domingo, 14 de diciembre de 2014

Diálogo con ‘poeta’ costero

Voy hacia el portón en respuesta a un …

PC: “Doña, la molesto un ratito”
Yo: (Pensando: ¿Qué venderá? Pero no veo nada en sus manos, excepto un papelito. ¡Ya sé! Anda buscando una dirección. Eeeerrrorrr) “¿Perdido?”
PC: “¿Eh? No. No. Ando leyendo mis poemas” (¡Ah, bué! Se vino la ‘cultura ambulante’)
Miro al muchacho – de unos 15 o 16 años, y pienso que si escribe poesía y la lee ‘itinerantemente’ y en este lugar, se merece toda mi atención.
Yo: “¡Pero qué bien!”
PC: “Gracias.” (Y pasa a la parte ‘prosaica / pecuniaria’) Yo le leo mi poesía por solo $ 10.” (Buen curro, che)
Yo: “Bueno, ¿eso no depende de si me gusta la poesía?”
PC: “Ja. Ja. Está bien, que sea por $ 5” (¡Uy! ¡Cómo será el poema si baja el precio así! Pero bueno, viene la Navidad….)
Yo: “Bueno, a ver, leela.”
PC: “Es sobre la zona. Como las de Julio Miño son.” (¡Ah, bueno! ¡Cacho de ego tiene!)
Se aclara la garganta y con una muy buena dicción procede a la lectura.
PC: “Pueblo alma de arena/Venas de arroyos/ y cuerpo de gladiolos./ Perfumaron mi infancia/y acompañaron mi vida/el amarillo de tus aromos.” (Me digo: ‘bueno, no empezó taaaan mal, aunque algo no me cierra) “Ya está. ¿Le gustó?”
Yo: “Eh…. corta la cosa, ¿no?”
PC: (Con una caradurez digna de modelo hueca que nunca dio un paso y la llaman para bailar en lo de Tinelli) “A mí me enseñaron que ‘lo bueno, si breve, dos ves bueno” (¿Qué tul el niño?)
Yo: “¿Estás seguro que ese ‘poema’ es tuyo?”
PC: “Eh… por qué le parece que no es mío?”
Yo: (Le voy a dar los cinco pesos, pero primero le voy a enseñar a no mentir) “Bueno, para empezar, acá hace como tres décadas que no se plantan gladiolos – es todo frutilla y sandía. No podés haber visto una plantación de gladiolos ni en tus sueños.” (Baja la vista al papelito y la mantiene ahí) “Además, los aromos que ‘perfumaban’ toda la ruta 1 son también de otro tiempo.” (Omito decir ‘de MIS tiempos de infancia’) “No creo que hayas visto un aromo cargado de flores en tu vida.”
PC: “Eh… bueno… sí. Esto lo escribió mi abuelo – aunque capaz fue mi tatarabuelo. Pero el abu me dijo que fue él….” (¡Pucha que estoy vieja!) “Es más largo, pero lo divido, ¿vió? Leo una estrofa por casa, si no me canso.” (¿Esto está pasando o las algas de la pileta que estoy limpiando me afectaron mal?)
Yo: (Me río) “Esperá que busco la plata.”
Vuelvo al portón con cinco pesos ( el espíritu navideño es fuerte, che) y se los doy.
PC: “Gracias, doña.”
Yo: “Por nada. Y yo que vos pruebo a escribir algo. Tal vez heredaste algo de tu abuelo – o de tu tatarabuelo.” (Hay que estimular la poesía, aunque sea ésta poesía)


Ya no me escucha y se aleja, dirigiéndose a la siguiente casa. Y yo vuelo ‘al verde de las algas/que como esmeraldas opacas/se adherirán a mi piel/ y después ¡quién te las saca!’

