miércoles, 26 de junio de 2019


Diálogo con Vendedor de Repuestos del Automotor  - 23/04/18

Entro al segundo negocio del día en búsqueda de un repuesto para el auto. Hay dos empleados a la vista: uno está reponiendo mercadería en múltiples estanterías y el otro tiene los ojos fijos en la pantalla de una laptop.
Yo: “Buen día. Busco –"
VRA: “En un momento estoy con Ud., Sr.” (¡¿’Señor’ dijo?! ¡Pero y la PMQLP! Está bien que, en palabras de una ex alumna, tengo ‘garganta con arena’, pero… ¿¿¿Para tanto???) El ‘repositor’ me mira, se vuelve hacia una estantería dándome la espalda, y por los sacudones de los hombros deduzco que se está riendo.
VRA: (Todavía sin alzar la vista) “¿En qué lo puedo ayudar?”
Yo: (Pensando que mejor me tomo el ‘Sr.’ y el ‘lo’ con humor) “Bueno, podés empezar por no asesinar la identidad de género que me llevó años construir. Sesenta años, para ser exactos.”
VRA: (Alzando la vista y enrojeciendo cual tomate bien maduro) “Yo… er… ¡Perdón. No la había visto!” Yo. “Menos mal. Me hubiese preocupado si mi hubieras visto y aun así me hubieses dicho ‘Sr.’” (Y me rio para no trompearlo, ¿vio?)
VRA: (Carraspeando de tal manera que pienso que en cualquier momento tengo que pedirle un médico) “Mil – ejem – disculpas – ejem – de nuevo. ¿Qué necesita?”
En este punto le tiro el nombre de la pieza  y con la seguridad de un mecánico le agrego las especificaciones con todo detalle.
VRA: (Con sorpresa patente en su rostro) “Err, claro. Veo si tengo. (El ‘veo’ significa tipear en la laptop) “Parece que hay. Ya me fijo” (Y el ‘me fijo’ significa comprobación física de la información digital – se ve que mucha confianza no le tiene a esta última)
Aparece con la caja, me dice el precio y se dispone a hacer la factura.
Yo: “Esperá. ¿Me la mostrás por favor?”
VRA: “Sí, claro.” (Entonación de: ‘no sé para qué la querés ver’ que hace que la presión me suba un poco)
Me tomo mi tiempo para mirar la pieza a través del envoltorio plástico y controlo las especificaciones.
Yo: “Parece que es la que necesito”.
VRA: “Le dije”. (Entonación de: ‘no me equivoco nunca’ que mantiene mi presión en el nivel al que había subido)
Yo: “Sí. Pero también me dijiste ‘señor’. Si andás por la vida equivocándote en esas cosas, tenés que tener cuidado, ¿viste?” (Me rio para quitarle agresividad al comentario)
VRA: (Con los ojos en la pantalla y los dedos listos para hacer la factura) “Jaja. Tiene razón”. (Bueno, ¡menos mal!) “Pero la verdad me sorprende que una mujer sepa algo de mecánica”. (Nunca ‘sepa mecánica’ o ‘sepa tanto de mecánica, ¿no?)
Yo: (Podría inventar una historia larga, pero me decido por una corta) “Y… familia de mecánicos y una siempre en el taller... si no aprendés a reconocer autopartes tenés que ser muy burro”.
Me cobra, recibo la factura y parto con el paquete.

Mientras me acomodo en el auto me felicito una vez más por haber tomado lecciones con mi mecánico – ¡de oratoria! Y buen profe que es – hasta que no memoricé todo y lo repetí con la entonación y lenguaje corporal adecuado no me autorizó a ir a hacer la compra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario