viernes, 27 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 con kiosquero

Tengo una espina de Santa Rita clavada en la palma de la mano y no tengo nada en casa para poder sacarla o desinfectarme, así que decido ir en busca de algunos elementos para la ‘cirugía’. Por supuesto, al kiosco – que dicho sea de paso – tiene lo que busqués.

Yo. “Buen día. Qué lindo está acá con el aire.”
K: “¿Le parece? Yo tengo calor.” (¡Entonces date una vueltita por afuera!)
Yo: “Necesito una aguja y alcohol o mertiolate.”
K: “¿Espina de qué se clavó?”
Yo: (¿Me equivoqué y entré en el dispensario y no en el kiosco? O el kiosquero es psíquico y yo no lo sabía) “De Santa Rita.”
K: “Ay, ay, ay. ¿No sabe que a la Santa Rita no hay que irle de frente?” (Pienso: ¡como a muchas personas!)
Yo: “No estaba podando. Fue cuando se largó el viento fuerte ayer. Se me vino una rama a la cara y me protegí con la mano…”
K: “Ay, ay, ay. ¿Con la palma para afuera? Eso no se hace.” (¡Pero yo lo hice y me está doliendo la mano y LPMQTP! ¡Vendeme lo que te pedí y deja de tratarme como si fuera una nena de 5 años!)
Yo: “Bueno, si hubiese puesto la mano al revés, capaz que ahora tenía la espina en una vena.”
K: “No, no, no.” (¿Por qué repite tres veces lo mismo?) “La Santa Rita nunca ataca las venas.” (Ah! Bué! ¡Cuando vuelva la entrevisto para ver si es verdad! ¡Este tipo es increíble!) “Hay remedios caseros que le pueden servir.” Y empieza a enumerar muchas ‘recetas’ que no sé qué tienen de ‘caseras’ porque yo en casa no tengo ni un décimo de los ingredientes que menciona.
Yo: “Ajá. Pero lo que necesito_”
K:  “Es un botiquín de primeros auxilios, ya sé. Tengo unos muy buenos y baratos.” (A la m…a con las recetas casera, ¿eh?) “Ay, ay, ay. ¿Por qué la gente no tiene botiquín? Nunca lo pude entender.”
Yo: (Manteniéndome firme a pesar que la mano me duele como para comprarle el botiquín y ya) “Sólo quiero la aguja y algo para desinfectarme la herida.”
K. “Bueno. Si le parece…” (¡Sí me parece! No te pienso comprar el botiquín!) Como no respondo a los puntos suspensivos me trae lo que le pedí. “¿No va a llevar cigarrillos también?”
Yo: (Pensando que sí tendría que llevar cigarrillos, pero decidida a no comprárselos a él a pesar que el otro lugar me queda más lejos). “No, gracias.”

Le pago la aguja y el alcohol, me despido y vuelvo a salir al calor satisfecha de no haberme doblegado ante el kiosquero… Pero pienso que la próxima vez voy a hacer diez pasos más hasta el dispensario.


jueves, 26 de diciembre de 2013

Diálogo de pre-vacaciones 2014 con ferretero.

Entro a la ferretería – después de chorrear transpiración por un kilómetro – aunque los camiones y autos que pasan por la ruta hacen bastante ‘viento’. 

