Diálogo con Médico/Mecánico o vecino desconocido
(Nueeevamente hago la salvedad que acá son todos vecinos) Y van….
Estoy utilizando mi tiempo para la exploración del
estado denominado ‘ocio creativo’ (léase
‘sentada con los pies apoyados en el tronco de la acacia’) cuando alguien
golpea las manos en el frente. Hacia allá voy pensando que puede ser la vecina,
pero me encuentro con un Sr. que viste un overall azul y exhibe manchas de
grasa por todos lados.
M/M: “Disculpe, Sra. ¿Podría darme una botella de
agua? Se me recalentó la porquería.” (Señala un auto viejo que reconozco – apenas
– como un ¡Peugeot 404! (generaciones jóvenes
dirigirse a Google para saber cómo era)
Yo: “Claro. Ya le alcanzo.” (Le llevo cuatro
botellas porque con una no va a hacer nada)
M/M: “Muchas gracias. Hace una semana que peleo con
este monstruo. Pero no me va a ganar. Lo voy a hacer andar quiera o no.”
Yo: (Mirando el motor a distancia prudencial porque
acaba de destapar el radiador y éste bufa como toro embravecido) “Yo que Ud. le
digo al dueño que no tiene solución.” (¿Por qué tengo que abrir mi bocota?)
M/M: Se larga una carcajada mientras el radiador
acompaña con un ‘glu, glu, glu’ como si fuese hombre perdido en el desierto que
encuentra un oasis. “¡Se lo digo todos los días! Es mío. Y no sabe cómo le
agradezco que haya pensado que soy mecánico – en una de esas éste (por el auto)
lo cree también. Ja. Ja.” Me extiende la
mano pero la retira cuando ve que tiene grasa en cada uno de los dedos. “Soy el
Dr. XX. Tengo la quinta a unos kilómetros de acá. Y éste (de nuevo señala el
auto) es ‘Pecu’ – por Peugeot 404 – mi hobby de vacaciones.” (El radiador sigue
borbotando)
Yo: “¡Ah!” (¿Qué otra cosa puedo decir después de
meter la pata hasta el cuadril?) “Mucho gusto. Adriana _” (No llego a darle mi
apellido)
M/M: “La profesora de inglés. Sí. Ya sé. Vio que
acá nos conocemos todos.” (Esto en realidad aquí significa ‘alguien me dijo que
Ud. es profesora de inglés’)
Yo: Me río. “Si, acá todos se enteran de todo, ¿no?”
(Y sin poder evitarlo le miro las manos nuevamente)
M/M: “No se preocupe. No soy cirujano. Ja. Ja” (¡Ni
que me leyera la mente!) “Muchos piensan que éste es un entretenimiento raro
para un médico, pero es lo único que me saca el stress de todo el año. ¿Ud. qué
hace para desenchufarse en vacaciones? Porque siendo docente ….”
Yo: (Muy contra mi voluntad voy a tener que dar
información que seguramente será agregada a mi currículum) “Ahora jubilada.
Pero lo mío es cortar el césped, podar, limpiar la pile.”
M/M: “Actividad física. Muy bien. La mente se pone
en blanco y el cuerpo se encarga de la descarga.”
Yo: (Sonriéndome por las dudas meta la pata de
nuevo) “¿Psiquiatra?”
M/M: (Se ríe) “No, no. Gastroenterólogo. ¡No sabe
las ‘úlceras docentes’ que veo! Ja. Ja.”
Yo: (Bueno, aprendí que hay una categoría de
úlceras con nombre de profesión. Después de todo si existe ‘el codo de tenista’….)
“Me imagino.” (Utiliza la última botella
de agua y el radiador de ‘Pecu’ parece haberse apaciguado) “Bueno, si necesita
algo más, avise.”
M/M: “Muchas gracias. Pero creo que ya está. Ahora
sólo voy a esperar un rato – va a arrancar cuando quiera el muy HDP – es muy
temperamental.”
Yo: (Ya cruzando el portón) “A lo mejor necesita un
buen antiácido. Ja, ja.”
El M/M se ríe y me saluda con la mano.
Una vez acomodada en el sillón con los pies en el
tronco de la acacia nuevamente, reflexiono sobre esto de la personificación de
cosas inanimadas. Recuerdo haber
estudiado que es una característica de los niños… Bueno, tal vez las vacaciones
de los adultos sean para eso – dejar salir al niño que puede haber sobrevivido
a la adultez.
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