Diálogo con
Vecina (la de la quinta)
Estoy
poniendo el candado en el portón – ya cayendo la noche – cuando la vecina se
materializa de la nada. Yo, concentrada en embocarle ‘la papita’ al candado
donde corresponde, me sobresalto.
V: “¡Hola!
Tuvo visita hoy!”
Yo: “Casi
me da un infarto. No la vi venir”. (Pienso: ¡nunca la veo venir! )
V: “Ja ja. Estaba justo en la puerta cuando la vi que iba a poner el
candado”. (Bueno, que tiene buena visión no se le puede negar) “Vi un auto rojo
hoy. Vio que yo estoy atenta a los autos que no son de la zona. Hasta memorizo
las patentes. (Para mí las memoriza para jugar los números a la quiniela)¡Con
las cosas que están pasando!”
Yo: (Intuyo que si no interrumpo, se viene una lista de casos
policiales, de variada gravedad y descriptos con todo detalle, decido proveer
información) “Sí. Vino una amiga”.
V: “Y se debe haber perdido porque pasó de largo la primera vez. Y
después la vi a Ud. que salió a la esquina envuelta en el toallón y le hizo
señas.” (¿¡No viste el color de la malla y si tenía puesto el protector solar
también!?)
Yo: “No se acordaba bien dónde era la casa.” (Sigo tratando de ver
dónde cornos está el agujerito del candado)
V: “¡Qué bueno que tenga visitas y no solo los albañiles!” (Ahhhhh.
¡Ahora sé por dónde viene la cosa!) “Porque hace unos días vi que vinieron re
temprano. Pero ya le habían terminado el trabajo, ¿no?”
Yo: “Sí, pero_” (Al estilo de Mi Otro Yo, me interrumpe)
V: “Vi dos tipos parados en la vereda y otro que saltaba la reja.
¡Imagínese! Casi, casi, llamo la policía. Pero reconocí los dos gordos”. (A
esta habría que explicarle lo del
lenguaje políticamente correcto. Y ya me veo tratando de explicarle a los policías el malentendido).
“¡A esa hora! Era raaaaro”.
Yo: “Sí, como a las 7”. (No te voy a largar nada más. ¡Y este maldito
candado!)
V: (Probando estrategia alternativa) “Después pensé que a lo mejor les
había quedado algo por hacer….” (Y como siempre, pienso en la facilidad que
tiene para preguntar sin utilizar una forma interrogativa directa sino una
entonación que fuerza a su pobre interlocutor a dar una respuesta)
Yo: (Logrando por fin cerrar el candado) “¡Listo! Bueno, me voy a ver
qué cocino”. (De todas las excusas que podría haber inventado, es la más
ridícula, pero bué).
V: “¿Tan temprano? Pero si_”
Yo: (Siguiendo su manual, la interrumpo) “Hablando de temprano, ¿qué
hacía despierta a esa hora el día que vinieron los muchachos? ¿Anda con
problemas de insomnio? (Entonación de preocupación por su salud). Porque se
acuerda que me dijo que siempre se levanta cerca de las 9… (Y siguiendo su
manual, uso los puntos suspensivos)
V: “Y… err… creo que ese día mi marido se había levantado a las 6 y yo
me levanté a cebarle unos mates antes de que se fuera”. (¡Es increíble! ¡Tiene
respuesta para todo! Aunque para cualquiera que la conozca, su excusa es casi
tan ridícula como la mía de cocinar).
Yo: “¡Peeeero! ¡Esa es una buena esposa! Bueno, la dejo. Nos vemos”.
V: “Si, sí. Yo también tendría que pensar en qué cocinar, ja ja. Mañana
charlamos”. (Pienso: ¡no me agarrás por varios días!)
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