “ ¡Pero qué HDP que sos!” (Y me arranca una cana). Me arruinan cualquier peinado que te haga.”
Yo: (Trasladándome a la silla de corte) “¡Ah! Eso que me hacés cuando vengo es un peinado?”
P: (Me arranca más que retira la toalla) “¡Me encanta cuando me peleás! Todas estas (pasea la mirada por las otras clientas) son un flan.” Todas se sonríen como lo hice yo al entrar porque todas lo conocen también.
Yo: “Vos no tenés paz, ¿eh?”
P: “Tampoco tengo canas ni nariz de Pinocho.”
Yo. “Qué problema tenés con mi nariz?”
P: “Es demasiado grande y no es fácil cortarte cortito como vos querés y que no quedes como ave zancuda.”
Yo: (Me vuelo a reír) “Bueno, dale. Hacé lo tuyo, pero dejame algún pelo para peinar, ¿eh?”
P: “Te voy a dejar divina.” Trabaja por unos minutos con la velocidad de manos y tijera que siempre me llamó la atención. “Mirá. Mirá cómo te dejé la nuca.” (Pone un espejo detrás de mi cabeza y me da tiempo de calzarme los anteojos)
Yo: “Hermosa. Ahora, ¿tengo que caminar para atrás?”
Me da un coscorrón y sigue pelándome. Al ratito empuña el secador y el cepillo y sigue maltratando mi cabeza.
P: “Ahora ponete ‘los ojos’ de nuevo y mirá.”
Yo: (Tomándole el pelo) “¡Ay! ¿Esa soy yo? Pero mirá que chiquita me quedó la nariz.”
P: “La próxima vez  te afeito la cabeza y vas a tener que usar peluca.”
Me vuelvo a reír, le pago y me despido. Cuando voy llegando a la puerta me grita: “El corte que te hice no te va a durar 6 meses, ¿eh? Así que te espero en diciembre.”
Yo: “Sí, doctor.”
Mientras salgo, escucho que empieza con otra clienta:
P: “Y vos, parecés una gata. El pelo tricolor tenés. ¿Otra vez te teñiste sola?”


Toda una experiencia ir al peluq… perdón, al ‘estilista’.

martes, 2 de julio de 2013

Diálogo con MOY

Para Valeria Ricca, que es culpable de esto:

Diálogo con Mi Otro Yo con referencia al día nacional del …. NO, NO lo quiero decir!

Estoy relajándome un rato – entre corrección y corrección de trabajos prácticos – cuando por FB una ex alumna me ‘anoticia’ que el 27/06 – día de su cumpleaños – también se celebra en la Argentina el día nacional del ………

MOY: “Hola, hola. A mí no me escuchás, pero a una ex alumna, sí, ¿eh?"
Yo: “¡Claro! No podías fallar en aparecer. Y supongo que querrás expresar nuevamente tu opinión sobre las celebraciones nacionales e internacionales, ¿no?”
MOY: “Por supuesto. Y lo primero que quiero decir es que este día NO es una boludez.”
Yo: (Resignada a lo que viene) “Uhm…”
MOY: “ Es un día importante que celebra una característica – quizás la más importante – de los argentinos.”
Yo: “Uhm…”
MOY: “Es más, está tan arraigada en nuestro ser nacional que nos negamos a cambiar.”
Yo: “Uhm…”
MOY:  “ ¿No querés colaborar en esta conversación importante? Bueno, sigo. Esta característica parece ser casi genética en nuestro pueblo. Es la que hace que no nos quejemos cuando no nos dan boleta pero te cobran el IVA igual, cuando el colectivero decide ‘cortar camino’ y cambia de recorrido sin avisarle a los pasajeros, cuando te embocan con el impuesto a las ganancias aunque seas un laburante, cuando_”
Yo: “Ya entendí. Ya sé. Hacela corta que tengo que seguir laburando.”
MOY: “Lo dicho. Vos no sos la excepción. También deberías haber celebrado el día.”
Yo: “ ¡Dale, decilo de una vez y terminemos con esto!”
MOY: “Pará. Hay otros ejemplos que certifican que este día nacional es fundamental. Pensá en vos misma, que pagás los impuestos en tiempo y forma … jaaaaaaaaaaaaa Y después vienen las ‘moratorias’ para todos los chantas que adeudan cifras astronómicas – porque los que no tienen para pagar, no tienen para pagar la moratoria tampoco.
Yo: “¡Dale! Dejate de joder.”
MOY: “ Esta bien. Aunque un poco tarde, FELIZ DÍA DEL BOLUDO!!!!!  ¡Aguanten los BOLUDOS que por fin se dieron cuenta que lo son!!!
Yo: “Sos insoportable y además estás discriminando_” No me deja terminar
MOY: “Para nada. Así se da en llamar el día – pero yo creo que hay que modificarlo para que sea el día nacional del boludo y LA BOLUDA, para ser políticamente correctos.”
Yo: “Mirá, esto es una movida de las redes sociales, es_” Otra vez me interrumpe.
MOY: “Pero los argentinos nos merecemos este día, ¿o nó?”
Yo: “Bueno, en algo tenés razón.”
MOY: “En todo tengo razón. Somos la encarnación de lo que dijo Albert Camus: ‘La estupidez insiste siempre.’ Y yo ya lo adapté a nuestra realidad: ‘La BOLUDEZ insiste siempre.’”


