Diálogo
con Sr. en el supermercado
Llego a
la caja y, viendo cuántos tengo delante de mí, apoyo el canasto en el piso.
Cuando estoy por incorporarme siento que un changuito se estrella en mi
retaguardia.
Sr: “Perdón!
Perdón! Se me fue! Se lastimó?" (Qué manera de usar la pasiva para no
decir: ‘no le arranqué el traste, no?’)
Yo: “No,
no. Viene cargado, eh?” (Otra manera de decir: ‘estás manejando un arma mortal!’)
Sr: (Sonríe). “Con tal que no me haya olvidado de
nada! Mi mujer me mata si no!”
Me río,
pero pienso que su mujer puede vengar mis ‘cachas’.
“Por
eso se me fue el changuito. Lo solté para revisar la lista. Segura que está
bien?”
Yo: “Sí.
Además no creo que me lo pueda aplastar más de lo que ya está.”
Sr: (Suelta una carcajada) “Entonces menos mal
que no lo solté allá!”
Miro
hacia donde él está mirando y veo una chica enfundada en unas calzas de
estridente color rosa cuyo trasero podría aguantar el choque con un camión sin
inmutarse.
Yo: (Pensando
que en realidad se arrepiente de haberse puesto en esta cola y no en la otra) “Yo
creo que ahí sí su mujer lo mata! Además, tendría que haber pagado el
changuito!”
Sr:
(Vuelve a reírse) “Qué sentido del humor que tiene! Ojalá mi mujer fuera así!”
(Sí, claro, con mi sentido del humor y el trasero de la de calzas rosadas!)
Yo: (Cambiando
el tema de la conversación, señalo su changuito que rebalsa de productos) “La
compra mensual?”
Sr: “Nó,
qué vá! La verdad, no sé que hace mi mujer con todo esto!” (Casi se me escapa
un sarcástico: ‘Ah? No viven juntos?’ Pero me aguanto.) “Ud. no lleva mucho,
no?” dice mirando mi canasto.
Yo: “No.
Vivo cerca y vengo seguido. Hay cosas que compro acá y otras en otros lados –
por los precios, vió?”
Sr: “Mi
mujer siempre me manda acá. No quiere que vaya a otro lado.”
Yo: “Ah!”
(Qué decir después del ‘me manda’?)
Sr: “Siempre
le digo que voy a sospechar que anda con el dueño de este supermercado!” Se ríe
e, inmediatamente, se le borra la sonrisa de la cara. “No le hace mucha gracia!”
(Y, si
no tiene sentido del humor, elegiste el peor chiste para hacer, salame!)
Veo que
me toca el turno y me agacho a levantar el canasto. Esta vez, doblo las
rodillas y me agacho cual dama antigua – derechita, derechita – cola abajo.
Sr: (riéndose)
“No se preocupe. Tengo las dos manos en el changuito!”
La
cajera (que me conoce)me mira como diciendo ‘Epa. Epa!’
Por lo
bajo le digo: “Otro día te explico.” Y salgo disparada con mi bolsita.
Ay!
Cómo carajo le explico esto a la cajera?!!!!
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