viernes, 9 de agosto de 2013

Diálogo con Mi Otro Yo a dos días de las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias - PASOS.

MOY: “Hola. Hola. ¿Cómo andamos?”
Yo: “Yo bien. Vos no sé. ¿Por qué tenés que usar el plural? Y otra cosa: estuviste desaparecida estos días.”
MOY: “ ¡Qué conmovedor que hayas notado mi ausencia!”
Yo: “No, en realidad _ (me interrumpe como de costumbre)
MOY: “Lo que pasa es que aunque me hubieses llamado, no te habría oído. Me puse algodones en los oídos hará una semana y hoy me los saqué.”
Yo: “ ¿Eh? Y eso por qué?”
MOY: “No te hagas la idiota (bué – viene agresiva la cosa). No pensaba bancarme más la propaganda política. Una peor que otra. Es decir, una más boluda que otra.”
Yo: “Ya me preguntaba cuándo ibas a usar el término.” (Y me resigno a escuchar una lista de quejas)
MOY: “Entre la cancioncita del cucú de los cordobeses, ‘el país normal’ de algunos porteños, y el  ‘eligió’ en primera persona - como si la presidente fuera la candidata - pegado a la figura de un político local…”
Yo: “Bueno, sí, la creatividad no fue una de las características de esta campaña, pero_”
MOY: “Qué pero ni pero. Ni creatividad, ni propuestas. El mensaje de los oficialistas se apoyan en lo que hizo el gobierno y los opositores… bué, también en lo que hizo el gobierno!”
Yo: “Umm.”
MOY: “Y mirá la izquierda. No hay manera de que se junten. Pareciera que para un izquierdista no hay nada peor que otro izquierdista.”
Yo: “Umm”
MOY: “Y la derecha está tan torcida que ya no saben si son de derecha o_”
Yo: “Bueno, pará un poco.”
MOY: “Sí, al cuete llorar sobre la leche derramada, ¿no? Y de todas maneras ya sé cómo voy a votar_”
Yo: “Pará. ¡Ni se te ocurra decirlo!”
MOY: “Por qué nó?”
Yo: “Porque voy a subir esta conversación a FB y quedaría como que yo canté el voto. El voto cantado está prohibido, por si no lo sabés.”
MOY: (Enojada) “No es tu voto. Es el mío, que lo tiró.”
Yo: “Sí, claro. Ya me veo explicando eso a una autoridad electoral.”
MOY: “Bueno. Tengo la solución: ¿viste que acá tenemos que votar dos veces – a la manera antigua para diputados  por un lado – con sobre en urna tradicional, y poniendo la crucecita por el otro y colocando la papeleta en la urna gigante?”
Yo: “Sí. Se va a demorar la cosa así. Pero no entiendo qué tiene que ver con _”
MOY: “Bueno, cuando hagas la primera votación, me dejás manejarte la mano derecha – o la izquierda, es lo mismo. Y cuando vayas a poner la cruz, yo te dejo que manejes la otra mano. ¿Qué te parece?”
Yo: “Me parece que estás de la nuca. Eso sería como cerrar los ojos y agarrar la primera boleta que tenga a mano por un lado, y volver a cerrar los ojos y jugar a ‘ponele la cola al chancho’ por el otro.”
Silencio por unos segundos y creo que desapareció, pero:
MOY: “ No serías muy original. ¿Qué creés que va a hacer mucha gente cuando vote?”


Me niego a contestar, y ya sea por esto o porque está saboreando el golpe, desaparece. Y yo pienso que voy a tener que estar muy atenta a mis manos cuando vaya a votar.

martes, 30 de julio de 2013

Diálogo con inspector de tránsito.
(Y sí, alguna vez tenía que pasar)

Estoy volviendo a casa en el auto cuando me sorprende ‘el ocaso’ – por si no lo saben, no tengo permitido manejar de noche por mi ojo derecho, calificado como ‘vago’… en fin). Consciente de que si oscurece rápido voy a estar en infracción, hago la típica – tomo una ruta alternativa y evito las avenidas donde  puede haber controles, pero al desembocar en la calle que me llevaría derecho a casa me encuentro con un control municipal y empiezo a transpirar)

IM: “Buenas tardes” (Bueno, ‘la tarde’ ¡no va a durar mucho!)
Yo: “Buenas tardes” Me inclino hacia la derecha y empiezo a sacar documentación de la guantera.
IM: “Qué frío hoy, ¿eh?” Su voz suena totalmente tomada por un resfrío.
Yo: (Todavía sacando papeles de la guantera) “ ¡Pero mire cómo está. No tendría que estar en este frío!”
IM: “Y, que se le va a hacer. Horas extras, ¿vio?”
Yo: (Ya con los papeles en la mano y transpirando como si la calefacción del auto estuviese al máximo) “Pero se va a gastar todo lo que gane hoy en remedios. ¿Qué necesita que le muestre?” ( ¡Hay que ser caradura!)
IM: (Sin contestarme la pregunta) “Probé de todo. Té con limón y miel, algunos remedios, y nada.”
Yo: (Viendo que la poca luz que había va desapareciendo) “Mi abuela decía que la gripe se cura con remedios en siete días y guardando cama en una semana.”
IM:  Se ríe. “¡Mi mamá decía lo mismo!” (Los dos autos delante de mí ya están arrancando)
Yo: (Extendiéndole los papeles entre los cuales puse mi carnet – sí, medio escondido, lo admito) “Acá tiene”
IM: (Toma los papeles y pienso: ‘bueno, ya está. Multa en puerta’). Estornuda y empieza a toser de tal manera que se le caen los documentos de la mano. Los junta uno por uno y me los da. “Tome señora, y siga no más.”
Yo: “Muchas gracias, y cuídese.” Manoteo los papeles y los pongo en el asiento del pasajero. Estoy por arrancar cuando escucho:
IM: “ ¡Espere, señora. Su carnet!” (¡LPMQLP! ¡¿ Justo el carnet tenía que quedar en el suelo!?)
“Perdóneme, casi si va sin carnet. ¡Mire si la paran por ahí!” (Se ríe y tiene otra acceso de tos)
Yo: “Muchas gracias. Y que le sea leve”


Y ahora sí arranco. Levanto la ventanilla y pienso que la próxima vez voy a chequear  a qué hora es la puesta de sol antes de salir de casa en auto por la tarde.

domingo, 21 de julio de 2013

Diálogo con mi otro yo el día después del Día del Amigo.