Y se va, como de costumbre, sin darme tiempo a replicar – eso si tuviese algo para replicar. 

sábado, 29 de junio de 2013

Diálogo con ‘Miguelito’ … alguien muy especial.

Paro en un semáforo y un muchacho me hace señas para limpiar el parabrisas. Como de costumbre, pongo mi peor cara de vinagre (cosa que no me cuesta mucho, dirán algunos). El muchacho insiste, bajo el vidrio y niego con la cabeza. De pronto escucho:

M: “A esa no la jodás porque se baja y te pone un piñazo.”
Puedo ser medio ciega, pero las voces son para mí como una huella digital. Reconozco, en un cuerpo desproporcionadamente grande para lo que está en mi memoria, a ‘Miguelito’ – uno de los ‘chicos de la calle’ que estaba en el centro de evacuados de mi escuela durante la inundación del 2003.
M: “¿A que no se acuerda de mí?”
Me tiro a la derecha y me bajo del auto.
Yo: “¡No lo puedo creer! ¡Qué andás haciendo?”
Me da un abrazo que hace que todos los otros ‘trapitos’ se maten de la risa y los automovilistas, que ya están arrancando del semáforo,  se mueran de curiosidad.
M: “Y me conoció, no más.”
Yo: “ ¡Cómo no acordarme si me sacaste canas verdes a la hora de la cena!” Me río y lo miro de arriba abajo. “Para mí todavía sos el petiso rompe….s que me tiraba del carrito de la comida.”
M: “Ya tengo 20, profe.” (Y claro, debe haber tenido 10 años en el 2003.)
Yo: “¿Y qué hacés de tu vida?”
M: “No crea que soy como éstos (señala a los ‘trapitos’).  Vengo a vigilarlos para que no hagan ca_ … boludeces.” (Bueno, cambió la primera mala palabra por otra ‘más suave’) “Ahora soy panadero. ¿Se acuerda que nos pusieron a hacer pan con Julio, el portero? Nadie nos bancaba más.” Se vuelve a reír. Ahí aprendí, y después, bueno, cuando volvimos al barrio no había nada, así que con ‘Pincho’ - ¿se acuerda de ‘Pincho’? lo ayudamos a un vecino panadero a reconstruir la panadería y empezamos a laburar ahí. Yo todavía sigo… Pincho, bueno, el se fue ‘para otro lado’. Me mira directo a los ojos, tal cual hacía cuando era un enano insoportable, pero ahora la mirada no es desafiante sino triste.’
Yo: (Pensando en ‘Pincho) “Me alegro que estés trabajando. Me alegro de verte tan bien.”
M: “Ud. está igual, profe.” ¿Se acuerda cuando la cansé y se agachó a mi altura y me dijo: ‘me volvés a empujar el carrito y te emboco’? Se larga una carcajada y yo, debo reconocerlo, me pongo colorada. Pero es verdad que ese día me sacó de quicio. “¡De ahí en más fui un soldadito!” Vuelve a reírse.
Yo: “Bueno, dos cosas: primero, si me ves igual es que ya te llegó la vejez y no ves bien, y segundo… realmente ese día creo que había llegado a mi límite.”
M: “Naaaa. Si ud. nos tenía ca…..ndo, pero se le notaba que nos quería. Siempre sentí  no poder despedirme de Ud.”
Yo: No sé por qué, pero se me hace un nudo en la garganta. “Bueno, realmente un alegrón haberte encontrado, verte bien y con laburo. ¡Quién lo hubiera dicho! Ya sos todo un hombre.”
M: “Yo también me alegro de haberla visto. Y quédese tranquila – yo no soy Pincho.”
(¿Cómo puede alguien que no veo durante 10 años y que me conoció siendo un chico, y quizás en el peor momento de su vida, leerme la mente con tanta facilidad?)
Yo: “Ya sé. Vos sos distinto. Ya hace 10 años eras distinto a los otros.” Esta vez lo abrazo yo y después  abro la puerta del auto. “Chau. Cuidate.”
M: “Ud. también, profe.”


