Diálogo con vendedor ‘de
puerta en puerta’:
Suena el timbre y me
pregunto quién puede ser un domingo a esta hora. Abro la puerta y me encuentro
con lo siguiente: muchacho de ‘buena presencia’(diría mi abuela) con maletín –
que ha dejado en el piso – y una caja en la mano.
Yo: “Sí?”
VPP: “ Buenos días, Sra.
Se estará preguntando qué hago un domingo a esta hora (Me leyó la mente!) “ Es que
estoy ofreciendo (ya con esta última palabra me dan ganas de cerrarle la puerta
en la cara, pero termina la oración con algo que llama mi atención) el MI-LA-GRO-SO
curso de inglés en video ‘EHPIKISI’” (Ay! Bueno, por lo menos sabe separar en sílabas en
español! ) “Con este curso Ud. – o sus
hijos o nietos – (Claro! Me calculó la edad y se dijo: ‘loro viejo no aprende a
hablar’!) pueden hablar inglés en tres meses! Imagínese!” (Sí, querido, no
necesito imaginarme! Sé CÓMO se puede hablar inglés en tres meses!) “Le
muestro.”
Y me muestra una cajita
hermosa que contiene tres DVDs. “Y acá está el ‘guorbu’” (que, me explica, es el
libro de ejercitación para trabajar con los videos)
Yo: “¿Y cuánto sale?” ( Y
sí, no voy a perder esa información!)
VPP: (Pensando
seguramente ‘Sí! A esta se lo vendo!’) “Setecientos cincuenta pesos (No sé si
se me hiela la sangre o empieza a hervir). Y lo puede pagar en una entrega y
una cuota más!” (Lo dice como si dijese: ‘un ofertón’! Claro, si lo tenés más
de dos meses te das cuenta que es un curro y no le pagás la tercera! Pero
mantengo la calma.)
Yo: (Ojeando el ‘guorbu’ - donde no consta el autor y el nombre de la
editorial es totalmente desconocido) “Lo probaste?”
VPP: “Cómo dice?” (La
sonrisa de vendedor se le congela un poco)
Yo: “Que si lo usaste.”
VPP: “Eh… no, no. No
tengo tiempo. Laburo todo el día en esto para hacerme unos mangos.” (Ya se fue
el vendedor y aparece el ser humano. Pobre! Pero aún así nadie puede vender
alimentos podridos porque tiene que sobrevivir!)
Yo: (Cerrando el ‘guorbu’ –
en el cual ya vi 4 errores de ortografía y ejercicios más aburridos que
chupar un clavo) “Mirá, te voy a dar un consejo gratis: antes de ofrecer algo
como esto, asegurate que quien te atienda no sea profesor de inglés.” (Digo
esto bajando los anteojos y mirándolo por encima del marco como hago – creo –
cuando algún alumno dice una b…. – un desatino.)
VPP: (La mandíbula se le
cae, abre los ojos como platos y me mira como diciendo ‘LPMQLP!’ Justo a ésta
le toqué el timbre?’ Pero se recupera un poco y suelta una risita nerviosa) “Ah!
Bueno. Disculpe. Y sí, tiene razón! Es como ofrecerle un medicamento ‘milagroso’
a un médico, no?” (Gran verdad, querido! Aunque la analogía entre ‘enfermedad a
curar’ y el inglés me parece poco afortunada). “Bueno. Disculpe de nuevo. Y que
tenga buen domingo.”
Yo: “Igual para vos
(aunque no creo que ‘enganchés’ a nadie.) Chau.”
Me vuelvo a sentar frente
a la compu (en la que estaba preparando un curso para profesores de inglés (¡!)
y chateando con una ex alumna) y no sé si reírme o llorar! Opto por reírme –
pero sólo porque es un hábito adquirido a través de más de 30 años de docencia
y algunos más de vida.
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