sábado, 11 de abril de 2020


Diálogo con Carnicero
(Y bueno, si sobreviví a mi travesía hasta la carnicería (ver diálogo con MOY 10/04/2020), bien vale contar lo que allí paso, ¿no?

Afuera del local, 25 minutos de espera . Se entra de a uno. Hay más que la distancia social sugerida entre los 8 que esperamos, excepto por una joven que parece que está en conversación con alguien (con quién no se sabe ya que usa audífono), pero ella habla a los gritos. Los más cercanos aumentan aún más la distancia con la susodicha – tal vez pensando que tanta energía pulmonar puede hace llegar sus partículas de saliva más lejos.
 Cuando finalmente entro…
C: (Señalando mi elemento de tortura del día – el tapaboca) “Hola Sra. La reconocí por los anteojos (¡Y yo a vos por los 150 kg de peso, que te tiró!) “ ‘Ta bueno eso que se hizo; medio grande no más”. (¡Ya parece MOY!)
Yo: “Buenas tardes.  Veo que Ud. consiguió barbijo”. (Evito agregar: ¡Y tendría que usarlo en la cara, no en el cuello!)
C: “Es una porquería. No puedo respirar bien con esto”. (Yo te diría que no respirás bien nunca por el exceso de peso, pero bué). “¿Qué va a llevar hoy? Mire que hay_ (acá viene una lista de las delicias que ofrece).
Yo: “Si llevo un kilo de la mitad de todo eso, no me alcanza el sueldo. A ver si le aflojan un poco a los precios, ¿no?”.
C: (Se coloca rápidamente el barbijo como diciendo: ‘vamos a los bifes’ – perdón por el chiste fácil. Sospecho que en realidad es para que yo no vea la cara de traste que puso ante mi comentario) “A nozotro’ tammién noz aumentan”. (Prácticamente se arranca el barbijo y yo tengo que aguantarme la risa – ¡no soy MOY!) “¡No se cómo a Ud. se le entiende lo que dice con esa cosa que es más gruesa que esto!”.
Yo: “Y, es cuestión de práctica.” (¡Hay que ser caradura para decir esto después de put**r todo el camino hasta acá!). “Bueno, deme_” (le listo lo que necesito).
C: “Voy a ser curioso…” (¡Ay! ¿Qué se vendrá?) “¿Por qué siempre lleva carne picada – y especial? Porque para empanadas tendría que llevar un poco de la común, con algo de grasita”. (O sea, 1-¿lo único que sabés hacer son empanadas? Y 2- las estás haciendo mal porque la empanada necesita un poco de grasa para que sea jugosa).
Yo: (Evito decirle que la ‘común’ que vende tiene algo más que ‘algo de grasita’) “Y, preparo muchas cosas. Hamburguesas, albóndigas, _”
C: “¡Pero si las puede llevar listas de acá!” (Sí, claro, y pagarlas un ojo de la cara (lo cual me dejaría ciega totalmente) a pesar de estar hechas con la ‘picada común que tiene algo de grasita’)
Yo: “Y, me gusta cocinar esas cosas – el toque casero, ¿vio?” (Hay que mentir – aunque sea asquerosamente – para no herir la susceptibilidad del carnicero, che)

Pago y salgo, y ante el primer paso me recuerdo a mí misma respirar por la boca – ya se me empañaron los anteojos con tanta conversación.

viernes, 10 de abril de 2020


Diálogo con Mi Otro
(¿Y qué quieren? Sigue la cuarentena…)

