sábado, 25 de mayo de 2013

Diálogo con taxista

Paro un taxi frente a la escuela.  Después de tirar adentro el maletín, el bolsito, y los libros,  finalmente me dejo caer en el asiento. El taxista se da vuelta y…

T:  “Mire que esto no es transporte de carga, ¿eh?” Y se ríe.
Yo:  (Después de darle la dirección de casa) “Sí. Debe parecer que vendo cosas en vez de dar clases…”
T: “Naaa. No estaría tan hecha pelota si vendiera cosas” (¡Ah Bué! Se me debe notar el agotamiento … ¡o la edad!)
Yo: “Lo suyo no debe ser fácil tampoco.” (Me río y abro el maletín para ir sacando el monedero)
T: (Mirando por el espejo retrovisor) ¿No la levanté el sábado pasado?” (Bueno, ché, ¡cuidando las expresiones!) “Sí, seguro. Eran como las 5 y media de la mañana” (Va de mal en peor el hombre)
Yo: (Riéndome) “Menos mal que sí soy yo. ¡Mire si le dice eso a otra!”
T: Se larga una carcajada. “Sí, tiene razón. Pero la reconocí por el ruido del maletín.  (Bueno, siempre supe que no soy Angelina Jolie, pero ¡reconocerme por el ruido del maletín!)
Además, ¡ ya no estoy en edad de levantar otra cosa más que pasajeros!” (Bueno, Don, no quería saber tanto)
Yo: (Evitando el tema ‘levantada’) “¡Ah!  ¿Ud. era el que estaba resfriado?”
T: “Sí. ¡Qué memoria!” (Y, si vos te acordás de mí por el ruido del maletín,  ¡cómo no me voy a acordar de vos que me tosiste y estornudaste todo el trayecto!) “Ando mucho mejor ya. ¿Y a Ud. cómo le fue? ¿Cómo la trató el XX (nombre del colectivo que recorre la ruta 11 hacia el norte Santafesino)? ¿No la dejó a pata? Porque mire que se rompen dos por tres esos.”
Yo: “Sí, eso me dijo cuando me llevó a la estación.” (Y no menciono que también habló de accidentes los días de lluvia el muy HDP.) “No. Todo bien. Un poco de agua en la ruta, pero bien.”
T: “¿Y mañana va de vuelta? Porque ya podemos quedar para que la le_ (frena a tiempo) la busque, si quiere.”
Yo: “No. Voy cada 15 días no más.”
T: “Ah. Lástima. Un sábado a esa hora llevo borrachos, no más.” (Bueno, me levanta  la autoestima ser un poco mejor como pasajera que un borracho.) “¡No va a creer las cosas que han hecho en el taxi! Mejor ni le cuento.” (Sí, mejor, Don, ya estamos llegando y quiero poder cenar.)
Yo: “Ahí en la _” No me deja  terminar.
T: “Sí, ya sé, en la esquina, sobre la izquierda.”
Le pago,  junto todos mis bártulos y cuando estoy por bajar lo saludo:
Yo: “Bueno, buenas noches y que le sea leve el resto del turno.”
T: “Buenas noches, Sra. y si pide coche el otro sábado, seguro que la llevo yo. Y le puedo contar un par de cosas más de esa empresa con la que viaja.”


Camino los metros para llegar a la puerta de casa pensando seriamente en llamar otra empresa de taxis el sábado que viene.

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