Diálogo con empleado de ‘atención al cliente’ de empresa de
telefonía móvil.
Después de esperar 20 minutos a que el turno C26 aparezca en
la pantalla, escucho que alguien ‘canta’ el número… (y bueno, a los dueños de
la tecnología… ¡también los jode la tecnología!)
EAC: (Con sonrisa digna de comercial de pasta dental) “Buen
día, Sra. ¿En qué puedo servirle?”
Yo: “Eso lo voy a decidir cuando termine esta pequeña
entrevista” (Y, estoy recaliente con la compañía. Pero a pesar de mis palabras,
también le sonrío un poco porque podría ser mi hijo.)
EAC: (Quizás pensando ‘me tocó la loca del día’, emplea una
entonación condescendiente que me cae más que mal) “Bueno. Bueno. Veamos qué le
pasa.” (¿Qué sos? ¿Médico?)
Utilizando técnica de respiración para clamarme, le explico
la situación.
EAC: “Ah. Pero podía comunicarse con atención al…
Yo: (No lo dejo terminar) “Traté toda una mañana y el tiempo
de espera no bajaba de 15 minutos. ¿Sabés? Mi tiempo vale tanto como el de la
compañía.”
EAC: (Insistiendo con tratarme como si fuera una neurótica
peligrosa a la que hay que hablarle suave – me parece que ve demasiadas series
de rehenes y negociadores) “Claro. Claro. ¿Y probó por mail?, porque…”
Yo: (Otra vez lo interrumpo) “5 mails. Ninguna respuesta.
(Creo que acorto las oraciones para no revelar la bronca que tengo) ¿Vos crees
que me banqué esto (miro a mi alrededor) porque no tengo nada que hacer?”
EAC: “No. No. Claro. Veamos qué pasa. (El plural me molesta
tanto como el tono que sigue usando) Bueno, acá aparece la factura impaga.”
Yo: “¿No me digás? ¡Qué novedad! ¿No te dije hace un ratito
que nunca me llegó? A no ser que la pagara Cadorna, debe estar impaga todavía.”
EAC: “¿Quién es ‘Cadorna’? (¡¿Realmente es tan joven como
parece o me está tomando el pelo?!) Se ve que mi cara va de mal en peor porque
agrega rápidamente: “Ah. Es una expresión. Claro. Ja ja. Ejem… bueno, va a
tener que pagarla.” (¿Pero es salame o se hace?)
Yo: “¿En serio?” (Ironía que hasta un nene de 10 años pescaría).
EAC: “Y, sí. Se la puedo imprimir desde acá.” (¡Bravo!
¡Bravo! Media mañana para solucionar parte de un problema. ¡Viva la
tecnología!)
Se levanta y vuelve con la hojita. Me pongo a revisarla
mientras que el EAC adopta un lenguaje corporal que dice ‘Bueno, ya está. Movete
que tengo que seguir atendiendo.’
Estoy por levantarme cuando veo un recargo. Sin dirigirle la
palabra le muestro la factura y señalo la cifra.
EAC: “Es el recargo por pago fuera de término.”
Yo: Ya casi sacada – lo que me hace muuuuy HDP. “Se leer.
Pero parece que vos no sabés escuchar. No pienso pagar un recargo por culpa de
la compañía que no mandó la factura en término. Así que levantá el traste de la
silla, hablá con quien tengas que hablar e imprimime la factura que me corresponde pagar.”
Se levanta y casi vuela por el pasillo. Unos segundos
después vuelve con una nueva boleta. Casi estoy por darle las gracias cuando
comete el error de decir:
EAC: “Le vamos a hacer el favor esta vez, pero tenga en
cuenta que la próxima vez va a tener que pagar con recargo.” (¿Pero este chico
no se da cuenta que puede ligarse un puñetazo en la nariz por defender la
empresa?)
Yo: “Querido, te lo voy a decir despacito para que te entre.
La próxima vez que la factura no llegue a tiempo no voy a perder MI tiempo
viniendo acá. Voy directo a defensa del consumidor. Y otro consejo: cortala con
el tonito condescendiente – cae mal y alguien podría tener peor carácter que yo.”
Me levanto de la silla y mientras me dirijo a la salida giro
para mirar al pobre EAC que parece estar haciendo un esfuerzo mental
sobrehumano… Y entonces caigo en la
cuenta: debe estar pensando qué quiere decir ‘condescendiente’!!!
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