Y arranco dejando atrás a Miguelito – una de esas personas que entran y salen de  tu vida – o eso creemos – hasta que nos damos cuenta que nunca, en realidad, salieron, y siempre van a estar ahí.

domingo, 2 de junio de 2013

Diálogo con mi otro yo en el día del clásico Colón-Unión / Unión-Colón a puertas cerradas.

Con radio bajita de fondo, estoy corrigiendo transcripciones de fonética cuando:

MOY: “ ¡Volvieron los militares! ¡Volvieron los militares!”
Reacción instintiva: un sudor frío me recorre el cuerpo. Un miedo que hacía rato no sentía. Pero inmediatamente me doy cuenta que no puede ser.
Yo: “ ¡Pero qué decís, idiota! Si querías charlar, con decírmelo ya estaba.”
MOY: “ ¡Pero nó. Te digo que hay golpe de estado!”
Yo: “Esta vez te pasaste de la raya.  ¡Pará antes que me opere de vos!”
MOY: “¿No viste el helicóptero? ¿No sabés que se ‘instó’ a los negocios a cerrar para evitar que la gente se aglutine? ¿No te enteraste que no dejan que la gente se ponga ropa identificatoria de ciertas agrupaciones? ¿En qué burbuja vivís? Haciendo chirimbolos en esos prácticos mientras se coartan las libertades individuales? ¡Si hasta revisan autos!”
Yo. (Dándome cuenta finalmente de qué habla). ¡Pero nó, pedazo de tarada! Todo eso es por el clásico de fútbol – aunque admito que no sabía que había tantas medidas de seguridad – si lo juegan a puertas cerradas.
MOY: “¿El clásico de fútbol? ¿Todo esto por un boludo clásico de fútbol?”
Yo: “ ¡Y dale con el adjetivo calificativo!”
MOY: “Me encantó. Lo juegan a puertas cerradas para que los vándalos no rompan un club y los idiotas que quieran ir se pongan en riesgo a sabiendas, pero nos imponen a todos los demás límites a nuestra libertad de circular, de irse a morfar y chupar algo…”
Yo: “Bueno, che, es un día. Todas esas son medidas de seguridad para cuidarnos. ”
MOY: “Si quieren cuidarnos ¿por qué no se ponen de acuerdo los clubes y la policía y agarran a los 100 o 200 mafiosos que son los que viven haciendo quilombo para proteger sus ‘negocios’, eh? ¿Porque tanto los clubes como la policía tiene parte en esos negocios?”
Yo: “uhm… Tengo que admitir que en algo tenés razón. Pero eso lleva tiempo y el clásico es hoy.”
MOY: “Así que ‘el estado’ hace por nosotros lo que no podemos hacer nosotros mismos?”
Yo: “Algo así.”
MOY: “Sigo caliente, pero creo que todos deberíamos recordar eso de ‘cuando un pueblo entrega su libertad para ganar seguridad, termina no teniendo ni lo uno ni lo otro.”


