domingo, 3 de marzo de 2013


Diálogo con vendedora en vaquería (o ‘boutique de jeans’ como algunos le dicen ahora)

Yo: “Ando buscando jeans – para mí” (Esto para una vendedora debería significar: ‘tamaño para lo que estás viendo’)
V: (Me mira de arriba abajo) “Un 38.”
Yo: (Decididamente o es nueva o es ciega) “No. 40 o 42, dependiendo de la confección.”
V: “Naa! 38.” Y empieza a sacar jeans de los estantes y arrojarlos sobre el mostrador cual tahúr que reparte cartas.
Yo: (Con mi característica sonrisa previa a chiste) “Ya sé que parece que no tengo nada atrás, pero todavía me queda cadera, y tiene que entrar la porronera. Un 38 va a ser chico.”
V: “Naa! Mirá estos, eligí uno y probate. Vas a ver.” (La que no ve sos vos, querida! Pero me resigno a tener que probarle empíricamente que un 38 no me entra ni con calzador). “Mirá estos qué ‘copados’ que están.”
Miro las cartas sobre la mesa – perdón – los jeans sobre el mostrador, y me pregunto por qué siempre están doblados de tal forma que lo único que ves es el bolsillo trasero derecho. Desdoblo el primero: roturas a la altura del muslo, y artísticamente, otro ‘rasgón’  bajo el bolsillo trasero izquierdo.
Yo: “No. Me podrí de remendar vaqueros de mis hijos cuando eran chicos.” (Pensé que le estaba diciendo con humor que esos vaqueros no eran para alguien de mi edad.)
V: (Me mira como si fuera de otro planeta) “No. Eso es así, no están rotos.” (Ay! Es que no entiende nada más que lo ‘literal’?)
Yo: “Ya sé. Era un chiste. Pero yo no me puedo poner esto.” (No pienso decir ‘no es para mi edad’ con todas las letras!) “No tenés nada más clásico?”
V: “Pero si sos flaquita. Cualquiera de estos te quedaría bien.” (Qué tiene que ver ser flaca con lo apropiado para diferentes edades? ) Niego con la cabeza. “Ah! Y éste?”
‘Éste’ es tan bajo de tiro que creo que me subiría sólo hasta la ingle, además de ser tan finito en las piernas que ni el dedo gordo me entraría ahí.) Vuelvo a menear la cabeza.
“A ver, decime bien lo que querés.” (Por favor! Qué entendés por ‘clásico’?)
Yo: (Tomo aire – tanto para calmarme como para que me alcance para enumerar las características de ‘clásico’.) “OK. Quiero un jean con piernas por donde me pasen los pies con facilidad – calzo 39. Que cuando esté parada no se me vea el ombligo y cuando esté sentada no se me vea la raya trasera. Que no tenga roturas – ni hechas a propósito ni de las otras. Que no parezca que un perro se lo masticó o que se me cayó la lavandina encima.”
V: “Ah! No. No tengo nada como eso. (Pienso: ‘Querida, nunca VISTE nada como eso!) No sé si va a conseguir. Todos los jeans vienen así.”
Yo: “Bueno. Gracias.” (Giro para irme)
V: “Por nada.” (Primera cosa que dice que se ajusta absolutamente a la realidad!)

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