Diálogo con
adolescente aprendiz de vándalo _ muuuy aprendiz!
Como todos los días,
salgo a la puerta de casa en el horario de salida de la escuela de mi
cuadra - siempre hago lo mismo para
tratar de evitar los ‘grafitis’ con que decoran mi pared los niñitos.
Evidentemente llego tarde porque solo encuentro un adolescente, quien, fribrón
en mano, aparentemente se dispone a dar rienda suelta a su creatividad.
Yo. “¿Qué hacés?”
(Tono de pregunta, lo juro, no de reto)
El AAV, sorprendido
en el acto infame, retira el fibrón de la pared tan violentamente que se hace
una hermosa línea negra en la remera del uniforme escolar.
AAV: “Eh… Yo… Naa…
Nada, señora.” (Sin saber bien dónde esconder el fibrón)
Yo: “Pero si no te
estoy retando. Te estoy preguntando si estabas por escribir o dibujar.”
(Me mira y no parece
entender por qué la sonrisa benevolente en mi cara) “En serio te pregunto.
Quiero saber.”
AAV: “Eh… y sí.
Estaba por hacer un dibujo. Pero le juro que nunca más.” (Hace ademán de
retirarse)
Yo: “¡Ah! ¿Y qué ibas
a dibujar?”
AAV: (¡Se pone
colorado! Y también a la defensiva) “Eh… yo… naa…” (Puede parecer incoherente
al lector, pero les aseguro que es como si hubiese dicho la palabra con todas
las letras)
Yo: “¡Ah! ¡Eso! ¿Y lo
sabés dibujar? Porque el año pasado habían dibujado uno tan mal que tuve que
hacer una flecha y ponerle ‘órgano reproductor masculino’ para que la gente
supiese lo que era. ¿Podés creer?”
Me mira boquiabierto
y como diciendo ‘¿Está de la nuca?’ o expresión contemporánea juvenil
equivalente.
Yo: “¿Me das tu
dirección? Tu nombre ya lo sé porque está debajo de la raya que te hiciste con
el fibrón.” (Señalo su remera)
AAV: “Si le va a
decir a mis viejos, no se gaste, no le van a dar bola.” (No sabe cuánto me está
diciendo de su vida familiar con esas simples palabras)
Yo. “¡Pero nó! Quiero
saber la dirección porque si encuentro algo en mi pared de ahora en más, me voy
a tu casa, dibujo lo mismo y firmo con tu nombre.” (Ya a esta altura duda de mi
salud mental, seguro, y ensaya una sonrisa nerviosa)
AAV: “Eh… me está
jodiendo.”´
Yo: (Borrando la
sonrisa de mi cara). “Te hablo en serio. El año pasado lo hice y me dio
resultado. Nadie más volvió a ensuciar la pared.”
AAV: (Ya desesperado
por huir o pensando en discar 911 y decir que está a la merced de una loca en
serio) “Eh… Naa… yo le prometo que no va a pasar de nuevo.” (Ve con alivio que
el colectivo está viniendo)
Yo: “Uhmm. Bueno. Por
esta vez pasa. Pero te agradecería que le digas a tus compañeros lo que les
puede pasar si me ensucian la pared.” (Innecesario, porque seguramente se sube
al cole y empieza a ‘wassapear’ a todos los amigos que no se acerquen a la
tarada de la esquina)
Giro para entrar y me
largo la carcajada después de cerrar la puerta.
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