Diálogo con vecina (con novio ‘un
poquitín’ menor q ella – ver diálogo del 07/01/14)
Son las 6 y media de la tarde y
estoy volviendo de hacer unas compras. Hace un calor que derretiría el iceberg
con el que chocó el Titanic y siento sed. Eso me hace dar cuenta que estoy cerca
(según las indicaciones que me dio cuando la conocí) de la quinta que alquila Gladys,
la vecina que dice tener un novio ‘un poquitín’ menor que ella. Así que, fiel a
satisfacer la curiosidad de mis lectores de FB – y sí, la mía propia también,
me encamino en su busca.
En el frente hay un muchacho de
unos veinte y pico que, eh… ¿cómo decirlo? Bueno, digamos que el gimnasio debe
ser su segundo hogar.
Yo: “Hola. Disculpame. Estoy
buscando a Gladys.”
M: “Sí. La llamo. ¡MAAAAAMI, TE BUSCAN! (Grita mientras va
hacia adentro de la casa) Y yo me siento una HDP porque lo primero que pensé es
que éste era ‘el novio’. ¡Y resulta que es el hijo! La verdad, ya creo que me
estoy convirtiendo en mi otra vecina, la malpensada.
G: “ ¡Hola! ¿Salió a caminar?” (O
es ciega y no ve las bolsas y que estoy en ojotas o me está tomando el pelo)
Yo: “Y, no me queda otra de
caminar para hacer las compras. Pero hoy está de terror, y la verdad, me muero
de sed” (¡Ay! Tendría que haber dicho ‘necesito hidratarme’)
G: “¡Y seguro es de las que sale
a caminar sin botella de agua!” (Sí, claro, voy a ir a hacer las compras con la
botellita de agua – y con el día de hoy ya estaría lista para los mates) “Venga,
pase. NEEEENE, TRAEME UNA BOTELLITA DEL ‘PACK’ PARA LA SEÑORA.” (¡Qué pulmones!
Casi me deja sorda)
Yo: “No. No. Me tomo un vasito y
ya está. No se moleste.”
G: “No es molestia. Tengo como 20
‘packs’.” (¿Nunca ‘tengo 20 ‘paquetes’, eh?) “¿Le gusta?”
Yo: “La verdad, no tomo mucha
agua.” Se larga una carcajada y sigue:
G: “No. Santino.” (Las neuronas
hacen una que otra sinapsis y caigo en cuenta que Santino es el hijo… uhm…
pero, ¿preguntarme si me gusta el hijo?! Estoy perdiendo algo de esta
conversación…) “¡Mi novio, mujer!” (¡Chan! Era el novio no más. ¡Y yo
sintiéndome culpable!)
G: “¿No es un amooooor?” (¡Lo que
es… es MUUUUY joven!) Parece que me lee la mente. “Seguro que piensa que es
demasiado joven para mí, ¿no?”
Yo: (¿Qué carajo le digo?) “Bueno,
dicen que no hay edad para el amor, ¿no?” (¡Ay! ¡Qué cursi y bolacera! ¿Pero
qué otra cosa podía decir?)
G: “Yo digo lo mismo. ¡Y es
taaaan bueno!” En ese momento aparece el objeto de su adoración con una
botellita de agua en la mano.
M: “Tome señora. Hidrátese. Un
golpe de calor a su edad…” Se frena y se da cuenta que metió la pata hasta el
cuadril.
G: “Cuidadito, ¿eh? Que la señora
debe ser uno o dos años mayor que yo no más.” (¡Pero qué HDP! No sé si ELLA no
es mayor)
M: (Cambiando de tema con la
velocidad que una madre cambia pañales cuando tiene 5 o más hijos – eh… no sé
de dónde salió esa comparación) “Vive cerca, me dice Mami.” (¡Ay! Esa oración
en este nuevo contexto casi me da asquito)
Yo: “Sí. Y vos tenés esta quinta
hecha una preciosura.”
M: “Para que haga juego con ella”
Y pasa el brazo por la cintura de Gladys que lo mira como si fuese el Dios Sol.
Yo: “Bueno, sigo. Gracias por el
agua.”
M y G: (Al unísono – a lo mejor
sí son almas gemelas) “Por nada.”
G: “Y dese una vuelta cuando
quiera. O yo paso por su casa cuando salga a caminar. Estos días estuve hecha
una vaga. No hice nada de ejercicio.”
Me alejo y, discúlpenme, pero …. ¡No
le creo nada eso de que no hace ejercicio!
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