Me coloco el tapaboca/barbijo/cubre cara (como quieran llamarlo), ‘fatto in casa’.
MOY: “¿Vas a salir a la calle así?”
Yo: “Zí. Y no fodás”. (¡Y la PM! No puedo hablar con esto puesto).
MOY: “¿Qué? No se te entiende un carajo. JAAAAA”.
Yo: (Tratando de sacarme la parte del ‘accesorio’ que se me adhirió a las fosas nasales cuando inhalé para hablar) “Que voy a salir y que me dejes en paz”.
MOY: “Mucho mejor ahora. Casi se te entiende, mirá”.
Yo: (Cerrando la puerta de casa) “Te voy a pedir de buenos modos que no molestes porque_”
MOY: “Porque tenés que concentrarte para producir sonidos inteligibles. ¡Ahora sabés lo que sentían tus alumnos de fonética! JAAAAA”.
Ignoro su presencia y trato de respirar por la boca mientras me dirijo a la carnicería.
MOY: “Te aviso que en la carnicería o no te dejan entrar o llaman a la policía pensando que sos un choro. ¿Cómo se te ocurrió hacerte semejante porquería? Parecés ladrón de banco”.
Yo: “No ef una pogquedía”. (¡Oootra vez la tela me impide hablar bien!)
MOY: “Si no morís por falta de aire en el camino, capaz llegas a la carni_ ¡CUIDADO!” (Grito que me retumba en la cabeza al tiempo que casi me trago el cordón de la vereda) “Che, tu visión está cada vez peor. ¡Ah, no! Se te empañaron los anteojos.”
Yo: (Habiendo acomodado nuevamente el accesorio)“Se ve que tres capas de tela es mucho y cuando exhalo, el aire va a los anteojos”.
MOY: “¿Y qué querés con semejante naso? ¡Ahora caigo! ¡Por eso lo hiciste tan grande! Pero tenía que ser grande de ancho, no le largo!”
Yo: “¡Ojalá te pudiera poner un tapaboca de 10 capas a vos! ¡Sos insoportable!”
MOY: “Capaz tendrías que alargar las tiras elásticas esas que sacaste de una carpeta. (Bueno, en eso no se equivoca) De paso evitás terminar con las orejas cortadas…”
Yo: (Pronunciando cuidadosa e irónicamente cada palabra) “¿Tenés alguna otra crítica para hacer?”
MOY: “Bueno, che, Montesquieu ya lo dijo: ‘La persona de talento es naturalmente inclinada a la crítica, porque ve más cosas que las otras personas y las ve mejor’. El chabón en realidad usa ‘el hombre’ y ‘los otros hombres’, pero yo modifico la cita por lo que ya sabés – no me gustan los rótulos”. (No, no, no. ¡NO tiene límites!)
Yo: (Reprimo mi enojo porque estoy llegando a la carnicería). “Decirle ‘chabón’ a Montesquieu y tomarte el atrevimiento de modificar sus palabras es algo digno de censura – y por censura entendé crítica.”
MOY: ¿Qué tiene que ver_”
Yo: (Interrumpiendo sin culpa y sin piedad) “El poeta y dramaturgo alemán Friedrich Hebbel dijo: ‘No hay censura que no sea útil. Cuando no me hace conocer mis defectos, me enseña los de mis censores’. Y a ver si te queda claro, tus críticas me enseñan TUS defectos”.
Silencio por una fracción de segundo.
MOY: “Bueno, por lo menos ya mejoraste la pronunciación y no vas a pedir ‘milafezaz’ por milanesas. Y eso me lo debés a mí.”
Y desaparece, por supuesto, sin que pueda contestarle.

sábado, 21 de marzo de 2020


Diálogo con Mi Otro Yo
(Si esperan reflexiones profundas sobre la pandemia, recuerden que MOY es una peste en sí misma/o).