Yo: “Buen día”
F: “Si le parece … hoy se rompe el termómetro. Hace 37º y son las 8:30” (Sí, ya sé, Sr. No me lo va a decir a mí que pateé 1 km!)
Yo: “ Ajá. Yo estoy transpirada entera.”
F: “¿Anda a pata?”
Yo: “Sí. No sé a cuánto va a llegar hoy.” (Expresión que de ninguna manera requiere respuesta, pero_)
F: “Dijo la radio que vamos a andar en los 40 de sensación térmica.” (Bueno, espero que eso ocurra cuando esté de vuelta en casa)
Yo: “Necesito eso que conecta el caño de la mochila al inodoro. (Silencio por parte del ferretero que me obliga a seguir parafraseando por no saber cómo carajo se llama lo que necesito) Es de goma  y como un acordeón.”
F: (Riéndose,  el muy HDP – aunque admito que yo he frenado más de una carcajada cuando los alumnos parafrasean) “Es tal cual. Lo de acordeón, digo. Se llama fuelle.”
Yo: “¡Ah! No le anduve lejos, entonces.”
F: (Jocoso a pesar de los 37º que debe hacer adentro de la ferretería) “Por lo menos no dijo ‘necesito el coso que va del coso que tira agua al  inodoro’. Ja Ja. (Sí, dale con el  ‘ja ja’. ¡Te quiero ver a vos tirando la cadena e inundando el baño!) ¿De 30, 40, 50…?
Yo: (Siguiendo con la ‘jocosidad’ porque no tengo idea de qué cuernos me está preguntando) “Y, treinta años más o menos”
F: (Vuelve a reírse) “Entonces debe ser de 30. (Desaparece entre las estanterías y yo sigo preguntándome: ¿30 qué? Al ratito aparece con varios fuelles – ¡no sabía que había distintos modelos y tamaños!) ¿Qué le parece éste?” (¿Qué querés que te diga? ¡No es un modelo Christian Dior!)
Yo: “Eh… no sé. Me parece que esta boca es más grande.” (Refiriéndome al caño de la salida de la mochila)
F. “¿Cómo de grande?”
Yo: (Sintiéndome una estúpida formo un círculo inconcluso con el pulgar y el índice) “Así más o menos.”
F: “¡Pero eso es un caño de 50! ¿Qué tiene? ¿Un inodoro o un jacuzzi? (Debe ser la temperatura, porque el sentido del humor del ferretero me hace desear tener una granada  y volarle la ferretería. Pero la paz social primero, así que…)
Yo: “Por la manera en que sale el chorro de agua bien podría ser un jacuzzi.”
F: (Vuelve a reírse, pero calculo que ya quiere ir a sentarse en la reposera que tiene afuera bajo una palmera, porque acelera el trámite) “Lleve estos tres y me devuelve el que no va.”
Yo: “Bueno. Pero no se los voy a traer hoy.” (Sinónimo de: ‘Ni en pedo vuelvo a caminar hasta acá con este calor’)
F: “No se haga problema. Tráigalos cuando refresque. Le cobro el de 30 y si es alguno de los otros,  cuando me traiga los otros le cobro la diferencia.” (Generoso el hombre o ya está derritiéndose como yo)
Yo: “Muchas gracias. Ahora, si le tomo la palabra y vuelvo cuando refresque… ¡eso puede ser junio, más o menos!”
F: (Ya no se ríe, pero sonríe solamente) “No importa. No voy a ser ni más rico ni más pobre por tres fuelles. ¿Va a saber cambiarlo?” (Sí, Don, no soy estúpida)
Yo: “Sí. No es ninguna ciencia.”
F: “No vaya a creer. Hay que tener mano para cambiar un fuelle.”
Yo: (Retirándome con mi paquetito y sintiéndome Anibal Troilo con tres fuelles) “Como para todo. Ja ja.”


Y emprendo el kilómetro de vuelta preguntándome si voy a poder transformar el jacuzzi en inodoro nuevamente. Sea como sea, ¡ni pienso contarle al ferretero a no ser que lo logre!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 con … el pastorcito.

Tengo que salir a comprar algunas cosas y aunque es temprano el sol ya pega fuerte. Por lo tanto, evito la ruta y sigo el camino ‘de adentro’ donde hay más árboles y la arena no calentó todavía. En uno de los lotes veo unas cuantas ovejas y detecto al pastorcito apoyado contra un árbol, enfundado en su ropa de siempre: bombachas negras, camisa blanca, faja multicolor y la infaltable boina negra.
Um… 23 de diciembre… casi navidad… esto tiene aristas bíblicas, así que…

