sábado, 8 de febrero de 2014

Diálogo con vecina (la de siempre)

9 a.m. Salgo a colgar la bolsita de la basura en la reja cuando a mi derecha se materializa  la vecina. (Para mí estaba escondida atrás de un árbol)

V: “ ¡Buen día! Saca temprano la basura.”
Yo: “Hola. Y sí, si no, después me olvido.”
V: “No ha tenido muchas visitas este año.” (¿A dónde querrá llegar?)
Yo: “Y, llovió mucho, ¿vió?”
V: “A su primo lo vi un par de veces.” (Creo que ya sé por dónde viene la cosa, pero…)
Yo: “Sí. Cuando va a Santa Fe, pasa por acá.” (Tratando de cambiar de tema) “Tiene hermoso el jazmín del cielo”
V: “Ajá. Hablando de otra cosa _” (No, si cuando está tras  información ¡no hay quien la pare!) “El muchacho del otro día no era su primo, ¿no?”
Yo: “¿El otro día?
V: “Cuando llovió como loco. Vi que entró un muchacho.” (¡Ah!!!! Ahora caigo. ¿Pero cómo hizo para ver a través de la cortina de agua?)
Yo: “Ah. No. No era mi primo.” (La dejo ahí, pero sé que esto va a ser divertido)
V: “Sí. Me pareció. Muy joven.”
Yo: “Aja.”
V: “¿Un amigo?” (¡Esta no tiene límites!)
Yo: (Riéndome) “No. Como ud. dice, muy joven.” (¿Y ahora?)
V: (Sin rendirse) “Me pareció que era el de la quinta de allá.” (Y, como de costumbre, revolea la cabeza en dirección indefinida – pero mal que me pese esta vez sé a dónde se refiere)
Yo: “La verdad, no sé dónde vive. Me pidió pasar a la cochera porque estaba hecho sopa.”
V: “ ¡Pero lo tiene que conocer! Si un día la ví conversando con la ‘madre’.” (El encomillado ni se acerca a expresar el significado que le dio a la palabra)
Yo: “No sé. Se secó un poco y después se fue. Pero sí, seguro que es de por acá.” ( ¡No pienso soltar prenda, y menos con vos!)
V: “Nadie sabe bien si es el hijo, ¿me entiende?”
Yo: (Cara de póker de ases) “¿Adoptado?”
V: (Resopla como caballo molesto por las moscas) “ ¡Pero no, mujer! Parece que anda con la criatura.” (Bué, ¿le viste el lomo a ‘la criatura’?)
Yo: (Ya divirtiéndome a lo loco, lo admito) “¿Ese muchacho anda con una menor?”
V: (Mirándome como si fuese extranjera a la que se le tiene que explicar la economía argentina) “No. No. La que parece la madre no es la madre. Parece que la mujer anda con ese chico.”
Yo: “ ¡Ah! No creo.”
V: “Creer o reventar.” ( ¡Eso! ¿Por qué no reventás?)
Yo: “Bueno. La dejo porque todavía no desayuné.” (Y giro para retirarme)
V: (Con decepción patente en la voz) “Ah. Bueno. Si. Vaya. Está tan flaca…” ( ¡Pero y LPMQLP! Pero no te voy a dar el gusto de seguir conversando)
Yo: (Ya dándole la espalda y caminando hacia adentro) “Sí. Por eso.”

En vez de ir a la cocina, me meto en la pile – sin hacer mucho ruido. ¡No vaya a ser que desparrame por el ‘barrio’ que soy anoréxica!


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