viernes, 14 de marzo de 2014

Diálogo con almacenero.

Patino más que entro al almacén (por la lluvia, che). El almacenero está anotándole los montos de la compra a una señora en una libreta. Cuando la clienta (La RAE aún no acepta el género femenino todavía, pero …) se va, me puede la curiosidad.

Yo: “No sabía que todavía existía la libreta, y menos que todavía se vendiera fiado.”
A: “Y, sí. No somos un super, ¿vió?. Y acá la gente está acostumbrada.”
Yo: “Si. ¿Pero cómo hace en época de inflación? Porque a ud. los productos se los aumentan, y para cuando cobra lo del mes_”
A: “Hasta hace dos años atrás no tenía problemas. Pero después tuve que decirles a ‘los con libreta’ que les iba a tener que agregar un porcentaje a fin de mes.”
Yo: “Seguro que la venta al fiado se redujo, ¿no?”
A: “¡Para nada! Acá mucha gente no siempre tiene plata. Y hay que comer, ¿no?”
Yo: “Pero mire ud. Yo hubiese creído que gente no aceptaría que le cobrara un recargo.”
A: “Naaaa. Acá nos conocemos todos.” (¿Qué habrá querido decir?)
Yo: (Después de pedirle lo que necesito) “¿Y tiene muchos así – al fiado, digo?”
A: “Como treinta.”
Yo: (Sorprendida) “¡Son un montón!”
A: “Ajá.” (Mira para ver si viene alguien) “Y no le diga a nadie, pero hay gente a la que no le hago el recargo. Doña Tota, por ejemplo. Cobra la mínima y no tiene quién la ayude. ¿Cómo le voy a cobrar recargo? De qué que lleva lo mínimo para comer.”
Yo: (Ya casi boquiabierta ante la generosidad del almacenero) “Menos mal que alguien le da una mano.”
A: “Si. ¿Y Don Cosme? Pensionado. También la mínima. Lo de él me lo paga el hijo, pero tampoco le sobra.”
Yo: “La verdad, debe hacer equilibrio para poder reponer mercadería así.”
A: “No. Ud. misma me dijo el otro día que tenía re cara la lata de tomate al natural.”
Yo: (Haciendo funcionar mis cansadas neuronas) “O sea que_”
A: “Sí. Tengo que levantar los precios para los otros clientes. Tampoco soy la Madre Teresa.”
Yo: “O sea que en realidad yo, y otros que no necesitan comprar fiado, ¿subvencionamos a gente como Doña Tota o Don Cosme?”
A: “No lo había pensado así.” (¡Claro! ¡Cómo se te iba a ocurrir si estás muy ocupado pensando que eras Robin Hood!) “Y bueno. Tómelo como el impuesto a las ganancias con una gran ventaja.”
Yo: (Algo aturdida) “¿Eh?”
A: “Y, claro. El que más tiene, ayuda a los que tienen menos.”
Yo: (No sé si largar un exabrupto o quedarme en el molde – por lo cual solo utilizo un tono más frío para denotar enojo) “¿Y cuál sería la ventaja?”
A: “Que acá sí sabe dónde va a parar su plata.” (Me dice esto último alcanzándome la bolsita con mis compras)
Yo: (Tono ácido que vuelve a resbalarle como el tono ‘frío’ anterior) “Me parece que me va a convenir sacar fiado.”
A: “No, doña. Como le dije, acá nos conocemos todos. Y el recargo del fiado es de acuerdo a la cara del cliente.” (¡Ahora entiendo el significado de la frase ‘acá nos conocemos todos’!)


Le pago y salgo del almacén. No sé qué me enoja más: que el almacenero se crea Robin Hood  o que tenga razón en cuanto a los impuestos que pago.

martes, 11 de marzo de 2014

Diálogo con compañera pasajera en colectivo de línea local.

