Diálogo
con Mi Otro Yo
Me
preparo para salir de casa a hacer unas compras. La ‘preparación’ consta de
varios pasos. A saber: 1- pasar jabón
seco en los vidrios de los anteojos (por fuera y por dentro). 2- Limpiar con
trapo – también seco (todo esto para que no se empañen al respirar con el barbijo
– o como quieran llamarlo – puesto). 3-
colocar los anteojos. 4- colocar el mencionado elemento de tortura cuarentenal.
Nunca invertir pasos 3 y 4 porque al quitárselo, los elásticos del mismo pueden
engancharse en las patillas de los anteojos – consecuencia en mi caso: de 9 a 13
lucas para reponer los lentes y al menos una semana de ceguera total.
Estiro
la mano para abrir la puerta cuando…
MOY:
“¡Che! ¡Ni maquillarte te lleva tanto tiempo! Y eso que no sos muy hábil para
eso que digamos”.
Yo:
“¡Lo que me faltaba! ¿Cada vez que vaya a salir vas a aparecer?”
MOY:
“Pero si solo aparecí antes de dos salidas – al kiosco y a la carnicería.
¡Apoteóticas, fueron!”
Yo:
“Bueno, ya apareciste. Ahora desaparecé”.
MOY:
“¿Vas a salir así?”
Yo:
“¿Otra vez lo mismo? Te estás repitiendo. Ya sabés que tengo que salir con
tapaboca. ¡Y ni se te ocurra empezar con las burlas sobre el adminículo!”
MOY:
“¡Adminículo! ¡Me encanta! ¿Tan al dope estás que ‘googliás’ palabras que nadie
usa?”
Yo:
“¡Vos no la usarás, porque_” (Como siempre, interrumpe).
MOY:
Te preguntaba si ibas a salir así porque tu melena parece nido de loro. Antes
de la cuarentena, por lo menos te mirabas al espejo para ver si te habías
pasado el peine – porque no se puede decir que ‘te peinás’ – cuando te levantabas”.
Me
acero al espejo y, efectivamente, el cepillo ya no puede con mi pelo. Me lo
acomodo como puedo y enfilo hacia la puerta nuevamente.
MOY: “Eeeeee…”
Yo:
“¡¿Ahora qué?!”
MOY:
“Tenés los cordones de la zapatilla derecha sueltos. Digo, capaz te conviene
atarlos, ¿no?”
Yo:
(Mientras me ato los cordones pienso: ¡Y la PM! Si sigo así, ¡no salgo más!) “¡Listo!
Ahora lo último que me falta es que me dejés en paz. Si no, no salgo”.
MOY:
“¿Qué pasó con lo de ‘no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy’? Tu dicho
favorito”.
Yo:
“Te pregunto lo mismo. ¿Por qué dejar para mañana … eeee… lo que sea que hagas
cuando no me estás rompiendo las … eee… la paciencia?”
MOY:
“Ya que estamos con dichos o refranes, ‘a otro perro con ese hueso’. Por
supuesto tengo cosas importantes para hacer, pero tengo la obligación moral de
cuidarte. Ahora podés salir más o menos presentable – más menos que más, pero
bueno…” (¡Pero qué HDP!)
Yo:
“¿Querés guerra de dichos? Acá va uno a modo de advertencia: ‘en boca cerrada
no entran moscas’”.
MOY: “
Bueno, viendo que la cuarentena te ha vuelto más iracunda que cuando corregías
exámenes, y sabiendo que ‘más vale prevenir que curar’, me voy a retirar.
Después de todo, ‘hacer el bien a quien no quiere, no se puede’”.
Y
desaparece, como siempre, quedándose con la última palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario