martes, 26 de marzo de 2013


Diálogo con empleada de Rapipago (rapi?)

Yo: “Hola. Vengo a pagar esto” (paso la correspondiente boleta a la empleada)
ER: (Sorprendiéndome, porque tiene una cara de limón agrio que mata) “Buen día. Está lindo hoy, ¿no?” (Mira hacia afuera por la puerta de vidrio)
Yo: “Si. Está fresco. Ya estamos en otoño.” (¿Por qué agrego?! Con ‘sí’ hubiese sido suficiente!)
ER: (Sin siquiera mirar la boleta que tiene en la mano) “Eso discutíamos hoy con una amiga mía. ¿Empezó el 21 o el 22? (¿O yo estoy mamada o estamos hablando de las estaciones?)
Yo: “Creo que el 21.” (Hago una pausa para no sonar brusca) “Es una factura electrónica” (agrego esta última información que a buen entendedor debería significar: ‘vengo a pagar, no a charlar’)
ER: “Eh? Ah! Sí. Cobramos esto.” (Pero sigue sin pasar el papel por el aparatito que lee el código de barras) “Qué cosa, ¿no? ¿Vio que en el hemisferio norte están en primavera?”
Yo: (Resignándome a que la transacción no va a ser ‘rapi’) “Si. Tienen las estaciones opuestas a las nuestras” (Abro la billetera y empiezo a sacar la plata como para cerrar la charla)
ER: “Pero vi que en algunos lugares ya están teniendo nieve. ¿Nieve en otoño?” (Es claro que esto último espera respuesta de mi parte)
Yo: “Y, sí, depende del lugar. Cuanto más al norte, más frío, calculo.” (No es cuestión que crea que sé más, o no me voy en toda la mañana!)
ER: “Me encantaría ir a un lugar así. De visita, claro. No para vivir. Debe ser feo tener frío todo el día! Aunque uno se acostumbra al clima, ¿no? (Esta pobre mujer está charlando con Su Otro Yo a través de mí!)
Yo: “Sí” (Lacónica y mirando detrás de mí para ver si no hay nadie esperando. No. Nadie! )
ER: “Justo ayer fue el dia internacional del clima. Lo escuché en la radio.”
(Noooooooooooo!!! Espero que MI Otro Yo no se exprese a través de mi voz o va a decir algo como: ‘otro día internacional de boludeces’!)
Yo: “Ah! ¿Sí?” (Ya desesperada) “Eh… ¿Cuánto es?” (Ya tengo la plata justa en la mano, pero ya no sé cómo hacer para pagar!)
ER: (Me dice el monto y finalmente pasa el lector por el código de barras!) “Uy! No lee esto.” (Y amaga a pasarme la boleta)
Yo: “Pero tiene los números abajo.”
ER: (Mira el papel) “Ah, sí. Pero son re-chiquitos. Yo no los veo.” (Ah! No! Si los veo yo, que tengo un solo ojo! ) “Va a tener que imprimir de nuevo y agrande la imagen.”
Yo: “¿Y si te leo los números?”
ER: “Bueno, pero si se equivoca es su problema.” (¿Dónde se fue la amabilidad y la charla sobre el clima?) Ni le contesto y empiezo a leer los números. Me hace repetir varias veces y siento que me empieza a subir la mostaza  (expresión algo antigua que quiere decir que, en términos de clima, estoy en el trópico!)
Yo: “Gracias” (Cuando la boleta ‘vuela’ hacia mí nuevamente junto con el papelito que certifica el pago) Y como no me contesta la muy maleducada, parto con: “Y el otoño empezó el 20 de marzo a las 21:07”
Cuando cierro la puerta de vidrio, todavía tiene la boca abierta. Pero seguro que no será para responder a mi ‘gracias’!

