Tempranito
arranco a caminar hacia el centro de salud del barrio. No alcanzo a hacer dos
cuadras cuando ‘percibo acústicamente’ que un auto desacelera a mis espaldas.
Giro
la cabeza y me encuentro con un patrullero y dos policías jóvenes que se ven
cansados. Frenan, el acompañante se baja
y se me acerca (manteniendo distancia social, por supuesto)
AP:
“Buen día, Sra. ¿Dónde va?”
Yo:
(Pienso: a esta hora, así vestida, y en cuarentena, de joda seguro que no). “Buen
día. Al centro de salud. Tengo turno para vacunarme”. Y le exhibo el correspondiente
papelito.
AP: (Examina
el papelito) “Pero Ud. todavía no está en edad de riesgo, ¿no?”
Yo: (O
está muy cansado, o me está tomando el pelo) “Vos no ves bien, ¿no? Ja Ja”. En
realidad estoy en el grupo de riesgo pero no por la edad. Es porque_”
AP:
(Termina la oración por mí) “Porque es fumadora. Se le nota en la voz. Mi viejo
era fumador. (No se me escapa el tiempo pasado con el que se refiere a su
padre). Tiene la misma voz que él cuando se levantaba. (¡Pero y LPM!) No sabe
lo que_”
Yo: (¡No
sé, ni quiero saber lo que le pasó, querido! A ejecutar maniobra de distracción
inmediata) “¿A Uds. los vacunaron? Porque andan en la calle todo el día”.
AP:
“Desde que ingresamos nos vacunan – ¡con el sueldo! Ja Ja”. Casi se le sale el
barbijo por la carcajada. (Hay que reconocerle el buen humor). “Su tapaboca
parece más cómodo que esto”. Señala el barbijo y le doy puntos extra
por no tocárselo como hace la mayoría de la gente. “¿Lo hizo Ud.?”
(¿Pero qué le pasa a la gente con mis tapabocas? ¿Hasta la cana tiene algo que
decir de mis esfuerzos de costura?).
Yo:
“Si. Y es bastante cómodo. Bueno, ¿puedo seguir? Porque si pierdo el turno…”
AP:
“Si, claro, Sra. Le queda un trecho todavía. Vaya, vaya no más. No la
alcanzamos porque ya pegamos la vuelta”.
Yo:
“Te agradezco, pero todavía puedo caminar 10 cuadras, ja ja”. (Y de paso ‘paseo
un poco’).
AP:
(Como si me hubiese leído la mente) “Y nada de andar dando vueltas por ahí,
¿eh? Ja Ja. Disfrute el paseo”. Sube al patrullero y cierra la puerta.
Yo:
“Que tengan buen día”.
Arrancan
y me saludan con la mano. Les devuelvo el saludo y sigo con la primera etapa de
mi ‘paseo’. Qué bien se siente caminar – ¡aunque sea para que te encajen una
vacuna!