jueves, 27 de octubre de 2016

Diálogos de hospital 3 – Con ‘Personal de Mantenimiento’

De la guardia pasamos a estar  ‘internados’ en una habitación del primer piso. Estamos escuchando el raconto del otro ocupante de la habitación sobre cómo le reconstruyeron la mano y la pierna después de un accidente – con cuanto detalle sangriento se puedan imaginar – cuando aparece un ‘personal de mantenimiento’ – el que nunca apareció por la guardia, ¿vió?

PM: “Vengo a cambiarles el TV porque me informaron que no anda”
A mí, que ya me había dado una vuelta por el baño, me empieza a subir la presión, pero los dos hombres un poco más y aplauden. No pueden bailar porque ambos deberían hacerlo ‘en una pata’.
Yo: “Después que cambies el tele – porque se ve que es fundamental para la recuperación de estos dos pacientes, ¿podés revisar la luz del baño? Se calienta y se apaga."
PM: (mientras se sube a la silla donde yo voy a tener que sentarme) “¡Ah! ¿Pero cuánto tiempo la tuvo prendida?”
Yo: (Empezando a calentar motores) “Y, no sé. ¿A vos cuánto tiempo te lleva sentarte en el inodoro y hacer lo que tenés que hacer? Y sumale la limpieza de tu anatomía y lavarte las manos…” (Y sigo aunque la sorpresa puede causar que se le caiga el TV que balancea en las manos) “La verdad, nunca me tomé el tiempo. Pero a estos dos (indico a los pacientes) les lleva bastante porque, entre otras cosas, no pueden moverse solos, ¿viste? Más llevarles el suero, etc. etc.…"
PM: “Errr. Apenas conecte el tv veo lo de la luz, señora.”
Yo: “Gracias. Y ya que estás, ¿podrías poner la tapa con el botón para la descarga del inodoro?”
PM: (Ajustando el tele al soporte) “¿No anda el botón?” (Este para hacerse el bolú es peor que alumno que no sabe un joraca en un examen te dice ‘¿Eso lo vimos en clase?’)
Yo: “No es que no anda. No tiene botón. O sea, hay que meter la mano en el hueco y localizar la varilla – cosa que no es fácil, te digo.” (Sarcasmo al cuete)
PM: “¿No puede?” (¿Pero éste quiere ser el próximo internado en la pieza? En cualquier momento le pateo la silla) “Bueno, a lo mejor Ud. no llega porque es _” (Acá baja, gira, y me ve parada. Le llevo dos cabezas. Por lo tanto no puede terminar la estupidez que iba a decir: ¿‘baja / petisa / mujer/chicata / narigona’?  ¡Andá a saber!) “Ahora voy al baño” (¡Sí, mejor querido!)
Ni un minuto está adentro y sale.
“La luz ya está. Estaba floja la lámpara” (¡Mentira! ¡Yo ya revisé!)
Yo: “¿Seguro? Mirá que yo la revisé y no estaba floja para nada. ¿Y lo del inodoro?”
PM: “Y… eso va a tardar porque no tenemos repuestos… y la luz, quédese tranquila, estaba floja.”
Yo: (Sonriendo dulcemente y manteniendo un tono de voz amigable) “Si vos lo decís… Después de todo, si llega a pasarle algo a éstos (nuevamente señalo a los dos internados que ya están mirando un partido de fútbol) cuando vayan al baño por no tener luz, o se agarran cualquier cosa por meter la mano en esa mugre, ya sé a quién voy a demandar. Ja ja.”
PM: Ja. Ja. (Risa nerviosa). “Mañana a la mañana trato de conseguirle el repuesto y traigo otra luz – la verdad, no tenemos en ‘ehtoc’ ahora.” (¡Chau! ¡Con esa pronunciación de ‘stock’ me diste el golpe de gracia!)

Sale como si lo corriera el demonio y yo quiero tener la esperanza que venga al día siguiente – pero como dijo François de La Rochefoucauld, “La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor."

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