Subo al cole _ o mejor dicho, pongo un solo pie en el estribo _ y el cole arranca. Después de lograr pasar la tarjeta entre brazos, cinturas, y espaldas varias, me corro como puedo hacia atrás. Estoy por agarrarme de la barra cuando el cole frena de golpe haciéndome retroceder varios pasos – pasos que obviamente  di sobre diversos pies ajenos.

CP: “Agárrese porque este animal viene frenando así desde el sur.” (Esto viene de una señora que está sentada)
Yo: (Instalándome entre dos corpulentos muchachos cosa de tener muros de contención a ambos lados) “¿Y también viene arrancando como cuando subí?”
CP: “Por supuesto. Una bestia. Ni mi marido maneja así, mire. Y a mí no me dan el carnet y éste maneja un cole.”
Yo: (Me rio) “A lo mejor es nuevo.”
CP: “¡Nuevo tiene el cerebro! Se ve que no lo usa mucho. No se da cuenta que no lleva vacas acá sino personas.” (Bueno, se ve que viene juntando bronca desde hace rato)
Yo: (Tratando de evitar que la CP empiece a hablar a los gritos – porque ya está levantando la voz varios decibeles – sólo meneo la cabeza) “Uhmmm”
CP: “¡Y lo que ganan por tener el culo en el asiento y maltratar a la gente!” (Las últimas palabras se pierden en el escandaloso chirrido de frenos y todos los pasajeros nos afirmamos sobre una pierna para no volar hacia adelante.)
Yo: “La verdad que no es delicado para las maniobras.” (Mis paredes de contención me miran y se sonríen)
CP: “¡Es un tarado!” (Me mira de tal manera que si no expreso acuerdo puede llegar a matarme, pero sigo intentando que la calma prevalezca)
Yo: “Y, a veces trabajan de más y el tránsito pone nervioso a cualquiera.”
CP: “¡Que se la banque o no haga horas extras! Pero piensan en la plata no más. Total, que les importa si bajamos llenos de moretones por los golpes. Me imagino ud. que es puro hueso cómo debe quedar.” (Bueno, hora de seguir para atrás. Pero es imposible moverme de donde estoy)
Yo: (Sonriendo muy a mi pesar) “Cuando salga del centro no va a haber tanta frenada brusca, calculo”
CP. “Calcula mal. En el sur no había casi tránsito y también nos revoleó para todos lados. Menos mal que conseguí asiento rápido. Es un bruto.”
Mi pared de contención izquierda se mueve para atrás y yo lo sigo.
Yo: “Hasta luego.”
CP: “¡Si vivimos para contarlo! Este energúmeno nos puede matar a todos.”

Casi llegando al fondo encuentro un huequito al lado de un señor bastante rellenito y me acomodo ahí. Muro de contención contra arranque brusco localizado. Contra frenada brusca sólo me queda aferrarme a la baranda y confiar en mi fuerza.

A pesar de estar concentrada en mantener la vertical, no puedo evitar pensar en los múltiples adjetivos que la CP utilizó para designar al colectivero…

viernes, 7 de marzo de 2014

Diálogo con compañera ‘padeciente’ (estuve leyendo mucho del Lic. Rolón últimamente) en farmacia.

Entro a una farmacia y, para mi sorpresa, está llena. Tomo el consabido numerito y me dispongo a esperar.

CP: “Lleno, ¿no?” (Esto viene de una señora de edad indefinida, muy bien vestida y llamativos anteojos oscuros – llaman la atención por lo grandes)
Yo. “Ajá. ¿Por qué será?”
CP: “Y, porque están todos locos. Hace media hora que estoy y lo que más llevan son ansiolíticos y porquerías para dormir.”
Yo: (Usando frase aprendida en El Leyes que suele provocar verborragia) “¡¿No me diga?!”
CP: “Yo ni loca tomo cosas de esas. Yoga o Pilates, mucha agua y ejercicio diario.”
Yo. “Y, sí. Pero a veces no se puede y como está la cosa, la gente anda nerviosa.”
CP: (Hace un gesto con la mano como barriendo mis palabras) “Todo está acá.” (Señala su cabeza) “A mí me hacía mal mirarme al espejo – mi nariz. Me hice cirugía y listo. Si le molesta la suya, tendría que probar con la cirugía. Le cambia la vida.”
(¡Ah, bueno! Me dijo narigona, además de revelar por qué no está aquejada de ‘la locura generalizada’ – se ve que lo económico no es un problema para ella)
Yo: (Riéndome) “La verdad, mi nariz no me molesta para nada – tampoco este ojo (señalo mi pobre ojo derecho). Ni la boca grande o_”
CP. “Eso es bueno. Aceptarse tal cual uno es.” (Bueno, no es tu caso, querida) “Y cambiar lo que no nos gusta.”
Yo: Hmmm.
CP: “Hoy en día te encontrás con alguien y le preguntás cómo anda y siempre tienen un problema. ¡Depresivos! Pero no logran deprimirme.” (¿Esta cree que los demás viven para joderle la vida?)
Yo: Hmmm.
CP: “¿Y ud. qué anda buscando?”
Yo: “Una crema cicatrizante - (Y sigo - ¡Ay! ¿Por qué sigo?) y ud.?”
CP: “También una crema.” (Mira para todos lados y baja la voz un poco) “¿Ve esta mancha que tengo bajo el ojo?” (Se levanta un poco los anteojos de sol y, la verdad, yo no veo nada más que una pequeñísima manchita bajo un ojo sospechosamente libre de patas de gallo o bolsas – podría pasar por una picadura de mosquito, miren) “¡Horrible! Anduve y anduve hasta que un médico me recetó una crema. Dice que en un mes más o menos puede desaparecer. Espero que sí, porque no me la banco. ¿Puede creer que dos – DOS – médicos me dijeron que no era nada – que apenas se veía?” (Sí, te creo. Dos médicos sinceros)


Alguien ‘canta’ el número de la CP, realiza su compra y se dirige a la salida con un ‘Hasta luego’ de pasada. Una sra. mayor con boletita de PAMI en la mano se para a mi lado y, que quieren que les diga, me siento liberada aunque ahora tenga que charlar sobre reuma, problemas circulatorios, o  artrosis….

martes, 4 de marzo de 2014

Diálogo con albañiles.

Estoy volviendo del kiosco cuando un albañil que está colocando losetas en la vereda de una casa me llama.

A: “Disculpe, Sra.,  buen día. ¿Puede venir un cachito?” (Hacía rato no escuchaba ‘cachito’ usado así)
Yo: “Buen día. Sí. ¿Qué necesitás?”
A: “Acá con ‘Frasquito’ (no quiero pensar por qué le dice así a su compañero) estamos discutiendo si esto está chueco o derecho.” (Dice esto señalando una línea de losetas)
Yo: “¿Y a mí me preguntás?” (Señalo mi ojo derecho que está desviado de chiquito)
A: Se ríe. “Sí. Por eso mismo. ‘Frasquito’ tiene el ojo como ud. y siempre pasa lo mismo. Yo tomo los niveles, tiro la línea, y este me jode con que está chueco.”
Yo: (Primero pienso que me está tomando el pelo, pero luego miro directamente a ‘Frasquito’ y me doy cuenta que su ojo izquierdo y mi ojo derecho nunca se van a ver frente a frente y me río) “Para mí está derecho – pero depende de dónde partís, ¿no? Capaz que cuando llegues al cordón_” (Me interrumpe)
A: (A ‘Frasquito’). “Tomá. Ahí tenés. La doña dice que está derecho y tiene el ojo peor que vos.” (Bueno, ché, ¡no abusar de mi generosidad y buen humor!)
F: “No la dejaste terminar. Te iba a decir lo mismo que yo. Que cuando llegués al cordón te van a quedar los cortes desparejos. ¿No doña?” (¿Estos se creen que mi segunda ocupación es la albañilería?)
Yo: “Me da esa impresión, pero no se nada de colocar pisos.”
F: “Pero se sabe más que éste.” (Y se ríe)
A: “Bueno. Dos a uno. Las voy a presentar todas y marcar los cortes del cordón y van a ver.” (No sé ‘Frasquito’, pero yo no pienso quedarme a ver eso)
Yo: “Bueno. Yo sigo porque_”
F: “Sí, se le va a calentar la cerveza. (¡Ya se calentó, hermano!) Y dirigiéndose al otro albañil: “Hablando de eso, mientras vos presentas las losetas yo me busco una cerveza .” (Y parte para el kiosco)
A: (Poniéndole voz a mis pensamientos) “Al cuete voy a laburar haciendo esto. Después de la cerveza lo va a ver más chueco todavía.”
Yo: (Empezando a retirarme) “Bueno, en una de esas es al revés y lo ve derecho.”
A: (Riéndose) “Capaz que sí.”
Yo: (Como la mirada parece decir ‘¿lo sabe por experiencia propia?’ acelero la despedida). “Chau. Que les quede lindo.”