Y se vá – y me deja pensando…  ¡Cómo me deja pensando!

jueves, 30 de mayo de 2013

Diálogo con MOY en el día internacional de …

En uno de esos raros momentos cuando mi cerebro está completamente en blanco – cuando no hay ni media sinapsis, ¿vió?, desde lo más recóndito de la materia gris escucho:

MOY: “¡Viva la papa! ¡Viva la papa!”
Yo: (Totalmente sorprendida ) “¿Pero qué decís? No será ‘viva la Patria’? Si es así, estás media atrasada. Hoy es 30 de mayo.”
MOY: “¡Viva la papa, carajo!”
Yo:  “¿Pero de qué papa hablás? Si es por el Papa estás usando el artículo equivocado.”
MOY: “No me equivoco, ni me estoy refiriendo a Francisco ni a la otra ‘papa’ que podés estar imaginando. ¡Viva la papa, carajo!”
Yo: “Está bien. Me rindo. ¿De qué estás hablando?”
MOY: “Hoy es el día internacional de ooooootra boludez.”
Yo: “¡Y dale con la palabreja! Pero sigo sin entender _”
MOY: “Tus capacidades mentales van en picada.(¡Pero qué HDP!) Hoy es el día internacional de LA PAPA. La cosa redondita que se puede asar, hacer puré, _”
Yo: (Interrumpiendo) “Ya sé qué es una papa. ¿En serio me decís? No lo puedo creer.”
MOY: “Se ve que es importante entre las boludeces, porque le dieron un día internacional _”
Yo:  (Evitando la interminable discusión sobre ‘los días internacionales’) “Bueno, según dicen, la papa tiene muchas propiedades nutritivas. Es más, se dice que aporta más nutrientes que energía al organismo.”
MOY: “Y aporta al léxico también.”
Yo: “¿Eh?
MOY: “Y, mirá, tenemos ‘no entiendo una papa’, ‘no se una papa’, ‘no veo una papa’ – ese te viene bien a vos –  ‘el tema es una papa caliente’, ‘papita pa’ el loro’, ‘cuando las papas queman’, ‘algo o alguien es una papa’,  y muchas más.”
Yo: (Tratando que no se me note el estado de aturdimiento ) “Bueno, veo que has estado … eh… investigando expresiones idiomáticas españolas.”
MOY: “Apenas vi en google que era el día internacional de dicho tubérculo, me puse a ‘googliar’ sobre el mismo.”
Yo. “¡Epa! ¡Cómo saltás niveles de formalidad! Te voy a tener que atender más seguido o te vas a estresar de tanto ‘googliar’ y pensar.”  Mientras digo esto tipeo ‘dia internacional de la papa’ en el buscador… y me quedo atónita al ver … “¡Pedazo de idiota!  No es el día internacional de la papa. Acá dice que se celebra ese día en una ciudad de Perú!”
MOY: “A ver, a ver. No puede ser.”  Y lee la página que abrí.
Yo:  “Me parece que TUS capacidades mentales van en picada.” (¡Qué placer devolverle el golpe!)
MOY: “Pero… ¡cómo puede ser! ¡Si me fijé bien!”
Yo:  “Y, viste, ‘no veo una papa’  también se puede aplicar a vos.”


Espero la contestación unos segundos, y me doy cuenta que ya desapareció. No sé si alegrarme o empezar a temblar – ¡no creo que pierda una futura oportunidad de vengarse!

sábado, 25 de mayo de 2013

Diálogo con taxista

Paro un taxi frente a la escuela.  Después de tirar adentro el maletín, el bolsito, y los libros,  finalmente me dejo caer en el asiento. El taxista se da vuelta y…

