sábado, 29 de junio de 2013

Diálogo con ‘Miguelito’ … alguien muy especial.

Paro en un semáforo y un muchacho me hace señas para limpiar el parabrisas. Como de costumbre, pongo mi peor cara de vinagre (cosa que no me cuesta mucho, dirán algunos). El muchacho insiste, bajo el vidrio y niego con la cabeza. De pronto escucho:

M: “A esa no la jodás porque se baja y te pone un piñazo.”
Puedo ser medio ciega, pero las voces son para mí como una huella digital. Reconozco, en un cuerpo desproporcionadamente grande para lo que está en mi memoria, a ‘Miguelito’ – uno de los ‘chicos de la calle’ que estaba en el centro de evacuados de mi escuela durante la inundación del 2003.
M: “¿A que no se acuerda de mí?”
Me tiro a la derecha y me bajo del auto.
Yo: “¡No lo puedo creer! ¡Qué andás haciendo?”
Me da un abrazo que hace que todos los otros ‘trapitos’ se maten de la risa y los automovilistas, que ya están arrancando del semáforo,  se mueran de curiosidad.
M: “Y me conoció, no más.”
Yo: “ ¡Cómo no acordarme si me sacaste canas verdes a la hora de la cena!” Me río y lo miro de arriba abajo. “Para mí todavía sos el petiso rompe….s que me tiraba del carrito de la comida.”
M: “Ya tengo 20, profe.” (Y claro, debe haber tenido 10 años en el 2003.)
Yo: “¿Y qué hacés de tu vida?”
M: “No crea que soy como éstos (señala a los ‘trapitos’).  Vengo a vigilarlos para que no hagan ca_ … boludeces.” (Bueno, cambió la primera mala palabra por otra ‘más suave’) “Ahora soy panadero. ¿Se acuerda que nos pusieron a hacer pan con Julio, el portero? Nadie nos bancaba más.” Se vuelve a reír. Ahí aprendí, y después, bueno, cuando volvimos al barrio no había nada, así que con ‘Pincho’ - ¿se acuerda de ‘Pincho’? lo ayudamos a un vecino panadero a reconstruir la panadería y empezamos a laburar ahí. Yo todavía sigo… Pincho, bueno, el se fue ‘para otro lado’. Me mira directo a los ojos, tal cual hacía cuando era un enano insoportable, pero ahora la mirada no es desafiante sino triste.’
Yo: (Pensando en ‘Pincho) “Me alegro que estés trabajando. Me alegro de verte tan bien.”
M: “Ud. está igual, profe.” ¿Se acuerda cuando la cansé y se agachó a mi altura y me dijo: ‘me volvés a empujar el carrito y te emboco’? Se larga una carcajada y yo, debo reconocerlo, me pongo colorada. Pero es verdad que ese día me sacó de quicio. “¡De ahí en más fui un soldadito!” Vuelve a reírse.
Yo: “Bueno, dos cosas: primero, si me ves igual es que ya te llegó la vejez y no ves bien, y segundo… realmente ese día creo que había llegado a mi límite.”
M: “Naaaa. Si ud. nos tenía ca…..ndo, pero se le notaba que nos quería. Siempre sentí  no poder despedirme de Ud.”
Yo: No sé por qué, pero se me hace un nudo en la garganta. “Bueno, realmente un alegrón haberte encontrado, verte bien y con laburo. ¡Quién lo hubiera dicho! Ya sos todo un hombre.”
M: “Yo también me alegro de haberla visto. Y quédese tranquila – yo no soy Pincho.”
(¿Cómo puede alguien que no veo durante 10 años y que me conoció siendo un chico, y quizás en el peor momento de su vida, leerme la mente con tanta facilidad?)
Yo: “Ya sé. Vos sos distinto. Ya hace 10 años eras distinto a los otros.” Esta vez lo abrazo yo y después  abro la puerta del auto. “Chau. Cuidate.”
M: “Ud. también, profe.”


Y arranco dejando atrás a Miguelito – una de esas personas que entran y salen de  tu vida – o eso creemos – hasta que nos damos cuenta que nunca, en realidad, salieron, y siempre van a estar ahí.

domingo, 2 de junio de 2013

Diálogo con mi otro yo en el día del clásico Colón-Unión / Unión-Colón a puertas cerradas.

Con radio bajita de fondo, estoy corrigiendo transcripciones de fonética cuando:

MOY: “ ¡Volvieron los militares! ¡Volvieron los militares!”
Reacción instintiva: un sudor frío me recorre el cuerpo. Un miedo que hacía rato no sentía. Pero inmediatamente me doy cuenta que no puede ser.
Yo: “ ¡Pero qué decís, idiota! Si querías charlar, con decírmelo ya estaba.”
MOY: “ ¡Pero nó. Te digo que hay golpe de estado!”
Yo: “Esta vez te pasaste de la raya.  ¡Pará antes que me opere de vos!”
MOY: “¿No viste el helicóptero? ¿No sabés que se ‘instó’ a los negocios a cerrar para evitar que la gente se aglutine? ¿No te enteraste que no dejan que la gente se ponga ropa identificatoria de ciertas agrupaciones? ¿En qué burbuja vivís? Haciendo chirimbolos en esos prácticos mientras se coartan las libertades individuales? ¡Si hasta revisan autos!”
Yo. (Dándome cuenta finalmente de qué habla). ¡Pero nó, pedazo de tarada! Todo eso es por el clásico de fútbol – aunque admito que no sabía que había tantas medidas de seguridad – si lo juegan a puertas cerradas.
MOY: “¿El clásico de fútbol? ¿Todo esto por un boludo clásico de fútbol?”
Yo: “ ¡Y dale con el adjetivo calificativo!”
MOY: “Me encantó. Lo juegan a puertas cerradas para que los vándalos no rompan un club y los idiotas que quieran ir se pongan en riesgo a sabiendas, pero nos imponen a todos los demás límites a nuestra libertad de circular, de irse a morfar y chupar algo…”
Yo: “Bueno, che, es un día. Todas esas son medidas de seguridad para cuidarnos. ”
MOY: “Si quieren cuidarnos ¿por qué no se ponen de acuerdo los clubes y la policía y agarran a los 100 o 200 mafiosos que son los que viven haciendo quilombo para proteger sus ‘negocios’, eh? ¿Porque tanto los clubes como la policía tiene parte en esos negocios?”
Yo: “uhm… Tengo que admitir que en algo tenés razón. Pero eso lleva tiempo y el clásico es hoy.”
MOY: “Así que ‘el estado’ hace por nosotros lo que no podemos hacer nosotros mismos?”
Yo: “Algo así.”
MOY: “Sigo caliente, pero creo que todos deberíamos recordar eso de ‘cuando un pueblo entrega su libertad para ganar seguridad, termina no teniendo ni lo uno ni lo otro.”


Y se vá – y me deja pensando…  ¡Cómo me deja pensando!

jueves, 30 de mayo de 2013

Diálogo con MOY en el día internacional de …

En uno de esos raros momentos cuando mi cerebro está completamente en blanco – cuando no hay ni media sinapsis, ¿vió?, desde lo más recóndito de la materia gris escucho:

MOY: “¡Viva la papa! ¡Viva la papa!”
Yo: (Totalmente sorprendida ) “¿Pero qué decís? No será ‘viva la Patria’? Si es así, estás media atrasada. Hoy es 30 de mayo.”
MOY: “¡Viva la papa, carajo!”
Yo:  “¿Pero de qué papa hablás? Si es por el Papa estás usando el artículo equivocado.”
MOY: “No me equivoco, ni me estoy refiriendo a Francisco ni a la otra ‘papa’ que podés estar imaginando. ¡Viva la papa, carajo!”
Yo: “Está bien. Me rindo. ¿De qué estás hablando?”
MOY: “Hoy es el día internacional de ooooootra boludez.”
Yo: “¡Y dale con la palabreja! Pero sigo sin entender _”
MOY: “Tus capacidades mentales van en picada.(¡Pero qué HDP!) Hoy es el día internacional de LA PAPA. La cosa redondita que se puede asar, hacer puré, _”
Yo: (Interrumpiendo) “Ya sé qué es una papa. ¿En serio me decís? No lo puedo creer.”
MOY: “Se ve que es importante entre las boludeces, porque le dieron un día internacional _”
Yo:  (Evitando la interminable discusión sobre ‘los días internacionales’) “Bueno, según dicen, la papa tiene muchas propiedades nutritivas. Es más, se dice que aporta más nutrientes que energía al organismo.”
MOY: “Y aporta al léxico también.”
Yo: “¿Eh?
MOY: “Y, mirá, tenemos ‘no entiendo una papa’, ‘no se una papa’, ‘no veo una papa’ – ese te viene bien a vos –  ‘el tema es una papa caliente’, ‘papita pa’ el loro’, ‘cuando las papas queman’, ‘algo o alguien es una papa’,  y muchas más.”
Yo: (Tratando que no se me note el estado de aturdimiento ) “Bueno, veo que has estado … eh… investigando expresiones idiomáticas españolas.”
MOY: “Apenas vi en google que era el día internacional de dicho tubérculo, me puse a ‘googliar’ sobre el mismo.”
Yo. “¡Epa! ¡Cómo saltás niveles de formalidad! Te voy a tener que atender más seguido o te vas a estresar de tanto ‘googliar’ y pensar.”  Mientras digo esto tipeo ‘dia internacional de la papa’ en el buscador… y me quedo atónita al ver … “¡Pedazo de idiota!  No es el día internacional de la papa. Acá dice que se celebra ese día en una ciudad de Perú!”
MOY: “A ver, a ver. No puede ser.”  Y lee la página que abrí.
Yo:  “Me parece que TUS capacidades mentales van en picada.” (¡Qué placer devolverle el golpe!)
MOY: “Pero… ¡cómo puede ser! ¡Si me fijé bien!”
Yo:  “Y, viste, ‘no veo una papa’  también se puede aplicar a vos.”


Espero la contestación unos segundos, y me doy cuenta que ya desapareció. No sé si alegrarme o empezar a temblar – ¡no creo que pierda una futura oportunidad de vengarse!

sábado, 25 de mayo de 2013

Diálogo con taxista

Paro un taxi frente a la escuela.  Después de tirar adentro el maletín, el bolsito, y los libros,  finalmente me dejo caer en el asiento. El taxista se da vuelta y…