Salgo de casa y me encamino al kiosco a comprar algunas cosas esenciales. No llego a hacer tres pasos cuando…
MOY: “¿No sentís que tenés ganas de fregarte los ojos?”
Yo: (Pienso: ‘Ignorá a la bestia. NO te pican los ojos. NO te pica la nariz. NO necesitás pasar la lengua por tus labios. NO tenés ganas de toser. NO_”
MOY: “¿Hasta miedo de verbalizar tus pensamientos tenés? Podés hablar en voz alta tranquilamente. ¿No ves que no están ni los perros en la calle? ¡Ah, cierto. No ves un carajo!”
Yo: (Al tiempo que desacelero el paso) “¡Y LPMQTP! ¿Podés dejar de joder?”
MOY: “Jodida estás vos porque sos parte de la población de riesgo. La edad, el pucho, el_”
Yo: (Completando su frase) “¡El tener una fuente de estrés permanente en mi cabeza que sos vos! ¡Vos me bajás las defensas físicas más que el pucho y la edad!”
MOY: “Seguí  negando nomás. Y seguí caminando, ya que estamos. Cuanto más estés afuera, más posibilidades tenés de pescarte EL BICHO.”
Yo: (Apurando el paso sin siquiera pensarlo) “Como otras veces, te aviso que si yo ‘palmo’, vos también ‘palmás’”.
MOY: “Mirá, si no morí de aburrimiento cuando estabas en la quinta … Meta cortar el césped, limpiar la pileta, atender toda la fauna que parece que te reconoce como parte de la familia, etc. etc. Yo me agotaba antes que vos. Pero volviendo a lo nuestro _”
Yo: (Habiendo alcanzado la vereda opuesta a casa) “No hay nada ‘nuestro’.  Dejá de romper la paciencia y exacerbar la paranoia.”
MOY: “No es que quiera exacerbar la paranoia, pero pensá que protegiéndote a vos me estoy protegiendo yo.”
Yo: “O sea, yo te importo un carajo, digamos.”
MOY: “Y….”
Es este momento llego al kiosco y veo que no hay nadie, pero  la ventana está abierta. Hay un cartel que reza: ‘No apoyarse en la ventana’.  En el alféizar hay un dispenser de alcohol en gel. MOY: “¡Un genio el kiosquero! Mirá que dicen que el miedo te hace hacer cosas estúpidas, pero a éste le hace hacer lo lógico.”  Y tengo que coincidir con esto.

Mientras desando el camino a casa, y para evitar que MOY me rompa los quinotos, repaso citas que conozco sobre el miedo. Ninguna mejor que esta: “Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos”. – Marie Curie

Lindo pensamiento, Marie. Pero yo pienso en tanto idiota dando vueltas que no teme ni comprende – combinación explosiva si las hay…


martes, 11 de febrero de 2020


Diálogo con Vecina Trabajadora Rural

Bajo de la ruta desde Santa Fe a más velocidad de la prudente, pero es que la tormenta ‘me viene pisando los talones’ – aunque una mejor descripción sería que la tormenta ‘viene tocándole el traste al auto’.  A una cuadra de la quinta veo a una VTR que conozco corriendo con ‘la bolsa de los mandados’ flameando cual bandera al viento. Me doy cuenta que no corre, sino que el viento fuerte la está llevando. (¡Es más flaca que yo la pobre! Freno a su lado.
Yo: “¿Dónde va?”
VTR: “¡Hola doña! Del armenio”. Grita para que la escuche por encima del viento. (¡Pobre armenio – insiste con lo de ‘minimercado’ y todos seguimos ‘yendo del armenio’!)
Yo: “La  llevo”. (Total tenía que comprar cosas igual ... y además el armenio todavía tolera el ‘le alcanzo las botellas después’ – aunque sólo de quienes conoce bien).
VTR “Se viene, doña, ¿segura que quiere seguir?” (Y, si vos querías seguir  ‘a pata’, yo puedo con el auto).
Lo que no sabe es que si se larga fuerte yo puedo pasar horas en el auto hasta que ‘amaine’.
Yo: “Mal momento para salir de compras, ¿no?”
VTR: “Y, al ‘Vítor’ se le ocurrió comer milas de pescado. Y vio que el armenio tiene frescas.”
(¡¿Y no se le ‘ocurrió al Vítor’ ir a buscar las milas él mismo?! Pero al cuete ir contra ‘el patriarcado’ con la VTR que hace más de 30 años que se banca ‘el Vítor’).
VTR: (Leyendo mi mente – o la suya propia, y aun así sale en defensa de su marido…) “El Vítor está trabajando”. (Pienso: ¡Con razón la tormenta!) “Ahora arregla máquinas de cortar pasto”. (Corrijo mentalmente – ‘¡Césped!’) “La suya hace un ruido bárbaro. Tendría que llevársela para que la vea.” (¡Encima también le hace de publicista la pobre! Ni en dope ‘le entrego’ mi máquina ‘al Vítor’).
Yo: (Divisando ‘lo del armenio’ entre la arena que vuela y todo lo desdibuja) “Ya estamos. La espero para la vuelta.”
VTR: “No se preocupe, doña, todavía no hay rayos.” (En ese momento, un trueno hace temblar la tierra y ambas corremos hacia el interior del minimercado).
Después de saludar al armenio y obtener permiso de comprar cervezas con el compromiso de llevarle las botellas más tarde, me surto de lo necesario para ‘pasar la tormenta’. Pago con tarjeta de débito – ante la mueca de desaprobación del armenio que me anoticia que ‘hay descuento por pago al contado’ debido a ‘la situación económica del país’ (¿?), y espero que la VTR pague las milanesas que el armenio cobra como si fueran de pollo de mar.
Yo: “Ya se largó la lluvia. La alcanzo hasta su casa”.
VTR: “No, doña, déjeme en su casa no más. Me queda re cerca”.
Partimos patinando en la arena que tiene problemas para absorber la cantidad de agua que cae de golpe, pero llegamos sin incidente/accidente a mi casa, donde me empapo cuando abro el portón.
Yo. (Ya dentro de la cochera) “¿No quiere esperar un ratito hasta que afloje?”
VTR: “No, está bien. Mire, si apenas llovizna ahora. (Evidentemente entendemos cosas distintas por ‘llovizna’ o, lo más probable, no quiere llegar tarde con las milas para ‘el Vítor’). ¡Gracias!” Y parte a paso presuroso bajo la lluvia.

Bajo las cosas del auto, y estoy por buscarme un toallón porque la mojada me está dando frío, cuando la gata agregada aparece vaya a saber de dónde, y me recrimina con mirada de desdén y maullidos de queja el no haberle dejado comida hoy temprano cuando me fui. Me olvido que estoy mojada,  y parto rauda a buscarle comida.  Pienso: ¡Gata manipuladora! Y mientras la proveo de comida tengo que aceptar  que “la culpa no es del chancho sino del que le da de comer”.

Diálogo con Vecina (la de la quinta)

Estoy poniendo el candado en el portón – ya cayendo la noche – cuando la vecina se materializa de la nada. Yo, concentrada en embocarle ‘la papita’ al candado donde corresponde, me sobresalto.

V: “¡Hola! Tuvo visita hoy!”
Yo: “Casi me da un infarto. No la vi venir”. (Pienso: ¡nunca la veo venir! )
V: “Ja ja. Estaba justo en la puerta cuando la vi que iba a poner el candado”. (Bueno, que tiene buena visión no se le puede negar) “Vi un auto rojo hoy. Vio que yo estoy atenta a los autos que no son de la zona. Hasta memorizo las patentes. (Para mí las memoriza para jugar los números a la quiniela)¡Con las cosas que están pasando!”
Yo: (Intuyo que si no interrumpo, se viene una lista de casos policiales, de variada gravedad y descriptos con todo detalle, decido proveer información) “Sí. Vino una amiga”.
V: “Y se debe haber perdido porque pasó de largo la primera vez. Y después la vi a Ud. que salió a la esquina envuelta en el toallón y le hizo señas.” (¿¡No viste el color de la malla y si tenía puesto el protector solar también!?)
Yo: “No se acordaba bien dónde era la casa.” (Sigo tratando de ver dónde cornos está el agujerito del candado)
V: “¡Qué bueno que tenga visitas y no solo los albañiles!” (Ahhhhh. ¡Ahora sé por dónde viene la cosa!) “Porque hace unos días vi que vinieron re temprano. Pero ya le habían terminado el trabajo, ¿no?”
Yo: “Sí, pero_” (Al estilo de Mi Otro Yo, me interrumpe)
V: “Vi dos tipos parados en la vereda y otro que saltaba la reja. ¡Imagínese! Casi, casi, llamo la policía. Pero reconocí los dos gordos”. (A esta habría que explicarle lo  del lenguaje políticamente correcto. Y ya me veo tratando de  explicarle a los policías el malentendido). “¡A esa hora! Era raaaaro”.
Yo: “Sí, como a las 7”. (No te voy a largar nada más. ¡Y este maldito candado!)
V: (Probando estrategia alternativa) “Después pensé que a lo mejor les había quedado algo por hacer….” (Y como siempre, pienso en la facilidad que tiene para preguntar sin utilizar una forma interrogativa directa sino una entonación que fuerza a su pobre interlocutor a dar una respuesta)
Yo: (Logrando por fin cerrar el candado) “¡Listo! Bueno, me voy a ver qué cocino”. (De todas las excusas que podría haber inventado, es la más ridícula, pero bué).
V: “¿Tan temprano? Pero si_”
Yo: (Siguiendo su manual, la interrumpo) “Hablando de temprano, ¿qué hacía despierta a esa hora el día que vinieron los muchachos? ¿Anda con problemas de insomnio? (Entonación de preocupación por su salud). Porque se acuerda que me dijo que siempre se levanta cerca de las 9… (Y siguiendo su manual, uso los puntos suspensivos)
V: “Y… err… creo que ese día mi marido se había levantado a las 6 y yo me levanté a cebarle unos mates antes de que se fuera”. (¡Es increíble! ¡Tiene respuesta para todo! Aunque para cualquiera que la conozca, su excusa es casi tan ridícula como la mía de cocinar).
Yo: “¡Peeeero! ¡Esa es una buena esposa! Bueno, la dejo. Nos vemos”.
V: “Si, sí. Yo también tendría que pensar en qué cocinar, ja ja. Mañana charlamos”. (Pienso: ¡no me agarrás por varios días!)

Mientras cierro la puerta con llave, pienso en la ‘batalla de excusas’ en la charla, y recuerdo que alguna vez escuché (o leí) que “mejor una mala excusa que ninguna excusa”.

Diálogo con albañil – en la quinta. (Y sí, ¡yo no me privo de nada!)

Salto de la cama – literalmente – porque la puerta de la cochera se sacude por un golpe seguido de varios más. Tanteo la mesita de luz hasta que encuentro los anteojos, me tiro ropa encima (no puedo decir que ‘me visto’), trastabillo hasta la puerta y abro la mirilla.

A: “¡Buen día, doña! ¿Se olvidó que hoy veníamos a buscar las herramientas que dejamos?”
Yo: “No me olvidé. ¿Qué hora es? ¿Cómo entraron?” (Esto último en alusión a que el portón está con candado)
A: “Son las 7, y solo entré yo porque éstos (señala a los otros dos que esperan en la calle tras el portón) no pueden saltar ni a la soga. Ja ja”. (Razón no le falta porque ‘esos dos’ miden alrededor de 1,80m y su eh… ‘ancho’ no es de atletas precisamente. Ni en sueños pueden saltar la reja.).
Yo: “¡Las 7! ¿No podían pasar un poco más tarde?” (Mi típico buen humor se negó a despertar en el momento que me dijo la hora).
A: “Y, es la hora a la que vamos a laburar. Le prometimos al Don de acá seis cuadras que íbamos temprano. Chocho estaba”. (Bueno, querido, pero la alegría de ese buen hombre que finalmente vayan a trabajarle no es el mismo sentimiento de  quien despiertan a esta hora porque de buena onda les permitió que dejaran las herramientas cuando se les rompió la camioneta).
Yo: (Pasándole por la mirilla la llave del portón para que sus compañeros entren) “Tomá. Ya abro atrás”.
A: “Naaa. ¡Para qué! Siga durmiendo no más. Levantamos las cosas y yo le cierro con el candado”.
Yo: “Ahora ya estoy despierta. Además,  con el bolonqui que van a hacer se van a despertar hasta las chicharras!”
A: (Mientras abre el portón) “Jaaaaaaaa. Tiene razón”. (¡Menos mal que asume cómo son!) “Y ustedes, (dirigiéndose a sus compañeros) no hagan bolonqui, como dice la señora. (¡Ah, claro! Porque vos decís ‘lío/barullo/bochinche’) Miren que no le gustó nada que la despertáramos”. (Y seguro en mi lugar hubieses abierto la puerta con una sonrisa de oreja a oreja - ¡QTP!).
Yo: “¡Mirá si yo te voy a golpear la puerta un domingo a esta hora!” (Me río para aflojar los músculos de la mandíbula que están tensos por el mal humor).
A: “Pero doña, hasta el Señor descansó el séptimo día”. (¿¡En serio me está citando el Génesis?! Mejor cierro la mirilla y no salgo porque lo acogoto).
Yo: “Bueno, me voy a preparar unos mates. Dejame el candado en la ventana de la cocina no más”.
A: “O Ka”.

