miércoles, 28 de enero de 2015

Diálogo con Almacenero Devenido en Cajero de su propio minimercado (ver diálogos de vacaciones 2013)

Me encamino a hacer unas pocas compras al minimercado. Cuando llego me sorprendo al ver que se ha expandido.

Yo: “Buenas tardes. ¿Cómo le va? Ya veo que bien – se agrandó la cosa.”
ADC: “¡Como le va! ¿Vino tarde este año?” (Léase: ‘ya sé que estás hace rato y nunca viniste’)
Yo: “No. ¡Pero cómo ha cambiado esto!” (Y, bué, hay que esquivar el reproche)
ADC: “Y, sí, ‘alguito’. Ja ja. Ahora la gente se puede mover mejor – aunque para lo que ha venido últimamente….”
Yo: “¿Floja la venta?” (Me parece increíble que no venda – si la gente entra y sale continuamente)
ADC: “No, no. Me refiero al ‘tipo’ de gente.” (Enunciación de la palabra con clara connotación negativa. ¡A la pelotita! ¿Se me volvió snob el armenio?)
Yo: “¿Eh?”
ADC: “Y, fíjese que el otro día vino una doña – buen pasar si se fija en el auto que tiene – pero queriéndose hacer que no es porteña. ¡Pero por favor!” (¡Ay! Ya sé a quién se refiere. (ver diálogo con ‘vacacionante’ – 18/01/14) “Y que qué lindo es el lugar, cómo hablamos, y haciéndose la graciosa.” (Dice todo esto imitando a la ‘vacacionante’ y claramente destilando veneno por los poros)
Yo: (Con cara de póker desarrollada en años de docencia) “¿Pero… a lo mejor es así no más, digo, a lo mejor no lo hace_” (Me interrumpe)
ADC: “Todavía no le conté lo peor. Cuando viene a pagar – con una Visa de morondanga no más – (bueno, ¡cómo le dirá a la mía!) ¿qué me dice la muy burra? Y encima con el almacén lleno de gente que me conoce - ¿qué me dice?” (Le va subiendo la presión al tiempo que le suben las cejas en la frente)
Yo: “¿Qué le dijo?” (Entonación de ‘debe ser terrible para que se enoje tanto’)
ADC: (Imitando nuevamente la ‘vacacionante’) “ ‘¡Ay! Qué lindo este almacén’ – almacén dijo – ‘Y nunca me atendió un cajero’ – cajero me dijo – ‘turco’. ¡TURCO me dijo!” (¡Ay!¡ Pero qué mina idiota! ¡Y eso que le dije que era armenio!)
Yo: “Bueno, pero si es nueva por acá, no debe saber que Ud._” (Me interrumpe nuevamente – ya me parece estar hablando con Mi Otro Yo)
ADC: “¿Y entonces por qué me dijo ‘turco’, eh? Me vio la cara y pensó que era turco. ¡Yo, turco! Le juro que casi me da un ataque. Y encima después me empezó a preguntar por la novela esa – una nueva – ‘Las mil y una noches’ - ¿y sabe qué dijo? ‘¡Ay! No sabía que Uds. los turcos hacían novelas tan buenas. Lo felicito’.” (La verdad, la imita muy bien. Pero ya las cejas se están juntando con la línea de cabello rizado)
Yo: (Tratando de calmar la cosa un poco) “¿Y Ud. qué le dijo?”
ADC: “¡Y qué quiere que le diga! Le dije ‘soy armenio, no turco’. Eso, a cualquier idiota le dice algo, no? A ella no. ¿Qué me dice, eh? ‘¡Ah! ¿Vio que para nosotros los argentinos son todo lo mismo, no?’. ¿Yo no soy argentino? ¡Pero qué – qué –“ (Le faltan las palabras y, que quieren que les diga, lo entiendo.)
Yo: “Bueno, ya está. No se lo tome así.”
ADC: “Mire, diga que hizo una compra grande, porque si no…. le contaba lo del genocidio armenio por los turcos bien detallado.”
Yo: “Bueno, no se haga mala sangre. Hace mal, ¿vio?”
ADC:  “Seee. Bueno, vaya, doña, yo entreteniéndola y capaz Ud. está apurada.” (Entonación de ‘ya sé que está al dope, pero compre, compre’)


Empiezo a caminar por los pasillos pensando que la ‘vacacionante’ debe haber pagado caro su ignorancia - literalmente.                                                                                                                                                      

viernes, 23 de enero de 2015

Diálogo con …eh…. un …. ¿Quitaposte? (Acabo de inventar una palabra. ¡Me encanta!)