T:  “Mire que esto no es transporte de carga, ¿eh?” Y se ríe.
Yo:  (Después de darle la dirección de casa) “Sí. Debe parecer que vendo cosas en vez de dar clases…”
T: “Naaa. No estaría tan hecha pelota si vendiera cosas” (¡Ah Bué! Se me debe notar el agotamiento … ¡o la edad!)
Yo: “Lo suyo no debe ser fácil tampoco.” (Me río y abro el maletín para ir sacando el monedero)
T: (Mirando por el espejo retrovisor) ¿No la levanté el sábado pasado?” (Bueno, ché, ¡cuidando las expresiones!) “Sí, seguro. Eran como las 5 y media de la mañana” (Va de mal en peor el hombre)
Yo: (Riéndome) “Menos mal que sí soy yo. ¡Mire si le dice eso a otra!”
T: Se larga una carcajada. “Sí, tiene razón. Pero la reconocí por el ruido del maletín.  (Bueno, siempre supe que no soy Angelina Jolie, pero ¡reconocerme por el ruido del maletín!)
Además, ¡ ya no estoy en edad de levantar otra cosa más que pasajeros!” (Bueno, Don, no quería saber tanto)
Yo: (Evitando el tema ‘levantada’) “¡Ah!  ¿Ud. era el que estaba resfriado?”
T: “Sí. ¡Qué memoria!” (Y, si vos te acordás de mí por el ruido del maletín,  ¡cómo no me voy a acordar de vos que me tosiste y estornudaste todo el trayecto!) “Ando mucho mejor ya. ¿Y a Ud. cómo le fue? ¿Cómo la trató el XX (nombre del colectivo que recorre la ruta 11 hacia el norte Santafesino)? ¿No la dejó a pata? Porque mire que se rompen dos por tres esos.”
Yo: “Sí, eso me dijo cuando me llevó a la estación.” (Y no menciono que también habló de accidentes los días de lluvia el muy HDP.) “No. Todo bien. Un poco de agua en la ruta, pero bien.”
T: “¿Y mañana va de vuelta? Porque ya podemos quedar para que la le_ (frena a tiempo) la busque, si quiere.”
Yo: “No. Voy cada 15 días no más.”
T: “Ah. Lástima. Un sábado a esa hora llevo borrachos, no más.” (Bueno, me levanta  la autoestima ser un poco mejor como pasajera que un borracho.) “¡No va a creer las cosas que han hecho en el taxi! Mejor ni le cuento.” (Sí, mejor, Don, ya estamos llegando y quiero poder cenar.)
Yo: “Ahí en la _” No me deja  terminar.
T: “Sí, ya sé, en la esquina, sobre la izquierda.”
Le pago,  junto todos mis bártulos y cuando estoy por bajar lo saludo:
Yo: “Bueno, buenas noches y que le sea leve el resto del turno.”
T: “Buenas noches, Sra. y si pide coche el otro sábado, seguro que la llevo yo. Y le puedo contar un par de cosas más de esa empresa con la que viaja.”


Camino los metros para llegar a la puerta de casa pensando seriamente en llamar otra empresa de taxis el sábado que viene.

domingo, 12 de mayo de 2013


Diálogo con Mi Otro Yo sobre el proyecto de ley de ‘blanqueo de capitales’.

Termino de escuchar diálogos grabados de los alumnos. Me saco los auriculares, cierro los ojos y me estiro para comprobar que todavía tengo brazos y espalda – sí, también lo que está debajo de la espalda. Es entonces, en el momento en que mi mente se pone en blanco, que MOY aparece.

MOY: “Bueno, menos mal que terminaste! ¿Y por qué no charlamos en estas dos semanas?”
Yo: “Por si no lo notaste, ¡estaba hasta las manos de trabajo!”
MOY: “Ummm. Sí. Me pareció que no te quedaba lugar libre en la cabeza. Pero yo quiero hablar de la futura ley de ‘blanqueo de capitales’.” (Se notan las comillas en su entonación)
Yo: “¿Por qué lo decís así? ¿Qué te molesta de ese proyecto de ley?”
MOY: “Lo mismo que a vos, tarada.”
Yo: “Pará. Pará. ¿A qué viene tal agresión?”
MOY: “Y, vos sabés lo que es aguantarme no charlar esto, eh? Vos siempre ocupada,¿ y yo  qué, eh?”
Yo: “Bueno, si te sentís relegada lo lamento. Pero me alegro que todavía no hayas dicho ‘la palabrita’. Vas mejorando.”
MOY: “No pienso que la ley sea una boludez.”
Yo:  “¡Y dale! Ya me parecía un milagro que no la usaras. A ver, ¿qué tenés para decir?”
MOY: “Que nuestro país se va a convertir en las Bahamas o las Caimán. ¿Te parece poco?”
Yo: “¡Ah! Las Bahamas, las Caimán. Me encantaría eso. Playas, sol, relax….”
MOY: “No te hagas la idiota. Sabés bien por qué lo digo. Un paraíso fiscal para los fondos de la trata, los narcos, el mercado negro de armas, de cualquier cosa, bah.”
Yo: (Viendo que no hay manera de zafar) “No creo, la verdad.”
MOY: ¿Cómo que no? Si nadie tiene que decir de dónde sacó la guita. Creo que si Al Capone estuviese congelado a lo Walt Disney, ¡ya se habría descongelado para comprar los ‘bonitos’ argentinos!”
Yo: “Uy, estás de terror hoy. En una época los suizos tampoco preguntaban de dónde venía la plata, ¿no? Y andá a decir que los suizos lavaban dinero negro.”
MOY: “¡Me importan un carajo los suizos! ¿Y los boludos que pagamos impuestos en tiempo y forma, eh? Es una tomada de pelo. No entiendo cómo vos estás tan tranquila.”
Yo: “Mirá. Yo lo pensé también. ¿Quién va a comprar unos bonos que no se sabe si te los van a pagar algún día? Duele decirlo, pero en el exterior ya no nos creen ni el padrenuestro. ¿Y qué narco que se precie de tal es idiota? Ninguno. ¿Y que te los paguen al dólar oficial? Ja Ja.”
Silencio por unos minutos – pienso que desapareció, pero…
MOY: “Capaz que tengas razón, ¿sabés?”  (¡IN-CRE-I-BLE!) “Pero duele igual, ¿no? Que se intente captar esa guita, digo.”
Yo: “Esta vez te doy toda la razón. Sí. Duele igual….”
MOY: “Bueno, lo de hoy ha sido deprimente. Así que me voy con una cita de la escritora y socióloga española Concepción Arenal: ‘El dolor es la dignidad de la desgracia’.

Y desaparece como llegó. De golpe y dando golpes bajos.

sábado, 27 de abril de 2013


The Strayed Coconut  - Another Granny story

_ “A Coconut? A strayed coconut!?” Anne couldn’t believe that Granny could surpass herself like this. She looked into Granny’s eyes to detect the familiar twinkle that meant ‘I’m pulling your leg’, but her gaze met a pair of limpid brown eyes with no indication of jest.
_ “Yes”, Granny said. “But if you don’t feel like listening to this story, we can read one from the book you brought from school.”
Anne might have been young, but not so young as not to have noticed that Granny didn’t think much of story books from school – and, truth be told, neither did she.
_  “No. I’d rather you told me your story, Grams.”
_  “All right, then. As I was saying, this is the story of a strayed coconut. As you might know, coconuts are the fruit of a palm tree that _”
_ “Grows in hot places where there is a lot of rain,” Anne recited.
_ “Well!” exclaimed Granny, “Miss Simmons seems to be doing a good job.”
_ “It wasn’t Miss Simmons who taught me that. I saw it on TV.”
‘Thank Goodness she likes this kind of programmes’, thought Granny.
_ “And they have hairs,” completed Anne.
_ “Well, I don’t know if all of them have ‘hairs’, as you say, I’ve seen green ‘bald’ ones, too.”
_ “What about this one? The one in the story? With hairs or no hairs?”
_ “This one had no hairs,” Granny said, resolving the ‘hair issue’ quickly.
_ “OK, then,” said Anne, settling herself in the usual position in bed preparatory to listening to Granny’s stories.
_ “Well, four coconuts fell from the palm, not far from it, in fact.”
_ “I’ve often heard from mum that an apple doesn’t fall far from the tree, so I suppose that coconuts are no different,” said Anne seriously.
Granny couldn’t help laughing, but avoided the inquisitive look that had accompanied the words. That was something for ‘mum’ to explain, particularly why she said that!
_ “So, the coconuts where lying on the hot sand when suddenly the sky darkened and a very strong wind, gale force actually, started blowing.”
_ “And one of them was blown away!” exclaimed Anne, half-excited, half-disappointed that the story had such an obvious plot. Yet, she immediately thought that this being one of Granny’s stories, it couldn’t be that easy. It wasn’t.
_ “It was the other three that were blown away. They were lighter than CC ”
_ “CC?”
_ “Well, yes, that was its name.” Granny said. Anne sighed, like accepting this only because she wanted the story to go on.
_ “CC, being heavier, just stayed where it was, but got buried by the flying sand. And no, it didn’t die there,” she added before Anne could say anything.
_ “Of course, not,” said Anne, “there wouldn’t be a story that way!”
‘How fast she’s growing’, Granny thought.
_ “Well, after the storm died down, a man who lived nearby started collecting fallen coconuts. He carried a sort of basket with him, and the more he walked the heavier it grew.” Granny paused to see if Anne had any comment to make. Uncharacteristically, she was silent. But Granny knew she was trying to jump ahead in the story.
_ “He was tired, so he came to rest under the very palm from which CC and the other three coconuts had fallen.”
_ “Do palms give a lot of shade?”
_ “Well, not much. Why do you ask?”
_ “If the man sat there, and it was very hot, it must’ve been because of the shade, don’t you think?”
Granny, thinking that logical thought was rapidly developing in her granddaughter, said, _ “Yes, right you are! But the funny thing is that, before going back home, he decided that the basket was too heavy, so he took some of the coconuts out of it and left them there in a neat pile so he could pick them later on. And_”
_ “Three of them were the ones that had fallen with CC!”, Anne finished.
_ “That’s right. The three fallen coconuts returned to their original place, but CC…”
_ “Was still buried under the sand,” completed Anne.
_ “Yes, but a couple of hours later, a dog turned up. I suppose it was enjoying a walk on the beach.”
_ “Dogs like digging, don’t they?” Anne said, again a step ahead in the story.
_ “Yes. They usually dig to make a comfortable bed for themselves. That is, to find a warmer or cooler place to lie down according to whether it’s hot or cold. And it was hot again after the storm.”
Anne threw Granny a look that said ‘C’m on!’, which Granny ignored because it was getting late.
_ “So the dog started digging himself a nice cool bed in the wet sand when he uncovered CC.”
_ “What did the dog do?”
_ “What all dogs do with a ball. It started playing with CC. It pawed it to right and left, pushed it forward with its snout, run round it like mad… until CC ended up in the sea.”
_ “That’s why it was a strayed coconut!” Anne exclaimed, finally getting where the story was going. Yet, she couldn’t see how Granny could possibly find a happy end to this one. Though, she thought, she always fell asleep before the end of stories! She promised herself that would not happen tonight.
_ “Yes, that’s why”, Granny confirmed.
_ “But”, Anne said, “if it went into the water, it sank, didn’t it?”
_ “No, it didn’t. I suspect you missed part of that programme on coconuts. The ‘nut’ of a coconut is hollow, so coconuts will float in water.”
_ “Ah! And it floated away and away and never came back? Strayed for good?” She looked accusingly at Granny.
_ “Actually, it floated back on the beach as soon as the tide turned. At high tide, the water reached almost the foot of the palm tree in question. It came to rest exactly in the same spot where it had fallen before – just next to the pile of coconuts the man had left earlier.”
Anne gave a sigh – almost of relief – though she felt she had to protest.
_ “But then, it wasn’t a strayed coconut any longer!”
_ “Haven’t you heard that ‘you may stray afar, yet return at last’?”  She didn’t know where the old proverb had come to her mind, and was conscious that she was changing it a bit, but it seemed like a nice way to wrap up the story.
_ “I haven’t heard… that before.” Anne said between yawn and yawn.
_ “Now,” said Granny, “time to go to sleep.”
_ “OK,” Anne said, slipping easily under the covers. “And I’ll tell Miss Simmons to teach the class that thing about afar and at last. I like it.” Her voice came muffled and weak with sleep.
Granny went to draw the curtains, as usual, thinking of poor Miss Simmons. She wondered if the expression appeared in any dictionary at all. “Well,” she said to herself, “better Miss Simmons than my daughter. She’s always complaining about Anne pestering her with questions after my stories.” She smiled, and almost chuckled to herself thinking that Anne’s mother must have conveniently forgotten what she was like as a child.