Yo: “¡Hola! Cómo andás?”
P:  “¡Hola doña! Tanto tiempo! Calor, eh?”
Yo: “Mucho. Cómo te fue en la escuela?”
P: Se le ilumina la cara. “De diez. Saqué todas las materias. (¿Hasta acá llegó el ‘saqué’ por el ‘aprobé’?) Tengo los libros que me prestó. Uno de estos días se los alcanzo.”
Yo: “No. Dejalos. Les pueden servir a tus hermanos, o a un amigo. Si nó, donalos a la biblioteca de la escuela.”
P: “¡Muchas gracias! Estudiamos cinco con esos libros. Y el que tiene las láminas grandes es una masa.” (Bué. También llegó ‘ la masa’ acá.)
Yo: Mirando las ovejas. “¿No tenías más? Y aquella es cría de este año, ¿no?”
P: “Sí. Cuatro ya se fueron.”
Yo: (Bien estúpidamente pregunto) “¿Se fueron? ¿Se te escaparon?”
P: Se ríe. “No, doña. ¿No ve que tengo bici nueva?” Giro y veo una bici – realmente es nueva y la tiene impecable como si fuera un Porsche. Y entonces me doy cuenta de lo que realmente significa ‘se fueron’.
Yo: “¡Ah!”
P: “Y compramos un ventilador también.” Mi sentimiento casi infantil por las ovejas da paso a la idea que la realidad está muy alejada de los libros de cuento donde los animalitos tienen características humanas y más aún, conviven con los humanos en paz y armonía… En fin….
Yo: “Bueno, me alegro que todo vaya bien. Sigo porque si nó, no llego más. Muchas felicidades para vos y tu familia.”
P: “Gracias, doña. Muchas felicidades para ud. también. Y gracias de nuevo por los libros.”


Me alejo y, con cada paso se desvanece ‘la arista bíblica’ y empieza a venirme a la mente algo más Orwelliano – “Rebelión en la Granja”.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Diálogo pre-vacaciones 2014 … con vecina (Ver diálogos de vacaciones 2013)

Después de cortar el césped y poner a llenar la pileta, estoy desparramada en el sillón con las piernas apoyadas en el tronco de la acacia cuando escucho:

V: “¡HOLA!” Y como si no fuese suficiente el grito, golpea las manos.
A regañadientes bajo las piernas y me paro, saludándola con la mano. Ya cerca del portón:
Yo: “¿Cómo le va? Tanto tiempo.” Pero no abro el portón, así que charlamos reja por medio.
V: “Vi que habían cortado el pasto, pero no la vi a ud.”
(Y, claro. ¡Bien que me cuidé de que no me viera! Pequeña satisfacción, pero satisfacción al fin el haber zafado hasta ahora.) “Y se le secó no más el jazmín enano.” Giro y miro las cinco ramitas negras- lo que queda del jazmín.
Yo: “Y sí, y eso que_”
V: “¿Vió la Coca?” Me quedo ‘regulando’ y sin saber si seguimos hablando de plantas – por las dudas  miro a mi alrededor, pero no veo ninguna plantita extraña. “La de allá.” Y como siempre, rebolea la cabeza y yo me quedo sin un punto  cardinal de referencia, pero tranquila, ya que ahora sé que hablamos de una persona y no un vegetal ilegal. “¡No sabe lo que pasó!”
(¡Ay! ¡No! Esto va a ser de terror, y encima el sol me está partiendo la espalda) “¡Le entraron!” (Dos significados de esta frase me pasan por la cabeza, ¡pero con esta mujer puede ser cualquiera de los dos!) “Parece que estaba acostada durmiendo la siesta – bueno, eso dice ella – y sintió ruidos en la cocina. Se levantó, ¡y había un hombre!” (Otra vez se las ingenia para que su entonación de lugar a dos interpretaciones – pero a esta altura ya quiero saber qué pasó) “Dice que gritó y el marido, que estaba en el kiosco, entró corriendo – no sé cómo corrió con ese peso – ¡y la encontró desmayada! ¡Y no había nadie!” Me mira como esperando un comentario y yo, ya entregada, se lo doy al modo local:
Yo: “¡No me diga!”
V: “No saben si se lo imaginó o el tipo salió corriendo cuando gritó, ¿vio? Pero para mí…”
Yo: (Sabiendo que eso significa ‘pregúnteme’ y tratando de hacerla corta porque a esta altura me están saliendo ampollas en el lomo) “¿Si?”
V: “Más claro, échele agua. Para mí le dio al tinto con la comida. A la Coca le gusta el tinto.”
Yo: (Todavía sin saber de quién habla) “¡Pero qué cosa! Bueno, después del 31 _”
V: “Y todas le dijimos lo mismo. Tiene que parar con el tinto.”
Yo: (Ya sin importarme la pobre Coca y pensando sólo en mi espalda) “Después del 31 vengo a quedarme. Así que _ “
V: “El tinto no es para todos, ¿vio?”:
Yo: (Casi en ‘estado alterado’) – nos vamos a ver. Ahora tengo que ir a cortar la bomba.” (¡A vos te quiero cortar!) “¡Nos estamos viendo!” (Hasta sueno entusiasta, miren)
V: (Un poco decepcionada) “¡Ah, bueno! Vaya, vaya. Si se le quema la bomba…” (¡La boca se te haga a un lado!) “Nos estamos viendo. ¡Pasaron un montón de cosas este año!”
Alza la voz mientras yo me alejo.