viernes, 12 de diciembre de 2014

Diálogo con Mi Otro Yo

MOY: “HOOOOOLAAAAAA” (Me rompe los tímpanos desde dentro de mi cabeza)
Yo: “Hola. Tanto tiempo.”
MOY: “JUS-TA-MEN-TE. Hace siglos que no puedo hablar con vos. Tenés la cabeza taaaan vacía…”
Yo: “ ¡Y empezamos con una agresión! Además, vos no hablás conmigo – solo querés_” (Como de costumbre, me interrumpe)
MOY: “Quiero una charla – pero como te dije, vivís en una nube de pedo últimamente.”
Yo: “Bué. Si eso no es agresión… Además, aunque esté jubilada, estuve ocupada con_” (Ooootra vez me interrumpe)
MOY: “Sí, claro. Ocupada con el Pet Rescue y, cuando te trabás ahí porque no te da más la cabeza, seguís con cualquier otro jueguito boludo, yo no sé_” (Acá interrumpo yo)
Yo: “¿Tenés algo IMPORTANTE para decir o solamente apareciste para jo… eh… ‘jorobarme la paciencia?”
MOY: “¡Pero qué fina! No, tu paciencia se jodió por los 34 años de docencia no más-“ (¡Pero qué HDP!)
Yo: “Bueno, dale. De qué querés hablar?
MOY: “¿DE QUÉ? ¿Sabés todo lo que tengo atragantado? El cepo al dólar mientras se lavan dólares negros  con los cedines, el procesamiento del vicepresidente, el nuevo Código Penal, el nuevo Código de Procedimiento, los buitres de afuera, los buitres de adentro, el fallo del juez Griesa,  los ‘pases’ de políticos de un lado a otro, la_”
Yo: “¡Pará! ¡Pará! Seguís enganchada con la política? Te vas a enloquecer… y me vas a enloquecer a mí. ¡Dejate de joder!”
 MOY: “Loca siempre fuiste, así que no me culpés a mí…. aunque a veces ayudé un poquito. ¿En serio no te importa un carajo? Se ve que la jubilación, además de hacerte aumentar kilos, ¡te afectó el cerebro! ¡Menos mal que la parte donde yo estoy no sufrió daños!” (¡Ojalá te hubiese afectado! Imagen de MOY siendo devorada/o por partículas grasas)
Yo: “Mirá, pará con la agresión. Lo que te quiero del decir es que con ‘charlar’ no se soluciona nada. Lo que_” (Y sigue interrumpiendo)
MOY: “Eso ya lo sé. Pero de alguna manera hay que descargar las frustraciones, che. ¿O te olvidás cómo hablabas sola cuando corregías prácticos y exámenes?”  (No, ¡si es una HDP con todas las letras y más!)
Yo. “Bueno, ya descargaste un poco. ¿Ahora me podés dejar en paz?”
MOY: “Mirá, estás en paz hace casi un año. Tan en paz estabas todo este tiempo que pensé que habías estirado la pata.” (¡La boca se te haga a un lado!)
Yo: (Tratando de no dejarme llevar por la provocación) “Ojo, eh, porque si yo estiro la pata, vos desaparecés – y daría cualquier cosa porque eso sucediera, excepto ‘estirar la pata’ como vos decís.”
MOY: “Pero qué tranqui que estás. Bueno, volviendo a la política_”
Yo: “No pienso seguir con esta conversación. Pensá la política como ‘el arte de lo posible’ como se dice. Si la pensás así, no podés sorprenderte de nada, ¿no?”
MOY: “Veo que no tenés el más mínimo interés en sostener una conversación medianamente inteligente, así que por ahora te voy a dejar. Pero te aclaro, la política podrá ser ‘el arte de lo posible’, pero yo más bien creo lo mismo que Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.”


Y se va. Pero no dudo que va a volver a la carga en algún momento. Tengo que ganarle de mano y ‘googlear’ varias citas sobre la política para calmarla un poco.

martes, 18 de noviembre de 2014

Diálogo con traumatólogo

Entro al consultorio rengueando, saludo al doctor y me dejo caer en la silla.

