martes, 10 de febrero de 2015

Diálogo con conciudadana peatona

Estoy tratando de cruzar una calle céntrica – cosa que parece imposible por el momento – cuando una Sra. más o menos de mi edad, arriesga a colocar un pie sobre el asfalto. Inmediatamente se ve forzada a dar dos pasos atrás.

CP: “¡Pero y la PM!  ¿No saben que tienen que ceder el paso a un peatón?” (Insulto dirigido a los automovilistas, pregunta dirigida a mi persona)
Yo: “Parece que no. Ja ja” (Mientras miro hacia la izquierda para ver si puedo cruzar)
CP: “¡Pensar que cuando yo manejo respeto todas las normas de tránsito!”
Yo: “Y cosechará bocinazos como para dejarla sorda, ¿no? A mí me pasa también.”
CP: “Bocinazos, insultos, etc. etc. Pero yo no me quedo callada tampoco, ojo.” (Y como yo, estira el cuello para decidir si puede cruzar) “Me parece que después del rojo podemos pasar si nos apuramos.”
Yo: (No confiando en mis ojos para medir distancias y calcular la velocidad con que esas distancias se pueden reducir) “Mmmm. No sé. Yo, por las dudas espero a que se despeje un poco más.”
CP: “Sí, tiene razón. Mire si se me dobla el tobillo – siempre me pasa. Éstos me pasan por arriba y ni paran para ver si estoy viva o no.”
Yo: “Ja ja.” (Pienso que alguno pararía, sobre todo si queda enganchada en el paragolpes)
CP: “Venga, venga. Ya sé cómo vamos a cruzar más rápido.” (Y prácticamente me arrastra hacia la derecha donde una chica se apresta a arriesgar su humanidad para alcanzar la vereda opuesta)
CP: (Colocándose a la derecha de la joven) “Ahora, cuando ella cruce, nos largamos nosotras también” (Estoy un poco confundida, pero la CP demuestra tal seguridad que sigo sus instrucciones)
Yo: “Pero _”
CP: “¡Ahora!” (Casi un grito de general lanzando un ataque)
Veo que camina al mismo ritmo de la joven y modero el largo de mis zancadas para acompañar. ¡Y el milagro se produce! Ya estamos del otro lado.
 “Nunca falla. Ponerse del otro lado de una joven con buena delantera y traste prominente. Es la única manera que den paso estos HDP”
Yo: (Entre sorprendida y divertida) “Ja ja. Eso si son hombres lo que manejan.”
CP: “Ahí está la clave. Buscar una chica como esa y esperar el primer idiota – hombre por supuesto – que aparezca al volante.”


Me deja a paso rápido y firme. Y  yo pienso en aquellas palabras de Sun Tzu: ‘El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar’. Y me pregunto: ¿En qué momento movilizarse a pie por la ciudad se convirtió en una guerra?