martes, 29 de diciembre de 2015

Diálogo con Vecina (la de la quinta)

Diluvia en El Leyes, así que decido cambiar el foco del farol de la cochera. Creo que con esta lluvia no corro riesgo que la vecina aparezca ….. ¡Eeeeeeerror!

V: (Pasando por el portón cual rayo) “¡Hola! Permiso.” (¡Ya estás adentro!)
Yo: (Girando en la escalera sin bajar ni un escalón) “Hola. ¿La agarró el agua camino al kiosco?” (Siempre que llueve y aparece usa la misma excusa – aunque el kiosco queda para el otro lado.)
V: “No, no. ¡Pero qué otra cosa se puede hacer con esta aguacero más que charlar con alguien?” (¡Ah, bueno! ¡Y yo saqué el premio mayor por estar cerca y a la vista!) “Y… yo tengo cosas para hacer – como esto.” (Señalo el farol)
V: “Y lo va a tener que limpiar también. Mire la mugre que tiene.” (¡Pero y LPM! ¿No querés limpiarlo vos?)
Yo: “Y… sí. Se junta suciedad cuando uno no viene seguido.”
V: “Y también se juntan novedades. ¿Sabe que ……….?” (Acá larga la catarata de ‘novedades’ mientras yo procedo a pasar un trapito por el farol deseando que más de una telaraña aterrice en su cabeza) “¡¿Qué me dice?!” (Entonación que implica ‘¡decime si no son noticiones!)
Yo: “Veo que pasó de todo este tiempo” (¡Qué quieren que diga!)
V: “Hablando de otra cosa – (¿más novedades? ¡Ay!) ayer a la noche – tarde – ví que paró una camioneta en su portón ….” (Ni pienso completar  los puntos suspensivos – ganate la info)
Yo: (Aparentemente concentrada en la limpieza del farol) “Aja.”
V: “Y se bajaron dos muchachos con un bulto. No vi bien porque Ud. no tenía prendida la luz de la cochera.” (¿¿¿¿¿Por qué creés que estoy cambiando el foco?????)
Yo: “¿Un bulto? (Casi, casi, le digo que si eran dos muchachos ¡deberían haber sido dos bultos! Pero me freno a tiempo)
V: “Sí. Y como siempre su primo sabe pasar a saludarla, pensé que era él - pero esta era una camioneta…” (¡Y dale con los puntos suspensivos!)
Yo: “No. Mi primo no cambió el auto.” (Es este momento logro quitar una telaraña que parece nido de loro, y lo tiro en dirección de la vecina.) “¡Ay! ¡Perdón!” (Y giro para darme el gusto de verla quitarse la telaraña del coco – pero a ésta le podés tirar con una yarará que seguro se la enrosca en el cuello y sigue procurando información)
V: “Entonces no era su primo.” (No es una pregunta – es una afirmación. Paradójico que cuando esto sucede uno se ve impelido a dar una respuesta.)
Yo: (Bajando de la escalera con la parte de vidrio del farol en la mano) “No. Era el gas. Se me acabó el tubo ayer.”
V: (Con clara desilusión en la cara) “¡Ah! ¿Y tan tarde se lo trajeron? Porque el que me lo trae a mí reparte hasta las siete no más” (Sí, y seguro te lo trae siete menos cinco para no tener que soportarte más de lo necesario)
Yo: “Si quiere le doy el número de los muchachos. Y ahora tengo que ir a lavar esto….” (A ver si te das cuenta que me voy adentro)
V: “Bueno, después se lo pido. Vaya no más – limpiar eso le va a llevar toda la mañana. (Ésta no aprende, che.)
Yo: “Capaz que sí. Bueno, la dejo.”
V: “Yo tengo que ir a ver qué cocino. Después seguimos charlando.” (Con estas palabras – que hace que suenen como que ella terminó la conversación – parte bajo la lluvia)


Yo entro y pienso que no sé si es buena idea cambiar el foco después de todo…..

martes, 6 de octubre de 2015

Diálogo con ecografista (Y, sí, tenía que ir antes que se me venciera la orden del traumatólogo) que estaba … eh … en un mal día.