Estoy en la cocina cuando veo por la ventana un camión parado frente a mi portón y el poste que está a la izquierda inclinándose.  Como la vecina no aparece, salgo yo a recabar información.

Yo: “Buen día. ¿Lo está enderezando?”
QP: “Buen día, doña. No, no.”
Yo: “¡Ah! Pensé que por fin iban a poner luz acá.”
QP: “No, no. Me dijeron que lo saque”
Yo: (Expresando, creo, mi sorpresa) “¿Eh? ¿Por qué? ¿Está en malas condiciones?”(Miro  el poste que está mejor que yo)
QP: “No, no. Esta de diez. Buena madera, ni una rajadura.”
Yo: “Y, si lo pusieron hace dos años -  pero yo pensé que era para poner luz acá.”
QP: “No. Si tiene una ahí en la bocacalle.” (Sí, querido, pero no ilumina el resto de la cuadra)
Yo: “¿Sos de la EPE?”
QP: (Entre palada y palada de tierra que saca para aflojar más el poste) “No, no” (¡Pero y la PM! Es peor que yo cuando no quiero largarle prenda a la vecina)
Yo: “¡Ah! De la comuna entonces.” (¿Me vas a tener acá todo el tiempo tratando de sacarte quién te mandó?)
QP: “No, para nada.” (¿¡Pero quién carancho sos?!)
Yo: (Riéndome) “¿No te estarás choreando el poste, no?”
QP: (Se rie)“ No, no.  Me contrataron con el camión para sacar el poste”
Yo: “Si, ¿pero quién? ¿El gran bonete?”
QP: (Me mira como si la última pregunta fuese algo más allá de su comprensión – cosa que perfectamente puede ser) “No le puedo dar esa información.” (¿Este me está tomando el pelo? Lo único que me faltaba justo en estos días – ¡secreto de estado quién mandó a sacar el poste!)
Yo: (Ya un poquito caliente) “Bueno, no importa. Voy a llamar a la EPE y a la Comuna”
QP: “Claro. Está en todo su derecho.”  (Esto me suena  a los reportajes radiales y/o televisivos de estos días. ¿Será que veo conspiraciones donde no las hay? Que es raro, es raro. Y sigue dándole a la pala el muy HDP)
Yo: “Bueno. No te puedo impedir que lo saques, pero me resulta muy raro que no puedas decirme quién lo manda a sacar.”
QP: “Y, vio, unos no quieren que otros sepan lo del poste – y como a mí me pusieron uno arriba del otro para el laburo… Menos pregunta dios y perdona.”
Yo: (Tardo, tengo que reconocerlo, en recuperarme de esto) “Eh… Bueno, como yo soy una simple mortal, voy a preguntar hasta averiguar cómo viene la mano acá.”
En ese momento el poste cae lentamente sobre la caja del camión como quien se acuesta cuidadosamente sobre una cama. A regañadientes le admiro la precisión para el laburo.
QP: “Que tenga buen día, y suerte con lo de averiguar eso.”


Me saluda sacándose la gorra, sube al camión y parte. Yo me deprimo pensando que la vecina sí hubiese sacado la información. Un misterio esto – misterio que seguramente NO voy a develar llamando a la EPE o la comuna…. Pará, pará, tené un poco de fe en el sistema, che.

domingo, 18 de enero de 2015

Diálogo con ‘vacacionante’ (sí, ya sé que la RAE tiene el verbo ‘vacacionar’, pero…. ¡¿quién cara… ncho dice ‘vacacionante’!?)

