Diálogo con Mi Otro Yo a días de
comenzar las clases.
Yo: “Bueno, hoy último examen y el
lunes… ¡se larga el año académico 2013!”
MOY: “Ese entusiasmo, ¿es fingido o real?”
Yo: “No pienso prestarte atención.
Tengo montones de cosas que hacer.”
MOY: “Hum… espero que el ‘año
académico’ no me aburra.”
Yo: “Si te aburrís, ¡jodete! Yo la
paso de diez. Me aburro si no estoy en el aula.”
MOY: “Hum… ¿Y qué vas a hacer cuando
te jubiles?”
Yo: (Cayendo en la trampa) “¡Qué sé yo!
Buscarme un hobby, descansar, salir a caminar,… tengo una lista larga como
esperanza de pobre.”
MOY: (Haciéndose la psicóloga) “Interesante
elección de comparación. La esperanza de pobre nunca se acaba, ¿no?, por lo que
se deduce que el pobre vive esperanzado; lo que quiere decir que nunca alcanza
lo que quiere.” (¡Pero qué HDP!)
Yo: “Basta. Es sólo una expresión. Y
dejame trabajar que estoy re-atrasada.”
MOY: “Y, si perdés el tiempo en FB,
jugando esos jueguitos boludos…”
Yo: “¡Y dale con ‘la palabrita’! Y
juego porque si nó me aburro. Esperá que empiecen las clases y no voy a tener
tiempo de nada. Vos, por supuesto seguirás al cuete como timbre de tumba.” (¡Tomá!
Analizá esa comparación ahora)
MOY: (Negándose a pisar el palito) “Al
contrario. Durante las clases es cuando te planteas esas preguntas casi
esotéricas.” (Y sigue, imitándome) “ ‘¿Cómo movilizo este grupo?’, ‘¿Se me
habrá ido la mano con la cantidad de tarea que les dí?’, ‘Pero mirá que
Fulanito/a tiene un potencial increíble, pero no arranca. ¿Cómo lo/a engancho?’,
‘Este texto es un bofe, ¿no habrá algo mejor en internet?’ Bla bla bla. Me
aburre que todos los años hagas comentarios o preguntas parecidas.”
Yo: “Eso es porque, a pesar de tener
grupos distintos todos los años, los planteos que uno se hace son similares
pedazo de animal.”
MOY: “¡Ay, ya empezó la agresividad
pre-año académico!¿Por qué te ponés nerviosa si vas a hacer algo que hace más
de 30 años que hacés?”
Yo: “¡Vos me ponés nerviosa! Y
para que sepas – no sé dónde estuviste estos últimos 30 y pico de años – cada año
es distinto. Es como actuar la misma obra una y otra vez – el texto puede ser
el mismo, pero muchas cosas cambian en cada función: el público, vos mismo, tus
compañeros actores, etc.”
MOY: “¡Ah, bué! ¿Y cuando te jubilás
te dan el Oscar?
Yo: (Me debato entre un improperio y
algo de más altura. Me decido por lo segundo) “Ya que te gustan las citas, acá
tenés una de Séneca: ‘La recompensa de una buena acción es haberla hecho’. Hacé una buena acción y desaparecé”.
¡Y por una vez en la vida me hace caso!
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