MOY: “Bueeeenas.”
Yo: “Qué milagro aparecés hoy y no te dejaste ver ayer.”
MOY: “Estabas muy ocupada mandando y recibiendo mensajitos, mandando y recibiendo mails. ‘Feliz día del amigo por acá, feliz día del amigo por allá. Y yo nada.” (Suena ofendida)
Yo: “Bueno, che, yo creí que, con tu aversión a los días internacionales de cualquier cosa, tampoco festejabas este día.”
MOY: “Te voy a sorprender, pero no creo que la amistad sea una boludez.”
Yo: “Bué, no podía faltar el término, ¿eh? Pero_” (¡vuelta a las interrupciones!)
MOY: “Lo que es una boludez es que se festeje en distintos días en el mundo. Lo que te demuestra que ni en eso los humanos se ponen de acuerdo.”
Yo: “Uhm…”
MOY: “En Brasil el 18 de abril, en Perú el 1er sábado de julio, en Paraguay el 30 de julio, en_” (ahora interrumpo yo)
Yo: “Está bien. Ya entendí. Pero lo importante es el valor que se le da a la amistad, ¿no?”
MOY: (Sin registrar la interrupción) “Valor le das todos los días. Cuando te bancás una amiga con depre, cuando aconsejás a un amigo aunque sepas que el consejo no le va a gustar, cuando_” (vuelvo a interrumpir)
Yo:  (Sarcásticamente) “Cuando te bancás a alguien rompe pelotas…”
MOY: “¡Ay! ¡Gracias! Yo sabía que me considerabas tu amiga.” (Sarcasmo captado pero mal interpretado) “Por fin te diste cuenta que soy tu mejor amiga, ¿no? Soy tu cable a tierra, ¿no?”
Yo: “Más que un cable a tierra, sos un ancla. Pesada, pesada.”
MOY: “Tal vez (¡¿tal vez?!), pero estoy con vos desde chiquita.”
Yo: “Sí, pero cuando era chiquita, no aparecías tan seguido.”
MOY: (Sin morder el anzuelo) “Estuve ‘googliando’ sobre el tema.”
Yo: “¡Ay, no! Hoy no. Es domingo. Dejate de joder.”
MOY: “Escuchá esta frase: ‘Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y esperan a oír la contestación’.”
Yo: (Muy a mi pesar) “Está buena. Pero_”
MOY: “Y esta otra: ‘Cuando un amigo nos pide algo, la palabra «mañana» no existe’.”
Yo: (Algo sorprendida por el tono benévolo de las citas) “También está buena. Parece que la amistad es un tema que saca lo mejor de vos, ¿eh?”
MOY: “Yo siempre doy lo mejor de mí. (Bué, ya estamos volviendo a la normalidad)Por eso dejé la que considero la mejor cita para el final. Y de un autor que te gusta – consideralo un tributo a nuestra amistad. (Casi me está conmoviendo) De Oscar Wilde: ‘Un amigo verdadero te apuñala de frente’.”
Yo. “¡Sos una verdadera HDP! No te quiero ni ver. Desaparecé.”


Todo esto al cuete porque apuñaleó y se fue.

martes, 16 de julio de 2013

Diálogo con peluq… perdón, ‘estilista’.

Abro la puerta de la peluq… perdón, del ‘salón de belleza’, saludo, y…
P: (Gritando – el no habla, grita) “ ¡Ayyyyyyyyy! ¡Paren las rotativas que llegó ‘aguinaldo’! (Me dice así porque voy dos veces al año) Como ya lo conozco, solo sonrío y me siento a esperar mi turno. “ ¡Pero mirá ese ‘quincho’ que tenés ahí! ¿Cómo podés andar por la vida así?
Yo: “Peor lo tuyo. La pelada va expandiéndose.”
P: “ ¡QTP!”
Yo: “Y bueno. Vos me jodés,  yo te jodo.”
P: “Pero yo por lo menos uso boina.” Me largo una carcajada y el termina con una de las clientas. “Vení que te lavo.”
Me siento en la silla de tortura y empieza a aporrearme la cabeza mientras me cuenta chismes de gente que ni conozco.
P: “No me estás dando pelota, ¿no?”
Yo: “Ya sabés que nunca te doy pelota. Si ni sé de quién estás hablando.” (Temo por la seguridad de mi cuero cabelludo porque el aporreo se intensifica)
P: “¿Qué pensás hacer con esas canas?” (Empieza el diálogo de siempre)
Yo: “Nada por ahora.”
P: “Claro. Ya me veo tiñéndote cuando estés en el cajón.”
Yo: “Autorizado. Total ya no voy a sentir nada.”
P: “ ¡Pero qué HDP que sos!” (Y me arranca una cana). Me arruinan cualquier peinado que te haga.”
Yo: (Trasladándome a la silla de corte) “¡Ah! Eso que me hacés cuando vengo es un peinado?”
P: (Me arranca más que retira la toalla) “¡Me encanta cuando me peleás! Todas estas (pasea la mirada por las otras clientas) son un flan.” Todas se sonríen como lo hice yo al entrar porque todas lo conocen también.
Yo: “Vos no tenés paz, ¿eh?”
P: “Tampoco tengo canas ni nariz de Pinocho.”
Yo. “Qué problema tenés con mi nariz?”
P: “Es demasiado grande y no es fácil cortarte cortito como vos querés y que no quedes como ave zancuda.”
Yo: (Me vuelo a reír) “Bueno, dale. Hacé lo tuyo, pero dejame algún pelo para peinar, ¿eh?”
P: “Te voy a dejar divina.” Trabaja por unos minutos con la velocidad de manos y tijera que siempre me llamó la atención. “Mirá. Mirá cómo te dejé la nuca.” (Pone un espejo detrás de mi cabeza y me da tiempo de calzarme los anteojos)
Yo: “Hermosa. Ahora, ¿tengo que caminar para atrás?”
Me da un coscorrón y sigue pelándome. Al ratito empuña el secador y el cepillo y sigue maltratando mi cabeza.
P: “Ahora ponete ‘los ojos’ de nuevo y mirá.”
Yo: (Tomándole el pelo) “¡Ay! ¿Esa soy yo? Pero mirá que chiquita me quedó la nariz.”
P: “La próxima vez  te afeito la cabeza y vas a tener que usar peluca.”
Me vuelvo a reír, le pago y me despido. Cuando voy llegando a la puerta me grita: “El corte que te hice no te va a durar 6 meses, ¿eh? Así que te espero en diciembre.”
Yo: “Sí, doctor.”
Mientras salgo, escucho que empieza con otra clienta:
P: “Y vos, parecés una gata. El pelo tricolor tenés. ¿Otra vez te teñiste sola?”


Toda una experiencia ir al peluq… perdón, al ‘estilista’.

martes, 2 de julio de 2013

Diálogo con MOY

Para Valeria Ricca, que es culpable de esto:

Diálogo con Mi Otro Yo con referencia al día nacional del …. NO, NO lo quiero decir!

Estoy relajándome un rato – entre corrección y corrección de trabajos prácticos – cuando por FB una ex alumna me ‘anoticia’ que el 27/06 – día de su cumpleaños – también se celebra en la Argentina el día nacional del ………

MOY: “Hola, hola. A mí no me escuchás, pero a una ex alumna, sí, ¿eh?"
Yo: “¡Claro! No podías fallar en aparecer. Y supongo que querrás expresar nuevamente tu opinión sobre las celebraciones nacionales e internacionales, ¿no?”
MOY: “Por supuesto. Y lo primero que quiero decir es que este día NO es una boludez.”
Yo: (Resignada a lo que viene) “Uhm…”
MOY: “ Es un día importante que celebra una característica – quizás la más importante – de los argentinos.”
Yo: “Uhm…”
MOY: “Es más, está tan arraigada en nuestro ser nacional que nos negamos a cambiar.”
Yo: “Uhm…”
MOY:  “ ¿No querés colaborar en esta conversación importante? Bueno, sigo. Esta característica parece ser casi genética en nuestro pueblo. Es la que hace que no nos quejemos cuando no nos dan boleta pero te cobran el IVA igual, cuando el colectivero decide ‘cortar camino’ y cambia de recorrido sin avisarle a los pasajeros, cuando te embocan con el impuesto a las ganancias aunque seas un laburante, cuando_”
Yo: “Ya entendí. Ya sé. Hacela corta que tengo que seguir laburando.”
MOY: “Lo dicho. Vos no sos la excepción. También deberías haber celebrado el día.”
Yo: “ ¡Dale, decilo de una vez y terminemos con esto!”
MOY: “Pará. Hay otros ejemplos que certifican que este día nacional es fundamental. Pensá en vos misma, que pagás los impuestos en tiempo y forma … jaaaaaaaaaaaaa Y después vienen las ‘moratorias’ para todos los chantas que adeudan cifras astronómicas – porque los que no tienen para pagar, no tienen para pagar la moratoria tampoco.
Yo: “¡Dale! Dejate de joder.”
MOY: “ Esta bien. Aunque un poco tarde, FELIZ DÍA DEL BOLUDO!!!!!  ¡Aguanten los BOLUDOS que por fin se dieron cuenta que lo son!!!
Yo: “Sos insoportable y además estás discriminando_” No me deja terminar
MOY: “Para nada. Así se da en llamar el día – pero yo creo que hay que modificarlo para que sea el día nacional del boludo y LA BOLUDA, para ser políticamente correctos.”
Yo: “Mirá, esto es una movida de las redes sociales, es_” Otra vez me interrumpe.
MOY: “Pero los argentinos nos merecemos este día, ¿o nó?”
Yo: “Bueno, en algo tenés razón.”
MOY: “En todo tengo razón. Somos la encarnación de lo que dijo Albert Camus: ‘La estupidez insiste siempre.’ Y yo ya lo adapté a nuestra realidad: ‘La BOLUDEZ insiste siempre.’”


Y se va, como de costumbre, sin darme tiempo a replicar – eso si tuviese algo para replicar. 

sábado, 29 de junio de 2013

Diálogo con ‘Miguelito’ … alguien muy especial.

Paro en un semáforo y un muchacho me hace señas para limpiar el parabrisas. Como de costumbre, pongo mi peor cara de vinagre (cosa que no me cuesta mucho, dirán algunos). El muchacho insiste, bajo el vidrio y niego con la cabeza. De pronto escucho:

M: “A esa no la jodás porque se baja y te pone un piñazo.”
Puedo ser medio ciega, pero las voces son para mí como una huella digital. Reconozco, en un cuerpo desproporcionadamente grande para lo que está en mi memoria, a ‘Miguelito’ – uno de los ‘chicos de la calle’ que estaba en el centro de evacuados de mi escuela durante la inundación del 2003.
M: “¿A que no se acuerda de mí?”
Me tiro a la derecha y me bajo del auto.
Yo: “¡No lo puedo creer! ¡Qué andás haciendo?”
Me da un abrazo que hace que todos los otros ‘trapitos’ se maten de la risa y los automovilistas, que ya están arrancando del semáforo,  se mueran de curiosidad.
M: “Y me conoció, no más.”
Yo: “ ¡Cómo no acordarme si me sacaste canas verdes a la hora de la cena!” Me río y lo miro de arriba abajo. “Para mí todavía sos el petiso rompe….s que me tiraba del carrito de la comida.”
M: “Ya tengo 20, profe.” (Y claro, debe haber tenido 10 años en el 2003.)
Yo: “¿Y qué hacés de tu vida?”
M: “No crea que soy como éstos (señala a los ‘trapitos’).  Vengo a vigilarlos para que no hagan ca_ … boludeces.” (Bueno, cambió la primera mala palabra por otra ‘más suave’) “Ahora soy panadero. ¿Se acuerda que nos pusieron a hacer pan con Julio, el portero? Nadie nos bancaba más.” Se vuelve a reír. Ahí aprendí, y después, bueno, cuando volvimos al barrio no había nada, así que con ‘Pincho’ - ¿se acuerda de ‘Pincho’? lo ayudamos a un vecino panadero a reconstruir la panadería y empezamos a laburar ahí. Yo todavía sigo… Pincho, bueno, el se fue ‘para otro lado’. Me mira directo a los ojos, tal cual hacía cuando era un enano insoportable, pero ahora la mirada no es desafiante sino triste.’
Yo: (Pensando en ‘Pincho) “Me alegro que estés trabajando. Me alegro de verte tan bien.”
M: “Ud. está igual, profe.” ¿Se acuerda cuando la cansé y se agachó a mi altura y me dijo: ‘me volvés a empujar el carrito y te emboco’? Se larga una carcajada y yo, debo reconocerlo, me pongo colorada. Pero es verdad que ese día me sacó de quicio. “¡De ahí en más fui un soldadito!” Vuelve a reírse.
Yo: “Bueno, dos cosas: primero, si me ves igual es que ya te llegó la vejez y no ves bien, y segundo… realmente ese día creo que había llegado a mi límite.”
M: “Naaaa. Si ud. nos tenía ca…..ndo, pero se le notaba que nos quería. Siempre sentí  no poder despedirme de Ud.”
Yo: No sé por qué, pero se me hace un nudo en la garganta. “Bueno, realmente un alegrón haberte encontrado, verte bien y con laburo. ¡Quién lo hubiera dicho! Ya sos todo un hombre.”
M: “Yo también me alegro de haberla visto. Y quédese tranquila – yo no soy Pincho.”
(¿Cómo puede alguien que no veo durante 10 años y que me conoció siendo un chico, y quizás en el peor momento de su vida, leerme la mente con tanta facilidad?)
Yo: “Ya sé. Vos sos distinto. Ya hace 10 años eras distinto a los otros.” Esta vez lo abrazo yo y después  abro la puerta del auto. “Chau. Cuidate.”
M: “Ud. también, profe.”