Escucho mi nombre y entro en el consultorio donde un muchacho de unos treinta y tantos está leyendo la orden para el estudio.

Yo: “Buen día.”
E: (Sin levantar la vista de la orden médica) “Buen día, Adriana. Dejá tus cosas en la silla. (Calculo que el tuteo viene del hecho que no me miró todavía) Y sacate todo de la cintura para arriba menos el corpiño.” (Bueno, bueno)
Yo: “Disculpame, pero que yo recuerde de lo que estudié en la secundaria, de la cintura para arriba tengo el torso. Y yo vengo por la cadera.” (Mientras hablo levanta la vista y se le cae la mandíbula un poco.)
E: (Después de haber mirado la orden nuevamente y poniéndose colorado) “¡Mil perdones! Eh… yo… Fue un error… eh…”
Yo: (Como su incoherencia e incomodidad van en aumento, decido cortar la cosa) “No hay problemas. La verdad, no sé cómo ves algo en esta penumbra. Y si tuviese 20 años menos, podría sospechar que fue a propósito, pero ahora sólo se me ocurre que necesitás más luz o anteojos, ja ja.”
E: (Se ríe y se distiende un poco) “Bueno, entonces va a ser de la cintura para abajo. Subí a la camilla (el tuteo no se va, parece) y girá hacia la pared, dándome la espalda.” (¿Este muchacho tiene algún problemita?)
Yo: “Eh… mirá que la orden dice cadera, pero lo que quiere ver el médico es este ‘huevo’ que tengo acá.” (Y señalo la parte delantera de mi cadera derecha. Y vuelve a mirar la orden)
E: (Con brillo en la frente que interpreto como transpiración) “¡Debe pensar que es mi primer paciente! Pero el problema es que es la número 36 del día de hoy. No es excusa, por supuesto. Ya ni sé lo que leo. Encima hoy cuando venía para acá temprano me chocaron.” (Mientras habla me coloca el gel en la zona a ‘explorar’) ¡Un estúpido me agarró en la bocacalle cuando yo ya estaba pasando!” (Me parece que la bronca se traslada al brazo y en vez de pasar el aparatito, lo está apretando, así que me muevo un poco) “Quedate quietita.” (¡Yo me quedo ‘quietita’ si vos dejás de asesinarme el ‘huevo’!)  
Yo: “Lo que pasa es que siento la presión.” (¡Y agradecé que no agrego ningún otro epíteto!)
E: “¡Uy! Disculpame. Bueno, esto no es nada grave.” (Menos mal, ¡pero en cualquier momento salgo con el ‘huevo’ perforado!). Y luego procede a darme el mismo diagnóstico que el traumatólogo.
Yo: “¡Qué macana! Y yo que le hinché los quinotos al traumatólogo para que me haga la ecografía.”
E: (Riéndose) “Bueno, pero ahora te podés quedar tranquila. Eso sí, no dejés que te corten. Estas cosas vuelven a aparecer. Y mientras no te duela…”
Yo. (Repitiendo lo que le dije al traumatólogo) “Sí, claro, pero eso de andar por la vida con una huevo en la cadera ….”
E: “Pero si apenas se nota – a pesar que es uno de los más grandes que he visto – 6cm por 6cm.”
Yo: “Bueno, ¡por lo menos es parejito!”
E: (Vuelve a reírse y me dice cuándo buscar los resultados) “Que tengas muy buen día. La verdad, me cambiaste el humor. Gracias.”
Yo: “Por nada. Y que tengas buen … resto de día.”