T:  “Mire que esto no es transporte de carga, ¿eh?” Y se ríe.
Yo:  (Después de darle la dirección de casa) “Sí. Debe parecer que vendo cosas en vez de dar clases…”
T: “Naaa. No estaría tan hecha pelota si vendiera cosas” (¡Ah Bué! Se me debe notar el agotamiento … ¡o la edad!)
Yo: “Lo suyo no debe ser fácil tampoco.” (Me río y abro el maletín para ir sacando el monedero)
T: (Mirando por el espejo retrovisor) ¿No la levanté el sábado pasado?” (Bueno, ché, ¡cuidando las expresiones!) “Sí, seguro. Eran como las 5 y media de la mañana” (Va de mal en peor el hombre)
Yo: (Riéndome) “Menos mal que sí soy yo. ¡Mire si le dice eso a otra!”
T: Se larga una carcajada. “Sí, tiene razón. Pero la reconocí por el ruido del maletín.  (Bueno, siempre supe que no soy Angelina Jolie, pero ¡reconocerme por el ruido del maletín!)
Además, ¡ ya no estoy en edad de levantar otra cosa más que pasajeros!” (Bueno, Don, no quería saber tanto)
Yo: (Evitando el tema ‘levantada’) “¡Ah!  ¿Ud. era el que estaba resfriado?”
T: “Sí. ¡Qué memoria!” (Y, si vos te acordás de mí por el ruido del maletín,  ¡cómo no me voy a acordar de vos que me tosiste y estornudaste todo el trayecto!) “Ando mucho mejor ya. ¿Y a Ud. cómo le fue? ¿Cómo la trató el XX (nombre del colectivo que recorre la ruta 11 hacia el norte Santafesino)? ¿No la dejó a pata? Porque mire que se rompen dos por tres esos.”
Yo: “Sí, eso me dijo cuando me llevó a la estación.” (Y no menciono que también habló de accidentes los días de lluvia el muy HDP.) “No. Todo bien. Un poco de agua en la ruta, pero bien.”
T: “¿Y mañana va de vuelta? Porque ya podemos quedar para que la le_ (frena a tiempo) la busque, si quiere.”
Yo: “No. Voy cada 15 días no más.”
T: “Ah. Lástima. Un sábado a esa hora llevo borrachos, no más.” (Bueno, me levanta  la autoestima ser un poco mejor como pasajera que un borracho.) “¡No va a creer las cosas que han hecho en el taxi! Mejor ni le cuento.” (Sí, mejor, Don, ya estamos llegando y quiero poder cenar.)
Yo: “Ahí en la _” No me deja  terminar.
T: “Sí, ya sé, en la esquina, sobre la izquierda.”
Le pago,  junto todos mis bártulos y cuando estoy por bajar lo saludo:
Yo: “Bueno, buenas noches y que le sea leve el resto del turno.”
T: “Buenas noches, Sra. y si pide coche el otro sábado, seguro que la llevo yo. Y le puedo contar un par de cosas más de esa empresa con la que viaja.”


Camino los metros para llegar a la puerta de casa pensando seriamente en llamar otra empresa de taxis el sábado que viene.

domingo, 12 de mayo de 2013


Diálogo con Mi Otro Yo sobre el proyecto de ley de ‘blanqueo de capitales’.

Termino de escuchar diálogos grabados de los alumnos. Me saco los auriculares, cierro los ojos y me estiro para comprobar que todavía tengo brazos y espalda – sí, también lo que está debajo de la espalda. Es entonces, en el momento en que mi mente se pone en blanco, que MOY aparece.

MOY: “Bueno, menos mal que terminaste! ¿Y por qué no charlamos en estas dos semanas?”
Yo: “Por si no lo notaste, ¡estaba hasta las manos de trabajo!”
MOY: “Ummm. Sí. Me pareció que no te quedaba lugar libre en la cabeza. Pero yo quiero hablar de la futura ley de ‘blanqueo de capitales’.” (Se notan las comillas en su entonación)
Yo: “¿Por qué lo decís así? ¿Qué te molesta de ese proyecto de ley?”
MOY: “Lo mismo que a vos, tarada.”
Yo: “Pará. Pará. ¿A qué viene tal agresión?”
MOY: “Y, vos sabés lo que es aguantarme no charlar esto, eh? Vos siempre ocupada,¿ y yo  qué, eh?”
Yo: “Bueno, si te sentís relegada lo lamento. Pero me alegro que todavía no hayas dicho ‘la palabrita’. Vas mejorando.”
MOY: “No pienso que la ley sea una boludez.”
Yo:  “¡Y dale! Ya me parecía un milagro que no la usaras. A ver, ¿qué tenés para decir?”
MOY: “Que nuestro país se va a convertir en las Bahamas o las Caimán. ¿Te parece poco?”
Yo: “¡Ah! Las Bahamas, las Caimán. Me encantaría eso. Playas, sol, relax….”
MOY: “No te hagas la idiota. Sabés bien por qué lo digo. Un paraíso fiscal para los fondos de la trata, los narcos, el mercado negro de armas, de cualquier cosa, bah.”
Yo: (Viendo que no hay manera de zafar) “No creo, la verdad.”
MOY: ¿Cómo que no? Si nadie tiene que decir de dónde sacó la guita. Creo que si Al Capone estuviese congelado a lo Walt Disney, ¡ya se habría descongelado para comprar los ‘bonitos’ argentinos!”
Yo: “Uy, estás de terror hoy. En una época los suizos tampoco preguntaban de dónde venía la plata, ¿no? Y andá a decir que los suizos lavaban dinero negro.”
MOY: “¡Me importan un carajo los suizos! ¿Y los boludos que pagamos impuestos en tiempo y forma, eh? Es una tomada de pelo. No entiendo cómo vos estás tan tranquila.”
Yo: “Mirá. Yo lo pensé también. ¿Quién va a comprar unos bonos que no se sabe si te los van a pagar algún día? Duele decirlo, pero en el exterior ya no nos creen ni el padrenuestro. ¿Y qué narco que se precie de tal es idiota? Ninguno. ¿Y que te los paguen al dólar oficial? Ja Ja.”
Silencio por unos minutos – pienso que desapareció, pero…
MOY: “Capaz que tengas razón, ¿sabés?”  (¡IN-CRE-I-BLE!) “Pero duele igual, ¿no? Que se intente captar esa guita, digo.”
Yo: “Esta vez te doy toda la razón. Sí. Duele igual….”
MOY: “Bueno, lo de hoy ha sido deprimente. Así que me voy con una cita de la escritora y socióloga española Concepción Arenal: ‘El dolor es la dignidad de la desgracia’.

