viernes, 15 de marzo de 2013


Diálogo con Sra. que siempre pasa pidiendo (ropa, alimento, etc.):

Abro la puerta y me encuentro con Marta, una chaqueña que se vino hace tiempo ya de su monte natal para buscar mejor vida en Santa Fe…

M: “Hola, Doña! Cómo le va?”
Yo: “Hola, Marta! Tanto tiempo! Pensé que se había vuelto al Chaco!”
M: “Ni ahí! Allá sí que hay pobreza!” (Yo pensé que eso había desaparecido con el WiFi para todos!) “Lo que pasa es que, por suerte, tuve varias ‘changas’ seguidas. Con eso tiramos, vió?”
Yo: “ Y los chicos?” (Que recuerde tiene 8 y se hizo cargo de un chiquito discapacitado de una de sus hijas mayores que se volvió al Chaco)
M: “Todos bien. Y lo mejor es que andan re-bien en el colegio!” (Y pasa a enumerarme los éxitos de los chicos asociando cada uno de los nombres con lo que alguna vez le di: mochila, guardapolvo, carpeta, libros de cuentos, etc.) “Y como siempre digo, se cuidan entre ellos, así que no me dan trabajo para nada.” (Qué fuerza que tenés Marta!)
Yo: “Bueno, pero todavía tiene que lavar, cocinar, limpiar…”
M: (Se ríe) “Y salir a pedir! Eso es lo que más me cansa, Doña. Si me viera mi mamá!” (Baja la vista)
Yo: “Y mire, muchos tenemos que hacer cosas que no nos gustan en la vida.” (casi me da vergüenza usar el ‘nosotros’)
M: “Yo le digo lo mismo a los ‘mocosos’. “  (dos de ellos ya deben andar por los 17 o 18 años) “Pedir no es robar! Robar es tener los planes que tienen algunos de mis vecinos y se ‘rascan’ todo el día!”(Ya me empieza a subir la bronca.)
Yo: “Yo le dije que se presentara para alguno de los planes, se acuerda? Ud. tiene derecho a uno. Ya sé que no es lo mejor, pero le ayudaría…”
M: “Mire, Doña, primero que no se los dan a cualquiera.” (Y acá me explica en palabras muy simples que ‘cualquiera’ significa no tener determinada  filiación política o no responder al ‘puntero’ del barrio) “Y yo, que quiere que le diga, nunca me gustó esa ‘mugre’.”
Yo: (Qué se puede decir que melle esa Dignidad – sí, con mayúsculas – que tiene Marta?) “Bueno, y dígame, que anda necesitando?”
Me larga una lista demasiado corta para lo que realmente debe necesitar. Algo tengo, busco las cosas y se las doy.
M:  “Bueno, Doña, gracias! Y que siga bien.”
Yo: “Ud. también. Y saludos a los chicos.”

Cierro la puerta y no sé qué pensar. Y claro! No es momento de pensar, sólo de sentir : admiración e impotencia por Marta, indignación e impotencia por la realidad de Marta, bronca y más bronca… y de pronto tengo esperanza. Esperanza que Marta contagie sus valores a sus hijos – 8, dije? Bueno, quizás en corto tiempo haya 8 adultos que puedan modificar – aunque sea un poquito – la realidad.

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