Diálogo
con Empleado de Ferretería
Entro
a la Ferretería y voy directo al empleado que parece estar más aburrido que
vampiro en sarcófago.
EF:
“Buenas tardes. ¿En qué la puedo ayudar?”. (Bueno, por lo menos es educado).
Yo:
“Buenas tardes. Necesito una remachadora”.
EF:
“Ajá. ¿De qué tipo?”. (Su entonación parece venir con subtítulos: ‘¿tenés idea
de lo que es una remachadora?’ Borro de mi mente que es educado).
Yo: “La
común – no profesional por supuesto”.
EF:
“Bueno, pero hay muchos modelos y de
diferentes calidades”. (Esto ya no viene con subtítulos. Lo dice con la típica
suficiencia que ya he encontrado cuando voy a comprar repuestos para el auto).
Yo:
(Inspiro profundo para no calentarme) “Obvio. ¿Cuáles tenés?”.
EF:
“Esas de allá”. (Gira la cabeza señalando las remachadoras en exhibición. Se ve
que mi ‘obvio’ fue más ácido de lo que pensé).
Yo: (Me
tomo mi tiempo para mirar todas). “Mostrame ésta y ésta”. (De dañina no más le pido que me muestre la
segunda. Ya elegí la que voy a llevar).
EF:
“Umm. Ésta no la va a poder manejar. Es muy pesada para Ud.” Y agrega, “si es que Ud. la va a usar”. (O sea, ‘no creo
que vos la sepas la usar’).
Ya me
rompió las gónadas, para no usar la expresión típica. Lectores que no tuvieron
una profe de biología como la mía, googleen el término.
Yo: “Uso
remachadora para arreglar sillones de tiras desde hace… ¡uy! como 10 años, pero
la pobre no da más. No expulsa el mandril”.
Se
endereza un poco, abandonando su postura indolente apoyado en el mostrador y me
mira como bicho raro. Pero evidentemente no puede con su genio.
EF: “Tiene
que desarmarla. Es re-simple”. (O sea, hasta vos lo podés hacer). Y procede a
darme indicaciones que sospechosamente son las mismas que en el video de
youtube que consulté yo.
Yo: “¿Alguna
vez desarmaste una? Porque si es así, te traigo la mía y te pago el arreglo en
vez de comprarme una”.
EF: (Ahora
sí la autosuficiencia desaparece) “Eeee, no, no.” ¡Mire si voy a perder la
venta. El dueño me mata!. Ja ja”. (Buena salida, che, a pesar de la risita
nerviosa. Ya podés dejar de transpirar).
Yo: “Ja.
Ja. Tenés razón. Bueno, dame ésta”.
EF: “Buena
elección”. (Sí, claro, ¡porque es la más cara!). Y procede a cobrarme. “¿Puedo
preguntarle algo?”.
Yo: “Claro”.
(Pero ¡ojo querido!, porque desde que dejé la docencia tengo la paciencia cada
vez más débil, digamos).
EF: “¿Cómo
hace para llegar a cortar el mandril? Porque se necesita mucha fuerza para eso”.
(O
sea, ‘con esos bracitos de desnutrida que tenés es imposible que puedas).
Yo: “¡Ah!
Encontré cómo hacer eso en un video de youtube”. Giro y me voy.
Lástima
que me pierdo el espectáculo del EF buscando en ese sitio cosas como ‘persona débil/vieja/sin
fuerza Æusar
remachadora’.