T: “No le pregunto cómo anda porque ya veo que no anda bien.” (¿Te parece?) “A ver, muéstreme el pie.” (Mi traumatólogo – quizá debido a sus años en salas de emergencias - parece creer que la camilla está reservada para los casos graves, por lo tanto ese ‘muéstreme el pie’ significa ‘poné la pata arriba del escritorio’ ¡Menos mal que no es psicólogo! Se me presenta imagen mental de paciente acostado sobre el escritorio.)
Yo: “Ahora está bastante deshinchado porque_”
T: “¡Uy! ¿Pero dónde metió la pata?” (¡Ah, nó!) “Parece una empa_” (Acá lo interrumpo levantando la mano como lo hacía con los alumnos cuando me parecía que iban a decir alguna b… eh… algún ‘desatino’)
Yo: “Si me va a decir que parece una empanada y, en particular, una empanada gallega, lo mando a manejar un colectivo de larga distancia.” (Me mira sin entender, o quizás pensando que además de un trauma óseo o de tendones, tengo algún otro tipo de trauma – mental. Así que le cuento la anécdota con el chofer – ver diálogo 15/11/14)
T: “Jaaaaaaaaaaaaaa. ¡Un genio el chofer!”
Yo: “Mire, si ahora ud. me dice que es una ‘torcedura’, me voy a la empresa de colectivos y le pago la consulta al chofer.”
T: “Jaaaaaaa. La verdad que me parece que no le erró mucho. Pero él no la revisó, ¿no? Ja ja.” (¡Cómo me gusta que la gente se divierta!)
Procede a toquetearme el pie, lo mueve para todos lados (este se cree que mi pie es la cabeza de una poseída y puede girar 360º?) y finalmente me extiende el pie hacia abajo y me hace ver las estrellas.
T: “Aaaaaaajá. Voy a usar el vocabulario por el que me paga: esto es una bruta tendinitis.” (Bué, no creo que el ‘bruta’ sea un adjetivo calificativo que le enseñaron en la facultad). Va a necesitar quinesiología.”
Yo: “¡Ay, no!”
T: (Mirando mi historia clínica) “Sí, ya sé. No le gusta la kinesiología. Busquemos alternativas entonces.” (Acá me da medicación y una crema) “Pero si esto no funciona en 4 o 5 días no le va  quedar más remedio.”
Yo: “Mire, muchos me han dicho que no tengo remedio, así que ….”
T: “Ja ja. Menos mal que se lo toma con humor.” (¿Y qué querés que haga?) Bueno, vaya y acuérdese – no más de 5 días de este tratamiento. (Me levanto para irme)  Y no quiero que se ‘acuerde de mí y de mi familia’ en estos días, ¿eh? Ja ja”
Yo: “Lo voy a recordad con mucho cariño, no se preocupe. Ja ja.”



Y me voy, rengueando nuevamente, y recuerdo a Santiago Ramón y Cajal: “Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan.” ¡Tendría que agregarle los choferes de larga distancia!

sábado, 15 de noviembre de 2014

Diálogo con chofer de colectivo larga distancia. 

Entrego mi boleto de vuelta a Santa Fe al chofer acompañante, quien mirando el número de asiento, me dice:

Ch: “Arriba Sra.” (La entonación está entre ‘el asiento es arriba’ y ‘Muévase’)
Yo: “¡Ay, no! No puedo ir arriba.”
Ch: (Mirándome como si fuese tarada) “Pero el asiento que le dieron es arriba.” (Sí, ya sé, querido) “Y ud. lo compró hace dos días en Santa Fe.” (O sea, ‘No sea idiota – ud. eligió el asiento)
Yo: “Si. Pero en ese momento no sabía que me iba a lesionar el pie. Mire cómo lo tengo.” (Y subo pudorosamente el pantalón para que contemple la masa amorfa que es mi pie derecho que rebalsa de la zapatilla sin cordones)
Ch: “¡Uy! ¿Pero dónde metió la pata?” (¡Si yo supiera!) “Eso es una empanada – gallega.” (¡Muy gracioso que te tiró!) “Es una torcedura fea.” (Bueno, chofer, comediante y diagnosticador al paso)
Yo: “Sí. Por eso no quiero ir arriba. Primero, me llevaría una vida subir. Segundo, me va a llevar otra vida bajar.” (Me mira como diciendo: ‘bueno, bancatela, pero ya detecto en el tono de voz que ‘se puede trabajar la situación’) “Bueno. Si no se puede no se puede. ¿Me ayudás a subir? Me vas a tener que llevar el bolso. Y te voy a tener que molestar para que me ayudes a bajar si tengo que ir al baño….” (La dejo picando)
Ch: (Reaccionando con la velocidad de servicio de emergencias) “No. No. Cómo va a hacer con ese pie. Vaya abajo (y me da el número de asiento) Es individual. (¡No vaya a ser que un pasajero se queje porque tiene que moverse para dejarme pasar y le perturbe el descanso! ¡O que me caiga por ahí y el seguro tenga que pagar!)
Yo: “¡Muchísimas gracias!” (Dulce sonrisa de ancianita que cree que el Sr. es un ser humano  comprensivo)
Ch: “Suba con cuidado. ¿Puede con el bolso? A ver, vos, dame el pasaje y subile el bolso a la Sra. (Esto dirigido a un pobre muchacho que está detrás de mí en la cola. ¡Pero qué HDP!)
Yo: “No. Está bien. Puedo. Gracias.”


Subo y me siento. Mientras pongo el bolso en el piso y lo empujo bajo el asiento viene a mí la expresión ‘esquivar el bulto’. En este caso creo que el chofer más que ‘esquivar’ quería encajárselo a otra persona.

lunes, 27 de octubre de 2014

Diálogo con Vecina (la de la quinta)

Después de cortar, podar y limpiar, me siento (más para descansar que para otra cosa) en el césped y me pongo a sacar yuyitos de un cantero. Ahí estoy, disfrutando la sombra cuando desde las rejas escucho:

V: “¡Hola! Esta vez se quedó anoche.” (Se ve que registró las luces prendidas en la cochera y el patio)
Sin muchas ganas me levanto y me acerco al portón. (No se va a ir, y no estoy para hablar a los gritos)
Yo: “¿Cómo le va? Sí, me quedé para poder regar hasta tarde y_”
V: “Me imaginé. Además ahora parece una quinta. El pasto estaba alto.” (¿Cuándo va a aprender la palabra ‘césped’??)
Yo: “Quedó bien ahora.”
V: “Yo pensé que iba a venir más seguido ahora que está jubilada.” (¿¿Cómo carajo se enteró?? Pero no pienso confirmarte la noticia.)
Yo: “Su jazmín del cielo está hermoso.”
V. “Y, sí, yo lo cuido.” (O sea: ‘no como vos que abandonás las pobres plantitas’.) “Se ve que la jubilación ya la hizo engordar.” (Y no contenta con este comentario, señala mi abdomen – como para que no queden dudas que no inventa sino que se nota)
Yo. (Automáticamente escondo la panza – lo que dura hasta que necesito el diafragma para hablar) “¿Le parece? Lo que pasa es que ésto (señalo mi pecho) no me deja ver la panza. Ja Ja.” (Y omito decir: ‘Vos te la verás porque sos más chata que tabla de planchar’.)
Por supuesto, no se inmuta.
V: “Siempre me pregunté por qué usa malla de dos piezas. Acá no se usa mucho, ¿vió?” (¡No! ¡Ésta sí que le da toda una nueva dimensión a la palabra ‘impertinente’!)
Yo: “Siempre usé dos piezas. Y mis vacaciones casi siempre fueron en Brasil y ahí sí se usa – independientemente de la edad o el físico.” (¿Por qué le contesto y no la mando a la M…..?)
V: “¡Ah! Claro. Yo usé hasta hace un tiempo. Pero con la edad …..”
Yo: “Claro. Si a ud. le molesta…. La verdad, con no pasar frente al espejo eso se soluciona. Ja. Ja. Bueno, voy a seguir con el cantero…”
V: “¿No limpió la pileta todavía, no? Porque no escuché la hidrolavadora.” (O vuelvo al cantero o le tiro con algo)
Yo: “No. ¿Y ud.?”
V. “No. Vio que a mí me la limpia el Chicho. (Eso suena feo) El de acá al fondo… ( y viendo que por supuesto no sé de quién habla, sigue:) ¡Pero lo tiene que conocer! El casado con…. (y acá vienen 5 minutos de detalles físicos, psicológicos, familiares y geográficos para que yo ubique quién es ‘el Chicho’. Yo ya no escucho sino que me dedico a pensar cómo cortar esto)                                                                      
Yo: “¡Ah! ¡Sí! Ya sé. Bueno, voy a seguir porque en cualquier momento me da el sol en el cantero y no voy a poder terminar. ¡Que siga bien! Y nos estamos viendo.” (Y giro para volver al ‘trabajo’)
V: “Bueno, la próxima le cuento las novedades del barrio.” (Levanta la voz porque yo ya estoy a buena distancia y la saludo con la mano – aún de espaldas – no sea cuestión que piense que voy a volver a la reja para que me ‘informe’)


Me siento nuevamente en el césped y continúo mi ataque a los yuyos. Viene a mi mente un dicho y me entretengo cambiándole algunas palabras: definitivamente la vecina ‘ve la grasa en el abdomen  ajeno y no la celulitis en el propio’ 

jueves, 2 de octubre de 2014

Diálogo con Empleada de Empresa de Energía (2)

Habiendo llevado a cabo la tarea encomendada por la EEE (ver diálogo 1/10/14), y munida de los datos correspondientes, me dirijo nuevamente a la oficina de la empresa de energía. Voy ‘rumiando’ cómo darle las noticias que tengo.

Yo: “Buen día. ¿Te acordás que vine ayer?
EEE: “Eeeee.” (Evidentemente no se acuerda)
Yo: “Por el problema del medidor que_”
EEE: “¡Ah! Sí, sí. La que quieren que le cobren.” (Bué, cada uno rotula las cosas como quiere, ¿no?)
Yo: (Con media sonrisa no más, porque todavía tengo que darle las nuevas – que no sé si son buenas) “Mira, hice como vos me dijiste.” (No sea cuestión que no se acuerde) “Miré el medidor.”
EEE: “¿Y?”
Yo: “Tengo una buena y una mala. La buena es que el medidor anda. La mala es que la lectura no coincide para nada con lo que dice la boleta.”
EEE: “¿Cuánto más? Así le hago una nueva factura.” (¡Pero mirá que son rápidos para sumar!)
Yo: “No. (Y le paso la boleta donde anoté la cifra). Cuando llegué era 1250. Después enchufé la heladera y el celular. Me fijé y la ruedita gira – lento pero gira. Cuando me vine la lectura era 1255. La factura dice 1264.” (Énfasis en la cifra para que se note que no va a poder sumar)
EEE: (Se toma un tiempito para corroborar los datos en su compu.) “O sea que….”
Yo: (Terminando la frase) “O sea que la cifra que está repetida durante tres bimestres NO es la que tiene el medidor. Es mayor. Para mí quién tomó la lectura se equivocó. Pero lo que no entiendo es cómo ‘se equivocó’ tres veces…. ” (¡Te quiero ver explicar eso!)
(Espero que me pregunte algo como ‘¿está segura?, ¿no habrá visto mal? – pero nada de eso pasa)
EEE: “¡Ya sé lo que pasó!” (Debe ser psíquica) “La primera lectura está mal (sí, querida, ya sé) y después no le podían poner menos porque no le puede dar consumo negativo, así que repitieron la cifra.” (¡Eso es hacer magia! ¿O sea que yo iba a tener ‘0 consumo’ hasta que consumiese más de 1264 kw???? ¡Si no fuera honesta me sentiría una pelotuda!) “Yo le voy a corregir acá (en la compu) y ahora la lectura tiene que ser a partir de esta cifra.” (Subraya la cifra que yo anoté en la boleta). “Ahora, cuando le llegue la próxima boleta, controle que ésta sea la lectura anterior. Cualquier cosa, dese una vueltita.”
Yo: (Sonriendo) “Perdoname, pero no sería más fácil que uds. llamaran a los usuarios un determinado día y nosotros les diéramos la lectura?”
EEE: (Entre carcajada y carcajada) “¿Sabe lo que perdería la empresa así? Ja. Ja.