Salgo y bajo por las escaleras pensando en lo que me voy a tener que bancar del traumatólogo cuando le lleve el estudio. Pero, como dijo Sir Francis Bacon, “si comienza uno con certezas, terminará con dudas; más si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.” ¡Aunque para esto haya que hacerse una ecografía y cambiarle el humor al ecografista!

jueves, 3 de septiembre de 2015

Diálogo con colectivero … (Y sí, algunos de ellos ‘me charlan’ también)

Estoy cerrando la puerta de casa cuando veo que viene el cole– bah, está parado detrás de autos de padres que traen chicos a la escuela de la cuadra y se estacionan en doble y triple fila.
Finalmente subo.

Yo: “Buen día.” (Siempre saludo cuando subo al cole – aprendizaje de infancia que no se va – y me dirijo a la máquina expendedora de boletos)
C: “Debe tener paciencia de santa para que sean ‘buenos días’ con estos HDP que tienen que bancarse todos los días” (Inferencia 1: me vio salir de casa y sabe que vivo en la esquina. Inferencia 2: está podrido de tener que esperar que los padres de los angelitos se decidan a darle lugar para que pase. Inferencia 3: si él está podrido – que pasa por acá cada tanto – presume que yo estoy podrida al cuadrado.)
Yo: “Ja ja. Cada vez está peor, ¿no?” (¡Ay! ¿Por qué no me callo la boca?)
C: (Justo cuando amago a ir para el fondo del cole – que está casi vacío) “¡Se creen dueños de la calle! Si a mí se me cae un pasajero cuando sube o baja, es mi culpa. Si no cumplo el horario, es mi culpa, si llego a tocar a alguno de estos boludos, es mi culpa. ¿Y a éstos, eh? ¿Dónde están los zorros, eh?” (Para no parecer maleducada, me quedo paradita donde estoy, boleto en mano y le sonrío al espejo. ¡EEEEEErrrrrorrrr! Porque la catarata verbal sigue) “Siéntese ahí no más.”
Yo: (Intentando escape delicado) “Eh… pero éste es para discapacitados.”
C: “¡Discapacitados son esos!” Cambia la expresión deíctica de ‘éstos’ a ‘esos’ porque ya hicimos como dos cuadras) “¿Pero qué se creen? Uno está laburando, carajo.” (Y mira por el espejo – señal que espera respuesta de mi persona – que ya está instalada en el mencionado asiento.)
Yo: “Y, el estacionamiento donde hay escuelas siempre es … eh … difícil.”
C: (Cruzando la vía nada delicadamente) “¡Es un quilombo! Y cuando le decís algo, sos un ‘grosero’, pero ellos te pueden putear sin problemas. Estoy RE-PODRIDO.” (No es el momento para decirle que eso quiere decir ‘podrido dos veces’)
Yo: “Debe ser estresante manejar un cole.” (¿Y qué quieren que diga?)
C: “Naaaa. Lo estresante es no poder tirárselo encima a giles como esos. Ja ja.” (Eso, hermano, apelá al humor, así aflojás un poco la pata del acelerador – sobre todo en los lomos/lomas de burro – el diccionario no se decide por una de las expresiones)
Yo: “Bueno, menos mal que hay partes del recorrido que deben ser más tranquilas.”
C: “Seee. Pero son muchos menos de los que te dan ganas de matar a alguien, ja ja.” (Bueno, ya parece irse relajando, pero por las dudas no hago comentarios)
Yo: “Ja, ja.”
C: “Yo le erré al laburo. Tendría que haber sido zorro. Le puedo asegurar que, o mejora el tránsito, o la Municipalidad se llenaría de plata. Ja, ja.” (Tiemblo de solo pensar en este C como ‘zorro’)
Mantengo el silencio por unos minutos y me paro para bajar. Cometo el error de hacer medio paso hacia la puerta delantera
Yo: “Bueno, en la próxima me bajo. Que te sea leve el resto del turno.”
C: “Ah, no, no, Sra. Baje por la puerta trasera – ¡a ver si me hacen una multa!” (También te la podrían haber hecho por hablar mientras manejás, ¡y LPQTP!)
Yo: “Cierto. Claro. Chau.” (Y retiro mentalmente los buenos deseos anteriores)
C: “Cuidado cuando baje – mire que si se cae…”
Yo: “Sí, ya sé. Va a ser tu culpa.”