No. Si a mí me pasa cada cosa…..

lunes, 17 de febrero de 2014

Diálogo con Mi Otro Yo

Estoy organizando papeles cuando:

MOY: “Hola. Hola”
Yo: “Bueno. Todas las vacaciones sin aparecer – cosa que te agradezco – y justo hoy_”
MOY: “Por nada. Pero en realidad no aparecí porque tenías la cabeza tan vacía que no había manera de empezar una conversación estimulante.”
Yo: (Ya calentándome) “O sea que a vos te estimula romperme las b…s cuando estoy ocupada.”
MOY: “¿Ves que el comienzo del año académico te pone agresiva? A ver, analicemos por qué.”
Yo: “No analizo nada. ¿Por qué no analizás vos que siempre aparecés cuando estoy ocupada?”
MOY: “Ya lo analicé. Es simple. Me divierte un montón.”
Yo: “O sea que sos sádica. Disfrutas torturándome.”
MOY: “Eso hace nuestras charlas interesantes – no como esos diálogos de porquería que tenés durante las vacaciones con personajes bizarros.”
Yo: “Son personas, no personajes – y no sé por qué lo de bizarros.”
MOY: “Por algo los agrupás en ‘diálogos de vacaciones’ y yo tengo mi propia etiqueta en tu blog: ‘diálogos con mi otro yo’.”
Yo: “¿Ese es tu problema? ¿Un problema de cartel como las ‘estrellas’ de TV?” (En una de esas se ofende y se va)
MOY: “No. Yo sé que soy una estrella.” (¡Ego y la madre!) “Además creí que preferirías charlar hoy y no mañana…. Eh… digo… otro cumple más.”
Yo: “El cumple no me molesta y es una vez al año. En cambio vos  jodés en cualquier momento. Eso es más molesto.”
MOY: “Hablando de otra cosa. ¿Viste que mañana – aparte del hecho que vas a ser un año más vieja (¡LPMQLP!) es el día internacional del control biológico?”
Yo: (Realmente anonadada) “¿Eh?”
MOY: “Ajá. El control biológico es un método de control de plagas, enfermedades y malas hierbas que consiste en_”
Yo. “Pará. Pará. Qué carajo tiene que ver eso con_”
MOY: “Tranqui. No instituyeron el día por vos.” (¡Ah, nó! ¡Tengo que encontrar un cirujano que me opere de esta HDP!) “No me dejaste terminar. El método consiste en utilizar organismos vivos con el objeto de controlar las poblaciones de otro organismo.”
Yo: “Sigo sin ver_”
MOY: “y, hace rato que no ves bien.”
Yo: “O aclarás qué carajo querés, o te vas.”
MOY: “Pero si es obvio. Yo soy un organismo que ejerce control de plagas. Las plagas son esos pensamientos desordenados y caóticos que sabés tener.”
Yo: “Lo tuyo va de mal en peor. Necesitás analista. Pero además, ¿me estás diciendo que mañana es tu día? ¿Vos, que odias y despotricás contra los días internacionales? ¡Estás de la nuca en serio!”
MOY: “¿Asi que me decís que soy loca, ¿eh? Pensá bien antes de ofenderme.  Goethe dijo que ‘la locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma’.
Yo: “Y Goethe tiene razón. ¡A VECES! Lo tuyo es demencia permanente.”


