sábado, 4 de enero de 2014

Primer diálogo de vacaciones 2014 con…

Después de una tarde de trabajo arduo estoy disfrutando de la pile cuando oigo que golpean las manos en el portón. Pienso ‘¡Ay! Que no sea la vecina!’ mientras me envuelvo en un toallón. A no ser que se le haya oscurecido la piel de golpe, vista como hombre – gorra incluida – o haya cambiado de sexo – no es la vecina.

P: “Hola doña. ¡Tanto tiempo!” grita el podador al tiempo que me saluda efusivamente con la mano. Imposible no reconocerlo.
Yo: “Hola. ¿Cómo le va? ¿Y los hijos?”
P: “Todos bien gracias a Dios.” Pausa en el diálogo, porque no sé para qué vino. “Umm… ¿se acuerda que me llamó para ver si le podaban los pinos del frente?” (Sí, hermano, me acuerdo, pero eso fue en julio!)
Yo: “E.. sí… ¿Pero cuándo fue? (¡Vas a transpirar por dejarme plantada, petiso!)
P: “Y… ¿Agosto? ¿Setiembre? Por ahí, ¿no?” (No, querido, no)
Yo: “A mí me parece que fue julio.”
P: “ ¡Ay, doña! Con todo el trabajo que tiene se le mezclan los meses. Ja Ja. (¡Pero qué HDP!)
Yo: “Mire que la cabeza me funciona bastante bien, ¿eh? Para mi edad…”
P: “¡Pero si es una piba! Lo que pasa es que trabaja mucho.” (Seguí insistiendo con lo de la cabeza ¡y en cualquier momento te reboleo algo por la tuya! Y lo de piba no me lo trago ni después de varias cervezas) “Bueno, de todas maneras, ¿qué quiere hacer con los pinos?” (Me guardo la respuesta que viene a mi mente y que incluye una visión del podador colgado de una de las ramas más altas y sin escalera donde apoyarse)
Yo: “Mire, yo andaré mal de la cabeza, pero ud. necesita ir al oculista. Ja Ja. ” Acompaño esto con gesto de la mano señalando los pinos que están podados.
P: (Mirando los pinos) “Um… un poco chuecos, ¿no? ¿A quién llamó? Porque vio que acá cualquiera cree que puede podar. Mire lo que le pasó a Fulanito. Acá 2 km al este. El que tenía el ligustro_” (Ya no lo escucho y solo espero que la boca deje de moverse, pero como no hay señales de que eso vaya a pasar pronto, lo interrumpo)
Yo: “Yo los podé.” (A ver cómo salís de ésta)
P: ¿Ud. los podó? ¡Ay, doña! ¡Mire si se cae de la escalera! Uno ya no está para estas cosas…
Flashes instantáneos: 1- ¿No era que soy una piba?  2- Otra vez está buscando laburo para el pobre hijo mayor. Y 3- ¡Hay que admirarle la habilidad que tiene para que nada le haga mella y cómo cambia de tema!
Yo: “¿Así que le parece que están chuecos? (No te voy a largar tan fácilmente)
P: (Sin retractarse para nada – ya me hace acordar a algunos personajes de la política nacional) “¿No quiere un retoque? (Sí, ¡de cirugía estética puede ser LPMQTP, no para los pinos!)
Yo: (Ya decidida a terminar la conversación) “La verdad que no. Me gusta cómo quedaron.”
P: “ Y bueno. Si a ud. le gusta…” (Entonación de ‘sarna con gusto no pica’)
Yo. “Pero dígale a su hijo que pase uno de estos días porque todavía queda sacar el raigón del pino que se cayó el año pasado.”
P: “¡Ah, sí! Me acuerdo. (¡Menos mal que de eso te acordás!) No se lo pudimos sacar porque se nos rompió la motosierra. (Ya volvió al plural aunque él nunca hace nada) “Quédese tranquila que uno de estos días venimos. Ahora me voy a misa – ya estoy llegando tarde.” Y se aleja en dirección de la iglesia mientras yo quedo petrificada donde estoy parada.


¿A misa? ¿Se confesará el muy HDP?

No hay comentarios:

Publicar un comentario