Y arranco dejando atrás a Miguelito – una de esas personas que entran y salen de  tu vida – o eso creemos – hasta que nos damos cuenta que nunca, en realidad, salieron, y siempre van a estar ahí.

domingo, 2 de junio de 2013

Diálogo con mi otro yo en el día del clásico Colón-Unión / Unión-Colón a puertas cerradas.

Con radio bajita de fondo, estoy corrigiendo transcripciones de fonética cuando:

MOY: “ ¡Volvieron los militares! ¡Volvieron los militares!”
Reacción instintiva: un sudor frío me recorre el cuerpo. Un miedo que hacía rato no sentía. Pero inmediatamente me doy cuenta que no puede ser.
Yo: “ ¡Pero qué decís, idiota! Si querías charlar, con decírmelo ya estaba.”
MOY: “ ¡Pero nó. Te digo que hay golpe de estado!”
Yo: “Esta vez te pasaste de la raya.  ¡Pará antes que me opere de vos!”
MOY: “¿No viste el helicóptero? ¿No sabés que se ‘instó’ a los negocios a cerrar para evitar que la gente se aglutine? ¿No te enteraste que no dejan que la gente se ponga ropa identificatoria de ciertas agrupaciones? ¿En qué burbuja vivís? Haciendo chirimbolos en esos prácticos mientras se coartan las libertades individuales? ¡Si hasta revisan autos!”
Yo. (Dándome cuenta finalmente de qué habla). ¡Pero nó, pedazo de tarada! Todo eso es por el clásico de fútbol – aunque admito que no sabía que había tantas medidas de seguridad – si lo juegan a puertas cerradas.
MOY: “¿El clásico de fútbol? ¿Todo esto por un boludo clásico de fútbol?”
Yo: “ ¡Y dale con el adjetivo calificativo!”
MOY: “Me encantó. Lo juegan a puertas cerradas para que los vándalos no rompan un club y los idiotas que quieran ir se pongan en riesgo a sabiendas, pero nos imponen a todos los demás límites a nuestra libertad de circular, de irse a morfar y chupar algo…”
Yo: “Bueno, che, es un día. Todas esas son medidas de seguridad para cuidarnos. ”
MOY: “Si quieren cuidarnos ¿por qué no se ponen de acuerdo los clubes y la policía y agarran a los 100 o 200 mafiosos que son los que viven haciendo quilombo para proteger sus ‘negocios’, eh? ¿Porque tanto los clubes como la policía tiene parte en esos negocios?”
Yo: “uhm… Tengo que admitir que en algo tenés razón. Pero eso lleva tiempo y el clásico es hoy.”
MOY: “Así que ‘el estado’ hace por nosotros lo que no podemos hacer nosotros mismos?”
Yo: “Algo así.”
MOY: “Sigo caliente, pero creo que todos deberíamos recordar eso de ‘cuando un pueblo entrega su libertad para ganar seguridad, termina no teniendo ni lo uno ni lo otro.”


Y se vá – y me deja pensando…  ¡Cómo me deja pensando!