Me preparo para la contestación pero no llega. ¡Ay de mí cuando tenga lista la respuesta!

sábado, 8 de febrero de 2014

Diálogo con vecina (la de siempre)

9 a.m. Salgo a colgar la bolsita de la basura en la reja cuando a mi derecha se materializa  la vecina. (Para mí estaba escondida atrás de un árbol)

V: “ ¡Buen día! Saca temprano la basura.”
Yo: “Hola. Y sí, si no, después me olvido.”
V: “No ha tenido muchas visitas este año.” (¿A dónde querrá llegar?)
Yo: “Y, llovió mucho, ¿vió?”
V: “A su primo lo vi un par de veces.” (Creo que ya sé por dónde viene la cosa, pero…)
Yo: “Sí. Cuando va a Santa Fe, pasa por acá.” (Tratando de cambiar de tema) “Tiene hermoso el jazmín del cielo”
V: “Ajá. Hablando de otra cosa _” (No, si cuando está tras  información ¡no hay quien la pare!) “El muchacho del otro día no era su primo, ¿no?”
Yo: “¿El otro día?
V: “Cuando llovió como loco. Vi que entró un muchacho.” (¡Ah!!!! Ahora caigo. ¿Pero cómo hizo para ver a través de la cortina de agua?)
Yo: “Ah. No. No era mi primo.” (La dejo ahí, pero sé que esto va a ser divertido)
V: “Sí. Me pareció. Muy joven.”
Yo: “Aja.”
V: “¿Un amigo?” (¡Esta no tiene límites!)
Yo: (Riéndome) “No. Como ud. dice, muy joven.” (¿Y ahora?)
V: (Sin rendirse) “Me pareció que era el de la quinta de allá.” (Y, como de costumbre, revolea la cabeza en dirección indefinida – pero mal que me pese esta vez sé a dónde se refiere)
Yo: “La verdad, no sé dónde vive. Me pidió pasar a la cochera porque estaba hecho sopa.”
V: “ ¡Pero lo tiene que conocer! Si un día la ví conversando con la ‘madre’.” (El encomillado ni se acerca a expresar el significado que le dio a la palabra)
Yo: “No sé. Se secó un poco y después se fue. Pero sí, seguro que es de por acá.” ( ¡No pienso soltar prenda, y menos con vos!)
V: “Nadie sabe bien si es el hijo, ¿me entiende?”
Yo: (Cara de póker de ases) “¿Adoptado?”
V: (Resopla como caballo molesto por las moscas) “ ¡Pero no, mujer! Parece que anda con la criatura.” (Bué, ¿le viste el lomo a ‘la criatura’?)
Yo: (Ya divirtiéndome a lo loco, lo admito) “¿Ese muchacho anda con una menor?”
V: (Mirándome como si fuese extranjera a la que se le tiene que explicar la economía argentina) “No. No. La que parece la madre no es la madre. Parece que la mujer anda con ese chico.”
Yo: “ ¡Ah! No creo.”
V: “Creer o reventar.” ( ¡Eso! ¿Por qué no reventás?)
Yo: “Bueno. La dejo porque todavía no desayuné.” (Y giro para retirarme)
V: (Con decepción patente en la voz) “Ah. Bueno. Si. Vaya. Está tan flaca…” ( ¡Pero y LPMQLP! Pero no te voy a dar el gusto de seguir conversando)
Yo: (Ya dándole la espalda y caminando hacia adentro) “Sí. Por eso.”

En vez de ir a la cocina, me meto en la pile – sin hacer mucho ruido. ¡No vaya a ser que desparrame por el ‘barrio’ que soy anoréxica!


jueves, 6 de febrero de 2014

Diálogo con… ¡Santino!!! (si no sabés quién es, ¡te perdiste algunos diálogos de vacaciones 2014!)

14:30 de un día donde se ha llovido todo y no hay miras de que pare. Por lo menos no hay tormenta eléctrica, así que estoy sentada en la cochera _ ocupadísima _ leyendo, viendo y escuchando llover, cuando:

S: “ ¡Hola! ¿Puedo?” (Esto descontextualizado suena mal, por eso aclaro: está parado en el portón, haciéndose sopa desde la cabeza, pasando por el torso cubierto por una remera regata amarillo patito, y un short azul eléctrico. A las zapatillas, que seguramente son de marca, no se les ve logo alguno por el barro)
Yo. “Pasá. Pasá” (No iba a dejar al pobre chico ahí, ¿no?) Miro para ambos lados de la calle.  “¿Y Gladys?”
S: “Eh… No. Ella no corre. Y menos con esta lluvia.” (Voy a ser dañina: no corre, pero vuela, ¿eh?) “¿Me podría facilitar un toallón?” (¡Ay! ¿Quién usa ‘facilitar’ así?)
Yo. “Pero claro. Pasá.” (Lo invito a entrar a la casa propiamente dicha)
S: “No. Está bien. La espero acá.” (¿No querrá arruinar mi reputación? ¿O la suya?) Vuelvo con el toallón y se sienta en el sillón donde yo tenía mis piernas cómodamente apoyadas antes de su aparición – ón, ón, ón _ estoy cacofónica.)
Yo: “Es de locos salir a correr por acá con esta lluvia. Te podés torcer un tobillo.”
S: “Y… sí… en realidad salí a caminar… (¿con esta lluvia?) y después, bueno, necesitaba correr.”
Yo: (Presintiendo que algo raro pasa) “¿Sí?” (A veces la entonación ascendente en una sola palabra produce efectos asombrosos)
S: “Y, sí. Mami y yo tuvimos una discusión.”
Yo: “ ¡Ah!”
S: “A veces es un poco posesiva. Y por ahí no nos entendemos. Yo digo algo y ella lo toma para otro lado.”
Yo: “Y, la diferencia _” (estoy a punto de decir ‘de edad’, pero literalmente me muerdo la lengua) “de personalidades a veces produce discusiones” (¡Ay! De acá a la radio con un programa de medianoche: ‘ ¡Háblame! – Te escucho’)
S: “Capaz es que estamos mucho tiempo juntos.”
Yo: “Uhm”
S: “Cuando nos veíamos sólo los fines de semana estas cosas no pasaban.” (¡Me imagino!)
Yo: “Y, cuando uno convive con otra_”
S: “Para mí es eso.” (Bué, otro que se olvida que está ‘charlando’ conmigo y pasa al monólogo) “Se lo voy a plantear.” (Vos planteale eso y ¡Gladys te ‘planta’ una maceta en la cabeza! O no. ¡Qué se yo!) “Eso voy a hacer. Las cosas hay que hablarlas, ¿no?”
Yo: “Ajá.” (Y, vuelvo a las onomatopeyas, total…)
S: (Parándose y dándome el toallón – podría habérselo llevado y lavarlo, ¿no?) “Eso voy a hacer. Muchas gracias por la charla. Se me aclaró la cabeza.” (Bué.)
Yo: “Por nada. Pero no te vuelvas corriendo, ¿eh?”
S: (Se ríe). “Es igual que Mami.” (No, querido. ¡Lo mío sí es consejo maternal!) Pero me río también – ¿qué quieren que haga?)


Sale a la lluvia de nuevo y yo vuelvo a sentarme con mi libro de John Grisham. O este chico es un muy buen actor, o realmente le interesa Gladys. Abro el libro y me prometo a mí misma no volverme a sentar en la cochera un día de lluvia.