Tardecita de un día muuuy caluroso. Estoy por cerrar el portón cuando un auto de altísima gama frena y la ventanilla del conductor se baja y me baña un chorro helado  de un excelente aire acondicionado)

V: “Buenas tardes. Estoy buscando un local comercial (¿eh?) pero me parece que me perdí. Soy  vacacionante nueva por acá…” (Bueno, bueno, bueno. ‘vacacionante’, ¿eh?)
Yo: “¿Y qué negocio busca?”
V: “¡Ay! ¡Hace mucho  que no escuchaba la palabra ‘negocio’! Me encanta acá. Todos hablan tan distinto…” (Y, sí, querida, para empezar, ¡nadie usa la palabra ‘vacacionante’! Pero que la palabra ‘negocio’ te suene raro…. No puedo ubicar el acento que tiene – leve pero ahí está)
Yo: “¿De dónde es?”
V: “De Buenos Aires – pero no soy lo que acá llaman ‘porteño’ – para nada.” (Se ve que  alguien – o muchos – ya le hicieron sentir la opinión que se tiene de los porteños por estos lados)
Yo: “Ah. Pero no es originaria de Buenos Aires, ¿no?”
V: “¿Cómo se dio cuenta? ¡Si vivo en XX (ciudad al oeste de la capital) desde que tengo 2 años!” (Podés vivir donde quieras, pero el acento materno, paterno o de los abuelos siempre encuentra la forma de recordarte tus orígenes – eso si los querés recordar, claro.)
Yo: “No sé. Me pareció notar un pequeñísimo acento puntano”
V: “¡Qué oído! Sí. Mis padres eran de San Luis. Pero hace años que no voy por allá.” (Se queda pensando en algo y yo, satisfecha mi curiosidad, vuelvo al tema que la hizo frenar en mi portón.)
Yo: ¿Qué anda buscando?”
V: “¿Eh? Ah, sí. Un minimercado. Bah, no sé, porque algunos le dicen minimercado y otros almacén. Creo que es de un turco.”
Yo: “Armenio.”
V: “Bueno, sí. Armenio, turco, sirio, ruso, ¿vió? Son todo lo mismo.” (¡Ah, bué!  Que a vos no te importen tus orígenes no quiere decir que a los demás no les importen los suyos. Además, se ve que sabe los gentilicios pero no tiene idea de las diferencias)
Yo: “Le pueden parecer lo mismo, pero a ellos, no, ¿vió? Ja, ja” (¿Qué otra cosa puedo decir? ¡Para desasnarla necesito un mapamundi!)
V: “Ja, ja. Quizás tenga razón.” (Perdón que sea reiterativa, pero ¿quién dice ‘quizás’ en una conversación informal?)
Yo: “Está cerca. Lo que pasa es que debe haber tomado la diagonal y volvió para atrás” (Le doy las indicaciones necesarias y arranca después de agradecerme ‘profusamente’ – y bué, ¡la cosa es contagiosa!)


Cierro el portón y pienso que si le llega a decir ‘turco’ al armenio – e independientemente de  si el armenio ve el auto en el que anda – cosa que es segura – se le va a descomponer el ‘pohne’ (ver diálogos de vacaciones 2013/14) y la pobre ‘vacacionante’ va a sentir un ‘shock inflacionario’. Bueno, después de todo, parece que en la costa argentina tampoco aceptan las tarjetas de crédito o débito.

martes, 13 de enero de 2015

Diálogo con Vecina. Inevitable después de haber charlado con el vecino médico/mecánico a unos 10 metros (aunque en diagonal) de su casa.  (09/01/2015)

Llueve y no hay miras de que pare, así que me siento en la cochera a leer. No alcanzo a abrir el libro cuando, de debajo de un paraguas, escucho:

V: “¡Hola! Me pareció ver que se sentaba en la cochera. Cómo llueve, ¿no?”
Yo: “Hola. Ya le abro.” (Aunque ganas no me faltan de dejarte  del otro lado del portón para que te hagas sopa)
V: “Gracias. Iba al kiosco, pero como se largó de golpe… y la vi acá….” (En realidad, podrías haberte vuelto a tu casa – está más que cerca – y, si no se me dio vuelta el mapa, ¡el kiosco queda para el otro lado! En fin)
Yo: “Claro. ¿Quiere una toalla?” (Imagen mental de la toalla insertada en su boca)
V: “No, no. Apenas amaine un poco me vuelvo a casa.” Y de esto salta a: “¿Así que es amiga del Dr. XX? La vi el otro día charlando acá en la calle. Hace años que tiene quinta acá. ”
Yo: “No lo conocía. Me pidió agua porque_”
V: “Seguro que se le quedó el auto de porquería ese. No sé cuándo se va a cansar de jugar al mecánico. Con la plata que tiene… ¡¿Hay necesidad?!” (Eso me pregunto yo, pero sobre vos. ¿Hay necesidad que me vengas a romper los quinotos de esta manera? Perdón RAE que listás la expresión ‘romper los quinotos’ como ‘lunf. gros.’)
Yo: “Y, si a él le gusta…”
V: (Demostrando una vez más el arte de ignorar olímpicamente lo que la otra persona dice si la desvía de su objetivo de conseguir información) “¿Así que no se conocían? Porque como vi que charlaron un rato y Ud. miraba el motor del auto….” (Por las dudas, ¿¿¿no viste qué color de calzones tenía puestos también??? Insisto, ésta debería trabajar para una agencia de inteligencia)
Yo: “Ah, claro.” (No te la voy a hacer fácil)
V: “Qué raro que no me pidió agua a mí, porque yo lo conozco de hace rato. También conoce a mi marido…” (Pienso: ‘¡porque te conoce no te pidió a vos!’)
Yo: “Uhm” (Vamos, lluviecita, ¡dame una mano y pará!)
V: “Raro, ¿no?” (La enunciación de la palabra ‘raro’ es magistralmente ambigua, y, aunque sé a qué se refiere, elijo ir por otro lado)
Yo: “¿El Dr.? No me pareció ‘raro’” (A ver si con esto te dejás de joder.  ¡Error! No importa qué digas, ella va – como caballo de sulky – derecho a su destino sin desviarse ni un milímetro)
V: “No, no. Ja, ja. No él. Que no haya golpeado en casa, digo.”
Yo: “¡Ah!” (¡Vamos que se van abriendo las nubes!)
V: “Debe haber pensado que no había nadie. Y yo estaba en la cocina.” (Seguro, escondida detrás de la cortina) Y como Ud. dice que no se conocen…” (O sea, ¿seguro que no se conocen?)
Yo: “Parece que ya afloja un poco el agua.” (La que no afloja sos vos. ¡La proverbial gota que orada la piedra!)
V: “¿Eh? Ah, sí.  Bueno, vuelvo a casa.” (¡Gracias Zeus! Pero ya que tenés rayos en tu arsenal también, ¿no podrías….?) Gira para irse, y como si una idea le saltara al parietal derecho de golpe, se vuelve. “¡Ya sé! ¡Él a Ud. la conoce!”
Yo: “¿Eh? ¿Cómo_”
V: “Un día charlando con él, me parece que me preguntó de quién era esta casa. Y creo que yo le dije algo de Ud.” (Por ‘me parece’ y ‘creo’, léase: ‘me acuerdo patente’ y por ‘algo’,  léase: ‘le di currículum completo aderezado con ideas propias varias’) “Bueno. Después charlamos. Hasta luego.” (Lo dice como si ella fuera la apurada por terminar la conversación.)


Cierro el portón y pienso en Michel de Montaigne y su frase: “La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo.” Siempre pensé que quería decir otra cosa, pero….  ¿No será que Michel tenía una vecina como ésta?

viernes, 9 de enero de 2015

Diálogo con Médico/Mecánico o vecino desconocido (Nueeevamente hago la salvedad que acá son todos vecinos) Y van….

Estoy utilizando mi tiempo para la exploración del estado denominado  ‘ocio creativo’ (léase ‘sentada con los pies apoyados en el tronco de la acacia’) cuando alguien golpea las manos en el frente. Hacia allá voy pensando que puede ser la vecina, pero me encuentro con un Sr. que viste un overall azul y exhibe manchas de grasa por todos lados.