Y desaparece como llegó. De golpe y dando golpes bajos.

sábado, 27 de abril de 2013


The Strayed Coconut  - Another Granny story

_ “A Coconut? A strayed coconut!?” Anne couldn’t believe that Granny could surpass herself like this. She looked into Granny’s eyes to detect the familiar twinkle that meant ‘I’m pulling your leg’, but her gaze met a pair of limpid brown eyes with no indication of jest.
_ “Yes”, Granny said. “But if you don’t feel like listening to this story, we can read one from the book you brought from school.”
Anne might have been young, but not so young as not to have noticed that Granny didn’t think much of story books from school – and, truth be told, neither did she.
_  “No. I’d rather you told me your story, Grams.”
_  “All right, then. As I was saying, this is the story of a strayed coconut. As you might know, coconuts are the fruit of a palm tree that _”
_ “Grows in hot places where there is a lot of rain,” Anne recited.
_ “Well!” exclaimed Granny, “Miss Simmons seems to be doing a good job.”
_ “It wasn’t Miss Simmons who taught me that. I saw it on TV.”
‘Thank Goodness she likes this kind of programmes’, thought Granny.
_ “And they have hairs,” completed Anne.
_ “Well, I don’t know if all of them have ‘hairs’, as you say, I’ve seen green ‘bald’ ones, too.”
_ “What about this one? The one in the story? With hairs or no hairs?”
_ “This one had no hairs,” Granny said, resolving the ‘hair issue’ quickly.
_ “OK, then,” said Anne, settling herself in the usual position in bed preparatory to listening to Granny’s stories.
_ “Well, four coconuts fell from the palm, not far from it, in fact.”
_ “I’ve often heard from mum that an apple doesn’t fall far from the tree, so I suppose that coconuts are no different,” said Anne seriously.
Granny couldn’t help laughing, but avoided the inquisitive look that had accompanied the words. That was something for ‘mum’ to explain, particularly why she said that!
_ “So, the coconuts where lying on the hot sand when suddenly the sky darkened and a very strong wind, gale force actually, started blowing.”
_ “And one of them was blown away!” exclaimed Anne, half-excited, half-disappointed that the story had such an obvious plot. Yet, she immediately thought that this being one of Granny’s stories, it couldn’t be that easy. It wasn’t.
_ “It was the other three that were blown away. They were lighter than CC ”
_ “CC?”
_ “Well, yes, that was its name.” Granny said. Anne sighed, like accepting this only because she wanted the story to go on.
_ “CC, being heavier, just stayed where it was, but got buried by the flying sand. And no, it didn’t die there,” she added before Anne could say anything.
_ “Of course, not,” said Anne, “there wouldn’t be a story that way!”
‘How fast she’s growing’, Granny thought.
_ “Well, after the storm died down, a man who lived nearby started collecting fallen coconuts. He carried a sort of basket with him, and the more he walked the heavier it grew.” Granny paused to see if Anne had any comment to make. Uncharacteristically, she was silent. But Granny knew she was trying to jump ahead in the story.
_ “He was tired, so he came to rest under the very palm from which CC and the other three coconuts had fallen.”
_ “Do palms give a lot of shade?”
_ “Well, not much. Why do you ask?”
_ “If the man sat there, and it was very hot, it must’ve been because of the shade, don’t you think?”
Granny, thinking that logical thought was rapidly developing in her granddaughter, said, _ “Yes, right you are! But the funny thing is that, before going back home, he decided that the basket was too heavy, so he took some of the coconuts out of it and left them there in a neat pile so he could pick them later on. And_”
_ “Three of them were the ones that had fallen with CC!”, Anne finished.
_ “That’s right. The three fallen coconuts returned to their original place, but CC…”
_ “Was still buried under the sand,” completed Anne.
_ “Yes, but a couple of hours later, a dog turned up. I suppose it was enjoying a walk on the beach.”
_ “Dogs like digging, don’t they?” Anne said, again a step ahead in the story.
_ “Yes. They usually dig to make a comfortable bed for themselves. That is, to find a warmer or cooler place to lie down according to whether it’s hot or cold. And it was hot again after the storm.”
Anne threw Granny a look that said ‘C’m on!’, which Granny ignored because it was getting late.
_ “So the dog started digging himself a nice cool bed in the wet sand when he uncovered CC.”
_ “What did the dog do?”
_ “What all dogs do with a ball. It started playing with CC. It pawed it to right and left, pushed it forward with its snout, run round it like mad… until CC ended up in the sea.”
_ “That’s why it was a strayed coconut!” Anne exclaimed, finally getting where the story was going. Yet, she couldn’t see how Granny could possibly find a happy end to this one. Though, she thought, she always fell asleep before the end of stories! She promised herself that would not happen tonight.
_ “Yes, that’s why”, Granny confirmed.
_ “But”, Anne said, “if it went into the water, it sank, didn’t it?”
_ “No, it didn’t. I suspect you missed part of that programme on coconuts. The ‘nut’ of a coconut is hollow, so coconuts will float in water.”
_ “Ah! And it floated away and away and never came back? Strayed for good?” She looked accusingly at Granny.
_ “Actually, it floated back on the beach as soon as the tide turned. At high tide, the water reached almost the foot of the palm tree in question. It came to rest exactly in the same spot where it had fallen before – just next to the pile of coconuts the man had left earlier.”
Anne gave a sigh – almost of relief – though she felt she had to protest.
_ “But then, it wasn’t a strayed coconut any longer!”
_ “Haven’t you heard that ‘you may stray afar, yet return at last’?”  She didn’t know where the old proverb had come to her mind, and was conscious that she was changing it a bit, but it seemed like a nice way to wrap up the story.
_ “I haven’t heard… that before.” Anne said between yawn and yawn.
_ “Now,” said Granny, “time to go to sleep.”
_ “OK,” Anne said, slipping easily under the covers. “And I’ll tell Miss Simmons to teach the class that thing about afar and at last. I like it.” Her voice came muffled and weak with sleep.
Granny went to draw the curtains, as usual, thinking of poor Miss Simmons. She wondered if the expression appeared in any dictionary at all. “Well,” she said to herself, “better Miss Simmons than my daughter. She’s always complaining about Anne pestering her with questions after my stories.” She smiled, and almost chuckled to herself thinking that Anne’s mother must have conveniently forgotten what she was like as a child.

martes, 23 de abril de 2013


Diálogo telefónico con promotora de tarjeta de crédito:

Atiendo el teléfono (casi contenta por usar el aparatito que está cayendo en desuso rápidamente)
Yo: “¿Hola?”
PTC: “Quisiera hablar con la Sra. Adriana Díaz.”
Yo:  “Sí. Soy yo.”
PTC: “Buen día, Adriana. Mi nombre es Estela (La entonación viene con subtítulos: ‘esto es una promoción’) “La estoy llamando del banco XX, para ofrecerle la tarjeta XX ‘gol’ (Hasta que me di cuenta que era ‘Gold’ pensé que el banco pertenecía a un club de ‘fúbol’) “que tiene muchísimas ventajas _”
Como toma aire antes de seguir, aprovecho para interrumpir:
Yo: “Te agradezco, pero no necesito otra tarjeta en este momento.” (Ya atendí, ahora a cortar de la manera más educada posible)
PTC: “Ah! Bueno, le explico.” (¿Qué parte de NO me interesa no entendés?) “En Buenos Aires tiene descuentos en tales negocios (menciona 3). En Rosario también tiene facilidades con nuestra tarjeta en tales y tales negocios (nombra 5).”
Yo: “Ya te digo, te agradezco, pero por el momento…” Me interrumpe y siiiiiiiiiigue enumerando todos los beneficios – solo uno en la ciudad donde vivo – y agrega: “Ud., Adriana, ha sido elegida y su tarjeta ya la tiene adjudicada por su buenas referencias bancarias _” Acá interrumpo yo:
Yo: “Perdoname, ¿pero cómo tienen mis ‘referencias bancarias’?”
PTC: Se queda cortada un momento pero reacciona con: “Quiere decir que nuestro banco sabe que Ud. siempre paga en tiempo y forma los cargos de su tarjeta de crédito” (y arranca de nuevo) “por eso ha sido seleccionada para_”
Yo: “Se lo que significa ‘referencia bancaria’, pero me contestaste. ¿Cómo obtienen Uds. esa información?
PTC: (Casi dejando de lado la entonación y tono robot) “No lo sé, Adriana, pero mire que la tarjeta no tiene costo si Ud. no la usa.” (¡Hay que darle un premio por persistencia!)
Yo: “Mirá. Dejemos de lado que el banco para el cual trabajás ha conseguido información que es personal y confidencial.  ¿Por qué crees que tengo ‘buenas referencias bancarias’?
PTC: “(Sin inmutarse) Eso quiere decir_ (¡Ya sé qué quiere decir!)
Yo: (Con la paciencia con la que explico la inversión de sujeto y verbo en inglés) “No nos estamos entendiendo Estela. Lo que te pregunto es si sabés cómo hago para, como vos decís, ‘pagar en tiempo y forma’ los cargos de mi tarjeta.”
PTC: “Eh… Nó, por supuesto que nó.” (Ya está perdiendo el tono paciente y persuasivo) “Pero lo que le estamos ofreciendo_”
Yo: “Lo que me están ofreciendo no me interesa.  Y te cuento que puedo ser tan buena clienta, entre otras cosas, porque no gasto más de lo que puedo pagar y ayuda mucho NO tener más de una tarjeta de crédito, ¿sabés?”
PTC: “Bueno. Le puedo dar unos días para que lo piense” (Ya sé que te tenés que ganar la vida de esta manera, ¡pero los de este lado del teléfono tenemos un límite de paciencia!)
Yo: (Ya rebalsando)“De verdad espero que NO llamen de nuevo. Te informo que esta conversación fue grabada y queda claro que NO quiero la tarjeta. Buenos días.”

 Corto evitando romper el auricular – después de todo, el aparato no tiene la culpa. En fin, ¡que le vas a hacer!  Uno quiere ser educada, ¡pero hay gente que no te deja!