Primer diálogo de vacaciones 2014
con…
Después de una tarde de trabajo
arduo estoy disfrutando de la pile cuando oigo que golpean las manos en el
portón. Pienso ‘¡Ay! Que no sea la vecina!’ mientras me envuelvo en un toallón.
A no ser que se le haya oscurecido la piel de golpe, vista como hombre – gorra
incluida – o haya cambiado de sexo – no es la vecina.
P: “Hola doña. ¡Tanto tiempo!”
grita el podador al tiempo que me saluda efusivamente con la mano. Imposible no
reconocerlo.
Yo: “Hola. ¿Cómo le va? ¿Y los
hijos?”
P: “Todos bien gracias a Dios.” Pausa
en el diálogo, porque no sé para qué vino. “Umm… ¿se acuerda que me llamó para
ver si le podaban los pinos del frente?” (Sí, hermano, me acuerdo, pero eso fue
en julio!)
Yo: “E.. sí… ¿Pero cuándo fue? (¡Vas
a transpirar por dejarme plantada, petiso!)
P: “Y… ¿Agosto? ¿Setiembre? Por
ahí, ¿no?” (No, querido, no)
Yo: “A mí me parece que fue
julio.”
P: “ ¡Ay, doña! Con todo el
trabajo que tiene se le mezclan los meses. Ja Ja. (¡Pero qué HDP!)
Yo: “Mire que la cabeza me
funciona bastante bien, ¿eh? Para mi edad…”
P: “¡Pero si es una piba! Lo que
pasa es que trabaja mucho.” (Seguí insistiendo con lo de la cabeza ¡y en
cualquier momento te reboleo algo por la tuya! Y lo de piba no me lo trago ni
después de varias cervezas) “Bueno, de todas maneras, ¿qué quiere hacer con los
pinos?” (Me guardo la respuesta que viene a mi mente y que incluye una visión
del podador colgado de una de las ramas más altas y sin escalera donde apoyarse)
Yo: “Mire, yo andaré mal de la
cabeza, pero ud. necesita ir al oculista. Ja Ja. ” Acompaño esto con gesto de
la mano señalando los pinos que están podados.
P: (Mirando los pinos) “Um… un
poco chuecos, ¿no? ¿A quién llamó? Porque vio que acá cualquiera cree que puede
podar. Mire lo que le pasó a Fulanito. Acá 2 km al este. El que tenía el
ligustro_” (Ya no lo escucho y solo espero que la boca deje de moverse, pero
como no hay señales de que eso vaya a pasar pronto, lo interrumpo)
Yo: “Yo los podé.” (A ver cómo
salís de ésta)
P: ¿Ud. los podó? ¡Ay, doña!
¡Mire si se cae de la escalera! Uno ya no está para estas cosas…
Flashes instantáneos: 1- ¿No era
que soy una piba? 2- Otra vez está
buscando laburo para el pobre hijo mayor. Y 3- ¡Hay que admirarle la habilidad
que tiene para que nada le haga mella y cómo cambia de tema!
Yo: “¿Así que le parece que están
chuecos? (No te voy a largar tan fácilmente)
P: (Sin retractarse para nada –
ya me hace acordar a algunos personajes de la política nacional) “¿No quiere un
retoque? (Sí, ¡de cirugía estética puede ser LPMQTP, no para los pinos!)
Yo: (Ya decidida a terminar la
conversación) “La verdad que no. Me gusta cómo quedaron.”
P: “ Y bueno. Si a ud. le gusta…”
(Entonación de ‘sarna con gusto no pica’)
Yo. “Pero dígale a su hijo que
pase uno de estos días porque todavía queda sacar el raigón del pino que se
cayó el año pasado.”
P: “¡Ah, sí! Me acuerdo. (¡Menos
mal que de eso te acordás!) No se lo pudimos sacar porque se nos rompió la
motosierra. (Ya volvió al plural aunque él nunca hace nada) “Quédese tranquila
que uno de estos días venimos. Ahora me voy a misa – ya estoy llegando tarde.”
Y se aleja en dirección de la iglesia mientras yo quedo petrificada donde estoy
parada.
¿A misa? ¿Se confesará el muy
HDP?
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