M/M: “Disculpe, Sra. ¿Podría darme una botella de agua? Se me recalentó la porquería.” (Señala un auto viejo que reconozco – apenas  – como un ¡Peugeot 404! (generaciones jóvenes dirigirse a Google para saber cómo era)
Yo: “Claro. Ya le alcanzo.” (Le llevo cuatro botellas porque con una no va a hacer nada)
M/M: “Muchas gracias. Hace una semana que peleo con este monstruo. Pero no me va a ganar. Lo voy a hacer andar quiera o no.”
Yo: (Mirando el motor a distancia prudencial porque acaba de destapar el radiador y éste bufa como toro embravecido) “Yo que Ud. le digo al dueño que no tiene solución.” (¿Por qué tengo que abrir mi bocota?)
M/M: Se larga una carcajada mientras el radiador acompaña con un ‘glu, glu, glu’ como si fuese hombre perdido en el desierto que encuentra un oasis. “¡Se lo digo todos los días! Es mío. Y no sabe cómo le agradezco que haya pensado que soy mecánico – en una de esas éste (por el auto) lo cree también. Ja. Ja.”  Me extiende la mano pero la retira cuando ve que tiene grasa en cada uno de los dedos. “Soy el Dr. XX. Tengo la quinta a unos kilómetros de acá. Y éste (de nuevo señala el auto) es ‘Pecu’ – por Peugeot 404 – mi hobby de vacaciones.” (El radiador sigue borbotando)
Yo: “¡Ah!” (¿Qué otra cosa puedo decir después de meter la pata hasta el cuadril?) “Mucho gusto. Adriana _” (No llego a darle mi apellido)
M/M: “La profesora de inglés. Sí. Ya sé. Vio que acá nos conocemos todos.” (Esto en realidad aquí significa ‘alguien me dijo que Ud. es profesora de inglés’)
Yo: Me río. “Si, acá todos se enteran de todo, ¿no?” (Y sin poder evitarlo le miro las manos nuevamente)
M/M: “No se preocupe. No soy cirujano. Ja. Ja” (¡Ni que me leyera la mente!) “Muchos piensan que éste es un entretenimiento raro para un médico, pero es lo único que me saca el stress de todo el año. ¿Ud. qué hace para desenchufarse en vacaciones? Porque siendo docente ….”
Yo: (Muy contra mi voluntad voy a tener que dar información que seguramente será agregada a mi currículum) “Ahora jubilada. Pero lo mío es cortar el césped, podar, limpiar la pile.”
M/M: “Actividad física. Muy bien. La mente se pone en blanco y el cuerpo se encarga de la descarga.”
Yo: (Sonriéndome por las dudas meta la pata de nuevo) “¿Psiquiatra?”
M/M: (Se ríe) “No, no. Gastroenterólogo. ¡No sabe las ‘úlceras docentes’  que veo! Ja. Ja.”
Yo: (Bueno, aprendí que hay una categoría de úlceras con nombre de profesión. Después de todo si existe ‘el codo de tenista’….) “Me imagino.”  (Utiliza la última botella de agua y el radiador de ‘Pecu’ parece haberse apaciguado) “Bueno, si necesita algo más,  avise.”
M/M: “Muchas gracias. Pero creo que ya está. Ahora sólo voy a esperar un rato – va a arrancar  cuando quiera el muy HDP – es muy temperamental.”
Yo: (Ya cruzando el portón) “A lo mejor necesita un buen antiácido. Ja, ja.”

El M/M se ríe y me saluda con la mano.

Una vez acomodada en el sillón con los pies en el tronco de la acacia nuevamente,  reflexiono sobre esto de la personificación de cosas inanimadas. Recuerdo  haber estudiado que es una característica de los niños… Bueno, tal vez las vacaciones de los adultos sean para eso – dejar salir al niño que puede haber sobrevivido a la adultez.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Diálogo con Mi Otro Yo …. ¡Ay!

Recién levantada voy bajando la escalera cuando mi cabeza registra un murmullo interno que se convierte en grito.

MOY: “¡BAAAA-LAAAAN-CEEEE! ¡BA-LAN-CE! ¡BA-LAN-CE!”
Yo: “¡Pará! Me vas a destrozar los oídos – y de adentro hacia afuera! ¿Qué querés?”
MOY: “Tu sordera va in crescendo, che. ¿No escuchaste? Quiero que hagas un balance de este año que se va.”
Yo: “Yo estaré más sorda, pero vos estás cada día más tarada.”
MOY: “Pará que anoto en la columna ‘débito’: ‘aumento de sordera e irritabilidad’. ¿Tenés algo para la columna ‘crédito’?”
Yo: “No pienso seguirte la corriente.”
MOY: (Por supuesto sin registrar lo que digo) “Por ejemplo, ¿Hiciste nuevas amistades este año?”
Yo: “Eh….”
MOY: “No, claro que no. Eso va a débito también”
Yo: (Y ya me enganchó la muy HDP)  “¿Por qué a ‘débito’? Yo tengo mis amigos y si no se da el hacer nuevos amigos, no se da.”
MOY: (Haciendo oídos sordos nuevamente) “¿Dónde pongo lo de la jubilación? ¿Crédito o débito?”
Yo: “¿Sabés que me tenés podrida, no?”
MOY: “ Yo diría que por una parte es un logro… y por otra una cagada.”
Yo: “¡Y tenía que aparecer tu vocabulario excelso! Mirá, voy a dedicarte unos segundos para explicarte que lo que pasa en la vida no se puede volcar en un ‘balance’ como el que vos querés. Cada experiencia tiene algo positivo y algo negativo.”
MOY: “¡Ah, claro! Entonces no se puede hacer un balance real. O sea, querés esquivar catalogar lo que te pasó este año. ”
Yo: (Pienso una vez más: ‘Quieeeeeero operaaaaaarme de ti’ – pensamiento que viene acompañado de melodía de vieja canción) “¿Por qué no hacés VOS un balance de TU año, eh?
MOY: “Lamentablemente mi año está atado al tuyo. Y fue A-BU-RRI-DO. En realidad esto del balance es para hacerte pensar un poco. Ya ni boludeces pensás. En cualquier momento empiezan a morir neuronas a mi alrededor por falta de ejercicio.”
Yo: “Mirá, no sé cómo no se mueren más teniéndote a vos cerca. Sos lo que hoy en día se llama ‘un ser tóxico’.”
MOY: (Sin inmutarse) “¡Ah! Pero sin los ‘seres tóxicos’, cómo sabrías que hay otros seres que no lo son, eh?”
Yo: (¿Qué hago un 31 de diciembre bancándome esto?) “No voy a entrar en esta discusión. Es el último día del año. ¿Vos no tenés una pizca de amabilidad, de sosiego, de cordialidad, benevolencia_?”
MOY: “Ya entendí. Ya entendí. Ahora te voy a dejar – pero sólo porque tengo que ‘googliar’ todas estas palabras que usaste.” (¡Ay! Y serán usadas en mi contra en algún momento) “Pero voy a volver – agradecé que no te pedí que hicieras resoluciones de año nuevo.”
Yo: “La verdad, te agradezco que desaparezcas tan rápido.”
MOY: “ Y, si no se puede tener una conversación medianamente inteligente con vos….”
Yo: “Feliz año nuevo para vos también.” (Juro que no utilicé entonación irónica)
MOY: “¡Ay! ¡Qué conmovedor!” (Sarcasmo al cuadrado. ¡Es una reverenda HDP!) “Feliz año para vos también y, solo para evitar aburrirme el 2015, me voy con una cita de tu amado Oscar Wilde: ‘Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo’. Quedate tranquila que yo siempre voy a estar para que no te pase lo segundo.”


Y se va sin más. Y yo pienso que, muy a mi pesar,  MOY también es algo que podría ir en las dos columnas: débito y crédito.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Diálogo con Sra. ‘parlemitana’ (gentilicio que, debo reconocer, no tenía idea que existía)

Estoy fumándome un puchito en la vereda en Palermo, Bs. As., cuando veo una Sra. de edad avanzada que viene hacia mí paseando un perrito Pug. Impecablemente vestida y maquillada, y a pesar de ayudarse con un bastón para caminar, podría ser tomada como miembro de la realeza inglesa – quisiera yo tener ese porte.

El Pug pasa a mi lado y luego gira violentamente, casi arrastrando a la Sra., y me olfatea las zapatillas.
Sra.P: “¡Ay! ¡Mil perdones! No sé qué le pasa. Por lo general es muy educado.” (Dice esto mientras tira de la correa con tan poca fuerza que no creo que el Pug se dé por enterado que tiene que dejar de olerme las zapatillas)
Yo: “No hay problema. Seguramente siente olor al perro de mi hija.” (El Pug me mira como diciendo ‘¿Y dónde está que quiero jugar?’)
Sra. P: “¡Ah! Con razón. No es de tener este tipo de comportamiento. ¿Ud. vive en este edificio? Disculpe la pregunta pero cómo no la he visto antes…” (Vecinas son vecinas – en Palermo o en El Leyes)
Yo: “No. Vine a visitar a mi hijo que vive acá.” (Señalo el edificio)
Sra. P: “¡Ah! No pudo elegir mejor lugar para vivir. Yo que soy Parlemitana – nací en Palermo - ¿Puede creer que donde está aquel edificio estaba mi casa paterna?”
Yo: (Sin poder evitarlo) “¿No me diga?”
Sra. P: “Sí. Ahora tengo un piso ahí. Pensar que en esta calle me enamoré por primera vez.” (¡Ay! Miro al Pug que parece saber lo que viene porque ya se echó a los pies de su dueña y parece estar tomando una siesta)
Yo: (Jurándome no decir ‘¿no me diga?’ nuevamente) “Ah”
Sra. P: “Sí. Él era poeta. Falleció hace poco.”
Yo: “Ah.”
Sra. P: “Pero en esa época los padres tenían la última palabra y no aprobaron nuestra relación.”
Yo: “Ummm” (Y bueno, hay que variar las onomatopeyas)
Sra. P: (Exhalando un suspiro digno de la Garbo) “En fin. Después de todo tan mal no me fue.” (Y parece volver lentamente de sus reminiscencias) “Ahora sólo tengo a Ícaro” (Y mira al Pug que responde incorporándose. Y yo pienso ¿Por qué le habrá puesto ese nombre? ¡Pero NO voy a preguntar!)
Yo: “Es hermoso.” (No me gustan los Pug, pero a un dueño de perro jamás se le dice algo así)
Sra. P: “Me lo regaló mi hijo para que ‘me haga compañía’” (La entonación que denota las comillas es una obra de arte)
Yo: “Y, es lindo tener una mascota.”
Sra. P: “Sí. Pero éste me va a mandar al psicólogo.” (¿Eh?) “Parece que quiere manejarme la vida. Yo antes me levantaba a la hora que quería y desayunaba tranquila. Ahora ni termino el té que Ícaro ya va a buscar la correa y se para al lado mío. Y me mira de una manera…”
Yo: “Ja, ja. Pueden ser muy manipuladores.”
Sra. P: “ Y me hace sentir culpable si no lo saco enseguida. Y no puedo ver Guapas porque no le gusta. (¡Ah, bué!) Ladra y  ladra hasta que cambio de canal.” (Miro al Pug y él se hace el distraído) Pero póngale ballet o música clásica y es un angelito.” (Perro finoli este Ícaro)
Yo: “Bueno, no se le puede criticar el buen gusto. Ja,ja.” (La Sra. se ríe también)
Sra. P: “Bueno, ha sido un gusto  conocerla. Voy a seguir porque tengo que dar la vuelta a la manzana con Ícaro.” (Y, sí, no creo que lo pueda pasear más de eso)
Yo: “Un gusto para mí también.”


Y se aleja, con Ícaro siguiéndole el ritmo lento. Y yo me arrepiento de no haber preguntado por qué le puso Ícaro. Bueno, siempre hay otra oportunidad …