Desaparezco de su vista lo suficiente como para asegurarme que volvió a su casa y pienso que estas vacaciones ¡van a ser moviditas!

martes, 17 de diciembre de 2013

Diálogo con mi otro yo mientras preparo exámenes orales


MOY: “Hola, hola. ¿Qué hacés?”
Yo: (Pensando cómo evitar esta conversación y, por supuesto, no logrando el objetivo) “¿No  me ves que estoy preparando los exámenes orales? ¿Y vos qué hacés? ¿Algún día internacional del que no me enteré?
MOY: “No. No. Sólo me preguntaba…” (Umm, dijo la nutria. ¿Qué se traerá entre manos?”)
Yo: “¿Ahora qué?”
MOY: “Nada, digo, ¿más de 30 años tomando exámenes y todavía tenés que preparar lo que vas a preguntar? ¿La edad te volvió olvidadiza?” (¡Pero y LPMQLP!)
Yo: (Armándome de paciencia) “Si preparás los exámenes te asegurás de ser justa con los alumnos – no preguntarle más a unos y poco a otros, de no preguntar lo mismo varias veces, de darles a todos el mismo tiempo, de _” (Por supuesto interrumpe)
MOY: “¡Ah! Y por supuesto, esto te lo pagan como horas extras, ¿no?”
Yo: (Ya empezando a sulfurarme) “Mi abuela decía: ‘a preguntas necias, oídos sordos’”
MOY: “En realidad es ‘a PALABRAS necias, oídos sordos’. Y vos te estás quedando sorda por la edad, no por lo que escuchás.” (¡Juro que un día de éstos me opero de MOY!)
Yo: “Sos de los que creen que por la plata baila el mono, ¿eh?”
MOY:  “Bueno. No sé de los monos, pero se de gente que canta, toca, actúa, publica, etc. por plata – y no te hagas la idiota y digas que ese es su trabajo, porque sabés bien a qué me refiero.”
Yo: “Hora de que desaparezcas. No pienso seguir con esta charla inútil. Mercenarios hubo siempre y siempre los habrá – en cualquier profesión. Así que ¡Chau!”
MOY: “No. No. Pará que esto me interesa. A parte de todo lo que decís que se logra preparando exámenes, ¿qué otras cosas ‘positivas’ le ves a estar perdiendo el tiempo laburando en esta boludez con este calor?”
Yo. “¡Ya me preguntaba cuándo iba a aparecer tu término favorito! Pero como soy educada – a diferencia de vos – te voy a contestar: no estoy perdiendo tiempo sino ganando tiempo. Eso, entre otras cosas, hace que los alumnos no estén esperando rendir más de lo necesario, y que los pobres colegas que integran tribunal conmigo no se mueran de aburrimiento y malgasten SU tiempo.”
MOY: “¿Ahora sos la Madre Teresa de Calcuta? ¡Dejate de joder! ”               
Yo: “Para nada. Es tratar de ser eficiente, nada más.”
MOY: “Umm. Eficiencia, eficacia… eso me suena… Vi algo en algún lado…
Yo: “¿Qué? ¿Estás teniendo problemas de memoria? (¡Tomá! ¡Jodeme ahora con la edad!)
MOY: (Por supuesto sin prestarle atención a mi ataque verbal) “¡Ah, ya me acordé! Y me voy a tomar el atrevimiento de traducir del inglés – después de todo, en tantos años con vos, algo aprendí. ‘Eficiencia es hacer las cosas bien; eficacia es hacer las cosas correctas.’ Espero que tanto laburo produzca ‘cosas correctas’”


Estoy por replicar y mandar a MOY a un lugar muy feo cuando me doy cuenta que la soberana HDP ya se fue.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Diálogo con empleado de ‘atención al cliente’ de empresa de telefonía móvil.