Me entrega una hoja donde consta que la última lectura debe ser 1255 y yo me levanto y parto. Me siento como si hubiese presenciado un muy buen acto de magia. Roald Dahl dijo que “El que no cree en la magia, nunca la encontrará”, yo creo que hasta el más escéptico terminaría creyendo si estuviese en mis zapatos en este momento.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Diálogo con Empleada de Empresa de Energía

Después de recibir la boleta de la luz de la quinta con un ‘0 consumo’, y sabiendo que eso no puede ser, me dirijo a la oficina correspondiente.

EEE: “Buen día.”
Yo: “Hola. Mirá, vengo porque me parece que van a tener que revisar el medidor de mi casa porque_” (No me deja terminar)
EEE: “¿Tiene sobrefacturación? A ver.” (Y me extiende la mano para que le dé la factura, cosa que hago)
Yo: “No. No. Me da ‘0 consumo’ y_” (Oootra vez me interrumpe)
EEE: “No entiendo cuál es el problema. Viene con consumo 0 desde el 2do bimestre de este año.”
Yo: “Es que no puede ser.  En los dos bimestres anteriores estoy de acuerdo porque la casa estuvo cerrada y no fue nadie. Pero en este bimestre yo fui a cortar el césped, prendí la heladera, regué, en fin… No puede ser que no haya consumido luz. Van a tener que revisar el medidor.” (Omito agregar: ‘O decile a los que deben tomar la medida  que realmente vayan y miren el medidor’)
EEE: (Mirándome como si fuese extraterreste y finalmente cayendo en cuenta de cuál es el problema) “¿Ud. cree que consumió y quiere que se le facture?” (¡Y sí querida! No creo. Sé.)
Yo: (Con la paciencia con la que solía explicar la tercera condicional a mis alumnos - ¡y miren que se requiere paciencia para eso!) “Mirá, o el medidor no anda, o….” (Lo dejo ahí, pero la EEE inmediatamente completa la oración)
EEE: “O no pasaron a medir y repitieron las lecturas anteriores.” (Lo dice como alguien que declara que el sol sale todos los días)
Yo: “No sé. Lo que quiero es ver si el medidor anda y que me cobren lo que consumo.”
EEE: (Me parece que paso de la categoría ‘extraterrestre’ a ‘extraterrestre salame’) “Bueno, si a Ud. le parece…” (¿Estoy loca, soñando, delirando, o qué?) “Mire, hagamos esto, ¿Ud. va para allá ahora?”
Yo: “Sí, por eso_”
EEE: “Bueno, tome Ud. la lectura y anótela acá.” (Escribe algo como ‘Lect.’ en la mismísima boleta seguido de dos puntos para que yo registre la medición) “Ya le explico cómo se hace.” (Mira algo en la compu.) “¡Ah! El suyo es un medidor mecánico. Es fácil. Baje la tapa y mire los números no más.” (Tendría que mirar si anda primero, ¿no? ¡No se puede creer!)
Yo: (Sorprendida como argentino al que un arbolito le ofreciese el dólar a $8) “Eeee. Bueno. Pero mirá que vuelvo a la tarde, así que te tendría que traer eso mañana a la mañana recién.”
EEE: “No hay problemas. Fíjese y así salimos de la duda. Buenos días.” (O sea, andá hacé vos el laburo que debería realizar la empresa y después contame.)
Yo: “Hasta mañana.” (A ver si entiende que me va a ver mañana nuevamente)


Salgo de la oficina con la boleta en la mano y todavía no puedo creer lo que pasó. Subo al auto y mientras recorro la ruta en dirección a la quinta me pregunto si tengo una pinza para poder abrir la tapa del medidor y ¡qué puede pensar la vecina si me ve haciendo eso!