Recorro el pasillo y bajo sin incidente/accidente. Y pienso en aquella frase de Séneca: “Sin razón se queja del mar quien otra vez navega.”

viernes, 14 de agosto de 2015

Diálogo con Conciudadana In-so-por-ta-ble.

Subo al cole en el sur de la ciudad y solo encuentro un asiento al lado de una señora que está leyendo un libro. Mi viaje no debe tardar más de 15 minutos, así que me dispongo a pasarlos mirando los mensajes y mails en el celu. De pronto…

CI: “¡Qué clima de porquería, ¿no?!” (Giro la cabeza y veo que guarda el libro en la cartera – señal de ‘estoy lista para charlar’)
Yo: “Si.”
CI: “¡Y mire la suciedad en las calles! ¡Qué sucios son los santafesinos!” (Primero: ¿qué relación pretende establecer entre clima y suciedad callejera? Y segundo: ¿Uds. cómo entenderían esa última exclamación? Yo también entendí eso – y metí la pata.)
Yo: “¿De dónde es?” (Evitando expedirme sobre el estado de limpieza de las calles)
CI: “¡¿De dónde voy a ser?! De acá.” (¡Podrías haber dicho ‘somos’ entonces!)
Yo: “Eh… como dijo_”
CI: “Yo no ensucio la vía pública.” (O sea: para lo negativo no pertenezco a  esta ciudad’. Miro para ver si no hay un asiento más al fondo, pero nada. Aguantá, Adriana, aguantá) “¿Y se fijó el olor que hay arriba de este ómnibus? ¡No sé por qué no me tomé un taxi!” (Eso digo yo, ¡cómo no te tomaste un taxi! ¿Y quién dice ‘ómnibus’ hoy en día?)
Yo: (Tratando de cambiar de tema) “¿Qué está leyendo?”
CI: “Ahora no estoy leyendo.” (Tono de ¿sos tarada? ¿No te diste cuenta que ahora estoy hablando con vos?) “Estaba leyendo hasta que ud. se sentó.” (¿Esta es o se hace?)
Yo: (Apelando a mi sentido del humor) “Ja, ja. Sí, veo a pesar de este ojo – y señalo mi pobre ojo derecho)
CI: “¿Ud. es de los que se ríe de sus defectos? Nunca entendí la gente así.” (¿Le pego o utilizo el lenguaje para contestar? Verbalicemos – aunque no da la misma satisfacción.)
Yo: (Tratando que el sarcasmo sea más que claro) “Ese es el problema de la gente que no tiene defectos.” (Veo que la chica que está parada al lado de mi asiento trata de contener la risa y me sonrío)
CI: “Debe ser eso.”  (¡Ah, bué! ¡Y para colmo el cole va a paso de tortuga porque el tránsito está re cargado! Me concentro en el celu como manera de decir ‘acá se terminó la conversación’) “¿Qué hace? ¿Mira mensajes?” (Ya sé por qué no tomó taxi – ¡para mí los taxistas la conocen!)
Yo: (Levantando la vista) “‘Estaba’ mirando eso.” (Énfasis en ‘estaba’ como para que hasta una ameba entienda y creo que no necesito terminar la oración. ¡Error!)
CI: “¡Ah! ¿Se le cortó internet? ¡Odio cuando eso me pasa!”
Yo: “Uhm” (Sigo con la vista fija en el celu – bueno, el ojo izquierdo está ahí; el derecho mira la cartera de la CI para ver si saca el libro y hay silencio por unos minutos)
CI: “Bueno, la voy a molestar para bajarme.” (Querida, molestás mucho más estando acá – encantada de darte lugar para que desaparezcas)
Yo: “Como no.” (Y me levanto controlando mis pies para que no se les ocurra darle un pisotón)
CI: “Hasta luego. Y mucho gusto.” (¿Mucho gusto de haberle roto la paciencia?)
Asiento con la cabeza y vuelvo a sentarme – esta vez del lado de la ventanilla.


