Diálogo con ecografista (Y, sí, tenía que ir
antes que se me venciera la orden del traumatólogo) que estaba … eh … en un mal
día.
Escucho mi nombre y entro en el consultorio
donde un muchacho de unos treinta y tantos está leyendo la orden para el
estudio.
Yo: “Buen día.”
E: (Sin levantar la vista de la orden médica)
“Buen día, Adriana. Dejá tus cosas en la silla. (Calculo que el tuteo viene del
hecho que no me miró todavía) Y sacate todo de la cintura para arriba menos el
corpiño.” (Bueno, bueno)
Yo: “Disculpame, pero que yo recuerde de lo
que estudié en la secundaria, de la cintura para arriba tengo el torso. Y yo
vengo por la cadera.” (Mientras hablo levanta la vista y se le cae la mandíbula
un poco.)
E: (Después de haber mirado la orden
nuevamente y poniéndose colorado) “¡Mil perdones! Eh… yo… Fue un error… eh…”
Yo: (Como su incoherencia e incomodidad van en
aumento, decido cortar la cosa) “No hay problemas. La verdad, no sé cómo ves
algo en esta penumbra. Y si tuviese 20 años menos, podría sospechar que fue a
propósito, pero ahora sólo se me ocurre que necesitás más luz o anteojos, ja
ja.”
E: (Se ríe y se distiende un poco) “Bueno,
entonces va a ser de la cintura para abajo. Subí a la camilla (el tuteo no se
va, parece) y girá hacia la pared, dándome la espalda.” (¿Este muchacho tiene
algún problemita?)
Yo: “Eh… mirá que la orden dice cadera, pero
lo que quiere ver el médico es este ‘huevo’ que tengo acá.” (Y señalo la parte
delantera de mi cadera derecha. Y vuelve a mirar la orden)
E: (Con brillo en la frente que interpreto
como transpiración) “¡Debe pensar que es mi primer paciente! Pero el problema
es que es la número 36 del día de hoy. No es excusa, por supuesto. Ya ni sé lo
que leo. Encima hoy cuando venía para acá temprano me chocaron.” (Mientras
habla me coloca el gel en la zona a ‘explorar’) ¡Un estúpido me agarró en la
bocacalle cuando yo ya estaba pasando!” (Me parece que la bronca se traslada al
brazo y en vez de pasar el aparatito, lo está apretando, así que me muevo un
poco) “Quedate quietita.” (¡Yo me quedo ‘quietita’ si vos dejás de asesinarme
el ‘huevo’!)
Yo: “Lo que pasa es que siento la presión.” (¡Y
agradecé que no agrego ningún otro epíteto!)
E: “¡Uy! Disculpame. Bueno, esto no es nada
grave.” (Menos mal, ¡pero en cualquier momento salgo con el ‘huevo’ perforado!).
Y luego procede a darme el mismo diagnóstico que el traumatólogo.
Yo: “¡Qué macana! Y yo que le hinché los
quinotos al traumatólogo para que me haga la ecografía.”
E: (Riéndose) “Bueno, pero ahora te podés quedar
tranquila. Eso sí, no dejés que te corten. Estas cosas vuelven a aparecer. Y
mientras no te duela…”
Yo. (Repitiendo lo que le dije al
traumatólogo) “Sí, claro, pero eso de andar por la vida con una huevo en la
cadera ….”
E: “Pero si apenas se nota – a pesar que es
uno de los más grandes que he visto – 6cm por 6cm.”
Yo: “Bueno, ¡por lo menos es parejito!”
E: (Vuelve a reírse y me dice cuándo buscar
los resultados) “Que tengas muy buen día. La verdad, me cambiaste el humor.
Gracias.”
Yo: “Por nada. Y que tengas buen … resto de
día.”