jueves, 20 de marzo de 2014

Diálogo con adolescente aprendiz de vándalo _ muuuy aprendiz!

Como todos los días, salgo a la puerta de casa en el horario de salida de la escuela de mi cuadra  - siempre hago lo mismo para tratar de evitar los ‘grafitis’ con que decoran mi pared los niñitos. Evidentemente llego tarde porque solo encuentro un adolescente, quien, fribrón en mano, aparentemente se dispone a dar rienda suelta a su creatividad.

Yo. “¿Qué hacés?” (Tono de pregunta, lo juro, no de reto)
El AAV, sorprendido en el acto infame, retira el fibrón de la pared tan violentamente que se hace una hermosa línea negra en la remera del uniforme escolar.
AAV: “Eh… Yo… Naa… Nada, señora.” (Sin saber bien dónde esconder el fibrón)
Yo: “Pero si no te estoy retando. Te estoy preguntando si estabas por escribir o dibujar.”
(Me mira y no parece entender por qué la sonrisa benevolente en mi cara) “En serio te pregunto. Quiero saber.”
AAV: “Eh… y sí. Estaba por hacer un dibujo. Pero le juro que nunca más.” (Hace ademán de retirarse)
Yo: “¡Ah! ¿Y qué ibas a dibujar?”
AAV: (¡Se pone colorado! Y también a la defensiva) “Eh… yo… naa…” (Puede parecer incoherente al lector, pero les aseguro que es como si hubiese dicho la palabra con todas las letras)
Yo: “¡Ah! ¡Eso! ¿Y lo sabés dibujar? Porque el año pasado habían dibujado uno tan mal que tuve que hacer una flecha y ponerle ‘órgano reproductor masculino’ para que la gente supiese lo que era. ¿Podés creer?”
Me mira boquiabierto y como diciendo ‘¿Está de la nuca?’ o expresión contemporánea juvenil equivalente.
Yo: “¿Me das tu dirección? Tu nombre ya lo sé porque está debajo de la raya que te hiciste con el fibrón.” (Señalo su remera)
AAV: “Si le va a decir a mis viejos, no se gaste, no le van a dar bola.” (No sabe cuánto me está diciendo de su vida familiar con esas simples palabras)
Yo. “¡Pero nó! Quiero saber la dirección porque si encuentro algo en mi pared de ahora en más, me voy a tu casa, dibujo lo mismo y firmo con tu nombre.” (Ya a esta altura duda de mi salud mental, seguro, y ensaya una sonrisa nerviosa)
AAV: “Eh… me está jodiendo.”´
Yo: (Borrando la sonrisa de mi cara). “Te hablo en serio. El año pasado lo hice y me dio resultado. Nadie más volvió a ensuciar la pared.”
AAV: (Ya desesperado por huir o pensando en discar 911 y decir que está a la merced de una loca en serio) “Eh… Naa… yo le prometo que no va a pasar de nuevo.” (Ve con alivio que el colectivo está viniendo)
Yo: “Uhmm. Bueno. Por esta vez pasa. Pero te agradecería que le digas a tus compañeros lo que les puede pasar si me ensucian la pared.” (Innecesario, porque seguramente se sube al cole y empieza a ‘wassapear’ a todos los amigos que no se acerquen a la tarada de la esquina)


Giro para entrar y me largo la carcajada después de cerrar la puerta.

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