El cole se detiene  y miro por la ventanilla para asegurarme que la CI se baje. Respiro hondo al constatar que esto sucede.  Miro el cielo y pienso en alguna cita o frase célebre que describa  a la CI, pero no se me ocurre ninguna hasta que el cole agarra un pozo, nos hace saltar y escucho a muchos pasajeros mascullar un “¡Y la PMQTP!”  No lo habrá dicho un filósofo, un literato, u otro célebre personaje, ¡pero es justo lo que pienso!

lunes, 10 de agosto de 2015

Diálogo con Policía Informante (No los que aparecen en las series o películas sino los que encontramos en los edificios públicos y sin los cuales iríamos a parar a cualquier lado menos a la oficina que buscamos)

Entro en agencia recaudadora – no voy a decir si nacional o provincial para mantener la identidad del PI en reserva. Como no hay ningún escritorio de información, me dirijo al único uniforme que veo.

Yo: “Buen día.”
PI: “¿Con este clima? Ud. debe ser muy optimista.” (Bué, empezamos mal, che)
Yo: “Ja, ja. Ojalá mi optimismo me dure lo que me va a llevar el trámite que tengo que hacer.” (Hago pausa para darle pie a que pregunte de qué trámite hablo – pero nada) “Es esto.” (Y le muestro el papel con el que tengo que presentarme)
PI: “A ver …. Ajá…. Ajá…. Uhm…. (Y termina de leer hasta la letra chica) Hoy no va a poder ser.”
Yo: (Dejando que mi sorpresa y desilusión se note en mi entonación) “¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué llueve?”
PI: “Ja, ja. No. Porque hoy no se hace ese trámite. Vino el único día que ese trámite no se hace.” (Menea la cabeza) “No sé por qué la gente no se informa” (Ya me calenté, pero aún conservo la habilidad docente de hacer que no se me note)
Yo: “En la página web no dice nada de eso.” (¡Tomá! Yo traté de informarme)
PI: “¿Ud. es de las que cree en todo lo que aparece en internet?” (No sé para qué sigo con esta conversación – es decir, sí sé: a ver si le saco cuándo ca…jo tengo que volver)
Yo: “Bueno, uno espera que por lo menos las páginas del gobierno informen bien.
PI: “No, no. ‘Bad informeiyon. Bad informeiyon. Ja, ja.” (Esta imitación de la Sra. Presidente -que le sale de 10 - me toma totalmente por sorpresa) Un chistecito para que pase el mal trago de haber venido al … eh…. para nada.” (Por enésima vez: ¡¿a mí me tocan todos?!)
Yo: (Con prótesis en modo ‘sonrisa’ para que no crea que su esfuerzo se desperdició) “¿El trámite no lo puedo hacer por internet?”
PI: “Sí puede. Pero primero tienen que asesorarla.”
Yo: “Eso sí decía la página. Y a eso vine.”
PI: (Mientras vuelve a mirar el papel que le di) “A ver.” (Y procede a ‘asesorarme’ de una manera tan didáctica que se merecería un título docente) “Acá le anoto todo. Pero va a tener que venir mañana o pasado  - NO un lunes – porque le tienen que dar papelería que yo no tengo.”
Yo: “La verdad, yo recomendaría que le dejaran la papelería ya que ‘asesora’ tan bien.”
PI: “¡Ni loco! ¡A ver si me dan horas extras y tengo que pagar impuesto a las ganancias! Ja, ja.”
Yo:  “Soy jubilada docente con 34 años de aportes y  pago ese impuesto, pero no me molesta el chiste.” (Tengo que hacer fuerza para articular esto sin apretar los dientes por la bronca, y pienso: ‘hora de retirarme’) “Bueno _”
PI: “¿Es jubilada y paga impuesto a las ganancias? ¿Y para qué quiere hacer este trámite? ¡Le van a seguir robando!” (Decí que pone cara de conmiseración – casi lástima – porque si no termino en una comisaría por ‘atentar contra la autoridad’)
Yo: “Y, me piden que presente esto….”
PI: “¡Hágase la sota! (Años que no escuchaba esa expresión) ¿Sabe a cuántos les llega esto? ¿Sabe cuántos de esos se presentan? Algún que otro … eh … tonto.” (Menos mal que éste parece no tener ‘otro yo’, porque si no ya sabemos qué palabreja usaría)
Yo: “Bueno. Muchas gracias por todo.”
PI: “Por nada. Por nada.”


