martes, 25 de julio de 2023

 

Tercera entrega de la saga “Todo bicho que camina….”.

Diálogo con Camillero, Anestesista y … ¡Mi Otro Yo!

 

Voy a dejar de lado las visitas a la neumonóloga, la cardióloga, la segunda visita al cirujano y la seguidilla de estudios pre quirúrgicos. (No es que ‘las charlas’ en cada caso no hayan ameritado reporte aquí, pero quiero ir resumiendo, ¿vio?).

 

El camillero me deja en la silla de ruedas estacionada frente a una doble puerta por donde entran y salen personajes ataviados como lo que deben ser – personal de cirugía.

Al rato (bah, a mí me parece ‘un rato’ – tal vez fueron solo unos minutos)…

C: “Flaquita, ¿todavía acá?”.

Yo: “Ajá. Y si sigo acá un poco más, me rajo.”.

C: Se larga una carcajada. “No seas ansiosa.” Me da una palmadita en la espalda y sigue su camino.

MOY: “Este tipo sí que no te conoce. ¿Ansiosa vos? Naaaa.”.

Yo: “¡Lo que me faltaba en este momento!”.

MOY: “Y… ¡Cómo no iba a venir a despedirte!”.

Yo: “Te podés ir bien a la mier_” .

MOY: “Te interrumpo porque no quiero que te suba el ritmo cardíaco. ¡Mirá si no te pueden operar! Digo que vengo a despedirte porque te vas a dormir un buen rato.”.

Yo: “¡Vos podrías irte a dormir y dejar de joder! ¿No?”.

MOY: “¡Al contrario! ¿Viste que dicen que cuando se va la anestesia la gente habla sin saber lo que dice? Ahí es donde entro yo. Hace rato que no me expreso y tengo taaaanto que decir …”

Yo: Me corre un escalofrío que nada tiene que ver con la cirugía sino con la amenaza – nada velada por cierto – de MOY de hacerme decir pelot…ces post-cirugía. “Seguí amenazando y me va a subir no solo el ritmo cardíaco sino también la presión.”.

MOY: “Nada más lejos de mi intenciones, che. Mirá que_”

En ese momento aparece una enfermera que me dice que ‘me llegó el turno’ como si me estuviese contando que me saqué la lotería y me traslada a un quirófano. Por lo menos me salva de seguir escuchando idioteces.

A: “¡Buen día!” (Lo dice con un entusiasmo que lamento no compartir) “Soy tu anestesista. ¿Estás cómoda?” (A ver, querido, ¿por dónde empiezo a contarte cómo estoy?)

MOY: “¡Dale! Decile que estás cag…a en las patas y_”

Yo: “Sí, gracias.”. La educación ante todo, y con tal de interrumpir a MOY…

A: “Yo me voy a asegurar que estés re cómoda durante la cirugía y que te moleste lo menos posible cuando te despertés.”.

Solo le sonrío a modo de agradecimiento. Lo que no sabe es que lo que más temo es lo que MOY puede poner en mi boca en estado de semiinconsciencia.

Ligo pinchazo en brazo, la parte baja de mi espalda y me coloca la mascarilla mientras gente se mueve a mi alrededor.

MOY: “Bueno, che, charlamos cuando te despiertes.”.

Yo: “¡En tus sueños, HDP!” Me doy cuenta de que pienso leeento.

MOY: “Está bien. Está bien. Relajá y acordate de lo aburrida que estabas antes de que todo esto empezara.  Y como dijo Graham Greene, ‘El peligro es un gran remedio para el aburrimiento ‘.”.

Y, para mi desgracia,  eso fue lo último que mi consciencia registró.

sábado, 22 de julio de 2023

 Diálogo con Cirujano.

Atenta al consejo del Doc que me hizo la colonoscopía, saco turno con un cirujano – lo que me lleva unos cuaaaantos días y me permite asistir a la consulta con biopsia en mano.

Después de los preliminares – datos para la historia clínica, cómo llegué a la colonoscopía, etc, etc.:

 

C: “Bien. Veamos la biopsia.” (Yo ya la vi Doc., y lo poco que entendí me puso los pelos de punta).

Yo: (Le paso el sobre). “Por lo que leí, el Doc. tenía razón en decirme que ese pólipo que parece un pulpo deformado no le gustaba nada.”

C: (Se ríe). “Bueno, por lo menos los otros cuatro no parecen un pulpo, aunque son los más grandes que vi en los últimos tiempos.” (Dale no más, agregale humor negro a la cosa. Ya me está gustando el C). “Hay que sacar todo. Y sí, el ‘pulpo deformado’ es un tumor. ¿Cuánto está pesando?”

Yo: “Eeee. Según la balanza de la farmacia, 54.”

C: “Mmmm. Balanza mentirosa, me parece. Tal vez unos 2 o 3 kilos menos. Vamos a tener que consultar una nutricionista.”

Yo: (El ‘vamos’ me permite insertar alguito de humor propio). “¡Ah! ¿Ud. también necesita subir de peso?”

C: Esta vez suelta una carcajada. “Lo de incluirse en lo que le decimos a los pacientes es una deformación profesional difícil de erradicar.”

Yo: “Mientras los pólipos, incluido el nefasto, sean fáciles de erradicar….”

C: Esta vez se sonríe, toma una birome y sobre el diagrama incluido en el informe de la colonoscopía (donde se señala  la localización de cada pólipo) marca dos cortes. “Se corta acá y acá, se unen los extremos y listo. Pero el paciente tiene que estar en condiciones de aguantar la cirugía. Ud. tiene bajo peso para su altura, es fumadora y tiene EPOC …”

Yo: “O sea, soy un despojo donde ni loco mete el bisturí, ¿no?”

C: “Nunca he renunciado a ‘meter el bisturí’, jaja. Vamos a la camilla.” (Menea la cabeza y se corrige) “Ud. vaya a la camilla.” (Buen alumno serías, che. Una sola corrección del docente y ya estás practicando la forma correcta)

Me examina la pelvis apretando en distintos lugares con sus manos.

C: “Y sí, voy a necesitar más carne para cortar.”

Yo: “Entonces va a necesitar otro paciente. Jaja.”

C: “Para nada. Hay que fortalecerte antes de la cirugía.” (¿En qué momento pasamos del ‘Ud,’ al tuteo?) Volvemos al escritorio y me da el nombre de una nutricionista y pedidos  de análisis y estudios pre-quirúrgicos con neumonólogo y cardiólogo.

C: “Tratá de hacer esto dentro de, digamos, no más de dos semanas. Andá a la nutricionista y nos vemos en 15 días.” (Puntos extras para el Doc que parafrasea ‘dos semanas’ para evitar repetirse). Mientras tanto nada de tabaco y alcohol.”

Yo: (Lo miro por encima del marco de los anteojos) “Acá tenemos un problema – o dos, mejor dicho. Como médico sabe que no se puede dejar de fumar de un día para el otro. (Menea la cabeza) Así que si me permite la cervecita – Ud. dirá en qué cantidad, yo prometo reducir  la cantidad de puchos.”

C: Se ríe. “¡No te puedo creer! ¿Estamos negociando?”

Yo: (Me encojo de hombros y le sonrío) “Es la mejor oferta que le puedo hacer.”

C: “Jaja. Ok. Una lata de cerveza los fines de semana y fumar lo menos posible.” Se levanta y hago lo mismo.

Yo: “Gracias, doctor. Y nos vemos en dos semanas.”

Salgo del consultorio dando gracias porque que el doctor es un negociador flojito – en ningún momento me dijo de qué tamaño debía ser la lata de cerveza.