Después de esperar 20 minutos a que el turno C26 aparezca en la pantalla, escucho que alguien ‘canta’ el número… (y bueno, a los dueños de la tecnología… ¡también los jode la tecnología!)

EAC: (Con sonrisa digna de comercial de pasta dental) “Buen día, Sra. ¿En qué puedo servirle?”
Yo: “Eso lo voy a decidir cuando termine esta pequeña entrevista” (Y, estoy recaliente con la compañía. Pero a pesar de mis palabras, también le sonrío un poco porque podría ser mi hijo.)
EAC: (Quizás pensando ‘me tocó la loca del día’, emplea una entonación condescendiente que me cae más que mal) “Bueno. Bueno. Veamos qué le pasa.” (¿Qué sos? ¿Médico?)
Utilizando técnica de respiración para clamarme, le explico la situación.
EAC: “Ah. Pero podía comunicarse con atención al…
Yo: (No lo dejo terminar) “Traté toda una mañana y el tiempo de espera no bajaba de 15 minutos. ¿Sabés? Mi tiempo vale tanto como el de la compañía.”
EAC: (Insistiendo con tratarme como si fuera una neurótica peligrosa a la que hay que hablarle suave – me parece que ve demasiadas series de rehenes y negociadores) “Claro. Claro. ¿Y probó por mail?, porque…”
Yo: (Otra vez lo interrumpo) “5 mails. Ninguna respuesta. (Creo que acorto las oraciones para no revelar la bronca que tengo) ¿Vos crees que me banqué esto (miro a mi alrededor) porque no tengo nada que hacer?”
EAC: “No. No. Claro. Veamos qué pasa. (El plural me molesta tanto como el tono que sigue usando) Bueno, acá aparece la factura impaga.”
Yo: “¿No me digás? ¡Qué novedad! ¿No te dije hace un ratito que nunca me llegó? A no ser que la pagara Cadorna, debe estar impaga todavía.”
EAC: “¿Quién es ‘Cadorna’? (¡¿Realmente es tan joven como parece o me está tomando el pelo?!) Se ve que mi cara va de mal en peor porque agrega rápidamente: “Ah. Es una expresión. Claro. Ja ja. Ejem… bueno, va a tener que pagarla.” (¿Pero es salame o se hace?)
Yo: “¿En serio?” (Ironía que hasta un nene de 10 años pescaría).
EAC: “Y, sí. Se la puedo imprimir desde acá.” (¡Bravo! ¡Bravo! Media mañana para solucionar parte de un problema. ¡Viva la tecnología!)
Se levanta y vuelve con la hojita. Me pongo a revisarla mientras que el EAC adopta un lenguaje corporal que dice ‘Bueno, ya está. Movete que tengo que seguir atendiendo.’
Estoy por levantarme cuando veo un recargo. Sin dirigirle la palabra le muestro la factura y señalo la cifra.
EAC: “Es el recargo por pago fuera de término.”
Yo: Ya casi sacada – lo que me hace muuuuy HDP. “Se leer. Pero parece que vos no sabés escuchar. No pienso pagar un recargo por culpa de la compañía que no mandó la factura en término. Así que levantá el traste de la silla, hablá con quien tengas que hablar e imprimime la factura que me corresponde  pagar.”
Se levanta y casi vuela por el pasillo. Unos segundos después vuelve con una nueva boleta. Casi estoy por darle las gracias cuando comete el error de decir:
EAC: “Le vamos a hacer el favor esta vez, pero tenga en cuenta que la próxima vez va a tener que pagar con recargo.” (¿Pero este chico no se da cuenta que puede ligarse un puñetazo en la nariz por defender la empresa?)
Yo: “Querido, te lo voy a decir despacito para que te entre. La próxima vez que la factura no llegue a tiempo no voy a perder MI tiempo viniendo acá. Voy directo a defensa del consumidor. Y otro consejo: cortala con el tonito condescendiente – cae mal y alguien podría tener peor carácter que yo.”