Salgo pensando que no le di las gracias ‘por nada’. Me asesoró, y me confirmó lo que Mi Otro Yo siempre dice de mí. En fin …. Mañana será otro día.

domingo, 12 de julio de 2015

Diálogo con Mi Otro Yo (¡Y yo con capacidades disminuidas!)

Estoy en cama, rogando que hagan efecto los antibióticos cuando ….

MOY: “¡OOOOOOOle!”
Yo: “¿Eh? ¿Qué pasa?”
MOY: “Nada. Solo que vi un chorro de algo amarillo que venía hacia mí y lo esquivé. Le agrego un poquito de azul y ya tenemos el verde, che. Yo que vos me sueno la nariz. ¡Menos mal que no resido en tus pulmones!”
Yo: (Soltando sílabas entre soplada y soplada) “Zos -una- azque- doza.”
MOY: “Jaaaa. ¡Sonás como el Guille de Mafalda! Y asquerosa sos vos que infectaste mi casa. Y a ver si tirás un poco de oxígeno para acá arriba porque hace casi dos semanas que no entra mucho, viste.”
Yo: (Carraspeando) “No voy a hablar con vos.”
MOY: “¡Pero dale! ¿Sabés el diálogo surrealista podemos tener? Yo, brillante y vos … eh…. llena de fármacos.”
Yo: “Dejame en paz. Vuelo de fiebre ¡y encima te tengo que aguantar!”
MOY: “No, no. YO te quería hacer el aguante, pero bueno, si se te traba la lengua, ves estrellitas y encendés y apagás luces psicodélicas que bailan acá arriba …. Vos seguí tratando de sobrevivir, que yo acá estoy como en la quinta: en bikini y vaso de cervecita en la mano después de darme un chapuzón en la pile.”
Yo: “Brr ¡Es invierno, tarada! Brr” (¡No puedo estar teniendo esta conversación!)
MOY: “Para vos – que estás temblando tanto que me sacudís. Acá arriba 38.5 C y subiendo.” (Debo estar delirando, seguro)
MOY: “Delirante siempre fuiste, así que no le eches la culpa a la enfermedad. Y ya sé qué te afectó tanto como para caer de esta manera.”
Yo: “¿Umm?”
MOY: “Hace dos semanas trabajaste. ¿Había necesidad, digo yo? Está bien que se te activó el cerebro un poco, pero….”
Yo: (Sonándome la nariz nuevamente) “¿Podéz- idte-a la -miegda?”
MOY: “¿Ves? Hasta perdiste el manejo del idioma. Excremento, querrás decir.”
Yo: “Me voy a dormir ahora. Voy a cerrar los ojos y vas a desaparecer. Me voy a dormir ahora.” (Repito esto como un mantra)
MOY: “Como quieras. Ahora vamos a dejar de charlar.” (¿Quién ‘charla’ con vos, HDP?) “Pero siempre están los sueños para aparecerme……”
Me dan escalofríos – no sé si por la fiebre o por imaginar un sueño donde MOY  ‘se toma una cervecita, en bikini, después de darse un chapuzón en la pile’…..


No puedo decirles cómo terminó la cosa porque el mantra funcionó y me dormí.

miércoles, 1 de julio de 2015

Diálogo con taxista (y van….)

Tomo un taxi después de un largo sábado de curso para docentes. Me dejo caer en el asiento, saludo y le doy mi dirección al taxista.

T: “¿Trabajando un sábado?”
Yo: “Sí. Como Ud.”
T: “¿Profesora, no?” (Un Sherlock Holmes el hombre - salgo de una universidad, con carpetas y laptop y cara de necesitar energía) “¿Puede creer que este es mi tercer día de volver a manejar después de unas vacaciones?”
Yo: “Qué bueno. El descanso es siempre bienvenido aunque sea corto.” (Por enésima vez: ¿por qué no me callo la boca?????)
T: “¿Corto? No, no. Me pasé casi un mes en España. Mi hijo vive allá.”
Aquí sobrevienen 5 minutos donde me cuenta los lugares que visitó, los mares donde se bañó, los platos típicos y vinos que probó, etc. etc. ¡Ya me da apetito, sed, y ganas de tener un Jacuzzi en casa!
Yo: “¡Ah! ¡Qué lindo!” (¿Qué quieren que diga? Hasta sueno entusiasta, miren)
T: (Saludando con la mano y amplia sonrisa a un automovilista que nos deja sordos del bocinazo y una sarta de epítetos dirigidos a su persona) “¡Qué loca que está la gente acá, ¿eh?! Qué desorden el tránsito y todo. Este país no cambia más.”
Yo: (No sé si de bronca patriótica o envidia) “NUESTRO país.”
T: “Jaaaaa. Sí, tiene razón. Es como cuando un hijo se manda alguna cagada – siempre es hijo del otro, jaja.” (Buena comparación, che)
Yo: “Le va a costar un tiempito adaptarse de vuelta.”
T: “Seeee. Ya me estoy estresando.” (Bué, que dejás para los que estuvimos acá el mes que vos te la pasaste de joda?) “Manejar acá es de locos.”
Aquí siguen otros 5 minutos donde me cuenta con lujo de detalles lo fácil, práctico, cómodo – y no sé cuántas cosas más – es manejar en España y Portugal. Qué amable la gente… bla bla bla)
Yo: (Tratando de no dar a mis palabras entonación que lo incite a continuar la historia) “Mire Ud.” (En este punto el taxista cruza un semáforo en anaranjado casi rojo) “¡Mire si pasa un semáforo así en España, ¿eh?!” (A ver si te das por aludido y no arriesgás mi humanidad ni la tuya)
T: (Aparentemente sin captar el mensaje pragmático de mis palabras) “¡No! Allá te meten en cana no más. Allá no se jode. Por eso son tan ordenados para manejar y respetan cuanta señal hay.”
Yo: “Bueno, por cómo pasó el semáforo me parece que ya se está adaptando.” (A ver si ahora captás la idea)
T: “Jaaaaaaaaaa. Es cierto. Y, vió, ‘cuando estás en Roma….’” (¡Encima usa una traducción casi literal de un dicho en inglés en vez de ‘donde fueres haz lo que vieres’!)
Yo: (Ya falta poco, Adriana, aguantá un cachito) “A lo mejor todos los argentinos tendríamos que viajar al exterior y después practicar acá lo que tanto nos gusta de allá, ¿no?”
T: “Naaa. ¿Cómo vas a circular por la derecha si tenés que andar esquivando los pozos? ¿Y frenar porque el semáforo se pone en amarillo? Jaaaaaa. Te llevan puesto porque nadie guarda distancia.” (Bueno, en lo de los pozos tiene razón)
Yo: (Viendo la esquina de casa) “Allá en la esquina.”
T: “¿Derecha o izquierda?”
Yo: “Vamos a suponer que estamos en España, jaja.  A la derecha.”


Pago, saludo y me bajo. Mientras cruzo la calle pienso en la frase atribuida a Hipólito Taine: “Viajamos para cambiar no de lugar, sino de ideas.”  No todos, Taine, no todos.