Diálogo con Jubilada Gestora
Me siento a esperar mi turno en dependencia
pública. Tengo por lo menos una hora de espera, así que me acomodo como puedo
con todos los papeles que tengo en la mano, rogando que no me falte nada para
el trámite.
JG: “Buen día. Parece que vamos a estar un
rato acá, ¿no?” (Esto viene de una señora
de unos 70 y tantos que está sentada a mi lado)
Yo: “Y, sí.”
JG: “(Señalando la parva de papeles en mi
falda) Por lo que trae, va a estar un rato más después que la atiendan.”
Yo: “Y, sí. Y espero poder ‘plantar el
arbolito’” (Uso la referencia con toda tranquilidad porque dado la edad de la
Sra., seguro vio el sketch de Joe Rígoli)
JG: “Ja. Ja. Tal cual. Pero se va a perder
toda la mañana acá. ¿Por qué no usa un gestor? O, mejor, una gestora.” Y me
pasa una tarjetita escrita a mano – con escritura elegante y totalmente legible, adquirida seguramente en
escuela pública de principios de siglo pasado - donde figura su nombre y
teléfono bajo el encabezamiento ‘GESTORA’.
Yo: (Tratando que no se me note la sorpresa) “¿Es
gestora?” (Se ve que se me notó igual)
JG: “Ja, ja. Todo el mundo pone esa cara.
Cuando me jubilé, la familia me empezó a pedir que les pague esto, haga este
trámite, les lleve papeles acá y allá…. ¿Vio que la gente cree que porque uno
está jubilado necesita ocuparse en algo? Bueno, creyeron que con eso me hacían
un favor. Y la verdad que sí. Ahora de eso vivo.”
Yo: (Cada vez más sorprendida) “¡Ah!”
JG: “Con lo que le cobro a la familia y los
demás clientes, más la jubilación, vivo bien y no tengo que pedirle ayuda a mis
hijos, ¿vio?” (Bueno, es una manera de verlo. No les pide ayuda a los hijos
porque en realidad ella les cobra por SU ayuda. ¡Una genia!)
Yo: “¿Y cuánto saldría, por ejemplo, si me hiciera
este trámite?”
JG: “Y, yo cobro por el tiempo que me llevaría
y la cara del cliente, ja ja” (¡Ah, bueno!) Mira los papeles que tengo. “Y,
mire, tendría que cobrarle solo el tiempo de espera acá, porque tiene todo lo que
necesita. Ja ja” (Bueno, ¡Espero que sea cierto!)
Yo: “¿Y por ‘la cara del cliente? Ja, ja.”
JG: (Mirándome de arriba abajo) “Hmmm. Seguro es jubilada… papeles de una asociación
civil sin fines de lucro … ¡tendría que trabajarle gratis, jaja. No me
conviene, ja ja.” (Bueno, elijo entender que es por lo de ‘asociación civil sin
fines de lucro’ más que ‘por la cara del cliente’)
Yo: (Riéndome) “¿Y no se cansa de andar todo
el día?”
JG: “No. Los ‘chicos’ de …(acá nombra
numerosas reparticiones públicas) ya me conocen y saben que voy por gestorías.
Pero si estoy cansada, cuando llaman mi número, les hago señas y dejo pasar el turno para aprovechar el
asiento y le darle respiro a los pies.
Cuando estoy lista me levanto y ahí me atienden.” (Insisto, ¡es una genia!)
En ese momento llaman su número y,
aparentemente habiendo pasado el tiempo de su ‘descanso’, se levanta y coloca
una pila de carpetas sobre el escritorio de un Sr. que la saluda como si fuesen
amigos de toda la vida. Cuando termina
sus trámites (y sí, plural) me saluda con la mano y me desea suerte.
Yo sigo esperando mi turno y pienso en el
refrán “El que espera, desespera”. Creo que la JG cambiaría el dicho por “El
que espera, su tiempo remunera”
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