jueves, 12 de diciembre de 2013

Diálogo con empleado de ‘atención al cliente’ de empresa de telefonía móvil.

Después de esperar 20 minutos a que el turno C26 aparezca en la pantalla, escucho que alguien ‘canta’ el número… (y bueno, a los dueños de la tecnología… ¡también los jode la tecnología!)

EAC: (Con sonrisa digna de comercial de pasta dental) “Buen día, Sra. ¿En qué puedo servirle?”
Yo: “Eso lo voy a decidir cuando termine esta pequeña entrevista” (Y, estoy recaliente con la compañía. Pero a pesar de mis palabras, también le sonrío un poco porque podría ser mi hijo.)
EAC: (Quizás pensando ‘me tocó la loca del día’, emplea una entonación condescendiente que me cae más que mal) “Bueno. Bueno. Veamos qué le pasa.” (¿Qué sos? ¿Médico?)
Utilizando técnica de respiración para clamarme, le explico la situación.
EAC: “Ah. Pero podía comunicarse con atención al…
Yo: (No lo dejo terminar) “Traté toda una mañana y el tiempo de espera no bajaba de 15 minutos. ¿Sabés? Mi tiempo vale tanto como el de la compañía.”
EAC: (Insistiendo con tratarme como si fuera una neurótica peligrosa a la que hay que hablarle suave – me parece que ve demasiadas series de rehenes y negociadores) “Claro. Claro. ¿Y probó por mail?, porque…”
Yo: (Otra vez lo interrumpo) “5 mails. Ninguna respuesta. (Creo que acorto las oraciones para no revelar la bronca que tengo) ¿Vos crees que me banqué esto (miro a mi alrededor) porque no tengo nada que hacer?”
EAC: “No. No. Claro. Veamos qué pasa. (El plural me molesta tanto como el tono que sigue usando) Bueno, acá aparece la factura impaga.”
Yo: “¿No me digás? ¡Qué novedad! ¿No te dije hace un ratito que nunca me llegó? A no ser que la pagara Cadorna, debe estar impaga todavía.”
EAC: “¿Quién es ‘Cadorna’? (¡¿Realmente es tan joven como parece o me está tomando el pelo?!) Se ve que mi cara va de mal en peor porque agrega rápidamente: “Ah. Es una expresión. Claro. Ja ja. Ejem… bueno, va a tener que pagarla.” (¿Pero es salame o se hace?)
Yo: “¿En serio?” (Ironía que hasta un nene de 10 años pescaría).
EAC: “Y, sí. Se la puedo imprimir desde acá.” (¡Bravo! ¡Bravo! Media mañana para solucionar parte de un problema. ¡Viva la tecnología!)
Se levanta y vuelve con la hojita. Me pongo a revisarla mientras que el EAC adopta un lenguaje corporal que dice ‘Bueno, ya está. Movete que tengo que seguir atendiendo.’
Estoy por levantarme cuando veo un recargo. Sin dirigirle la palabra le muestro la factura y señalo la cifra.
EAC: “Es el recargo por pago fuera de término.”
Yo: Ya casi sacada – lo que me hace muuuuy HDP. “Se leer. Pero parece que vos no sabés escuchar. No pienso pagar un recargo por culpa de la compañía que no mandó la factura en término. Así que levantá el traste de la silla, hablá con quien tengas que hablar e imprimime la factura que me corresponde  pagar.”
Se levanta y casi vuela por el pasillo. Unos segundos después vuelve con una nueva boleta. Casi estoy por darle las gracias cuando comete el error de decir:
EAC: “Le vamos a hacer el favor esta vez, pero tenga en cuenta que la próxima vez va a tener que pagar con recargo.” (¿Pero este chico no se da cuenta que puede ligarse un puñetazo en la nariz por defender la empresa?)
Yo: “Querido, te lo voy a decir despacito para que te entre. La próxima vez que la factura no llegue a tiempo no voy a perder MI tiempo viniendo acá. Voy directo a defensa del consumidor. Y otro consejo: cortala con el tonito condescendiente – cae mal y alguien podría tener peor carácter que yo.”


Me levanto de la silla y mientras me dirijo a la salida giro para mirar al pobre EAC que parece estar haciendo un esfuerzo mental sobrehumano…  Y entonces caigo en la cuenta: debe estar pensando qué quiere decir ‘condescendiente’!!!

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