jueves, 6 de febrero de 2014

Diálogo con… ¡Santino!!! (si no sabés quién es, ¡te perdiste algunos diálogos de vacaciones 2014!)

14:30 de un día donde se ha llovido todo y no hay miras de que pare. Por lo menos no hay tormenta eléctrica, así que estoy sentada en la cochera _ ocupadísima _ leyendo, viendo y escuchando llover, cuando:

S: “ ¡Hola! ¿Puedo?” (Esto descontextualizado suena mal, por eso aclaro: está parado en el portón, haciéndose sopa desde la cabeza, pasando por el torso cubierto por una remera regata amarillo patito, y un short azul eléctrico. A las zapatillas, que seguramente son de marca, no se les ve logo alguno por el barro)
Yo. “Pasá. Pasá” (No iba a dejar al pobre chico ahí, ¿no?) Miro para ambos lados de la calle.  “¿Y Gladys?”
S: “Eh… No. Ella no corre. Y menos con esta lluvia.” (Voy a ser dañina: no corre, pero vuela, ¿eh?) “¿Me podría facilitar un toallón?” (¡Ay! ¿Quién usa ‘facilitar’ así?)
Yo. “Pero claro. Pasá.” (Lo invito a entrar a la casa propiamente dicha)
S: “No. Está bien. La espero acá.” (¿No querrá arruinar mi reputación? ¿O la suya?) Vuelvo con el toallón y se sienta en el sillón donde yo tenía mis piernas cómodamente apoyadas antes de su aparición – ón, ón, ón _ estoy cacofónica.)
Yo: “Es de locos salir a correr por acá con esta lluvia. Te podés torcer un tobillo.”
S: “Y… sí… en realidad salí a caminar… (¿con esta lluvia?) y después, bueno, necesitaba correr.”
Yo: (Presintiendo que algo raro pasa) “¿Sí?” (A veces la entonación ascendente en una sola palabra produce efectos asombrosos)
S: “Y, sí. Mami y yo tuvimos una discusión.”
Yo: “ ¡Ah!”
S: “A veces es un poco posesiva. Y por ahí no nos entendemos. Yo digo algo y ella lo toma para otro lado.”
Yo: “Y, la diferencia _” (estoy a punto de decir ‘de edad’, pero literalmente me muerdo la lengua) “de personalidades a veces produce discusiones” (¡Ay! De acá a la radio con un programa de medianoche: ‘ ¡Háblame! – Te escucho’)
S: “Capaz es que estamos mucho tiempo juntos.”
Yo: “Uhm”
S: “Cuando nos veíamos sólo los fines de semana estas cosas no pasaban.” (¡Me imagino!)
Yo: “Y, cuando uno convive con otra_”
S: “Para mí es eso.” (Bué, otro que se olvida que está ‘charlando’ conmigo y pasa al monólogo) “Se lo voy a plantear.” (Vos planteale eso y ¡Gladys te ‘planta’ una maceta en la cabeza! O no. ¡Qué se yo!) “Eso voy a hacer. Las cosas hay que hablarlas, ¿no?”
Yo: “Ajá.” (Y, vuelvo a las onomatopeyas, total…)
S: (Parándose y dándome el toallón – podría habérselo llevado y lavarlo, ¿no?) “Eso voy a hacer. Muchas gracias por la charla. Se me aclaró la cabeza.” (Bué.)
Yo: “Por nada. Pero no te vuelvas corriendo, ¿eh?”
S: (Se ríe). “Es igual que Mami.” (No, querido. ¡Lo mío sí es consejo maternal!) Pero me río también – ¿qué quieren que haga?)


Sale a la lluvia de nuevo y yo vuelvo a sentarme con mi libro de John Grisham. O este chico es un muy buen actor, o realmente le interesa Gladys. Abro el libro y me prometo a mí misma no volverme a sentar en la cochera un día de lluvia.

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