miércoles, 23 de abril de 2014

Diálogo con cartero.

Cuando abro la puerta me encuentro con el cartero.

Yo: “Buen día. Aunque seguro que no son buenas noticias.” (Siempre empezamos nuestra  conversación así, haciendo alusión a las boletas de servicios varios que trae)
C: (Usando también su contestación de siempre) “Ya dije, no entrego más esas cosas en mano porque cualquier día me linchan.” (Se ríe) “Pero hoy tengo algo mejor para Ud. Esto es su nuevo documento.”
Yo: “¡Ah! Era hora.” (Me pide mi documento viejo y el comprobante del trámite)
C: “Muéstreme la segunda hoja.” (Así lo hago) “18 del 2 del … ¿58?” (Bueno, Don, no sé por qué la entonación de sorpresa)
Yo: (Riéndome) “Bueno, tampoco es para que se entere el barrio entero.”
C: “¡Pero si es dos años menor que yo!” (No sé si tomar esta exclamación como: 1-‘Está hecha m…a’, o 2- ‘Yo soy mayor que Ud. y estoy en mi mejor momento’. Y ninguna de estas paráfrasis  es muy alentadora que digamos.)
Yo: “Bueno. Se ve que las caminatas diarias que hace lo mantienen bien.” (Me mira como diciendo ‘¿Me estás tomando el pelo?)
C: “La ‘caminata’ sería linda si no tuviera todo esto. (Mira el bolso que rebalsa de sobres) “Cuando me lo descuelgo al final de la vuelta, sigo caminando de costado como cangrejo por un rato largo.”
Yo: (Me río) “Sí. Ese peso le debe hacer percha la columna, ¿no?)
C: “Si. Pero tiene sus ventajas. Cuando llego a casa tengo masaje gratis.”
Yo: “¿Uhm?”
C: “Y, sí. Mi novia (¡Ah, bueno!) me da un masaje que me deja como nuevo. Porque yo le dije cuando empezamos a salir - (¡Ah, bué!) – ‘sin un buen masaje no sirvo para nada.” (¡A la pelota!)
Yo: (Sin saber bien qué cuernos decir) “Buen truco ese”
C: (Se ríe) “Nunca falla.” (Y me guiña el ojo) “Ud. que es profesora debe haber probado el ‘ ¡Ay, cómo me duelen las piernas!’, ¿no?” (Imitando muy bien a una mujer diciendo esto)
Yo: (Me río mientras pienso que esta conversación se está yendo al carajo) “La verdad que no. Debería haberme dado ese consejo antes.” (Y me apuro a seguir) “¿Dónde firmo?”
C: “Firme acá. Aclare acá. Y su número de documento acá” (Dice esto marcando con crucecitas los lugares en dos planillas) “Lindo día, ¿no?” (¡Ay! Menos mal que ya cambiamos el tema de conversación!)
Yo: “Sí. Un hermoso día de otoño.”
C: “Bueno. Acá tiene. Y cuídelo porque es una porquería de tarjetita.” (Buena definición de lo que, de ahora en más, va a acreditar mi identidad)
Yo: “Gracias y que siga bien.”
C: “Ud. también. Y acuérdese, pruebe con lo del dolor de piernas.”


Le sonrío a manera de despedida y una vez dentro de casa pienso que fue un acierto no mencionar que estoy jubilada. ¡No quiero ni pensar qué sugeriría el cartero sobre cómo lograr un masaje gratis y en qué parte del cuerpo!

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