Diálogo de
hospital 5 – con Gitana … y sí, hay de todo en una vereda de hospital.
Aprovecho
que van a limpiar la pieza y bajo para salir a la vereda a despejarme un poco –
y sí, también para fumarme un puchito. Hay más gente que de costumbre y
descubro 3 gitanas casi ‘acosando’ a la gente que lo único que quiere es estar
en paz a la luz solar un rato.
G: (A pesar
de que evito contacto visual) “¡Querida! Seguro vos sos una persona muy
religiosa.” (Bueno, si adivina el futuro como percibe ‘la esencia’ de las
personas se debe morir de hambre la pobre.)
Yo: “La
verdad que no.” (Y exhalo el humo directo a donde está con la esperanza que vaya
a ‘acosar’ a otro.)
G: (Despejando
el humo con la mano) “¡Ah! Es que todavía no lo has descubierto.” (¿Quién carancho
usa el pretérito perfecto así en Santa Fe?) “Pero percibo tu piadosidad” (¿Lo queeé? ¡No, si a mí me
tocan todas! No sé cómo me aguanto las ganas de reírme.) “No vendo a venderte
humo.” (No, querida, si tengo humo en los pulmones de sobra) “Vengo a dejarte
ayuda espiritual y, si querés, también decirte cómo viene tu futuro.” (Yo pensé
que iba a decir ‘cómo viene la mano’, miren.)
Yo: (La
educación ante todo) “Te agradezco, pero no me interesa.” (Giro para darle la
espalda y vuelve a colocarse delante de mí)
G: “Puedo
decirte cosas sobre vos que ni te imaginás. Y si sabés lo que te espera en esta
vida, la vida se te hace más fácil” (¡Menos mal que no ofreció decirme que me
espera ‘en la otra’ vida!)
Yo: “No,
gracias. Pero tengo una pregunta.”
G:
(Pensando que consiguió clienta) “Pero claro, claro. Pero no leo la mano. Yo solo
miro a la persona y me vienen cosas a la cabeza.” (¡Me imagino las cosas que se
te pueden ‘venir’ a la cabeza – volando – si jodés a alguien sin la paciencia que
te tengo yo!)
Yo: “No.
Nada que ver. Quiero saber qué tiene que ver lo religioso con predecir el
futuro. A qué iglesia pertenecés?”
G: (Sonando
como grabación de oferta de tarjeta de crédito) “No es necesario pertenecer a
una iglesia para ser religioso. Y ver el futuro es un don Divino.” (¡Ah,
bueno!) “Y también tengo estas estampitas para vender. El santo protector de
los enfermos. Para Ud.” (Me extiende la estampita como si la hubiese bendecido exclusivamente
para mí. ¡Diversificación comercial si
las hay!)
Yo: (Sin
hacer movimiento para tomar la estampita) “¿Qué santo es?”
G: “Eh…”
Yo: “Nunca,
pero nunca, ofrezcas un producto si no sabés por lo menos el nombre. Es San
Pantaleón.” Mira para los costados buscando
ruta de escape, me parece.
Es ese momento
una discusión de dos señoras con las otras gitanas – que había comenzado hace
unos minutos – va subiendo de tono y mi interlocutora lanza miradas nerviosas para
todos lados.
Yo: (Señalando
mi ojo izquierdo) “Bueno, yo con este ojo veo el futuro y (señalando el
derecho) con éste veo el universo paralelo. Y veo que en cualquier momento acá
se pudre todo. Yo que ustedes me voy antes que alguien se saque mal.”
En un revoleo
de polleras coloridas bajan el cordón y cruzan la calle en medio de bocinazos. No me uno a las expresiones de indignación de las
señoras. Me quedo ahí pensando que debería conseguir una estampita de San Nicolás
de Bari para acercársela a la gitana – como se dice que puede, entre otras
cosas, lograr la conversión de los
ladrones, capaz también la de los chantas …
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