jueves, 21 de marzo de 2013


Díalogo con ‘mi otro yo’ al día siguiente del día internacional de la felicidad

Yo: “Pero mirá vos! Ayer fue el día internacional de la felicidad!”
MOY: “Y seguimos con los días internacionales de las boludeces!”
Yo: “La felicidad no es una boludez, como vos decís. ¿Y no podés mejorar tu vocabulario un poco?”
MOY: “A que no sabés que ‘felicidad’ quiere decir ‘estado de ánimo del que disfruta de lo que desea’? Si es así, no muchos son felices!”
Yo:(Sarcásticamente) “¿Buscaste la definición en Wikipedia?”
MOY: “No, en ‘wordreference.com’. Yo sí me fijo si las palabras que uso significan lo que creo. Y ‘boludez’ significa lo que yo creo que significa!” (No la iba a dejar pasar!)
Yo: (Constatando en el sitio lo que MOY menciona) “Ajá! Pero vos mirás sólo la primera acepción de la palabra! Fijate la segunda: ‘satisfacción, alegría o contento’.”
MOY: “Es lo mismo. Por qué más vas a sentir satisfacción, alegría o contento sino por disfrutar de lo que deseás?”
Yo: “¿Por qué tenés que enredar todo? ¿Naciste discutidora? ¿O te hiciste jodida con los años?”
MOY: “¿En serio querés que te conteste?” (Para nada velada amenaza que surte efecto)
Yo: “No. Dejá no más. (Y me apuro a seguir) Pero fijate que relacionan la felicidad con el bienestar físico. Parece que si estás contento, sos más fuerte contra las enfermedades! Interesante, no?”
MOY: “Me imagino que no pensarás que porque vivís riéndote, el pucho no te va a afectar los pulmones, no?” (Pero qué HDP!)
Yo: (Ya más que enojada)“¿Sabés qué? Creo que si me deshiciera de vos, sería más feliz!”
MOY: “Ummm. A lo mejor. Pero acordate de la famosa cita de Tolstoi: ‘el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace’.”

Y como de costumbre, se queda con la última palabra!

domingo, 17 de marzo de 2013


Diálogo con vendedor ‘de puerta en puerta’:

Suena el timbre y me pregunto quién puede ser un domingo a esta hora. Abro la puerta y me encuentro con lo siguiente: muchacho de ‘buena presencia’(diría mi abuela) con maletín – que ha dejado en el piso – y una caja en la mano.

Yo: “Sí?”
VPP: “ Buenos días, Sra. Se estará preguntando qué hago un domingo a esta hora (Me leyó la mente!) “ Es que estoy ofreciendo (ya con esta última palabra me dan ganas de cerrarle la puerta en la cara, pero termina la oración con algo que llama mi atención) el MI-LA-GRO-SO curso de inglés en video ‘EHPIKISI’” (Ay! Bueno,  por lo menos sabe separar en sílabas en español! ) “Con este curso Ud.  – o sus hijos o nietos – (Claro! Me calculó la edad y se dijo: ‘loro viejo no aprende a hablar’!) pueden hablar inglés en tres meses! Imagínese!” (Sí, querido, no necesito imaginarme! Sé CÓMO se puede hablar inglés en tres meses!) “Le muestro.”
Y me muestra una cajita hermosa que contiene tres DVDs. “Y acá está el ‘guorbu’” (que, me explica, es el libro de ejercitación para trabajar con los videos)
Yo: “¿Y cuánto sale?” ( Y sí, no voy a perder esa información!)
VPP: (Pensando seguramente ‘Sí! A esta se lo vendo!’) “Setecientos cincuenta pesos (No sé si se me hiela la sangre o empieza a hervir). Y lo puede pagar en una entrega y una cuota más!” (Lo dice como si dijese: ‘un ofertón’! Claro, si lo tenés más de dos meses te das cuenta que es un curro y no le pagás la tercera! Pero mantengo la calma.)
Yo: (Ojeando el ‘guorbu’  - donde no consta el autor y el nombre de la editorial es totalmente desconocido) “Lo probaste?”
VPP: “Cómo dice?” (La sonrisa de vendedor se le congela un poco)
Yo: “Que si lo usaste.”
VPP: “Eh… no, no. No tengo tiempo. Laburo todo el día en esto para hacerme unos mangos.” (Ya se fue el vendedor y aparece el ser humano. Pobre! Pero aún así nadie puede vender alimentos podridos porque tiene que sobrevivir!)
Yo: (Cerrando el ‘guorbu’ – en el cual ya vi 4 errores de ortografía y ejercicios más aburridos que chupar un clavo) “Mirá, te voy a dar un consejo gratis: antes de ofrecer algo como esto, asegurate que quien te atienda no sea profesor de inglés.” (Digo esto bajando los anteojos y mirándolo por encima del marco como hago – creo – cuando algún alumno dice una b…. – un desatino.)
VPP: (La mandíbula se le cae, abre los ojos como platos y me mira como diciendo ‘LPMQLP!’ Justo a ésta le toqué el timbre?’ Pero se recupera un poco y suelta una risita nerviosa) “Ah! Bueno. Disculpe. Y sí, tiene razón! Es como ofrecerle un medicamento ‘milagroso’ a un médico, no?” (Gran verdad, querido! Aunque la analogía entre ‘enfermedad a curar’ y el inglés me parece poco afortunada). “Bueno. Disculpe de nuevo. Y que tenga buen domingo.”
Yo: “Igual para vos (aunque no creo que ‘enganchés’ a nadie.) Chau.”

Me vuelvo a sentar frente a la compu (en la que estaba preparando un curso para profesores de inglés (¡!) y chateando con una ex alumna) y no sé si reírme o llorar! Opto por reírme – pero sólo porque es un hábito adquirido a través de más de 30 años de docencia y algunos más de vida. 

viernes, 15 de marzo de 2013


Diálogo con Sra. que siempre pasa pidiendo (ropa, alimento, etc.):

Abro la puerta y me encuentro con Marta, una chaqueña que se vino hace tiempo ya de su monte natal para buscar mejor vida en Santa Fe…

M: “Hola, Doña! Cómo le va?”
Yo: “Hola, Marta! Tanto tiempo! Pensé que se había vuelto al Chaco!”
M: “Ni ahí! Allá sí que hay pobreza!” (Yo pensé que eso había desaparecido con el WiFi para todos!) “Lo que pasa es que, por suerte, tuve varias ‘changas’ seguidas. Con eso tiramos, vió?”
Yo: “ Y los chicos?” (Que recuerde tiene 8 y se hizo cargo de un chiquito discapacitado de una de sus hijas mayores que se volvió al Chaco)
M: “Todos bien. Y lo mejor es que andan re-bien en el colegio!” (Y pasa a enumerarme los éxitos de los chicos asociando cada uno de los nombres con lo que alguna vez le di: mochila, guardapolvo, carpeta, libros de cuentos, etc.) “Y como siempre digo, se cuidan entre ellos, así que no me dan trabajo para nada.” (Qué fuerza que tenés Marta!)
Yo: “Bueno, pero todavía tiene que lavar, cocinar, limpiar…”
M: (Se ríe) “Y salir a pedir! Eso es lo que más me cansa, Doña. Si me viera mi mamá!” (Baja la vista)
Yo: “Y mire, muchos tenemos que hacer cosas que no nos gustan en la vida.” (casi me da vergüenza usar el ‘nosotros’)
M: “Yo le digo lo mismo a los ‘mocosos’. “  (dos de ellos ya deben andar por los 17 o 18 años) “Pedir no es robar! Robar es tener los planes que tienen algunos de mis vecinos y se ‘rascan’ todo el día!”(Ya me empieza a subir la bronca.)
Yo: “Yo le dije que se presentara para alguno de los planes, se acuerda? Ud. tiene derecho a uno. Ya sé que no es lo mejor, pero le ayudaría…”
M: “Mire, Doña, primero que no se los dan a cualquiera.” (Y acá me explica en palabras muy simples que ‘cualquiera’ significa no tener determinada  filiación política o no responder al ‘puntero’ del barrio) “Y yo, que quiere que le diga, nunca me gustó esa ‘mugre’.”
Yo: (Qué se puede decir que melle esa Dignidad – sí, con mayúsculas – que tiene Marta?) “Bueno, y dígame, que anda necesitando?”
Me larga una lista demasiado corta para lo que realmente debe necesitar. Algo tengo, busco las cosas y se las doy.
M:  “Bueno, Doña, gracias! Y que siga bien.”
Yo: “Ud. también. Y saludos a los chicos.”

Cierro la puerta y no sé qué pensar. Y claro! No es momento de pensar, sólo de sentir : admiración e impotencia por Marta, indignación e impotencia por la realidad de Marta, bronca y más bronca… y de pronto tengo esperanza. Esperanza que Marta contagie sus valores a sus hijos – 8, dije? Bueno, quizás en corto tiempo haya 8 adultos que puedan modificar – aunque sea un poquito – la realidad.

martes, 12 de marzo de 2013


Diálogo con barrendero

Salgo a la puerta de casa a… y bueno, sí, a fumarme un puchito. El barrendero, que viene acelerando con su escobillón, se para en seco.
B: “Hola! Cómo le va Sra.?”
Yo: “Bien. Y ud.?”
B: Se apoya en el escobillón y corre su gorra hacia atrás. “Y, acá andamos.” Mira el césped de casa que ya a esta hora es un colchón de botellas de gaseosa, papeles, bolsitas, etc. “Chocha debe estar de vivir en la cuadra de la escuela, eh?” (Sarcasmo patente y entendido)
Yo: “Feliz! Y eso que recién empiezan! Después lo junto y lo saco como basura mía. Qué le va a hacer!”
B: “Como hacer se puede hacer. Tengo tres nietos que viven conmigo y los tengo cortitos con ‘enmugrentear’( ¿cómo hace para pronunciar esa palabra con tanta facilidad?) la casa, la escuela o la calle. Ya les dije – el día que tenga una queja, los traigo a trabajar conmigo un día enterito. Así van a aprender!” (‘Pedagogía de la amenaza’ si las hay!)
Yo: (Me rio, y, fiel a mi rol docente, propongo metodología alternativa) “Bueno, pero también hay que explicarles por qué no se hace, no?”
B:  Se ríe y me deja de una pieza con: “A las palabras se las lleva el viento! Pero póngalos a limpiar lo que ensuciaron o alguno de los hermanos ensució y no les gusta nada! Ahí se cuidan bien de no ‘enmugrentear’”
Yo: (Ya viendo que a mis palabras ‘también se las lleva el viento’) “Y nunca le pidieron algún premio por limpiar, por ejemplo?” (No me animo a decirle que mis hijos sí pedían!)
B: “¿Qué?! ¿Premio por hacer lo que corresponde?!!!  (Me mira como diciendo: ‘vos estás de la nuca’!) “Ese es el problema. Hay premio por todo ahora!” (Bueno, razón no le falta) “Bueno, sigo. Si nó, no termino más. Que ande bien.”
Yo: “Igualmente. Y téngale paciencia a los nietos!” (Me rio)
B: (Ya empezando a mover el escobillón) “Paciencia les tengo! Pero hay que educarlos, no?” Se ríe y toma velocidad – va llegando a la esquina cuando finalmente entro en casa.

Bueno, yo aprendí que el refuerzo positivo facilita el aprendizaje… pero evidentemente el refuerzo negativo le da resultados al barrendero!

viernes, 8 de marzo de 2013


Diálogo con mi otro yo en el día internacional de la mujer:

Yo: “Hoy es nuestro día.”
MOY: “El tuyo será. Yo me niego a que me rotulen – ni siquiera con el género.”
Yo: (Sarcásticamente) “Mirá, si sos ‘masculino’, me hubieras avisado antes!”
MOY: “Ya te dije. No me gustan los rótulos.”
Yo: “Mirá que sos jodida! No vas a negar que la sociedad nos impone mandatos de roles, y…”
MOY: “Sabés que no me gusta interrumpir” (Nó! Qué va!), “pero yo estoy con la filosofía del  yin yang.”
Yo: “Bueno, esa filosofía se refiere al equilibrio de los opuestos, no? Y ve las diferencias de género como opuestos.” (Tomá!)
MOY: “Uhm… por ahí tenés razón. (¿Cómo ‘por ahí’?!) “Pero entonces, por qué no se celebra el día del género masculino? Esto de que haya un día especial para las mujeres me parece autodiscriminatorio.”
Yo: (Ay! Discusión filosófica a las 9 de la mañana! Demasiado para mí!) “Otro día la seguimos. Ahora_”
MOY: “Sí, ya sé. Ahora es cuando te escapás …”
Yo: (Ya enojada) “No me escapo de nada. No festejés el día y listo. O mejor, inventate un día para festejar. Qué sé yo – el día del Otro Yo Recalcitrante, por ejemplo!”
MOY: (Suspira como quien suspende una discusión porque el cerebro del otro es demasiado pequeño para entender sus profundas reflexiones)  “No está mal la idea de inventar otro día de celebración. Voy a tratar de imponer ‘ El Día Del Ser Humano’.”
Yo:  “Discriminadora de animales!”
MOY: “Para nada – los animales ya tienen su día. El problema va a ser establecer la diferencia entre ellos y uds.” (Pero qué HDP!)
Yo: “Lamento comunicarte que acabás de autorotularte por la negativa. Si no sos animal ni ser humano, qué sos?”
Silencio. Ah! Bendito silencio!

jueves, 7 de marzo de 2013


Diálogo con Sr desconocido en la vereda de mi casa.

Estoy haciendo equilibrio sobre la escalerita mientras ataco la pared del frente con la hidrolavadora. Con el ojo derecho (el que todo lo ve – aunque tenga visión bulto) detecto movimiento humano cerca y suelto el gatillo. Tarde. La ‘llovizna’ alcanzó a un Sr.

Yo: “Perdón! No lo vi.”
Sr: “No es nada. Apenas me mojó. Y me viene bien con el calor después de trotar.” (Bueno, pienso, un conciudadano amable!) Espero que siga su camino, pero se queda plantado ahí, mirando la pared. “Y le saca todo lo que tiene escrito?” (Se refiere a los diferentes dibujos que pretenden ser grafiti y los profundos pensamientos filosóficos de los ‘niñitos’ que asisten a la escuela que queda a mitad de cuadra)
Yo: “Saca algo no más. Pero en realidad empecé sacando las telarañas…”
Sr: “Tendría que agregarle algún producto a la hidro.  No sé si vió, pero trae como una botellita para eso. Va en la pistola.” (Ya empiezo a lamentar no tener una pistola real en la mano)
Yo: (Si bajo de la escalera va a seguir, así que amago a seguir) “Le hace falta una buena mano de pintura.” No se mueve ni un milímetro y me veo obligada a bajar el ‘arma’.
Sr: “Y necesita una escalera más alta para llegar hasta allá.” (Señala la planta alta) “Y hay que tener fuerza de brazos para sostener la pistola.”
Yo: (Pienso: ‘hace 1 hora que sostengo la pistola pedazo de idiota’), pero solo digo: “Ajá.”
Sr: “Pero igual va bastante bien.” (Ah! Bueno! No querés ponerme nota también?)
Yo: (Decidida a terminar la conversación, bajo finalmente la escalera) “Se ve que ud. sabe realmente cómo se hace.” (Se agranda como galleta abajo del agua – hasta se para más derecho!) Le extiendo la pistola. “Qué tal si me muestra?”
Sr: (Totalmente sorprendido) “Yo? Eh…”
Yo: (Lo dejo transpirar unos segundos antes de ofrecerle una salida) “Ah! Nó. Pero se va a mojar! Qué tonta!”
Sr: (Sonriendo nerviosamente) “Si, si. No me puedo mojar más de lo que ya estoy. Bueno. Que le quede lindo!”  Se aleja al trote. (No era que ya había terminado de trotar?)

Bueno, no se puede quejar, transpiró más en esos segundos que con todo el trote que hizo! 

domingo, 3 de marzo de 2013


Diálogo con vendedora en vaquería (o ‘boutique de jeans’ como algunos le dicen ahora)

Yo: “Ando buscando jeans – para mí” (Esto para una vendedora debería significar: ‘tamaño para lo que estás viendo’)
V: (Me mira de arriba abajo) “Un 38.”
Yo: (Decididamente o es nueva o es ciega) “No. 40 o 42, dependiendo de la confección.”
V: “Naa! 38.” Y empieza a sacar jeans de los estantes y arrojarlos sobre el mostrador cual tahúr que reparte cartas.
Yo: (Con mi característica sonrisa previa a chiste) “Ya sé que parece que no tengo nada atrás, pero todavía me queda cadera, y tiene que entrar la porronera. Un 38 va a ser chico.”
V: “Naa! Mirá estos, eligí uno y probate. Vas a ver.” (La que no ve sos vos, querida! Pero me resigno a tener que probarle empíricamente que un 38 no me entra ni con calzador). “Mirá estos qué ‘copados’ que están.”
Miro las cartas sobre la mesa – perdón – los jeans sobre el mostrador, y me pregunto por qué siempre están doblados de tal forma que lo único que ves es el bolsillo trasero derecho. Desdoblo el primero: roturas a la altura del muslo, y artísticamente, otro ‘rasgón’  bajo el bolsillo trasero izquierdo.
Yo: “No. Me podrí de remendar vaqueros de mis hijos cuando eran chicos.” (Pensé que le estaba diciendo con humor que esos vaqueros no eran para alguien de mi edad.)
V: (Me mira como si fuera de otro planeta) “No. Eso es así, no están rotos.” (Ay! Es que no entiende nada más que lo ‘literal’?)
Yo: “Ya sé. Era un chiste. Pero yo no me puedo poner esto.” (No pienso decir ‘no es para mi edad’ con todas las letras!) “No tenés nada más clásico?”
V: “Pero si sos flaquita. Cualquiera de estos te quedaría bien.” (Qué tiene que ver ser flaca con lo apropiado para diferentes edades? ) Niego con la cabeza. “Ah! Y éste?”
‘Éste’ es tan bajo de tiro que creo que me subiría sólo hasta la ingle, además de ser tan finito en las piernas que ni el dedo gordo me entraría ahí.) Vuelvo a menear la cabeza.
“A ver, decime bien lo que querés.” (Por favor! Qué entendés por ‘clásico’?)
Yo: (Tomo aire – tanto para calmarme como para que me alcance para enumerar las características de ‘clásico’.) “OK. Quiero un jean con piernas por donde me pasen los pies con facilidad – calzo 39. Que cuando esté parada no se me vea el ombligo y cuando esté sentada no se me vea la raya trasera. Que no tenga roturas – ni hechas a propósito ni de las otras. Que no parezca que un perro se lo masticó o que se me cayó la lavandina encima.”
V: “Ah! No. No tengo nada como eso. (Pienso: ‘Querida, nunca VISTE nada como eso!) No sé si va a conseguir. Todos los jeans vienen así.”
Yo: “Bueno. Gracias.” (Giro para irme)
V: “Por nada.” (Primera cosa que dice que se ajusta absolutamente a la realidad!)

