sábado, 22 de enero de 2022

 

Diálogo con Traumatólogo. (Y bueno, tenía que cerrar el ciclo de esta lesión).

 

Estoy en la sala de espera cuando el T, contrario a su costumbre – que es gritar el apellido de la próxima víctima sin dejar su santuario con aire en 24º, abre la puerta del consultorio y …

T: “¿Díaz? (Si, así, con entonación de pregunta provocada por sorpresa).

Yo: (Levanto la mano como en la escuela primaria) “Presente”. (Me dirijo al santuario y tomo asiento).

T: (Mirando mi brazo derecho como si estuviese haciendo una radiografía) “¡¿Qué pasó?!”.

Yo: “¿Cómo qué pasó? ¿No me dijo que volviera cuando terminara la kinesiología?”

T: “Sí, sí. Pero el kinesiólogo me dijo que estaba todo bien”.

Yo: “Es así. Ese muchacho es un mago, la verdad. Yo_” (Me interrumpe).

T: “A ver si entiendo. Todo salió bien y Ud. vino ‘en respuesta a mi pedido’ (¡Pará con el énfasis, che!) de la última consulta?”.

Yo: (Con cara de póker al 100%) “Claro”.

T: “Bueno, ¡ahora sí se viene la madre de todas las tormentas! ¿Cuándo en su… eee… desde que nos conocemos me dio pelota y volvió si se sentía bien?”. (Estoy segura que estuvo a punto de decir ‘en su puta vida’, pero debe haber recordado que es un Sr. Dr. esta vez – aunque el ‘me dio pelota’ estuvo un poco fuera de nivel de formalidad requerido. En fin…).

Yo: “Al final, ¿quién entiende a los médicos? Si no les haces caso te retan como a nene que se portó mal en la próxima consulta, y si les hacés caso _” (Otra vez me interrumpe – ahora para soltar su típica carcajada).

T: “Na, na. Si cuento esto nadie me cree”. (Un poco grandecito el Sr. para usar el ‘na’ por ‘no’). “No le puedo negar que es una grata sorpresa. Ahora dígame la verdad, (¡YO no te puedo creer!) ¿todavía siente alguna molestia? ¿O se jodió otra cosa?” (¡Y apareció su término preferido! ¡Y debe ser en serio que no les  cree a los pacientes!)

Yo: “No, no. No me quedó ni una molestia. Claro que seguí las instrucciones del kinesiólogo para hacer unos ejercicios sola para reforzar lo que hice con él”.

T: “¿Y qué hizo con él además de hacerlo reír – a él y los otros pacientes?” (¡Pero qué HDP el K! ¡Botón!).

Yo: “¡Después dicen que las mujeres somos chusmas!”.

T: (Ooootra carcajada) “Para nada. Solo cumplo con mi deber de hacer un buen seguimiento de mis pacientes. Lo que pasa es que como es la primera vez que hace kinesio…” (En algún momento me iba a echar en cara que siempre me resistí a la kinesiología).

Yo: “Y digo yo, si Ud. hace el seguimiento, ¿para qué me hace venir?”.

T: “Bueno, convengamos que no pensé que iba a venir y no me diga que no tenía razones para pensar así.  Ahora dígame, ¿Qué le pareció?”. (¡Ni que me estuviese preguntando por una serie, película o libro!).

Yo: “Una tortura con beneficios”.

T: “Jaaaaaaaaaaaaaaa. Bueno, para su información el kinesiólogo me dijo que la pasó de diez con Ud.”.

Yo: “Y sí, claro. Un sádico siempre la pasa bomba con la pobre víctima. (Oootra risotada del T). Pero la verdad, sabe manejar la gente”.

T: “Y, si pudo con Ud. no lo dudo”. (¡Pero que te tiró!) “Bueno, será hasta la próxima entonces”. (Ni sueñes que me vas a ver por un laaargo tiempo).

Yo: (Abro la puerta y giro hacia al T) “No es que no lo aprecie, pero preferiría no verlo seguido”.

La risa me sigue por el pasillo hasta que escucho al T gritar el apellido de su próximo paciente.

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