Diálogo
con vendedora en vaquería (o ‘boutique de jeans’ como algunos le dicen ahora)
Yo: “Ando
buscando jeans – para mí” (Esto para una vendedora debería significar: ‘tamaño
para lo que estás viendo’)
V: (Me
mira de arriba abajo) “Un 38.”
Yo:
(Decididamente o es nueva o es ciega) “No. 40 o 42, dependiendo de la
confección.”
V: “Naa!
38.” Y empieza a sacar jeans de los estantes y arrojarlos sobre el mostrador
cual tahúr que reparte cartas.
Yo: (Con
mi característica sonrisa previa a chiste) “Ya sé que parece que no tengo nada
atrás, pero todavía me queda cadera, y tiene que entrar la porronera. Un 38 va
a ser chico.”
V: “Naa!
Mirá estos, eligí uno y probate. Vas a ver.” (La que no ve sos vos, querida!
Pero me resigno a tener que probarle empíricamente que un 38 no me entra ni con
calzador). “Mirá estos qué ‘copados’ que están.”
Miro
las cartas sobre la mesa – perdón – los jeans sobre el mostrador, y me pregunto
por qué siempre están doblados de tal forma que lo único que ves es el bolsillo
trasero derecho. Desdoblo el primero: roturas a la altura del muslo, y
artísticamente, otro ‘rasgón’ bajo el
bolsillo trasero izquierdo.
Yo: “No.
Me podrí de remendar vaqueros de mis hijos cuando eran chicos.” (Pensé que le
estaba diciendo con humor que esos vaqueros no eran para alguien de mi edad.)
V: (Me
mira como si fuera de otro planeta) “No. Eso es así, no están rotos.” (Ay! Es
que no entiende nada más que lo ‘literal’?)
Yo: “Ya
sé. Era un chiste. Pero yo no me puedo poner esto.” (No pienso decir ‘no es
para mi edad’ con todas las letras!) “No tenés nada más clásico?”
V: “Pero
si sos flaquita. Cualquiera de estos te quedaría bien.” (Qué tiene que ver ser
flaca con lo apropiado para diferentes edades? ) Niego con la cabeza. “Ah! Y
éste?”
‘Éste’
es tan bajo de tiro que creo que me subiría sólo hasta la ingle, además de ser
tan finito en las piernas que ni el dedo gordo me entraría ahí.) Vuelvo a
menear la cabeza.
“A ver,
decime bien lo que querés.” (Por favor! Qué entendés por ‘clásico’?)
Yo: (Tomo
aire – tanto para calmarme como para que me alcance para enumerar las
características de ‘clásico’.) “OK. Quiero un jean con piernas por donde me
pasen los pies con facilidad – calzo 39. Que cuando esté parada no se me vea el
ombligo y cuando esté sentada no se me vea la raya trasera. Que no tenga roturas
– ni hechas a propósito ni de las otras. Que no parezca que un perro se lo
masticó o que se me cayó la lavandina encima.”
V: “Ah!
No. No tengo nada como eso. (Pienso: ‘Querida, nunca VISTE nada como eso!) No
sé si va a conseguir. Todos los jeans vienen así.”
Yo: “Bueno.
Gracias.” (Giro para irme)
V: “Por
nada.” (Primera cosa que dice que se ajusta absolutamente a la realidad!)
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