viernes, 1 de marzo de 2013


Diálogo con Sr. en el supermercado

Llego a la caja y, viendo cuántos tengo delante de mí, apoyo el canasto en el piso. Cuando estoy por incorporarme siento que un changuito se estrella en mi retaguardia.

Sr: “Perdón! Perdón! Se me fue! Se lastimó?" (Qué manera de usar la pasiva para no decir: ‘no le arranqué el traste, no?’)
Yo: “No, no. Viene cargado, eh?” (Otra manera de decir: ‘estás manejando un arma mortal!’)
Sr:  (Sonríe). “Con tal que no me haya olvidado de nada! Mi mujer me mata si no!”
Me río, pero pienso que su mujer puede vengar mis ‘cachas’.
“Por eso se me fue el changuito. Lo solté para revisar la lista. Segura que está bien?”
Yo: “Sí. Además no creo que me lo pueda aplastar más de lo que ya está.”
Sr:  (Suelta una carcajada) “Entonces menos mal que no lo solté allá!”
Miro hacia donde él está mirando y veo una chica enfundada en unas calzas de estridente color rosa cuyo trasero podría aguantar el choque con un camión sin inmutarse.
Yo: (Pensando que en realidad se arrepiente de haberse puesto en esta cola y no en la otra) “Yo creo que ahí sí su mujer lo mata! Además, tendría que haber pagado el changuito!”
Sr: (Vuelve a reírse) “Qué sentido del humor que tiene! Ojalá mi mujer fuera así!” (Sí, claro, con mi sentido del humor y el trasero de la de calzas rosadas!)
Yo: (Cambiando el tema de la conversación, señalo su changuito que rebalsa de productos) “La compra mensual?”
Sr: “Nó, qué vá! La verdad, no sé que hace mi mujer con todo esto!” (Casi se me escapa un sarcástico: ‘Ah? No viven juntos?’ Pero me aguanto.) “Ud. no lleva mucho, no?” dice mirando mi canasto.
Yo: “No. Vivo cerca y vengo seguido. Hay cosas que compro acá y otras en otros lados – por los precios, vió?”
Sr: “Mi mujer siempre me manda acá. No quiere que vaya a otro lado.”
Yo: “Ah!” (Qué decir después del ‘me manda’?)
Sr: “Siempre le digo que voy a sospechar que anda con el dueño de este supermercado!” Se ríe e, inmediatamente, se le borra la sonrisa de la cara. “No le hace mucha gracia!”
(Y, si no tiene sentido del humor, elegiste el peor chiste para hacer, salame!)
Veo que me toca el turno y me agacho a levantar el canasto. Esta vez, doblo las rodillas y me agacho cual dama antigua – derechita, derechita – cola abajo.
Sr: (riéndose) “No se preocupe. Tengo las dos manos en el changuito!”
La cajera (que me conoce)me mira como diciendo ‘Epa. Epa!’
Por lo bajo le digo: “Otro día te explico.” Y salgo disparada con mi bolsita.

Ay! Cómo carajo le explico esto a la cajera?!!!!