Me levanto de la silla y mientras me dirijo a la salida giro para mirar al pobre EAC que parece estar haciendo un esfuerzo mental sobrehumano…  Y entonces caigo en la cuenta: debe estar pensando qué quiere decir ‘condescendiente’!!!

jueves, 5 de diciembre de 2013

Diálogo con compañera consumidora en supermercado (Perdón a las ideologías de donde vienen los términos por ponerlas en contacto).

Estoy frente a la góndola de las yerbas cuando una señora mayor se para a mi lado.

CC: “¡Pero mire! ¡Mire esos precios! ¡Es una tomada de pelo!”
Yo: (Que estaba mirando los precios) “Qué aumento, ¿eh?”
CC: “¡Y éstos se dicen Peronistas! Si Perón viera esto se vuelve a morir.”
Yo: (El comentario me toma por sorpresa y giro para verla mejor: ochenta y tantos, con jogging y zapatillas deportivas, y anteojos que deben tener menos aumento que los míos. Y sí, debe haber vivido el Peronismo.) “Bueno, la verdad no sé mucho de política, pero_”
CC: “¡Pero nena! (¡Ay! Debe tener ochenta laaaargos) ¡Si no hay que saber de política – basta con ver lo que pasa! (Resopla como caballo enojado) Y de qué ‘revolución’ hablan?”
 (Lo dice con tanta pasión que me pica la curiosidad y me debato entre seguir la conversación, a riesgo de que le suba más la presión, o amablemente despedirme y seguir mi camino. Y no puedo con mi genio.)
Yo: “Bueno, el término ‘revolución’ quiere decir tantas cosas…” (Se la dijo picando)
CC: “Mi padre laburó toda su vida y tuvo casa gracias a Perón. Eso sí, la pagó centavito a centavito. Yo conocí un hospital gracias a Perón. Nadie en mi familia había ido a un médico antes. (Bueno, o tenían una salud de hierro, o ciertamente la medicina no estaba al servicio de todos)Pero cuidábamos el hospital como si fuera nuestra casa. Yo pude ir a la escuela y seguí estudiando y ninguno de los que veníamos de familias obreras destruía bancos o tomábamos escuelas… ¡Eso fue una revolución!” (Como veo que la presión parece estarle subiendo la interrumpo)
Yo: “Y, los tiempos cambian” (A punto estuve de decir ‘eran otros tiempos’)
CC: “¡Para peor! Y te lo dice alguien que siempre fue optimista (¡Menos mal!) Y cuando milité en el partido Intransigente _”
Yo: “¿Cómo? ¿Pero ese partido no venía de la UCR?”
CC: “No era que no sabías nada de política? (¡Me agarró!) Bueno, mi familia era Peronista, pero Alende me conquistó. (¿?) ¡Casi me expulsan de casa! (Se ríe). Había cosas por cambiar. (Se queda pensando)
Yo: “Bueno, hoy puede estar pasando lo mismo. Quien gobierna piensa que hay cosas que cambiar también, ¿no?”
CC: (Me mira y me dedica una sonrisa indulgente – casi como una abuela a un nieto que no entiende una suma de dos cifras) “Si querida, pero las cosas no se cambian haciéndole creer a la gente que solo tiene derechos y ninguna obligación. Se cambia generando trabajo y educando para que esa gente educada pueda ponerte los puntos sobre las íes y tenerte a raya cuando tengas el poder. (¡Chan! ¡Si se presenta a elecciones la voto con los ojos cerrados!) Ni pienso pagar eso por la yerba. Defensa al consumidor tendría que hacer algo. Hasta luego.”
Yo: “Hasta luego.”

Y se va. Y a cada paso mira los productos y menea la cabeza.

Y yo me quedo ahí, mirándola y pensando…