Desde la cocina escucho su charla – a los gritos, por supuesto – y el ruido de herramientas arrojadas dentro de baldes.
Su cita del Génesis me trae a la mente al filósofo británico Whitehead: “El que la Biblia no tenga ni huella de humor es uno de los hechos más extraordinarios de la literatura”. Seguro a quien o quienes la escribieron los despertaban todos los días como a mí hoy.

miércoles, 22 de enero de 2020


Diálogo con vecina (de la quinta)

Salgo a la noche del Leyes munida de una bolsita donde llevo una botella de cerveza – indispensable para la cena … o lo que sea, bah.  Mi cuadra es realmente una boca de lobo – ¡se ve que la EPE se olvidó que acá también vive gente! Por supuesto, entre la ‘visión monocular’ que me caracteriza, la arena suelta, las ojotas y la oscuridad, ya camino como si me hubiese tomado la cerveza antes de salir. De repente percibo una silueta que viene a mi encuentro y, debo reconocer, me asusté más de descubrir quién era que cuando ignoraba su identidad.

V: “¡Hola! ¿Va al kiosco? Porque vengo de allá y solo les queda Santa Fe”. (¡Pero y la PM!)
Yo: “¡No sabía que era psíquica! Ja Ja”.
V: “¿Lo qué?”
Yo: “Que adivinó a dónde voy”.
V: “¡Ah! ¡Y también a qué va! Ja ja”. (Bueno, hay que reconocerle que tiene una facilidad especial para deducir significados…. y conductas). “No tuvimos tiempo de charlar desde que llegó. ¡No sabe todo lo que pasó!” (¡Ay, nooo! Pienso en cómo zafar de esto, pero no se me ocurre nada) “Pero, claro, estuvo ocupada con los albañiles, y eso”.
Yo: (Admito que soy incapaz de deducir a qué se refiere ‘eso’) “Sí, sí. Y sigo camino porque si no van a cerrar”. (Cada vez soy menos imaginativa para inventar excusas)
V:  “¡Pero no, mujer!¡ Si esos están hasta que las velas no ardan! Con lo que venden…”
Yo: (Como siempre su entonación deja por lo menos dos opciones de significado – en este caso, ‘con la CANTIDAD de cosas que venden’, y ‘con las COSAS que venden’. Opto por la primera). “Sí, tienen de todo. Bueno, ya charlaremos. Sigo porque se va a hacer más de noche todavía.”
V: “Claro, claro. Y Ud. que no ve nada … ¡no se vaya a caer! (¡Y la PMQTP! ¡Vos te tendrías que caer y romperte la mandíbula así no hablás por un par de semanas!)
Yo: “¿Las cervezas que lleva son para su marido, no? Porque van a llegar calientes. Ja ja”.
(Si esto no la hace salir corriendo, estoy perdiendo el ‘toque’ para detectar qué incentivo se puede usar para generar ciertas conductas en la gente)
V: “¡Ay, sí! Me va a cagar a pedo si llegan calientes! (Bueno, ¡yo haría lo mismo!) “Bueno, nos estamos viendo así le paso las novedades”. (No me agarrás para eso aunque tenga que disfrazarme de albañil y hacer mezcla, mirá.)
Yo: “Ya voy a tener que cortar el césped del frente. Ahí seguro nos vemos”. (Entonación de entusiasmo que no siento para nada).
V: “Sí, sí. Y lo va a tener que cortar mañana porque dicen que pasado llueve. Y ya está alto”. (Yo digo, ahora que  Agustín Rossi volvió a ser parte del gobierno, ¿no podría encontrar el misil que se le perdió y tirárselo justo en la cabeza?)
Yo: “Bueno, no la entretengo más. No quiero que su marido me culpe por la cerveza caliente. Ja ja.”
V: (Dándome la espalda rápidamente, pero, por supuesto, girando la cabeza sobre su hombro para quedarse con la última palabra) “Yo siempre le digo que a Ud. le gusta charlar, así que  ya tengo excusa para la demora. Ja ja”.

No contesto , y acelero el paso pensando que debería haber traído dos o más botellas de cerveza…