Diálogo
con mi otro yo en el día internacional de la mujer:
Yo: “Hoy
es nuestro día.”
MOY: “El
tuyo será. Yo me niego a que me rotulen – ni siquiera con el género.”
Yo: (Sarcásticamente)
“Mirá, si sos ‘masculino’, me hubieras avisado antes!”
MOY: “Ya
te dije. No me gustan los rótulos.”
Yo: “Mirá
que sos jodida! No vas a negar que la sociedad nos impone mandatos de roles, y…”
MOY: “Sabés
que no me gusta interrumpir” (Nó! Qué va!), “pero yo estoy con la filosofía del
yin yang.”
Yo: “Bueno,
esa filosofía se refiere al equilibrio de los opuestos, no? Y ve las
diferencias de género como opuestos.” (Tomá!)
MOY: “Uhm…
por ahí tenés razón. (¿Cómo ‘por ahí’?!) “Pero entonces, por qué no se celebra
el día del género masculino? Esto de que haya un día especial para las mujeres
me parece autodiscriminatorio.”
Yo: (Ay!
Discusión filosófica a las 9 de la mañana! Demasiado para mí!) “Otro día la
seguimos. Ahora_”
MOY: “Sí,
ya sé. Ahora es cuando te escapás …”
Yo: (Ya
enojada) “No me escapo de nada. No festejés el día y listo. O mejor, inventate
un día para festejar. Qué sé yo – el día del Otro Yo Recalcitrante, por ejemplo!”
MOY: (Suspira
como quien suspende una discusión porque el cerebro del otro es demasiado
pequeño para entender sus profundas reflexiones) “No está mal la idea de inventar otro día de
celebración. Voy a tratar de imponer ‘ El Día Del Ser Humano’.”
Yo: “Discriminadora de animales!”
MOY: “Para
nada – los animales ya tienen su día. El problema va a ser establecer la
diferencia entre ellos y uds.” (Pero qué HDP!)
Yo: “Lamento
comunicarte que acabás de autorotularte por la negativa. Si no sos animal ni
ser humano, qué sos?”
Silencio.
Ah! Bendito silencio!
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